Edurne Pasaban y su aventura tras los pasos de la pionera Dorothy Pilley: "Tampoco hay mucha diferencia. Si me voy al Himalaya me llaman mala madre"

Edurne Pasaban y su aventura tras los pasos de la pionera Dorothy Pilley: “Tampoco hay mucha diferencia. Si me voy al Himalaya me llaman mala madre”

En su libro Climbing Days el escritor Dan Richards admite que se le quedó cara de tonto cuando visitó la Universidad de Cambridge y le explicaron que su tataratía, Dorothy Pilley, había donado toda su fortuna, dos millones de libras, al centro. «Me preguntaron si estaba bien y me ofrecieron una taza de té», reconoce Richards que pese a la herencia perdida siguió con su idea de explicar al mundo la vida de Pilley. De familia adinerada de Londres, fue una de las primeras montañeras de la historia, hace un siglo abrió vías en los Alpes y recorrió las cimas de media Europa -incluido el Monte Perdido-, pero apenas es conocida, incluso en el montañismo.

«Los ingleses fueron grandes exploradores, pero sólo tenían visibilidad los hombres. Pilley era de la época de Mallory e Irvine, que quizá fueron los primeros en subir el Everest, y no se hablaba de ella. Tenía dinero, sí, pero igualmente planteaba aventuras en contra de todos, estaba mal vista», proclama Edurne Pasaban, la primera mujer en ascender los 14 ochomiles, que hace unos meses hizo suya la misión: Pilley, fallecida en 1986, merecía mayor fama y qué mejor manera de dársela que escalando, trepando, caminando, es decir, ascendiendo una montaña.

A principios de este mes, Pasaban se unió durante 10 días a otras dos mujeres, la finlandesa Lotta Hintsa y la inglesa Elise Wortley para imitar una de las expediciones de Pilley: desde el puerto de Bastia, ciudad de Córcega, hasta la cima del Monte Cinto, el techo de la isla francesa, que roza los 3.000 metros. «Estuvimos estudiando las gestas de Pilley y por el clima escogimos Córcega. Es un sitio flipante. Nadie sabe que allí hay una cordillera muy chula y que para subir al Monte Cinto, aunque no tiene mucha altitud, necesitas crampones, cuerdas y demás», apunta Pasaban ya de vuelta, en su casa en Vielha, donde repasa los detalles de la aventura.

Una Miss Finlandia y una americana

La iniciativa partió de Wortley, una montañera inglesa que completa sus expediciones con la ropa que llevaban las pioneras a principios del siglo XX, y con el patrocinio de la marca de móviles OnePlus añadió a Hintsa, Miss Finlandia 2013 ahora centrada en el alpinismo, y a la española. «Lotta [Hintsa] le da caña, sabe ir para arriba. Elise [Wortley] tenía menos experiencia en alta montaña, pero tenía mérito el tema de la vestimenta. Iba con unas botas antiguas con unos clavitos, un pantalón bombacho de aquellos hasta las rodillas, una camisa y una americana. A menos seis grados, eh, ni una chaqueta de plumas ni nada», comenta Pasaban sobre un reto que el próximo 3 de marzo se convertirá en un documental en Youtube: «Será poco antes del 8 de marzo y servirá para reivindicar el papel de las mujeres en la montaña», añade.

ONEPLUS

¿Ha cambiado la percepción de la mujer allí arriba?
No sé qué decidirte, tampoco mucho. Leo la biografía de Pilley y tampoco veo mucha diferencia con mi experiencia. La primera vez que fui al Himalaya fue en 1998, tenía 24 años y muchos todavía me miraban como diciendo «¿Quién ha puesto a ésta aquí?». Ahora hay más mujeres en la montaña, eh, pero culturalmente no hemos cambiado tanto. Yo tengo un niño de 8 años, si me voy dos meses al Himalaya dirán que soy una mala madre.

La más conocida, Dora la Exploradora

Para la promoción del viaje a Córcega, OnePlus realizó una encuesta en España que acabó en desastre. La mitad de los entrevistados no fue capaz de nombrar a ninguna mujer aventurera y la otra mitad nombró a personajes de dibujos animados como Dora la Exploradora (61%) o a protagonistas de videojuegos como Lara Croft (58%). De hecho apenas apareció un nombre real, AmeliaEarhart, pionera de la aviación, quizá por el misterio que aún supone su desaparición en mitad del océano Pacífico en en 1937.

«En mi época sí tuve reconocimiento porque la carrera para ser la primera mujer con los 14 ochomiles le daba juego a la televisión, pero ahora es normal que los jóvenes no me conozcan. Hace tiempo que no salgo», apunta Pasaban que a sus 51 años sigue disfrutando de la montaña.

Después de pasar por problemas de salud mental al conquistar todos los techos del mundo, ahora en el Val d'Aran disfruta del mushing y del trail running -el año pasado hizo el Val d'Aran by UTMB- y planea su regreso al Himalaya. Ya no volverá a un ochomil, pero asegura querer conocer muchas montañas de 6.000 o 7.000 metros de altitud. Comparte espíritu aventurero con la pionera Dorothy Pilley, una figura a reivindicar.

Josué Canales, nuevo fenómeno del mediofondo español: “De niño no tenía un hogar, saltaba de una casa a la otra”

Actualizado Jueves, 20 febrero 2025 - 22:48

Josué Canales se planta ante el fotógrafo y hace con los dedos un gesto guapo como el que popularizó Lamine Yamal. En su caso, no es un 304, nada tiene que ver con el barrio de Rocafonda. El flexeo, como dice a sus 23 años, marca un 313, que es su número de habitación en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Sant Cugat. Nacido en Distrito Central, en Honduras, pero criado en Girona desde los tres años, hoy vive entre pistas de atletismo, pabellones, gimnasios y piscinas olímpicas y lo aprecia como nadie. Tiene un hogar; hace poco no lo tenía.

