El Barça pierde a su referente: Laprovittola pasará por el quirófano tras romperse el ligamento de la rodilla

El Barça pierde a su referente: Laprovittola pasará por el quirófano tras romperse el ligamento de la rodilla

En pleno esfuerzo por la remontada ante el Baskonia este domingo, ya en el tercer cuarto, Nico Laprovittola se disponía a culminar una contra cuando su rodilla sufrió un mal giro. Ni siquiera pudo lanzar los tiros libres tras la falta de Luwawu-Cabarrot. Abandonó en volandas el Palau, sin apoyar su pierna derecha y con gestos de alarma. Este lunes se han confirmado los peores presagios.

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Según ha informado el Barça (aunque en principio aseguró que se trataba de un esguince), el argentino pasará por el quirófano ya que tiene roto el ligamento cruzado anterior y además sufre una lesión en el menisco externo de su rodilla derecha. El equipo de Joan Peñarroya pierde a uno de sus referentes durante los próximos meses.

A pesar de la derrota ante el Baskonia de Pablo Laso, la primera de los azulgrana en la Liga Endesa, el Barça estaba firmando un esperanzador arranque de curso. Aunque no pudo con el Real Madrid en la semifinal de la Supercopa, el comienzo de la era Peñarroya había sumado tres victorias en ACB y otras tres en Euroliga (sólo perdió en Kaunas), donde el pasado viernes logró un estupendo triunfo en la prórroga en la pista del Estrella Roja, uno de los equipos más en forma de la competición.

Laprovittola, que venía combinando en los puestos de base y escolta, deja un enorme hueco en la rotación azulgrana. Con Tomas Satoransky y Juan Núñez en el puesto de director, y Kevin Punter, Darío Brizulea y el joven Dame Sarr (debutó ante el Baskonia), no se descarta que el club acuda al mercado.

Un Baskonia en cuadro corta la buena onda del Barça de Peñarroya

Un Baskonia en cuadro corta la buena onda del Barça de Peñarroya

Será un equipo del que nadie se fíe, así ha quedado demostrado en dos domingos para no olvidar. El Baskonia, tan irregular y tan marcado por las bajas, acabó con el Real Madrid en el Buesa y con el Barça en el Palau. Hurgó en la herida blanca y cortó la inercia azulgrana, un jarro de agua fría al estupendo arranque de Joan Peñarroya para su primera derrota en Liga Endesa. [89-93: Narración y estadísticas]

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Porque el Barça acudía con el subidón de su extraordinaria semana europea, la continuación al más que ilusionante amanecer de la era Peñarroya (tras la Supercopa, seis victorias y sólo la derrota en Kaunas). El triunfo en la prórroga en Belgrado ante el Estrella Roja no fue cualquier cosa. Enfrente, muchos más problemas atraviesa el Baskonia de Pablo Laso, por los resultados y por las lesiones: en el Palau se plantó con una rotación de ocho hombres, sin Sedekerskis, Rogkavopoulos, Raieste ni Baldwin.

La pelea aparentemente desigual no lo fue. Porque los vitorianos mostraron carácter y desparpajo en el Palau. En el comienzo con el joven Ousmane Ndiaye en la pintura. El Barça se rehizo con la aparición de Metu, aunque se estancó ofensivamente en el inicio del segundo acto, apenas cuatro puntos en más de siete minutos.

Punter

Fue en la segunda mitad cuando más saltaron las alarmas locales. Los triples de Markus Howard y Luwawu-Cabarrot, además de las pérdidas del Barça, impulsaron al Baskonia, que llegó a mandar por 10 (38-48). Fueron Juan Núñez con la batuta y Jabari Parker los que lograron mantener la puja.

Que se iba a elevar aún más cuando Cabarrot y Trent Forrest (dos ex NBA) desplegaron toda su clase indomable. Y volvieron a estirar la ventaja a la decena (68-78 a falta de seis minutos). Para colmo, Laprovittola se lesionó alarmantemente en su rodilla. Y, aún así, el Barça peleó hasta el final, oxigenado por los fallos desde el 4,60 del rival. El quinto triple de Jabari, seis puntos seguidos de Punter... Para morir en la orilla, porque el propio Punter, héroe en Belgrado, falló una aparentemente sencilla penetración que hubiera mandado el partido a la prórroga.

