Fue el desconsuelo de un gigante. Roto sobre el tatami, derrotado cuando el oro era su único objetivo en Tokio. «He aprendido a disfrutar del proceso», dice ahora Niko Sherazadishvili. Viajó el domingo a París, observando desde sus últimos entrenamientos en el Dojo de Brunete los éxitos de su gran amigo y compañero Fran Garrigós, los pupilos de Quino Ruiz. El resurgir del judo español. Superado el proceso del salto a otro peso (-100 kilos) y una
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El judo español se quitó de golpe en París todos sus complejos, tanta maldición pasada. Pero a la medalla de bronce de Fran Garrigós no le pudieron seguir ni la de Tristani Mosakhlishvili en -90 kilos ni la de Ai Tsunoda en -70, ambos quintos, ambos bien cerca en sus primeros Juegos. Este jueves, Niko Shera apurará las opciones nacionales.
Había sido una mañana para la ilusión. El judoca de origen georgiano, nacionalizado por carta de naturaleza en 2022, derrotó primero a Komronshokh Ustopiriyon, de Tadjikistan, con un wazari. En octavos a Erlan Sherov (4º), de Kirguizistan. Y en cuartos al brasileño Rafael Maceda.
Pero se le estropeó la tarde. Primero, en semifinales, llevó hasta el límite al número uno del ránking mundial, el georgiano Lasha Bekari, campeón olímpico en Tokio. Un duelo fiero y dinámico en el que varias veces se salvó el español de wasari.
Y después, en la lucha por el bronce, sucumbió contra el griego Theodoros Tselidis, con un warari tempranero que no pudo remontar el judoca valenciano.
Ai Tsunoda, en acción.Eugene HoshikoAP
Bien cerquita de la medalla se quedó también la jovencísima Ai Tsunoda, una de las perlas del judo español (tres veces campeona del mundo junior), en su primera participación olímpica. Hija de judocas, su padre japonés, su madre francesa, la ilerdense perdió en la repesca por el bronce, tras ganar a la japonesa Saki Niizue, campeona del mundo.
Lo hizo con un ipon fulminante de la austriaca Michaele Polleres, subcampeona olímpica, cuando no habían transcurrido ni dos minutos de combate. Finaliza quinta Tsunoda que por la mañana, tras dos victorias iniciales, había caído en cuartos contra la número uno del mundo, la croata Barbara Matic.
La noche había sido insoportablemente calurosa y húmeda y durante la madrugada rompió la tormenta sobre París, pero finalmente el triatlón se pudo disputar en el turbio Sena. Se confirmó a las 4 de la mañana que la calidad de las aguas del río eran aceptables para la práctica deportiva, que el nivel de bacteria E. coli estaba por debajo de los límites, algo que no había ocurrido los días previos y que obligó a suspender los entrenamientos y a aplazar la prueba masculina, prevista para el martes.
En las puertas de la Villa Olímpica, la noche antes, el malagueño Alberto González (que firmó una magnífica prueba, coronada con diploma olímpico) no daba crédito ante tanta expectativa frustrada, ante el daño a la imagen de su deporte. El día previo, los tres integrantes del equipo español masculino se habían despertado de madrugada, por si acaso. "Yo lo que quiero es que ocurra ya", protestaba, sin querer dar pábulo a la última y más terrible -para él, gran nadador- posibilidad de convertirlo en duatlón.
El empeño de París y su Ayuntamiento en que los Juegos dejarán el legado de un Sena apto para el baño ha traído de cabeza al triatlón. Una inversión 1.500 millones de euros para un proyecto de regeneración del río que busca, entre otras cosas, hacer que el Sena sea seguro para nadar después de 100 años de prohibición.