Antes del Campeonato de España indoor que se celebrará este fin de semana en el pabellón de Gallur, en Madrid, el nuevo plusmarquista español de los 800 metros en pista cubierta, el fenómeno de esta temporada, charla con EL MUNDO a unos metros de esa habitación 313.

¿De niño se imaginaba en un lugar como este?
No sabía ni que existía esto. Soy del barrio de Santa Eugenia, en Girona, al lado de Salt. De pequeño no hacía nada, jugaba al fútbol en la plaza. No sabía nada de atletismo. Un amigo mío empezó a correr, me dijo que le acompañara al cros escolar de Salt y, como no sabía ni que existían las categorías, salí con los mayores. Me reventaron. Fue un desastre. Pero como no tenía nada mejor que hacer por las tardes también empecé a correr junto a ese amigo en un grupo de runners. Luego, al año siguiente, entré en un club, el GEiEG, y ahí ya me enseñaron qué es el atletismo.
¿Nadie en su familia corría?
No que yo sepa. Mi familia no era el prototipo de familia. Mis padres me tuvieron cuando eran muy jóvenes, se separaron y la cosa se fue un poco de madre. Yo no tenía una habitación, no tenía un sitio que pudiera llamar hogar, saltaba de casa de mi madre a casa de mi padre, de mi tía... Era un adolescente sin control, nadie me guiaba; si no iba al instituto a nadie le importaba. Tampoco era un drama, en mi entorno era lo normal. Ahora lo veo así porque he conocido otras realidades. Si no fuera por el atletismo vete a saber dónde estaría.
¿Qué importancia tuvo su abuela Nana en ese cambio de vida?
Mucha. Ella tenía su vida tranquila en Honduras, pero vino a vivir a España para ayudarme. Cuando yo ya corría, mi abuela me dio una casa, un sitio seguro, un lugar en el que dormir más de un día. Ahora ha vuelto a Honduras y le agradezco que se sacrificase para sacarme adelante.

David Ramirez / Araba PressAraba

En Girona desde los tres años, ¿Por qué compitió por Honduras?
Porque no sabía nada. Podía haber conseguido la nacionalidad española mucho antes, pero mis padres se durmieron con los trámites y todo se retrasó. Cuando empecé a ganar carreras todavía no podía competir como español y me ofrecieron viajar con Honduras. Soy un chaval de barrio. Me dijeron: '¿Quieres ir al Mundial sub-18 de Kenia?' Y fui encantado.
El transfer de la Federación Internacional para competir como español le llegó in extremis antes de los Juegos Olímpicos de París 2024.
Fue de película. Hice la mínima olímpica, pero quedaba una semana para el Campeonato de España, que era donde se decidían las plazas, y todavía no tenía el transfer. Pasaban los días y nada. No salía. Ya había dado por hecho que no podía ir a los Juegos, pero lo recibí un día antes del Campeonato. Fue muy épico. Acabé segundo por detrás de Mohamed Attaoui y fui a los Juegos Olímpicos. Fue una pasada, aunque allí estuve perdido como un pez fuera del agua.
Con Attaoui forman la nueva generación del mediofondo español.
Somos muy amigos, tenemos mucha confianza. Sé que somos rivales en los Campeonatos de España, pero me puedo mostrar vulnerable con él, le puedo confesar que estoy entrenando fatal o que vengo como una meto. Lo conocí en una concentración en Sevilla y desde entonces siempre me ha ayudado.
En enero batió el récord de España indoor de los 800 metros, que era de Mariano García. ¿Ahora nota que tiene más ojos encima?
Hay más gente que me conoce, pero no me ha cambiado la vida. Me cambió mucho más conseguir la beca para el CAR, que entré pesando 56 kilos y en una temporada gané ocho porque empecé a comer bien, a ir al gimnasio... Ahora, ya aquí, con esta tranquilidad, sin limitaciones económicas, sólo pienso en dejármelo todo en la pista. Soy ambicioso. No doy por hecho que vaya a ganar, pero voy a entrenar como el que más.
Dalia Alonso, la promesa española que lucha contra el trauma: "Al cruzar los pasos de peatones aún lo paso fatal"

Dalia Alonso, la promesa española que lucha contra el trauma: “Al cruzar los pasos de peatones aún lo paso fatal”

Cuando se despertó sobre el asfalto de una calle de San Vicente del Raspeig, Dalia Alonso no entendía nada. «Has estado inconsciente mucho rato», le alertaron quienes le ayudaron justo antes de la llegada de la ambulancia. Pero le parecía imposible. Simplemente estaba cruzando un paso de peatones, uno como cualquier otro, y no había ningún peligro alrededor. Sólo cuando llegó al hospital de Alicante y revisó su reloj GPS descubrió que sí, que había perdido el conocimiento ocho minutos.

«Iba corriendo muy suave y me atropellaron. Al principio todos los que estaban por allí me decían que el conductor estaba bebido o se había drogado porque hizo algo muy raro. En lugar de frenar, aceleró. Pero luego resultó que no, explicó que el sol le había cegado», recuerda Alonso, una promesa de las carreras de montaña con un trauma a cuestas. A sus 20 años ya ha sido subcampeona del mundo juvenil y ha entrado a formar parte del equipo de Salomon, pero desde el pasado octubre debe luchar contra su propia memoria cada vez que sale a entrenar.