Vicente Salaner, tan cerca de las estrellas

Vicente Salaner, tan cerca de las estrellas

Como cada domingo por la tarde, llegó su 'Hasta la cocina'. Y que sirvan sus últimas palabras escritas para poner en valor lo que Vicente Salaner fue al periodismo deportivo y al baloncesto, un pionero, un centinela, una referencia, un crítico tan afilado que hasta en su Real Madrid escocía. Un maestro. Cuentan que fue una visita de aquellos gigantes del equipo de baloncesto blanco al hospital donde el niño Víctor estaba ingresado un día de Reyes lo que encendió para siempre su doble pasión, por las canastas y por el club.

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"Todos éramos mejores jugadores de baloncesto cuando éramos jóvenes y flacos de lo que se pudiera colegir viéndonos viejos y gordos. Yo jugaba de chupón impenitente. También de palomero oficial. Ni corría ni saltaba bien, y no defendía ni con la mirada. Pero, si me dejaban medio metro, las clavaba", me respondió hace años a un mail en el que me interesé por sus inicios. No hay muchas noticias de sus virtudes en la pista, pero sí de su relación con el basket, potenciada por su presencia en los 70 en la Universidad de Columbia, nada menos que en uno de los barrios más activos de Nueva York (aunque él siempre fue tan de los Celtics como del Madrid) en una época de pura ebullición para las canastas.

Antes había vivido en Suiza, hijo de diplomático, y allí fue testigo en 1962 de otro momento crucial, la primera final europea del Madrid de Pedro Ferrándiz, "un joven, hiperactivo y muy menudo entrenador, que parecía llegar a la altura de la cintura de alguno de sus pupilos", ante los soviéticos del Dinamo de Tiflis en terreno neutral. Y así lo recordaba en una de sus columnas: "El padre del chaval, viejo amigo de Saporta, le propuso que su hijo sirviese de guía e intérprete para el equipo durante la semana que pasó en Ginebra preparando la final. Como recompensa, Saporta y Ferrándiz tuvieron la deferencia de dejarle ver el partido desde el banquillo del equipo. Era el primer encuentro de baloncesto que el chico veía en su vida, y allí, vibrando con las proezas de Emiliano Rodríguez y Wayne Hightower, y pese a la postrera derrota, nació su pasión por el más espectacular de los deportes colectivos. Y nacieron unas amistades para toda la vida".

Víctor, perdón, Vicente, era capaz de hablarte de la ferocidad de un entrenamiento de los Knicks de Bernard King y Hubie Brown a finales de 1984 en el Loyola-Marymount College de Los Ángeles (previa a su partido contra los Lakers) o de aquella exhibición de tiro de Rik Smits en el Garden neoyorquino en los 90. Porque él había estado presente. Como seis años tomando estadísticas "en la mesita del Pabellón de la Ciudad Deportiva", labrando una amistad imperecedera con Ferrándiz, que, al no hablar inglés, le utilizaba para ojear jugadores estadounidenses e incluso cerrar sus contrataciones, como fue el caso de dos leyendas como Wayne Brabender y Walter Szczerbiak. En 1967, el todavía universitario Bill Bradley pasó por Madrid (estudiaba en Oxford con una beca y el Simmenthal de Milán le había fichado), Vicente le entrevistó en el vestuario y fue publicado en la sección de deportes de 'Pueblo'.

Pero si muchos recuerdan a Salaner es por su sabiduría en un programa tan efímero como mítico que comenzaba con el 'Faith' de George Michael. En la primera emisión de Cerca de las estrellas, junto a Ramón Trecet y Esteban Gómez, allí estaba él, un 7 de febrero de 1988 comentando un Boston-Milwaukee. Pocos sabían tanto de NBA como él en los 80.

Una conversación con Salaner era como escuchar a Edward Bloom en Big Fish. Te contaba como su amigo Mike Fratello le pidió consejo sobre jugadores europeos que destacaban para rellenar las últimas elecciones de los Hawks en el draft (y ahí apareció José Antonio Montero en 1987, con el 113) o cómo trajo a una selección USA para el 50 aniversario del Real Madrid y en octubre de 1981 llegaron a a la capital Moses Malone, Kevin McHale, Artis Gilmore... En las imágenes se le puede ver, con sus inconfundibles gafas, en el túnel de vestuarios. E incluso cómo influyó en que el ahora presidente de la ACB Antonio Martín no pudiera jugar con la Universidad de Pepperdine, a la que envió faxes y documentos evidenciando su condición de profesional: el Madrid había perdido a su hermano rumbo a los Blazers y no podía permitirse el lujo de una plantilla con sólo Romay y Brad Bradson como pívots.