Cassandre Beaugrand cruza la meta en el puente Alexandre III de París.Vadim GhirdaAP
En la prueba femenina, que arrancó como estaba previsto a las 8 de la mañana, triunfó la local Cassandre Beaugrand, la favorita. Anna Godoy, legendario apellido del triatlón español, finalizó en una digna 17ª posición, quitándose la espina de Tokio, donde no pudo acabar. Estaba feliz en la meta del puente Alexandre III, pero también contrariada por lo sucedido. Pues la salida del agua estuvo rodeada de polémica. "Estoy enfadada con la Federación Internacional, porque ha habido salida nula y no lo han parado. Se han reído de nosotros. Ha sido muy exagerado, como cinco segundos antes", denunció en la zona mixta a EL MUNDO. En el mismo sentido iba Miriam Casillas, 33ª. "La natación ha sido muy complicada. Hemos empezado con bastantes salidas falsas y una pena que la Organización haya decidido no penalizar a los atletas que hacen trampa", dijo la extremeña.
Las demás quejas iban por todo los sucedido anteriormente. "Haber corrido aquí ha sido brutal. Pero la salud es lo primero y no lo han tenido en cuenta. En el Sena no vemos la suciedad, hemos nadado en sitios peores, el problema es la bacteria. Los que hayan tragado agua...", avanzaba Godoy, con la mente puesta ya en el relevo mixto del día 5. "Se ha pensado poco en el atleta y mucho más en la imagen de París, vender el Sena. Si hubiera habido un plan B de verdad que no fuera a cambiar cambiar nuestro deporte, porque el duatlón ni siquiera es nuestro deporte. Realmente, aún nadando hoy, sabemos que los límites de la calidad del agua están un poco ahí, en entredicho. Somos un poco como los payasos del circo", cerró Casillas.
Las nadadoras se lanzan al río Sena al inicio de la prueba de triatlón.Vadim GhirdaAP
A continuación los chicos, con mucho más calor y una natación en la que las fuertes corrientes del Sena marcaban todo. Alberto González, el mejor de los nuestros en el agua, salió sexto y, durante la primera vuelta en bici, al paso por meta, se dio el gustado de intentar atacar, pasando en primera posición. Después se formó un enorme pelotón en el que no estaban ni Antonio Serrat y Sánchez Mantecón.
La victoria fue para el rapidísimo Alex Yee, que remontó en los últimos metros al neozelandés Hayden Wilde, con González, que salió quinto en la segunda transición, volviendo a remontar para firmar un estupendo octavo puesto, diploma olímpico para el triatlón español.
Alberto González también comentó en la llegada la polémica con las condiciones del agua del Sena, el aplazamiento de la prueba y la posibilidad que se barajó de pasar del triatlón al duatlón. "Tú no puedes enterarte a las 4 de la mañana de que tienes la prueba olímpica, cuando antes se barajó lo del duatlón y retrasarla al día 2", aseguró en la meta.
"Hay unos límites y eso no se puede permitir, ha sido una falta de respeto de la organización. Ya sabemos que somos los peones en este tablero de ajedrez, los atletas tenemos la última opinión, y no miran por nosotros. Competimos en un deporte duro, nos adaptamos a casi todo, pero hay unos límites", subrayó.
El jueves (9.20 h.), cuando el espectador localice a los españoles marchando alrededor de la Torre Eiffel y se sorprenda con las prestaciones de Paul McGrath... ¿McGrath? «Sí, es una larga historia. Bueno, es una historia de amor», desvela el chico, todo desparpajo, poderosa mirada verde, sonrisa enorme, plata europea hace unos meses en Roma, que acude con los ojos como platos a su encuentro con EL MUNDO en la Villa Olímpica. «¿Ese era Tony Parker? Estoy alucinando».
Es la revelación del equipo nacional, un marchador de Gavà de 22 años que ha despegado sin mirar atrás en este 2024 - «he subido cinco peldaños de golpe»- y que junto a Diego García Carrera y, sobre todo, el campeón del mundo Álvaro Martín buscará cumplir con la tradición española en la disciplina. Bueno, y hacerse una foto con Rafa Nadal, al que mira de reojo su partido de dobles durante la entrevista.