ORIOL GONZALVOSALOMON

¿Qué hace ahora al cruzar un paso de peatones?
Siempre que puedo evitar un paso de peatones lo evito, pero es imposible evitarlos todos. Todavía recuerdo a cámara lenta el momento en el que el coche aceleraba. Las semanas posteriores al accidente fueron muy duras porque tenía miedo de salir a la calle y hoy en día lo sigo pasando fatal. Mis rodajes en la ciudad son de pena, no tienen ningún sentido. Cada vez que tengo que cruzar un paso me quedo como una tonta esperando a que todos los coches paren para empezar a cruzar. Y a veces pasa un rato, eh. Lo único bueno fue que no me rompí nada. Me pusieron puntos en la cabeza y en la pierna derecha, me hice un esguince de tobillo, pero a los 10 días ya podía volver a correr.

«Hasta que no te pasa algo así no te das cuenta de que puede ocurrir. Ahora me siento super vulnerable, la verdad, pero también agradecida de estar sana», proclama Alonso en conversación con EL MUNDO en la presentación en Barcelona de las Ultra Glide 3, la última zapatilla de trail de la marca francesa.

La nota no llegaba en Madrid

Alonso creció en Soto del Real, al norte de Madrid, y después del confinamiento por la pandemia descubrió que al lado de su casa había una magnífica Sierra para correr. «Mi padre siempre ha corrido por el monte, pero en modo vividor. Yo todavía alucino. Sale a hacer 30 kilómetros y no se lleva ni agua. Después del confinamiento empecé a salir por donde él salía y no me dio la nota para estudiar Criminología en Madrid así que me tuve que mudar a Alicante», relata con un mensaje: «Supongo que nada pasa por nada. Como no conocía a mucha gente en Alicante y me aburría muchísimo, cogí el hábito de correr cada mañana y así empecé a entrenar de manera más regular».

ORIOL GONZALVOSALOMON

La madrileña ganó la primera carrera que corrió, la montañera San Silvestre de Manzanares El Real de 2022, la segunda, la Serra Grossa Trail de 2023, y así muchas. Al final un club la llamó, el Elda Egari Trail y poco después ya era subcampeona de España sub-23. Ahora anda compitiendo contra las mejores del mundo: esta temporada estará en las distancias cortas de pruebas míticas como el Ultra-Trail de Mont-Blanc (UTMB), la Zegama Aizkorri o la Salomon Ultra Pirineu.

¿Le gustaría vivir únicamente de correr por la montaña?
Ojalá. Me encantaría. Poder vivir de correr sería increíble. O por lo menos dedicarme un tiempo, unos años y luego tener mi trabajo. En mi clase de Criminología hay mucha gente que quiere ser agente de Policía Nacional, pero yo no me veo. Me encantaría ser policía local en un pueblo de montaña, echar la bronca a los cuatro que la merezcan, y salir a correr. Una vida más o menos tranquila. Nunca me ha gustado mucho la ciudad y ahora menos.

Ahora Alonso cada día coge el autobús que le lleva a alguna pequeña montaña próxima a Alicante, pero siempre que puede vuelve a Soto del Real para disfrutar de los senderos de la Sierra y, sobre todo, de la ausencia de pasos de peatones. «Ahí es cuando disfruto de verdad, cuando no tengo que pensar si viene o no viene un coche y puedo estar relajada», finaliza la corredora de montaña.

Alcaraz cae ante Lehecka en cuartos de final de Doha: otra pesadilla sobre cemento

Alcaraz cae ante Lehecka en cuartos de final de Doha: otra pesadilla sobre cemento

Hay un guion que se repite en las pesadillas de Carlos Alcaraz. Una pista de cemento. Un día cualquiera, de esos que no aparecen en las portadas. Y un rival de saque duro y resto rápido, de los que no le permiten jugar al tenis. Sus desvelos nacen de escenas con esos elementos. Que sea uno de los mejores de la historia depende de que aprenda a dominar esos escenarios angustiosos y que incluso disfrute de ellos, que los haga suyos.

Este jueves, en los cuartos de final del ATP 500 de Doha, estuvo de nuevo en las mismas y se volvió a enredar para caer ante Jiri Lehecka por 6-3, 3-6 y 6-4 en dos horas y nueve minutos de juego. En los últimos meses lamentó derrotas en la misma superficie, en rondas parecidas y ante adversarios con condiciones más o menos similares, como Ugo Humbert, Tomas Machac y Roman Safiullin; ya conocía el peligro.

Alcaraz empezó distraído, especialmente en el saque, aunque con su juego le bastaba. Ante Lehecka, al que había ganado sin apuros en su único precedente, en Queen’s 2023, pronto consiguió un break y eso le jugó en contra. En demasiadas ocasiones el español se relaja cuando todo ya está decidido, pero esta vez pasó mucho antes. En el primer set encadenó unos pocos errores, se embarulló con sus propias ideas y del 1-2 a favor pasó a un 5-2 difícil de explicar. No había pasado nada, pero algo había pasado. Lehecka ganó el primer set con sólo tres golpes ganadores: ese es el difícil resumen.

A Alcaraz le fue bien el cambio de set. En el segundo, muchísimo mejor al saque, empezó a gustarse, los restos del checo dejaron de incomodarle y afinó la raqueta. El desenlace parecía cantado: en el tercer set dominaba para llevarse la victoria. Pero con 4-2 y 40-30 a su favor volvió a desaparecer y permitió que Lehecka se creciera para la victoria más importante de su carrera.