Salaner escribió en aquellos fascículos ochenteros llamados Mi baloncesto y, por supuesto, en Gigantes. Fue fundamental en el nacimiento y la consolidación del programa Tirando a Fallar (EsRadio)... Como todo lo que fue en su vida, su relación con el baloncesto resultó infatigable. Hasta sus últimas palabras escritas, en las que una vez más denunciaba la crisis del jugador nacional en la Liga Endesa. Ya apenas acudía a ver baloncesto en directo, pero en 2015 me pidió ir como acreditado a la Final Four en Madrid en la que los blancos reconquistarían la Euroliga.

Descanse en paz, Salaner, tan cerca de las estrellas.

Chus Mateo, una victoria terapéutica y la carta de la niña Paula: "Te quería decir que eres un entrenador buenísimo"

Chus Mateo, una victoria terapéutica y la carta de la niña Paula: “Te quería decir que eres un entrenador buenísimo”

Fue una noche de alivio, de esas que luego, con el paso del tiempo, los partidos y la llegada de la lucha por los títulos, se recuerdan. "Muchas veces en las temporadas hay un antes y un después...", deslizó Chus Mateo, bastante tranquilo pese al ruido que había antes a su alrededor, las llamadas a la crisis por un inicio de curso, bien es verdad, tan lejos de lo acostumbrado.

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Porque sí, el Real Madrid de las cinco bajas y los cuatro fichajes había perdido cinco partidos y ganado sólo tres. Y todavía sigue sin saber lo que es imponerse a domicilio (tendrá que esperar). Venía de caer consecutivamente en Bilbao y Vitoria y ahí estaban sus porcentajes desde el perímetro, sus puntos encajados, los fallos desde el tiro libre y las pérdidas. También la imagen, mala en general, peor con las declaraciones siempre sin filtro (más vale que se acostumbren) de Mario Hezonja.

Pero llegó el Panathinaikos, el amenazante campeón de Europa, el de la final de Berlín, y todo cambió. Hubo ambiente de partido grande en el WiZink, sin atisbo de run run. Quizá ayudó el contundente comienzo (19-5). Y hubo "consistencia", capacidad de manejar la ventaja, de no venirse abajo con las embestidas griegas (tremendo Ataman, que borró a uno de sus fichajes estrella, Lorenzo Brown, tras su mal comienzo: no jugó más).

Hubo personalidad. Con, por supuesto, Campazzo a los mandos. Y con un reivindicativo Alberto Abalde, agresivo en defensa y al fin acertado, 12 puntos fundamentales tras el descanso. Rathan-Mayes no jugó demasiado, pero mostró su predisposición. Hezonja estuvo en segundo plano, pero anotó un triple tranquilizador al final. Tavares y Musa dominaron. Y quizá sólo Ibaka siguió lejos de lo que se espera de él.

Mateo habló de la "ambición, el carácter, el hambre y la concentración", destacando mucho "perder sólo cuatro balones". Habló de Abalde, cómo no. "Brillante", dijo primero. "No puedo pasar por aquí y no nombrar a un jugador que ha defendido como lo ha hecho él. Es un guerrero y siempre está ahí", destacó después.

Pero entre la balanza de las cosas buenas y de lo que toca mejorar para seguir creciendo, Mateo, que también mencionó la cervecita de después, quiso hacer un guiño cariñoso a esas cosas "que dan aire" más allá de lo puramente baloncestístico. A su lado, en la sala de prensa del WiZink, tenía un papel. "Es la carta de una niña y dice así: 'Me llamo Paula y tengo 11 años. Soy madridista y me encanta el baloncesto. Te quería decir que eres un entrenador buenísimo, que sois un equipazo. Que sepáis que vuestra afición siempre va a estar ahí para animaros. Hala Madrid'. Me ha dado un aire que no veas", admitió con emoción el técnico del Madrid.