¿Por qué le dio por la marcha?
No parece lo más atractivo, no. Es gracioso, porque no tenía ni idea de lo que era marchar. Lo había hecho un día y a los dos años, tenía 10, competí y quedé quinto. Con una técnica... Yo hacía triple, peso... y nunca había quedado quinto. Me dije: 'Esto es lo mío'. Al año gané el Campeonato de Cataluña. Esto mola. La bola empezó a rodar y aquí estamos.
¿De dónde proviene el McGrath?
Muy español no es, no. Mi padre es escocés de Glasgow y me hizo aficionado del Celtic. Y mis abuelos irlandeses. Después de la Segunda Guerra Mundial la vida era dura y emigraron. Mis padres se conocieron allí, pero me tuvieron ya en Barcelona.
Y tu carácter, ¿más escocés-irlandés o más español?
Mi sentido del humor es muy, muy escocés. Los del norte, lo catalanes, pues tienen un humor un poco raro. Yo en cambio, me considero graciosillo. Pero me he criado en España.
¿Vuelves mucho a Escocia?
Cuando vivía mi abuela íbamos dos veces al año. Pero una vez que la pobrecilla falleció ya no es lo mismo. El problema ahora con la marcha es que tienes tres semanas de vacaciones y para irme a Escocia que llueve 15 días de 14... Pues me voy a Mallorca. Pero tengo mucha relación con mi familia de allí. Muchos van a venir a verme aquí, primos que ni conozco.
McGrath, tras su plata en el Europeo.Eurasia Sport Images
¿Te planteaste competir con el país de tu padre?
No. Podría tener la doble nacionalidad, pero yo desde el principio siempre quise marchar para España. El nivel y la presión es mucho mayor. Podría haber estado en Tokio quizá, pero no me lo hubiera tenido que currar tanto. Era el camino más difícil, pero es lo más normal.
Los españoles caminamos rápido. ¿Por qué se nos da tan bien la marcha?
Yo siempre hablo de los entrenadores y de la tradición. Nos forman muy bien en una especialidad muy difícil, en la que tienes que saber de técnica. Y aparte de la genética. En los países del Norte son buenos en disco, en martillo...
Que el foco esté en Álvaro, ¿mejor, no?
Sí, sí, claro. Un doble campeón del mundo al lado. Te da seguridad como compañero y como todos se fijan en él, pues yo a ser el underdog. Eso me motiva. Me digo: 'No confían en mí, ya verán'. Es un ejemplo y una suerte tenerlo. Y la estrategia es simple, seguirle. Y hasta donde pueda aguantar.
El relevo mixto es otra gran oportunidad de medalla
Ahora no lo pienso mucho, es lejano. Ya veremos como me recupero, física y mentalmente. Y lo que decida el equipo técnico.
¿Los jueces os quitan el sueño?
Es algo que te tiene que preocupar. Es el mayor mal sueño que tengo. Dices, 'si en el kilómetro 18 tengo dos avisos, ¿me la juego o no?'. Lo mejor es no pensar. Considero que puedo marchar muy bien, pero vamos a unos ritmos que arriesgamos a tope. Y es una prueba subjetiva. Hasta que no pongan la tecnología...
¿Por qué estudias Periodismo?
Empecé Publicidad y Relaciones Públicas. Pero no me gustaba nada, no tenía motivación. Compaginarlo con el deporte de alto nivel estando amargado... Yo era un friki del deporte y un profe me decía que se me daría bien el periodismo. Y me lancé. Pero estos últimos meses... no he sido el mejor ejemplo de deportista-estudiante. Me gusta más el periodismo escrito. Y las redes sociales. Iría más por ahí.
Y a un chico de 22 años que estudia Periodismo, ve el telediario y ¿qué le preocupa?