Ahora el checo se enfrentará al vencedor del duelo entre Matteo Berretini y Jack Draper en un torneo en el que este jueves, en cuartos de final, cayeron dos de los favoritos. Alex de Miñaur perdió ante Andrei Rublev por 6-1, 3-6 y un extensísimo 7-6(8) y Daniil Medvedev se retiró por problemas físicos de su encuentro frente a Félix Auger-Aliassime cuando ya había cedido el primer set por 6-3. La derrota en primera ronda de Novak Djokovic -precisamente ante Berretini- ya disgustó al escaso público del Tenis Khalifa Internacional de Doha que en los próximos días, en los partidos decisivos del torneo, seguramente lamentará la ausencia de una figura mundial en liza.

El deporte desconocido en el que España es una potencia y puede ganar su segundo oro en unos Juegos Olímpicos de invierno

El deporte desconocido en el que España es una potencia y puede ganar su segundo oro en unos Juegos Olímpicos de invierno

Por las montañas del mundo, unos adolescentes se calzaban sus esquís, se vestían de valientes y seguían a Kilian Jornet, uno de los mejores deportistas españoles de la historia, hasta que las fuerzas se acababan, incluso cuando ya se habían acabado. «Te ponías detrás de él hasta que reventabas. Le seguías, petabas a medio camino, te ibas a la cama y, al día siguiente, lo volvías a intentar», recuerda Oriol Cardona. «Nuestro entrenador nos decía que hiciéramos lo que él hacía. Fue una suerte coincidir con él», añade Ana Alonso. Hoy, aquellos chavales, Cardona, Alonso y otros como Ot Ferrer, Íñigo Martínez, Marta García o María Ordóñez forman la selección de esquí de montaña, uno de los equipos más potentes del mundo junto a Francia y Suiza.

En los próximas Juegos Olímpicos de invierno de Milán-Cortina d'Ampezzo 2026 el skimo se estrenará en el programa y, por primera vez en la historia, España llegará como favorita a las medallas en un deporte de nieve. En la competición individual Cardona es uno de los favoritos, pero en el relevo mixto a ver quién le roba el oro al dúo que forma junto a Alonso. Paquito Fernández Ochoa, único campeón español en invierno, puede tener compañía por fin, más de 50 años después. ¿De dónde sale este milagro?

De muchos lugares, pero uno de ellos es la estela de Jornet, claro. El mejor corredor de trail de la historia dominó durante una década el esquí de montaña hasta el punto de que en el Mundial de 2011 se llevó tres oros, todos los posibles. Entonces no era una disciplina olímpica, era parte de su preparación, pero sus éxitos impulsaron a los chavales que le perseguían en tantos entrenamientos. A sus 37 años y con cuatro Copas del Mundo o cuatro Pierra Menta, el Tour de Francia de la especialidad, aún se alimentan rumores sobre la participación de Jornet en los Juegos Olímpicos de invierno de los Alpes en 2030, pero parece improbable. Queda su herencia, que multiplica la riqueza de quienes le precedieron.

"Mi padre no pudo enseñarme"

«Antes de Kilian en España siempre hubo practicantes, especialmente en las modalidades más cortas, que son las que ahora han entrado en los Juegos Olímpicos de invierno. Yo todavía tengo trofeos de mi padre en casa», apunta la granadina Ana Alonso, de 30 años, con la historia de España en el skimo en su salón. Su padre, Gerardo Alonso, apodado Yeti, guarda del refugio Félix Méndez de Sierra Nevada, fue uno de los pioneros españoles, segundo en el Europeo oficioso de 1975, pero por desgracia no pudo disfrutar de los éxitos de su primogénita: en 2010 un desprendimiento de rocas acabó con su vida.

¿Su padre le llegó a ver ganar alguna carrera?
No me llegó a ver competir en esquí de montaña, no pudo enseñarme y eso que él había dado muchas clases. Es una pena, la verdad. De adolescente yo competía en esquí de fondo y luego me centré en los estudios de INEF. Fue después de su accidente cuando empecé con el esquí de fondo. Me consuela que sus amigos fueron quienes me enseñaron así que, de alguna manera, sí pude cerrar el círculo. Aquellos inicios, con mi padre en el recuerdo, fueron muy bonitos.

Creado en los Alpes hace un siglo, el skimo se basa en ver quien sube y baja más rápido una montaña. En su modalidad clásica, los esquiadores suelen tardar entre dos y tres horas en cubrir kilómetros y kilómetros, pero eso es demasiado tiempo para el Comité Olímpico Internacional (COI). Los jóvenes se aburren, el Tik Tok y bla, bla, bla. Así que la modalidad que ha entrado en los Juegos es el sprint. Dos minutos y medio de locura: suben una pared empinada esquiando o corriendo con los esquís a la espalda, se paran para arrancar las pieles de seguridad y bajan deslizándose a todo lo que da. Como pasó en la escalada, los esquiadores de siempre critican la simplificación de su deporte, pero es un regalo para España. Ni en los Pirineos ni en Sierra Nevada hay kilómetros suficientes de nieve para practicar el skimo clásico, pero sobran para entrenar sprints.

De modelo a dominador del skimo

«Son pruebas cortas, muy explosivas, que se pueden entrenar aquí. No somos un país de nieve, somos un país de sol y nos tenemos que apañar con lo que tenemos», comenta Oriol Cardona, que entrena entre La Molina y Font Romeu, donde ha alquilado un apartamento junto a varios compañeros de selección.