Reacción ante el campeón: el Real Madrid, con un enorme Campazzo, tumba al Panathinaikos y corta sus dudas

Reacción ante el campeón: el Real Madrid, con un enorme Campazzo, tumba al Panathinaikos y corta sus dudas

El peor comienzo de temporada que se recuerda en el Real Madrid necesitaba un electro-shock, tan temprano. No hay resquicio para la duda en un club con semejante exigencia y el tiempo dirá lo que da de sí este proyecto remozado como nunca, pero ante el Panathinaikos, la revancha de la final de Berlín, los de Chus Mateo mostraron coraje y atisbos del nivel de baloncesto que pueden alcanzar. Un triunfo coral, 40 completísimos minutos en los que sobrevivieron con carácter a los lógicos vaivenes, para derrotar al campeón y despejar, de momento, marejadas. [90-86: Narración y estadísticas]

El Panathinaikos era una terapia de choque de la que salir impulsado de la mini crisis (cinco derrotas en ocho partidos) o acabar aún más hundido. En cualquier caso, un desafío intenso a estas alturas de curso, tan pronto y con tantas alarmas. Es probable que no muchos se acuerden luego en mayo de estos amaneceres trémulos. El caso es que, para mayor aliciente, el Madrid estaba obligado, a ganar y a mostrar otra cara ante el campeón de Europa. Los cinco primeros minutos fueron como descorchar champagne.

Pura efervescencia, el Madrid atinó con cinco de sus seis primeros triples, defendió como si le fuera la vida (Eli Ndiaye como ariete), cuando Abalde cometió la segunda apareció Hugo González con el mismo colmillo y barrió al Panathinaikos (19-5). Bien es cierto que Ergin Ataman ni se inmutó, como si supiera lo que iba a suceder. Mandó a Lorenzo Brown y Cedi Osman, sus dos fichajes estrella, al banquillo (el internacional español ya ni volvió a pisar la cancha) y con la sabiduría y la experiencia de Sloukas, un extraordinario Juancho Hernangómez (11 puntos al descanso) y Papapetrou, capeó el temporal.

Abalde celebra una de sus canastas ante el Panathinaikos.

Abalde celebra una de sus canastas ante el Panathinaikos.Juanjo MartínEFE

Empezó a jugar su partido, intentando adueñarse del escenario poco a poco. En los cinco primeros minutos del segundo cuarto, sólo permitió dos canastas al Madrid, una racha que rompió Llull con un triple a tabla. Ibaka volvió a mostrar que anda despistadísimo (cometió la tercera infantilmente por una técnica al encararse con Yurtseven) y Rathan-Mayes hizo pequeños méritos para escapar del halo de sospecha que le rodea.

El fogonazo del comienzo necesitaba refrendo y lo tuvo, aún más contundente, tras la vuelta de vestuarios. Pese a los dos triples de Nunn, emergió un Madrid ardiente y corajudo repitiendo quinteto inicial. Cinco tipos a los que les falta ir con ropa de camuflaje. Musa enhebró siete puntos seguidos y apareció el mejor Abalde que se recuerda, con 12 puntos de carrerilla, el jugador que siempre pareció que iba a ser. Enrabietado. Con Tavares y Ndiaye dueños de la pintura y Campazzo reinando, se dispararon los blancos (66-49) para labrar su triunfo.

Empezó a ser un ejercicio coral majestuoso, con el acierto de vuelta, y los que ahora aparecían desde el banquillo manteniendo la pujanza. Y elevando la temperatura de un WiZink que necesitaba algo así, un motivo para creer, un subidón de adrenalina. Y nada mejor que ante un campeón de Europa que apenas se sostenía por el talento individual de Kendrick Nunn.

Agarrados al ex de los Heat, los griegos buscaron una reacción desesperada y hasta se arrimaron (78-70). Pero Campazzo (y un par de tremendos tapones de Tavares), con las piernas frescas de su obligado descanso en Vitoria por sanción, no estaba dispuesto a dejar que el duelo se le desmelenara. Agarró la noche por la pechera y condujo al Madrid a un triunfo terapéutico, un F5 desde el que empezar a crecer. El domingo, ante el Girona de nuevo en el WiZink, debe llegar la prolongación a corroborar con la primera victoria fuera de casa que sigue en el debe.

El Six Kings Slam, el ostentoso torneo en el que Nadal y Alcaraz juegan por la bolsa más grande de la historia

El Six Kings Slam, el ostentoso torneo en el que Nadal y Alcaraz juegan por la bolsa más grande de la historia

El tenis convertido en un producto de lujo. A partir de este miércoles en Riad se celebra un evento que rompe todos los parámetros económicos conocidos. Un torneo de exhibición en el que el ganador, el domingo, se embolsará el doble de dinero que en el Grand Slam mejor pagado, el US Open.