Aquí podríamos estar horas. A mi abuela la tengo prohibido ver las noticias, sólo ponen cosas negativas. Y yo me ofusco ahora con los periodistas que hacen fútbol todo el año y empiezan a hacer la cobertura de los Juegos. Los chavales de mi edad miramos al futuro. Nuestro lugar está en Tik Tok, Instagram... Donde podamos dar nuestra opinión.
Santi Aldama estaba ante el partido más difícil de su carrera. También el más apetecible. El foco sobre él y su pareja de baile, uno de los tres mejores jugadores del mundo. Una prueba de fuego para quien se abre paso en la NBA, para quien pide más, por cualidades y, ahora sí, por carácter. El canario no es Pau Gasol ni lo pretende. Pero es ya, sin duda, el pilar que sostiene a esta España superviviente.
"El espíritu de Pau está en el aire", bromea Scariolo, cuya memoria, como la de todos, se traslada nueve años atrás, cuando Gasol destrozó en ese mismo Pierre Maurouy a Francia. Es ese Eurobasket también hincó la rodilla Giannis Antetokoumnpo. Él y Aldama se desafiaron ayer, ganó muchas veces el griego (27 puntos, pero falló el triple para empatar a 20 segundos), algunas también Santi (le sacó un par de faltas de ataque y se enrabietó tras un cabezazo recibido), aunque fue quien realmente sonrió el último, con un triunfo de España que él prácticamente había sellado con un mate tras rebote ofensivo con dos minutos por jugar. Todos los buenos augurios del Preolímpico los mantiene el de los Grizzlies: en dos partidos olímpicos promedia 23 puntos (4,5 triples con un 56.3%) y 8,5 rebotes.
"No hay una verdadera estrategia. Se trataba de ocupar toda la pintura, ser físicos, estar frente a él. Es un MVP. No hay una receta para detenerlo", reconoció Aldama, que habló de "coraje": "Creo que esa es la palabra que describe nuestro juego".
Antetokounmpo y Aldama, durante el partido.Michael ConroyAP
Tras el tropezón del sábado, había pedido Scariolo un paso adelante ante Grecia, para los expertos y los que no. Y obtuvo respuesta de su colectivo, elevando la concentración y llevando sus planes defensivos con rigurosidad. Para volver a derrotar a los helenos, como hace nueve años también en Lille (nueve victorias nacionales en los últimos 11 enfrentamientos oficiales). "Hemos jugado un gran partido, uno de los mejores de los últimos años", concedió, el seleccionador, que destacó el control del rebote. Cuando los de Spanoulis remontaban, en esa recta de meta en la que demostraron madurez mental, salió el alma. "Hemos puesto corazón, hemos puesto cabeza, hemos puesto también algo de acierto en momentos clave del partido y creo que hemos ganado merecidamente". Una victoria, al menos, se pretendía en el Pierre Mauroy y ya la tiene España. Pero las cuentas no dan tregua y podría no bastar.
A continuación, Canadá, poderosísima, tumbó a Australia (93-83) y dejó a la selección en un escenario en el que depende de sí misma para estar cuartos. Sin embargo, también hace que no tenga matemáticamente asegurada ser al menos tercera. Ahora, el viernes, podría ser primera (si gana y también lo hace Grecia contra Australia) y hasta quedar eliminada (si pierde y Grecia gana de entre 3 y 17 puntos. La Canadá del español Jordi Fernández ya está clasificada e incluso podría ser líder perdiendo de poco...
Hasta Bercy viajan los dos mejores de cada grupo y dos de los tres terceros. Luego, la FIBA realiza un sorteo dirigido para los cruces en el que no se pueden volver a enfrentar con el mismo rival de la primera fase.
Un duelo sin red, el del viernes, en el que podría no estar Rudy Fernández. España supo navegar en el drama incluso tras comprobar cómo caía en combate su gran líder. El capitán se llevó un golpazo fortuito de Juancho Hernangómez. Acababa de meter dos triples salvadores y se retiró maltrecho a vestuarios. "Está bien. Recibió un golpe muy fuerte, pero no hay riesgo de nada grave. Sin embargo, debemos vigilarlo durante las próximas horas. A ver si puede estar para el próximo partido", avanzó Scariolo.