Con muchas similitudes con Ana Alonso, su pareja en el dúo mixto -también tiene 30 años, su padre Joan también competía-, Cardona en cambio llevaba toda la vida peleando en el skimo cuando los Juegos Olímpicos le cayeron del cielo. A finales del 2021, la incorporación de la disciplina al programa olímpico ya le pilló como subcampeón del mundo de distancia sprint y ganas, muchas ganas de hacer lo que hace ahora: entrenar, entrenar y entrenar. Antes, compaginaba el esquí de montaña con algunos trabajos como guarda forestal o modelo y, sobre todo, con el trail running, donde llegó a ganar una Olla de Núria. De hecho, su relación con Kilian Jornet es aún más estrecha que la del resto: hoy le ayuda a planificar sus entrenamientos.

¿Y ya no corre?
Muy poco. Desde que el skimo entró en los Juegos lo dejé todo. No hay nada más grande que ser campeón olímpico. Además, llegaron algunas becas, recursos para prepararnos bien, y decidí centrarme al completo en los Juegos. Echo de menos correr, pero es una oportunidad única. Cuando era niño parecía una locura que el skimo fuera un deporte olímpico.

El sprint del skimo se disputa en carreras de seis participantes, con cuartos de final, semifinales y final y por ello suele haber sorpresas, pero Cardona es el vigente campeón del mundo y de Europa. En los Juegos Olímpicos de invierno de Milán-Cortina d'Ampezzo será el rival a batir y, si falla, en el relevo mixto junto a Alonso raramente lo hará. Este año todavía no han bajado del podio en la Copa del Mundo. Paquito Fernández Ochoa por fin puede tener compañía.

Un test en el circuito olímpico

El próximo fin de semana la selección española tiene una cita importantísima en la Copa del Mundo en la estación de esquí italiana de Bormio, exactamente en el mismo circuito donde el año próximo se disputarán los Juegos Olímpicos. Será un 'Olympic Test' donde se podrá ver si las virtudes de Cardona, Alonso y compañía encajan en el trazado diseñado por el COI.

Ahora retransmitida por Eurosport, TDP y Esport3, la Copa del Mundo consta de nueve citas, de las que ya se han disputado tres esta temporada. En la última, en Boí Taúll, en el Pirineo catalán, Cardona ganó la prueba masculina, Alonso fue tercera en la femenina y ambos dominaron juntos el relevo mixto.

La cita más importante de esta temporada será el Mundial que se disputará en Morgins, en Suiza, del 2 al 9 de marzo. Allí se repartirán dos plazas olímpicas de las 18 que habrá en juego. El resto dependerán del ranking, aunque el límite de una plaza por país hace que España tenga ya casi asegurada su presencia.

La historia detrás de Coulibaly, la pívot que domina la liga española: "Lo dejé para ser madre y perdí al bebé"

La historia detrás de Coulibaly, la pívot que domina la liga española: “Lo dejé para ser madre y perdí al bebé”

Una canasta, muchas canastas, y un rebote, y otro, ahora un tapón, y un triple e incluso hasta algún mate porque ya lleva dos esta temporada: Mariam Coulibaly está imparable. En la actual Liga Femenina es la máxima anotadora con muchísima diferencia -23,1 puntos-, la máxima reboteadora con mucha diferencia -10,5 rebotes- y casi siempre la mejor jugadora de la jornada. Si sigue igual, referente de un Joventut de Badalona en playoffs, este año no sólo será MVP, también superará los registros de estrellas como Sancho Lyttle o Astou Ndour. Pero pocos conocen la historia que calla entre felicitaciones y elogios. Hace apenas un año, Coulibaly, jugadora de 27 años nacida en Mali, había dejado el baloncesto y lloraba una dura pérdida personal.

¿Qué ocurrió?
Quería ser madre y decidí aparcar mi carrera un tiempo. Necesitaba un tratamiento de fertilidad, mi pareja vive en Mali y era complicado que viniera a España, así que decidimos hacerlo en Túnez. Allí es más sencillo y hay buenos centros médicos. Me quedé embarazada, pero al final no salió bien. Perdí al bebé. Me marché a Mali y, la verdad, durante un tiempo pensaba que no volvería a jugar. No quería.
El baloncesto era lo de menos.
La verdad es que sí. Además gané mucho peso, unos 30 kilos, y sabía que necesitaría mucho, mucho trabajo para volver a jugar. Pero después fue una manera de ocupar el tiempo. Allí en Mali empecé a entrenar con mis hermanos, a ir al gimnasio, a ponerme en forma, y en primavera me llamó Miqui [Miquel Calderón], que había sido mi entrenador en el Sant Adrià y ahora está conmigo en el Joventut. Me preguntó por cómo me encontraba y me dijo que la Penya necesitaba a una pivot si yo quería volver a jugar.
¿Ha cambiado como jugadora?
Ahora me noto mucho más fuerte. Siento que no me pueden parar, estoy poniendo toda mi fuerza en el baloncesto. Vine a España pronto, empecé la pretemporada un mes y medio antes que el resto y me centré mucho en mejorar mi juego. Después de lo que ocurrió, quiero ver hasta donde llega mi carrera. Mi familia me ayuda mucho, siento su apoyo en todo momento.

David RamírezAraba

Coulibaly, de Bamako, empezó a jugar a baloncesto siguiendo los pasos de su hermana mayor, Naignouma, ex del Spar Girona, y destacó por primera vez en el Mundial sub-17 de 2014, donde se enfrentó a la Estados Unidos de Katie Lou Samuelson. A los 18 años, a través del representante de su hermana, consiguió una prueba en el Spar Gran Canaria y así empezó una carrera en equipos modestos de la liga. Hace tres años, en el IDK Euskotren de San Sebastián debutó en playoff de la Liga Femenina y se asomó entre las mejor valoradas, pero fue entonces cuando decidió dejarlo para ser madre.