Seis millones de euros es la cifra por la que pelearán Rafa Nadal, Novak Djokovic, Carlos Alcaraz, Jannik Sinner, Daniil Medvedev y Holger Rune, casi un millón y medio para cada uno sólo por participar en Arabia Saudí, según han precisado los organizadores. Las críticas por lo apretado del calendario se aparcan por unos días.

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La lluvia de millones en Riad se encuadra en las actividades principales de la Riyadh Season, las fiestas de la ciudad. Aunque la fecha prevista no era octubre. Todo estaba listo para febrero, a la vuelta de los jugadores del Open de Australia, pero la lesión muscular de Nadal en Brisbane hizo cambiar todos los planes.

No en vano, el balear acapara todos los focos y no sólo por su condición de embajador deportivo del país árabe, tras el acuerdo anunciado en enero por la Federación Saudí de Tenis (STF). Él, que no compite desde los Juegos de París hace más de dos meses, está directamente clasificado para semifinales. Hoy se disputan los cuartos de final, Sinner-Medvedev y Rune-Alcaraz (desde las 18:30 horas, por Dazn). El jueves, a la misma hora, el ganador del primer partido se medirá con Djokovic y el del segundo, con Nadal. El viernes habrá jornada de descanso, por la norma de la ATP que impide que sus jugadores jueguen exhibiciones tres días seguidos. Y el domingo (17:30 h.), se jugarán el duelo por el tercer y cuarto y después la final. Será, salvo sorpresa, la penúltima cita tenística de la carrera de Nadal, que en Málaga el próximo mes de noviembre pondrá el punto y final con la disputa de la Copa Davis.

Al Sheikh

El show saudí acapara todos los lujos que se pueden imaginar y no sólo por la cifra sin precedentes que reparte entre sus participantes, la bolsa en premios más grande de la historia del tenis. Por ejemplo, se celebrará en un enorme pabellón con capacidad para 8.000 espectadores (The Venue) construido para la ocasión. El torneo de exhibición, que no reparte puntos para la clasificación mundial y que coincide con otros de la ATP como Almaty, Amberes y Estocolmo, lo organiza el millonario Turki Al Sheikh, propietario del Almería, asesor de la Corte Real del Reino de Arabia Saudí y presidente de la Autoridad General de Entretenimiento.

Tanto el fichaje de Nadal como este ostentoso torneo (ya el pasado mes de diciembre, Alcaraz y Djokovic disputaron una exhibición en Riad) se encuadran en la estrategia de Arabia Saudí de convertir el deporte en una herramienta geopolítica. El tenis es el último ariete, pero antes fueron el fútbol, el golf o la Fórmula 1. En el mundo de la raqueta, el gobierno saudí, a través de su Fondo de Inversión Pública (PIF), ya ha invertido en el patrocinio oficial del ranking ATP y organiza las Next Gen ATP Finals -la Copa de Maestros para los jugadores menores de 20 años-, al menos hasta 2027. Además, está buscando espacio en el calendario de torneos de nivel Masters 1000.

El próximo mes, será la sede de las WTA Finals (2 al 9 de noviembre). Una elección criticada por muchas tenistas, entre ellas las legendarias Martina Navratilova y Chris Evert. Ambas firmaron un artículo en The Washington Post titulado 'No ayudamos a construir el tenis femenino para que fuera explotado por Arabia Saudí'. «No sólo es este un país donde las mujeres no son vistas como iguales, es un país donde el panorama actual incluye una ley de tutela masculina que esencialmente convierte a las mujeres en propiedad de los hombres. Un país que criminaliza a la comunidad LGBTQ hasta el punto de la posible muerte. Un país cuyo historial en materia de derechos humanos y libertades básicas ha preocupado a la comunidad internacional durante décadas», criticaron.

Pablo Laso hurga en la herida del Real Madrid

Pablo Laso hurga en la herida del Real Madrid

Un comienzo de temporada como una pesadilla. Fue Pablo Laso el que hurgó en la herida del Real Madrid, lo que ya se podría considerar una crisis si no estuviera el Panathinaikos, nada menos que el campeón de Europa, a la vuelta de la esquina, el jueves mismo en el WiZink. Pero todo son alarmas en un equipo que sigue sin saber ganar a domicilio, que ya suma cinco derrotas y que en el Buesa, ante un Baskonia fiero, tembló en el desenlace. [76-72: Narración y estadísticas]

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Resultó un duelo de angustias, porque tampoco los vitorianos están para fiestas en este arranque. Y en esa pelea, en parciales que iban y venían, echó de menos el Madrid (cómo no) a Campazzo (cumpliendo, ahora sí su sanción), el liderazgo y el acierto que no había tenido en toda la noche. En ese alambre, el tiro de Khalifa Diop y la genialidad de Markus Howard decidieron. De nada sirvió el despliegue de Tavares (14 puntos y 15 rebotes).