Esta sí es España, su amor propio, su baloncesto de carácter pese a las complicaciones, pese a tener un monstruo enfrente y un abismo debajo. La selección, con un Santi Aldama majestuoso (19 puntos y 12 rebotes), mirando a los ojos de Giannis Antetokounmpo (frustrado pese a su despliegue, 27-11), tumbó a Grecia y, de repente, sueña en los Juegos, medio billete hacia la fase final de París.
Fue un mal comienzo, un precioso despertar y una segunda parte de pura resistencia. Fue un ejercicio de coraje, tan propio de lo que siempre fue España y de lo que no se vio el primer día ante Australia. Fue una bonita mañana en Lille, con Aldama confirmándose como héroe y un colectivo en el que todos tienen algo que aportar, hasta un heroico Jaime Pradilla.
La obsesión, era evidente, se llamaba Giannis. Lo que genera para él, con ese inabarcable físico, y lo que da al resto, aunque Spanoulis, de inicio, no le rodeara precisamente de tiradores. No podía ser una labor individual su defensa. Y el amanecer fue otra vez raro, a remolque, con los despistes desesperantes como síntoma (12-20).
Sólo Santi Aldama lucía, pletórico su debut olímpico, de tú a tú a una estrella NBA. Anotó 10 de esos 12 primeros puntos. Pero faltaba una chispa que hiciera despertar a España, volver a ser ella misma, devolver la alegría, la agresividad... Primero la zona defensiva, pero en el otro aro, quien mejor revolucionario que Sergio Llull.
Llull, ante Antetokounmpo, en el Pierre Mauroy de Lille.SAMEER AL-DOUMYAFP
Su irrupción en cancha fue un torrente de energía. Enhebró 11 puntos de carrerilla, triples imposibles de los que desesperan a cualquiera. Y todos se contagiaron de su magia. Porque compartía cancha con Rudy, Alberto Díaz y Garuba, que oscurecieron el panorama a una Grecia que no era consciente de que lo peor estaba por llegar. Porque nadie les había advertido de quien iba a ser el siguiente en golpear, un secundario con amor propio por las nubes, Jaime Pradilla.
En contraste con Juancho Hernangómez, el maño se comió la cancha. Sin complejos, un triple desde la esquina, rebotes y más puntos del invitado sorpresa. Para osadía la de Brizuela, más madera a una España desatada, al fin ella, volando en el Pierre Mauroy. El acierto de golpe y Grecia quebrada, salvada por la campana del descanso, 14 abajo tras un parcial de 16-3 y 11 triples como puñales a su baloncesto.
Fueron 16 después, pero faltaba un mundo y Grecia volvió, tres marchas más tras el descanso, al límite de la intensidad. Y para España cada canasta ahora suponía un Everest. La zona le dio otro poco de aire, pero se estaba condenando a la agonía. Y eso que Aldama tiró de carácter ante Anteto. La resistencia no era un buen plan. Un triple de Tolioupoulos -el héroe griego inesperado- sobre la bocina puso toda la carne en el asador con un round por disputar.
Y la selección era un flan, derretida ante las virtudes de Giannis, que asestó cinco puntos más para llegar a la orilla. Había dejado escapar España un tesoro y ahora ya era una moneda al aire. Tres triples seguidos, algunos asombrosos (dos de ellos de un Rudy que después se retiró con un mal golpe en el cuello) y el descanso de la estrella NBA fueron aliento, oxígeno clave después.