"Cuando llegué a los 30 lo volveré a intentar"

«Mi hermana Naignouma se había quedado embarazada y yo quería también quería ser madre, así que pensé que era el momento», recuerda en conversación con EL MUNDO en el centro de la pista del Palau Olímpic de Badalona, donde ahora es ídolo. El año pasado el Joventut logró por primera vez un ascenso a Liga Femenina y este curso Coulibaly -junto a su compatriota Gnere Dembele, también interior- ha hecho que el equipo se mantenga lejos del descenso, ahora mismo octavo en la clasificación. «Vienen a vernos muchas niñas y eso me gusta», admite.

David RamírezAraba

¿Cómo de aceptado está en Mali ser jugadora de baloncesto?
Ahora no hay problema. Cuando yo era niña había mucha gente que decía que no podía jugar, que era para los niños, pero ahora eso va desapareciendo. Yo tuve la suerte de que mis padres eran deportistas y querían que yo hiciera deporte. Además mi hermana me abrió el camino. Ahora ha fichado por el Cadí La Seu, vuelve después de ser madre, y tengo ganas de jugar contra ella [lo hará el próximo 19 de febrero]. Nunca hemos jugado en el mismo equipo, siempre hemos sido rivales.
¿Ya le han llamado clubes más grandes, incluso de Euroliga, para la próxima temporada?
Hay equipos interesados en mi futuro, pero quiero concentrarme en esta temporada. En verano ya veré. Ni yo me esperaba los números que estoy haciendo, ahora pienso que soy la mejor, pero no quiero precipitarme. Me gustaría jugar playoffs con el Joventut y que nos clasificamos para la Eurocup.
¿Y la selección española?
La verdad es que no sé cómo funciona ahora mismo. Cuando tenía 18 o 19 años y empezaba a jugar en Gran Canaria, pregunté si podía jugar con la selección española y me dijeron que no porque ya había disputado un Mundial sub-17 con Mali. Ahora no sé cómo está el reglamento, si es posible cambiar o no. Nadie me ha preguntado.
¿Le gustaría volver a intentar quedarse embaraza pronto?
Lo haré, sí. Cuando mi embarazo no salió adelante, mi familia me hizo ver que aún era muy joven y que podría volver a intentarlo más adelante. Ahora quiero centrarme en jugar, en mi carrera en el baloncesto, y cuando llegue a los 30 años lo volveré a intentar.
La vida de Nacho Forcadell, un juez de silla español en la élite de la ATP: "Mi trabajo es pasar desapercibido"

La vida de Nacho Forcadell, un juez de silla español en la élite de la ATP: “Mi trabajo es pasar desapercibido”

«Gioco, Federer», cantó el juez de silla español Nacho Forcadell en el Masters 1000 de Roma de 2020 y nada extrañaría si no fuera porque el suizo no estaba en la pista; jugaba Novak Djokovic contra Dominik Koepfer. Nadie entre el público del Foro Itálico se percató, si acaso se aceptó como un despiste, pero en redes se viralizó. Los fans de Federer le aplaudieron, los seguidores de Djokovic se cabrearon y, entre el alboroto, una certeza: ser árbitro es duro, incluso en el tenis.

«Somos seres humanos y nos equivocamos. En aquel caso no afectaba al resultado, pero me sirvió para ver que ahora cualquier error se puede hacer destacar. Ya nada pasa desapercibido, siempre hay alguien atento», explica en conversación con EL MUNDO en Madrid antes de hacer las maletas de nuevo para dirigir partidos las próximas semanas en Buenos Aires, Acapulco o Indian Wells.

«Lo más difícil de nuestro trabajo es mantener la concentración. Hay partidos muy largos y nunca sabes cuándo va a pasar algo y vas tener que tomar una decisión importante. La mayoría de veces, si cometemos algún error es por falta de concentración», acepta Forcadell que a los 35 años ya está entre los jueces de élite de la ATP. Ha arbitrado en los cuatro Grand Slam, en la Copa Davis o en los Juegos Olímpicos. En el último Open de Australia, por ejemplo, tuvo que aguantar las quejas de Alexander Zverev en cuartos: una pluma de pájaro cayó sobre la pista, Forcadell mandó parar y al alemán no le pareció bien.

Darrian TraynorGETTY

"Quería ser árbitro de fútbol"

¿Cómo empezó?
De pequeño jugaba al tenis en el Club de Tenis Barcino junto a mis hermanas, pero era muy malo. No era un apasionado del tenis, yo realmente quería ser árbitro de fútbol. Pero un día en el club vi a Enric Molina [juez de silla entre 1997 a 2014], le pregunté y me explicó en qué consistía su trabajo. Me gustó mucho, sobre todo la idea de viajar. Y a los 16 me metí a juez de línea y, más tarde, de silla. Cuando acabé la universidad ya arbitraba partidos por el mundo así que nunca he tenido otro trabajo.
En 2019 tuvo una discusión con Federer, que ya es difícil. ¿Cuesta más dirigir un partido con alguien que ha ganado 20 Grand Slam?
En principio, no. Tomas una decisión, el jugador la protesta y le tienes que dar una explicación, sea el número uno del mundo o el número 300. Pero tampoco te voy a mentir. Aquel era el segundo partido de Federer que arbitraba y me puse más nervioso de lo que me pondría ahora. Como es normal, la experiencia te ayuda a mantener la calma en estas situaciones.