Sin Campazzo (y sin Andrés Feliz), la espesura. Ese iba a ser el síntoma. Un Madrid plomizo, sin imaginación ofensiva, atascado y fallón, apenas 35 puntos en toda la primera parte. Sólo las transiciones iban a ser su alivio. En estático, ni Llull (titular) ni mucho menos Rathan-Mayes (también probó con Abalde en el puesto de base), lograban hacer fluir, encontrar a los interiores. Y el perímetro iba para drama (2 de 14 en triples).

Para lo que sí sirvió al Madrid la primera mitad fue para darse cuenta de que lo del Buesa iba a ser una batalla de esas en las que se olvidan todos los mecanismos. Sólo le valía ganar, estrenarse a domicilio, ya vendrán más adelante las florituras. Y en Vitoria, no sólo por Laso, había ganas al blanco, al que le derrotó cada vez el curso pasado.

Musa, durante el partido contra el Baskonia.

Musa, durante el partido contra el Baskonia.L. RicoEFE

A la vuelta siguió el fango, dos púgiles a tirones. Pocos equipos en Europa con mayor vocación ofensiva y talento para ello, dedicados esta noche a lo que peor saben hacer. Ese plan defensivo hacía que el partido no fuera vistoso. Un parcial para cada uno, mientras se mantenía la igualdad y el dominio de Tavares, mucho más centrado (pese a un par de infracciones por pasos) que en los precedentes. Fue el 0-10 con el que casi se cerró el tercer acto lo más contundente hasta el momento.

Pero volvieron los vaivenes, un 7-0 y un 0-7. Los zarpazos de Musa y la respuesta de Markus Howard. La omnipresencia de Moneke y Sedekerskis, un Tavares sin descanso (33 minutos, sólo seis Ibaka) y los desesperantes errores de Hezonja. Así hasta la recta de meta, con dos sprinters desatados codo con codo (64-64 a falta de cuatro minutos).

Y ahí, pese a dos triples de Hezonja, llegaron los errores blancos, los nervios de quien anda extrañamente necesitado a estas alturas. De quien perdió la confianza en sí mismo. Tras la suspensión de Diop (mucho más decisivo que un Donta Hall que venía de ser MVP en la jornada ACB), erró Llull (pidió falta) y no Markus Howard, que dejó un canastón de esos que no se olvidan, agotando la posesión, talento puro.

El Real Madrid vuelve a las andadas en Bilbao y Hezonja critica a Chus Mateo

El Real Madrid vuelve a las andadas en Bilbao y Hezonja critica a Chus Mateo

No carbura el nuevo Real Madrid. No se encuentra a sí mismo; sin la fluidez y la concentración suficiente para competir. El comienzo de temporada está siendo un camino de obstáculos para Chus Mateo, las mismas derrotas (4) que victorias y sin saber lo que es imponerse a un rival a domicilio. Si el jueves en el Wizink ante el Partizan hubo algún brote verde, en Miribilla, vuelta a las andadas.

Perdió el Real Madrid, como en la jornada inaugural en Coruña ante el recién ascendido Leyma. Como en Múnich en Euroliga. Lastrado por su espantosa primera mitad, 12 abajo al descanso ante un Surne Bilbao crecido. Reaccionó en la segunda parte y por momentos pareció que iba a lograr evitar el tropiezo. "Ha habido momentos en que nos sacaban del campo", confesó Jaume Ponsarnau de un vendaval liderado por Gaby Deck, 23 puntos tras el descanso.

Pero el Madrid no logró culminar la remontada y el acto final fue una pesadilla. Los hombres de negro se vinieron arriba con un juego coral y entusiasta en el que destacó Kristian Kullamae (18 puntos), pero también Marvin Jones en la pintura (ante un otra vez flojísimo Tavares) y el ímpetu de Thijs de Ridder, un joven belga más que interesante.