Volvió Giannis y Grecia empató (71-71). Pero España supo transformar el miedo en acicate, tiró de corazón y experiencia, se vino arriba con ocho puntos seguidos, cuatro de ellos de un Aldama todo cara dura, mostrando al mundo su dimensión. Quedaban poco más de dos minutos y en ese abismo supo manejarse la selección, con los tiros libres de Willy y una canasta sobre la bocina de Alberto Díaz que quizá sea un diamante para el basket average. Ahora todo serán cábalas para intentar llegar a París, aunque un triunfo ante la temida Canadá el viernes sería definitivo.
Al encuentro con EL MUNDO en la Villa Olímpica de Saint-Denis, al mediodía del lunes, acuden con paso ligero, tan simpático el padre, tan serio el rictus el hijo. Es normal, Rafael Lozano júnior lleva días sin comer ni beber demasiado y «cuando no está la comida ya te sienta mal todo». Porque tiene que dar el peso (-51 kilos) para su combate de de octavos de final contra el australiano Yusuf Chothia (11:32 h.). «No le conozco demasiado, nunca me
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En el exilio de la lejana Lille, tan apartados del ambiente olímpico, ahí España se juega este miércoles, otra vez bien temprano (11.00 h.) media vida en los Juegos, una final tan pronto y contra un rival tan fiero. Enfrente Grecia, viejo conocido, mal compañero, pues también le va todo en el envite. Y la memoria se retrotrae nueve años, idéntico escenario, ese futbolero y mastodóntico Pierre Mauroy, los cuartos de final de un Eurobasket entonces. También un talento amenazante.
Ese día, que fue la última vez que ambos se vieron las caras (8-2 es el balance favorable a los españoles desde 2002), Giannis Antetokounmpo tuvo pesadillas con Víctor Claver, una lapa, seis rebotes en el último cuarto en un triunfo que después fue éxtasis cuando Pau Gasol rindió a Francia entera en semifinales. Retirado el valenciano hace unos días, reverenciado por los que ahora son sus herederos, se le busca sucesor. Pues Giannis sigue siendo la amenaza, el crucigrama indescifrable para una Grecia en la que todo lo que le rodea es competitividad de basket FIBA: Calathes, Walkup, Papanikolau, Mitoglou, el pasional Larentzakis, el gigante Papagianis...
'Ser' Claver será cosa de Juancho, Aldama, Garuba, quizá López-Aróstegui... «Defienden, tienen tiradores y una estructura atípica porque su hombre más grande (Antetokounmpo) juega fuera de la zona casi todo el rato», admitía ayer un Scariolo consciente del abismo -«El futuro es ya»- y que lanzó un mensaje para los más veteranos: «Es un momento en el que los expertos tienen un papel fundamental».
Giannis anotó 34 puntos ante Canadá, pero ni eso le valió a Grecia, otra selección que llega a los Juegos desde el Preolímpico patrio. España estuvo blanda y perezosa -«salimos a verlas venir», admitió ayer Llull- frente a Australia y echó mucho de menos la versión más plena de Lorenzo Brown. «Es un jugador fundamental en el juego de España y Llull asume mucha responsabilidad. Hay otros buenos jugadores en el ataque, como Willy Hernangómez y Aldama. Es un equipo muy bueno, pero sin duda Lorenzo Brown es uno de los líderes», concedía Vassilis Spanoulis, en su esperanzador amanecer de carrera en los banquillos. Quien pierda se mete en un buen lío.
«Cinco minutos malos aquí te lo ponen todo cuesta arriba, pero confío en este equipos, lo sigo viendo con mucha ilusión», pronunciaba un Llull que fue, junto a Aldama, el mejor del debut. Aunque el madridista, recién renovado, también avisó sobre el gran peligro heleno: «Obviamente, parar a Anteto es una de las claves, es un jugador 'top', de los mejores del mundo. Tenemos que intentar detenerle, pero sin perder de vista al resto de jugadores».