Antes de cumplir los 30 años, Forcadell arbitró una final grande, la del Torneo Conde de Godó de 2019 entre Dominic Thiem y Daniil Medvedev y desde 2020 es uno de los 7 jueces de silla que componen el equipo de ATP. De hecho, con un máster en Administración de Empresas, en los últimos meses se encarga de la gestión de los árbitros: organiza los calendarios, informa al resto de cambios de reglamento... «Tenemos libertad a la hora de escoger los torneos, aunque siempre hay que equilibrar, que haya jueces con experiencia en todos los eventos. No diría que tengo torneos favoritos, aunque el Godó es especial, también el Mutua», comenta.

"Se vive bien"

Según varias fuentes, los jueces de silla de la ATP tienen un salario de entre 70.000 y 80.000 dólares anuales. Un buen sueldo, aunque lejos de los 145.000 euros más extras que reciben los árbitros de la Liga, por ejemplo. «Se vive bien, aunque nuestro sueldo no es comparable con otros deportes de élite y tu calidad de vida depende del lugar dónde vivas. Ser juez es vocacional, lo haces porque te gusta, sobre todo al principio. Cuando empiezas te tienes que costear tú los viajes a los sitios para poder arbitrar», expone Forcadell.

¿Qué diferencia un partido bien arbitrado de uno malo?
Es subjetivo. Puedo pensar que lo he hecho muy bien, pero quizá un jugador no lo crea así. Nuestro trabajo es pasar desapercibidos. Pero siempre puede haber alguna queja, algún conflicto, y debemos resolverlo.
Ojo de halcón, video review... ¿Existirá un tenis sin jueces de silla?
Siempre hará falta una figura humana. Es como pilotar un avión: la tecnología se ocupa de mucho, pero debe haber una persona a los mandos. Con el arbitraje pasa lo mismo. Las máquinas nos ayudan y nos debemos adaptar, pero en un partido pueden ocurrir muchas cosas.
Dopaje para subir al Everest: el gas xenón que permite llegar a la cima "en una semana" a quien pueda pagar 200.000 euros

Dopaje para subir al Everest: el gas xenón que permite llegar a la cima “en una semana” a quien pueda pagar 200.000 euros

«Ya lo hemos hecho en apenas dos semanas. Ahora nuestro objetivo es hacerlo en sólo una», proclama Lukas Furtenbach en conversación con EL MUNDO y es el anuncio de una gesta, de una chifladura, de un milagro o de una insensatez. Furtenbach es el dueño de Furtenbach Adventures, una de las empresas de guías de alta montaña más conocidas en el mundo, sobre todo en Estados Unidos, y una semana es el tiempo que, según su oferta, tardarán sus clientes en ascender al Everest. Sólo siete días desde que salgan por la puerta de su casa en Nueva York, Los Ángeles, Londres o Madrid hasta que alcancen el techo del mundo. Alpinismo a todo gas, montañismo exprés.

Si una expedición normal suele tardar unos dos meses entre volar a Lukla con escala en Katmandú, completar la caminata hasta el campo base, acostumbrarse a la altitud, cruzar la enorme cascada de hielo del Khombu y hollar la cumbre a través del mítico escalón de Hillary; la expedición Flash de Furtebanch Adventures promete hacer todo eso en un abrir y cerrar de ojos. ¿Cómo? Con mucha planificación, varios trucos y alguna trampa. ¿Por cuánto? Por 103.900 euros en la versión más económica o 199.000 euros en su versión premium.

Para saber más

La compañía austriaca con oficina en Estados Unidos está especializada en viajes de lujo así que, además de comodidades como una tienda de campaña climatizada de 80m2 con baño privado, ofrece un servicio de traslado que no deja horas muertas. De cualquier ciudad del mundo a Katmandú, de allí a Lukla en avioneta y de allí al campo base del Everest en helicóptero. Pim, pam.

Hay espacio para aclimatarse en los cercanos Island Peak o Mera Peak, de más de 6.000 metros, pero no es más que un trámite. Al fin y al cabo, los rápidos ascensos de Furtenbach al Everest cuentan con ayudas como la compañía de dos sherpas experimentados por escalador, oxígeno ilimitado de día y de noche y, por supuesto, el uso de cuerdas fijas en toda la montaña. Con todo eso, cualquiera puede alcanzar los 8.848 metros de la cima, pero para ir tan rápido hay que ir más allá. Otras empresas de guías de alta montaña, como la nepalí Seven Summit Treks, ofrecen servicios parecidos; el truco de Furtebanch está en la aclimatación.

Más oxígeno en sangre

«Somos pioneros en la pre-aclimatación con tecnología hipóxica. La utilizamos desde 2008 y ahora mismo tenemos mucha experiencia. Gracias a ella, en 2022 conseguimos completar un guiaje completo en el Everest en sólo 16 días», cuenta el propio Furtenbach, que se refiere a la preparación de sus clientes en sus propias en las semanas previas a su viaje a Nepal. Un protocolo personalizado por un especialista, cámaras de hipoxia para dormir, máscaras para hacer ejercicio y lo último de lo último: sesiones de tratamiento con gas xenón.

Desde este año la empresa ofrece unas inhalaciones con el gas noble para multiplicar el oxígeno en sangre de quienes les contratan. El xenón engaña al cuerpo para que piense que le falta oxígeno, estimula la producción de EPO y a priori hace que en la sangre haya más glóbulos rojos. Con ello, los alpinistas deberían llegar al campo base como si llevaran allí viviendo toda la vida. Pero hay varios motivos para la polémica.