A falta de 3:30 vencían los de Ponsarnau por siete y aunque Campazzo y Deck intentaron el imposible, no hubo manera. "Hay que aprender", protestó Chus Mateo, que no pudo contar ni con Andrés Feliz ni con Usman Garuba, dos de los nuevos.

Empieza a notarse el nerviosismo en un equipo que ha visto cómo por primera vez en siete años se le escapaba la Supercopa y que, con tres jornadas de Liga Endesa disputadas, tiene más derrotas que victorias. En el descanso, el siempre sincero Mario Hezonja pronunció una crítica contra su entrenador en los micrófonos de Movistar. "En defensa hemos empezado bien, pero luego... jugamos muchos, se nos cambia el ritmo y es muy difícil para la gente nueva, para que aprendan y cojamos química", dijo. "Vamos a tener que sudar muchísimo esta temporada para ganar algo si no lo hacemos bien ahora", se sinceró el croata.

En rueda de prensa, Mateo, calmado y analítico, quitó hierro al asunto, aunque con un mensaje para su alero. "Lo que tratamos siempre es de estar juntos y entiendo que es en un momento determinado de frustración. Las cosas que tengamos que hablar, las hablamos nosotros. No nos gusta airear si es una critica a nadie", admitió.

A los blancos les aguarda una semana complicada, con doble cita en Euroliga. El martes visita el Buesa Arena ante un Baskonia de Pablo Laso también con muchas dudas en este inicio de curso. Y el jueves recibe nada menos que al campeón de Europa, el Panathinaikos, en la reedición de la última final de Berlín. Cierra el domingo recibiendo al Basquet Girona en el WiZink.

Pogacar y el broche a un año descomunal: arrasa en Lombardía e iguala a Coppi

Pogacar y el broche a un año descomunal: arrasa en Lombardía e iguala a Coppi

Son gestas de tal magnitud que cuesta calibrarlas sin perspectiva. Tadej Pogacar es el cómo y el cuánto, es el ataque sin respuesta a falta de 50 kilómetros, la rendición total del resto, para cabalgar en solitario hasta la meta de Como, para alzar los brazos por cuarta vez consecutiva en Il Lombardía, para emular a Fausto Coppi (de 1946 a 1949) y quedarse ya a sólo una victoria de las cinco de 'Il Campionissimo'.

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Triunfador con el maillot arcoíris en el Giro de Lombardía (el último había sido Paolo Bettini en 2006) que es el patio de su casa, donde acostumbra Tadej a poner el broche dorado a sus temporadas, aunque ninguna como ésta, un 2024 para el recuerdo, para los libros de historia del ciclismo.

En una edición marcada bien es cierto por las ausencias (la última, con polémica y justo en la previa, de Tom Pidcock) y por los pequeños cambios en el recorrido obligados por las lluvias torrenciales en los días anteriores, Pogacar no encontró batalla ni agobios. Fue un paseo. O lo pareció. Le acompañaron en el podio Remco Evenepoel (a más de tres minutos finalizó, también en solitario y emocionado al regresar al lugar que casi le cuesta la vida en una caída) y Giulio Ciccone que culminó una remontada. Ion Izagirre fue cuarto y Enric Mas quinto.

Pogacar, tras su ataque en Colmo di Sormano.

Pogacar, tras su ataque en Colmo di Sormano.MARCO BERTORELLOAFP

Pese a que durante unos kilómetros pareció como si UAE no fuera capaz de controlar la numerosa y noble escapada del día (con Arensman, Daniel Felipe Martinez, Mohoric, Dunbar, Vansevenant y los Movistar Einer Rubio y Muhlberger, entre otros), que llegó a gozar de hasta casi cinco minutos de ventaja a falta de 10 kilómetros, no tardó después Rafal Majka en poner orden. En las subidas consecutivas a Selle di Osigo y Madonna del Ghisallo arrimó al pelotón, aclarando el panorama para el zarpazo inevitable de Pogacar.

Que iba a llegar en Colma di Sormano, cuando Hirschi había dejado a los fugados ya a un suspiro. El mejor equipo para el mejor ciclista. Un ataque a falta de 49 kilómetros, a seis y medio de la cima. Demasiado obvio, demasiado sencillo. No hubo ni atisbo de respuesta. Como si todos estuvieran aguardando una muerte anunciada, una superioridad no vista hace mucho tiempo.