A un toque de la medalla, a un pequeño error de concentración en el frenesí de las aguas bravas del canal de Vaires-Sur-Marne. «Estoy jodido. No es fácil estar tan cerca y que se escape. Pero bueno, este es el juego y hemos venido a jugar». El sueño de Miquel Travé, un niño criado entre canoas, se quedó a 89 centésimas del bronce. Fue quinto en el C1 Eslalon, otra vez brillando España en piragüismo. Con un tiempo de 97,72 en la final, a la que acudió con la segunda mejor marca, de no haber sido por el golpeo de su pala en la puerta 14 tendría colgada la plata al cuello.
La segunda medalla de España en los Juegos se diluyó en las aguas parisinas. Travé, toda una perla del piragüismo (campeón del mundo júnior en 2018), violinista en su infancia, hijo de entrenador olímpico (seleccionador en Atlanta 96) -ahí estaba presente, con el resto de la familia del catalán-, compañero de entrenamientos de Ander Elosegui (dos veces cuarto en los Juegos), había desatado las expectativas en una mañana pletórica. En su tercera bajada por el recorrido del espectacular Estadio Náutico Vaires-Sur-Marne logró uno de los 12 billetes para los finalistas y con el segundo mejor tiempo (96.69), nada menos.
A sus 24 años, el chico de La Seu d'Urgell acometió el descenso con una asombrosa soltura. Iba superando todos los tiempos, directo a la medalla, vertiginoso, pero la fatalidad le aguardaba en la puerta 14. «Todas son peligrosas. Al final todas tienen dos palos, todas hay que pasarlas por el medio sin tocar, así que hay que estar atento de la primera hasta la última y hay 23», concedía después. Con el fallo y la penalización asumidas, zarpó hasta el final con todo y acabó con 97.92. Iba a ser, finalmente, el quinto mejor tiempo de la tarde. Un diploma que hubiera firmado antes, pero que ayer , «escasos centímetros que me alejan de la plata», aún dolía. «Cuando lo vea en perspectiva voy a ver que en los primeros Juegos Olímpicos pude estar ahí. Quinto es un buen resultado, pero bueno, ahora mismo duele», reconocía. «Es cruel, es así. No diría ni injusto ni justo. Al final el mejor del mundo puede perder y el peor del mundo puede ganar, esta vez me ha tocado bajarme a mí del podio», resumía.
Trevé, tras la final.ALI HAIDEREFE
El oro fue un éxtasis en el canal, porque el ídolo local, Nicolas Gestin, logró la perfección y arrasó en el lugar en el que entrena habitualmente. Un descenso tremendo (91,36), cuatro segundos mejor que el británico Adam Burguess, para ser campeón olímpico de C1 de eslalon, con el eslovaco Matej Benus tercero.
A Miquel aún le quedan cosas por decir en París, pues participa en el kayak cross. «Aquí e intentaré sacar todas mis fuerzas y mi rabia para un buen resultado. Y después a pensar en Los Ángeles 2028 donde iré aún con más hambre», admitía el ilerdense, cuarto en el ránking mundial y que superó la decepción de no clasificarse hace tres años para los Juegos de Tokio.
El éxtasis acaba de suceder en el París Norte Arena, un pabellón efímero para los Juegos construido en el Centro de Exposiciones de Villepinte. El francés Traoré ha ganado su pelea y se apaga poco a poco el fervor del «Allez les Bleus» cuando, con calzón rojo y paso firme, emerge Enmanuel Reyes Pla. Rafael Lozano, del que le separan unos llamativos 41 centímetros, imparte las últimas instrucciones mirando hacia arriba y el Profeta acude a su rincón antes de que suene la campana. Agacha la cabeza, levanta sus manos hacia el rostro y pronuncia: «Allahu akbar».
Inolvidable el cubano de La Habana, por su boxeo atildado y feroz a la vez, y también por su provocativa locuacidad. Hace tres años dejó estampas para el recuerdo en el Kokukigan Arena de Tokio, cuando perdió el combate por la medalla con su compatriota Julio César la Cruz, la 'Sombra'. Con polémica incluida. El «voy a arrancar cabezas» sigue siendo su lema, pero, entonces, algo cambió. Y no sólo en su forma de pelear. «Ahora estoy con Alá», dice en conversación con EL MUNDO tras pasar por encima del chino Han en octavos. El jueves, al mediodía, peleará con el belga Victor Schelstraete en cuartos: un triunfo asegura medalla.