"Crece el riesgo"

El primero es que el xenón es dopaje. Desde que varios deportistas rusos lo utilizaran para los Juegos Olímpicos de invierno de Sochi 2014, la Agencia Mundial Antidopaje lo tiene prohibido, aunque los montañistas que escalan el Everest no están bajo sus directrices -al fin y al campo no forman parte de ninguna competición. El segundo motivo es que puede ser muy peligroso.

«Con el aumento de hematocrito, la sangre se vuelve más viscosa, fluye menos y crece el riesgo de que haya un accidente cardiovascular. De hecho, muchos grandes montañeros han fallecido por eso. De Iñaki Ochoa de Olza se decía que tenía un don para la aclimatación, que su cuerpo respondía muy rápido a la falta de oxígeno y, según el cardiólogo que le hizo la autopsia, eso pudo espesarle la sangre y causarle el edema que finalmente le afectó», analiza Adrián Castillo, investigador en Ciencias de la Salud en la Universidad de Alcalá y autor de la revista especializada Fissac, en conversación con este periódico: «Además no hay evidencia de que el gas xenón aumente el rendimiento. Por comparar, un ciclista puede ingerir más hidratos, pero eso no quiere decir que vaya a ir más rápido».

Furtenbach Adventures alega que el entrenamiento en hipoxia previo y la reducción de tiempo en el Everest hacen que sus expediciones Flash sean más seguras que el resto, pero el debate está abierto en el techo del mundo. Hasta 40 clientes ya han contratado sus servicios para la próxima primavera. Alpinismo a todo gas, montañismo exprés.

Alcaraz aprueba su asignatura pendiente en Rotterdam: también es campeón en pista dura bajo techo

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La memoria custodia el recuerdo de la primera gesta de Rafa Nadal, una remontada en la final del Masters 1000 de Madrid de 2005 ante Iván Ljubicic. Había perdido los dos primeros sets -entonces se jugaba a cinco-, pero no perdió el partido. Resucitó como rito iniciático, como haría después tantísimas veces. Aquella victoria aún se mantiene viva porque lo merece y por su singularidad: a los 18 años, Nadal ganó su primer y único título en pista dura bajo techo. Este domingo, Carlos Alcaraz igualó los trofeos de su compatriota en esas condiciones con su triunfo en el ATP 500 de Rotterdam.

Como le ocurría a su ídolo, su tenis luce menos sobre una superficie dura y aún menos en un recinto cerrado, pero las características del circuito le obligan a brillar en él y poco a poco lo está consiguiendo. Después de demasiadas derrotas -llevaba un balance de 17-11 en encuentros así-, se llevó por fin una alegrías después de superar a Álex de Miñaur por 6-4, 3-6 y 6-2 en una final en la que desnudó virtudes y defectos.

Alcaraz vuelve a ganar sin desgaste y ya está en semifinales del ATP 500 de Rotterdam

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En las horas previas la ATP anunciaba que era el primer enfrentamiento entre Carlos Alcaraz y Pedro Martínez, compañeros en la Copa Davis con España, pero no era cierto. En 2019, en el challenger de Murcia, un Alcaraz de apenas 15 años ya venció a Martínez, entonces de 21, y estableció las diferencias entre ambos. Martínez, un tenista capaz de aguantar largos intercambios, sufrió entonces con su servicio y acabó derrotado por Alcaraz, pese a su adolescencia, pese a su falta de experiencia. Este viernes, en los cuartos de final del ATP 500 de Rotterdam ocurrió lo mismo. De hecho, los seis años de diferencia entre ambos enfrentamientos lo único que hicieron fue exagerar su distancia.

Como le ocurrió en el encuentro anterior ante Andrea Vavassori -que también disputó aquella edición del challenger de Murcia-, Alcaraz volvió a disfrutar de una victoria plácida, en este caso por 6-2 y 6-1 en una hora y 10 minutos de juego. Por su superficie, el torneo holandés se planteaba como una dura prueba para el español y de momento está siendo sólo un entrenamiento. Este sábado, en semifinales, ante el ganador del duelo entre Andrei Rublev y Hubert Hurkacz tendrá un verdadero test; si lo vuelve a superar con holgura, ya sólo le quedará la final ante Alex de Miñaur o el sorprendente Mattia Bellucci.

Ante Martínez, Alcaraz tan sólo necesitó concentración. Desde el primer juego, el número tres del mundo se abalanzó sobre el débil servicio de su compatriota y dominó el encuentro. Martínez apenas logró el 50% de sus puntos con su primero y un 40% con su segundo para ceder un break tras otro. Su estrategia era valiente: notable defensor, propuso un juego creativo, con muchos cambios de ritmo y muchas subidas en la red, pero con ello apenas logró estirar el encuentro. Poco más. Muy consistente con su saque, Alcaraz nunca llegó a dudar. Ganando 29 de sus 36 puntos al servicio, sólo necesitaba esperar para apretar a Martínez en su turno.

Sander KoningEFE

Le queda a Martínez el consuelo de su buen resultado en Países Bajos después de ganar a Roberto Bautista en primera ronda y de superar a Holger Rune en segunda ronda. Pese a los problemas físicos del danés, afectado por un catarro, quedará igualmente como la primera victoria del español ante un Top 10 en pista rápida. El próximo lunes Martínez aparecerá en el número 40 del ranking ATP y volverá a su lucha por escalar en los torneos grandes.