Pogacar en solitario hacia Como, con San Fermo della Battaglia, un baño de masas, como último colofón a un año extraordinario, una temporada para el recuerdo. Por detrás se formó un trío en el que Remco Evenepoel apenas encontró apoyo en Enric Mas y Van Eetvelt. Pero el campeón olímpico los soltó en la bajada y ninguno de los dos obtuvo premio después tampoco.

De marzo a octubre, de la Strade Bianche a Lombardía. Ganar, ganar y ganar. Sólo se le resistió al esloveno San Remo (3º) y el Gran Premio de Quebec. Devoró Giro, reconquistó Tour (con 12 etapas entre ambas), se exhibió en el Mundial y sumó dos clásicas, Lieja y Lombardía. También la Volta, Montreal y el Giro dell'Emilia. Se antoja complicado imaginar algo más tiránico que no fuera Eddy Merckxs.

El Madrid se empieza a encontrar: el indultado Campazzo y un gran Eli Ndiaye acaban con el Partizan

El Madrid se empieza a encontrar: el indultado Campazzo y un gran Eli Ndiaye acaban con el Partizan

Es cuestión de tiempo. O eso al menos asegura Chus Mateo, labrando su nuevo Real Madrid, acoplando a los fichajes y echando de menos (cómo no) a los que se fueron. El Partizan de Obradovic sufrió la versión más parecida de lo que este equipo quiere llegar a ser. Especialmente en la segunda mitad, donde los blancos no extrañaron ni a Tavares. [93-86: Narración y estadísticas]

Porque el gigante, desenfocado, se cargó temprano de faltas. Y Mateo encontró a un tipo empeñado en no dejar pasar las oportunidades. Eli Ndiaye es hoy por hoy el mejor fichaje del Madrid. El africano, que pronto podrá jugar con España, cada vez es más sólido en su baloncesto. Junto a un extraordinario (otra vez) Campazzo fueron demasiado para un Partizan que también es todavía un equipo sin cohesión.

Campazzo había repartido ocho pases de canasta en la primera parte de un partido que, a priori, no iba a disputar por sanción. Pero el perdón (cautelar aún) por su pérdida de papeles hace una semana en Múnich iba a ser la redención -más oportuna todavía tras la lesión de Andrés Feliz, que se marchó de la pista sin poder apoyar su pie derecho- de este Madrid "raro" (Hezonja dixit), en busca de un rumbo y una identidad que todavía tardará semanas en llegar.

De momento, las urgencias van en el ensamblaje colectivo, en una capacidad defensiva que no aparece (más de 90 puntos de promedio encajados en los cinco primeros duelos de la temporada) y en la adaptación de los nuevos. Ante el Partizan, la primera victoria del año en Euroliga y la tercera en total del curso, lo primero siguió sin aparecer demasiado, pero tanto Serge Ibaka como Rathan-Mayes (Feliz se lesionó y Garuba sigue con molestias) mostraron grandes pinceladas de lo que pueden aportar.

Tavares tapona a Lundberg, del Partizan.

Tavares tapona a Lundberg, del Partizan.Kiko HuescaEFE

El inicio no fue demasiado esperanzador, pese al ímpetu de Ndiaye, una de las mejores noticias de este nuevo Madrid, y el despliegue de Hezonja. El Partizan de Obradovic campaba a sus anchas en el WiZink, anotando con facilidad (seis triples en el primer acto), aprovechando la indolencia en la zaga de Musa.

Pero Campazzo, que no había partido como titular, lo empezó a arreglar todo. Conectó con Deck y desestabilizó al Partizan. Después Ibaka se hizo dueño de la pintura y una canasta del congoleño sobre la bocina dejó al Madrid con ventaja al descanso.

A la vuelta se iba a empañar con la falta de concentración de Tavares, dos faltas más (4) en menos de tres minutos. Fueron momentos de zozobra, de baloncesto sin dueño, de más errores que aciertos. El Partizan, pese a un gran Sterling Brown, no se lo terminaba de creer. Y esas dudas siempre las aprovecha el Facu, que estiró la ventaja con otro puñado de asistencias (una maravillosa por la espalda a Deck) y un triple.

En el inicio del acto final, con Ndiaye de cinco, Llull de base, Musa arreglando sus males anteriores y Rathan-Mayes acertando con su cuarto triple sin fallo, el Madrid demarró (83-66 después de un 15-0) para no pasar más apuros. Carlik Jones lo intentó a la desesperada, pero no encontró más aliados en los de Belgrado, que volvieron a perder en su visita a España, como la semana pasada en Vitoria.