Tokio fue algo más que la primera experiencia olímpica para ese gigante llegado a España tras peripecias de película. Al reclamo de su familia, afincada en La Coruña, y con el bloqueo que suponía a su carrera pugilística la competencia con Erislandy Savón, bronce en Río, inició un viaje con destino incierto en 2016. Enmanuel se encontró con un escollo burocrático en Moscú para poder ingresar en la UE. Con miedo a ser detenido por no tener los papeles en regla, pasó cuatro meses encerrado en un piso junto a su primo.
Reyes Pla, en acción contra el chino Han.MOHD RASFANAFP
Cuando logró salir viajó a Austria, donde solicitó asilo político y estuvo dos meses internado en un centro de refugiados. Después, camino hacia España, fue detenido en Alemania cuando intentaba pasar la frontera con Francia. Las autoridades germanas lo enviaron a un centro de reclusión para migrantes, donde pasó un tiempo antes de que lo mandaran de vuelta a Austria. Finalmente decidió arriesgar y tomar un vuelo directo a Barcelona. Al fin pudo reunirse con su familia en el verano de 2017. «Meses brincando por fronteras», encajando los golpes de la vida, viendo como su prometedora carrera pasaba por delante.
En el ring, de la mano del equipo español tras obtener la nacionalidad, se reencontró. Pero faltaba algo que llenara el vacío al que siguió su desengaño olímpico. «Me convertí por mis amigos. Y por lo que pasó en Tokio. Fue la clave. Ahora estoy con Alá. Él es que el me da el triunfo, el que siempre me está apoyando. Con Él va a salir la victoria», explica aún sudoroso.
"Me ha dado paz y tranquilidad"
Sus amigos son sus compañeros Ayoub Ghadfa, peso pesado marbellí que hoy compite (21:52) en primera ronda. Y Gazi Khalidov, el niño refugiado del Daguestán que se quedó a las puertas de París. Con ellos comparte vida, aficiones y rezos, el Ramadán y las visitas a la mezquita. Incluso en La Habana, donde estuvieron hace unos meses. «Claro que hay mezquitas allí. Yo era cristiano por mi abuela, que fue la que me inculcó esa religión. Decidí cambiarme al islam. Creo que es algo que está más acorde conmigo. Me ha dado paz y tranquilidad. Y doy gracias a dios», añade.
En lo deportivo, Reyes Pla sigue siendo el mismo. "Él tiene su boxeo. Ya tiene más experiencia y sabe que no puede dejar nada para última hora. Porque se escapa, como le pasó con Julio La Cruz, que estuvo ahí, ahí... y se contagió de las filigranas que hacía el otro", reconoce Rafael Lozano, el Balita, seleccionador nacional. Y, a continuación, le toca el turno al Profeta, que por momentos recuerda en la verborrea y la provocación a Muhammad Ali. "Vengo a por el oro. El rival soy yo. No me preocupan los demás. El que salga, a arrancarle la cabeza", lanza.
"Venimos al 1.000 por 1.000. Esta vez no vamos a dar la opción de que los árbitros tomen decisiones, vamos a ir a todo, dando palos, como siempre ha hecho el Profeta", sigue en tercera persona. "Vengo trabajando desde los seis años, esta es la cumbre de mi carrera, estoy en la mejor forma. Así que la medalla de oro va a llegar", no para. Y cierra, con guiño tenístico: "Que la gente esté atenta, el boxeo va a dar una sorpresa y va a ser en Roland Garros, donde Rafa Nadal ha ganado muchas copas. Va a ser ahí y nos haremos la foto con él y Carlos Alcaraz".