Akanji, el líder matemático que impulsa al enemigo criado en Alemania

Actualizado Sábado, 22 junio 2024 - 22:18

No acapara demasiadas miradas, no es amigo de los aspavientos y prefiere siempre aguardar un observador segundo plano a que llegue su oportunidad. La aprovecha, pero no la reivindica. Manuel Akanji (Neftenbach, 1995) evalúa siempre las alternativas que tiene cada vez que la pelota entre el juego y suele saber elegir. Es lo que un departamento de Recursos Humanos no dudaría en denominar líder silencioso. Ése es el papel que juega en la selección de Suiza, en las antípodas del capitán Granit Xhaka, pero con el mismo respeto.

Esa consideración se la ha tenido que ganar peleando cada paso de su carrera en la que ha ganado 11 títulos partiendo de este perfil bajo, menos preocupado en que estaba siendo subestimado que en mejorar. No han sido pocos los obstáculos. El primero, ser un niño delgado y bajito. Hijo de un futbolista amateur de origen nigeriano y con una brillante carrera en el mundo de las finanzas, su destino estaba pegado a una pelota. Podía haber sido de tenis porque Isabel, su madre, fue tenista profesional, pero ganó el fútbol, tanto que Manuel tiene como segundo apellido y nombre de guerra Obafemi, en homenaje al potente jugador del Inter Martins. En nigeriano ese nombre significa «coronado por los dioses» y explica por qué Akanji se pasó sus primeros años en la Bundesliga luciendo una corona en su apurado corte de pelo.

Ese fue el principio de su explosión. Antes tuvo que apretar los dientes. El cuerpo de aquel niño que aún no había pegado el estirón se transformó a los 16 años y el Basilea puso sus ojos en él. Sin embargo, Paulo Sosa, entonces el entrenador, no le veía futuro en la Superliga. No fue el único revés, porque con 20 años se rompió el cruzado. «Eso me ayudó a ser humilde y trabajar duro», ha relatado en muchas entrevista. Le quedó eso y una leyenda tatuada en la piel: «Demuéstrales que están equivocados».

Manuel peleó por volver al fútbol, a brillar en el Borussia Dortmund y a liderar una selección que como Sub-20 sólo le convocó una vez. Esta noche ante Alemania jugará su partido 60 como internacional. Nada ha apartado de su objetivo a un futbolistas que Pep Guardiola quiso en el City y se asombró de su inteligencia. «Es un placer entrenarle. Hay jugadores que necesitan diez sesiones para entender lo que quiero. A él con una le basta», cuenta el técnico español, que lo ha colocado de central, de lateral y hasta en el centro del campo. «No he jugado tres partidos seguidos en la misma posición», bromeaba al final de esta temporada en la Premier. Es un comodín que hasta responde con goles, pero en un equipo plagado de estrellas nunca se gira el foco hacia él. Tampoco le importa.

Inteligencia en el campo

La inteligencia que muestra en el campo le viene de fuera. Brillante en las matemáticas, fue más rápido resolviendo operaciones que una calculadora en un reto al que le sometieron en la televisión suiza hace unos años. «De pequeño disfrutaba haciendo sumas de cabeza, y me di cuenta de que me salía bastante bien. Pero no soy un genio, ellos pueden hacer multiplicaciones mucho más grandes, que llegan a los millones. Ellos están en otra liga».

La suya es el fútbol y un componente de activismo en el que se apoya en una de sus dos hermanas, Sarah, que jugó al fútbol, es activista por los derechos de las futbolistas y concejal en Zurich, además de tener una ONG que apoya proyectos para el desarrollo de la infancia en Nigeria.

Pese a que Xhaka es el gran agitador de Suiza, nadie duda de que Akanji es la pieza esencial, como esta noche en el duelo ante Alemania. Es la anfitriona y juega de local en todos los estadios de esta Eurocopa. Le sigue Turquía por el apoyo que tiene en la grada, pero mirando sólo al campo, Suiza es otra selección que se siente en casa.

Sólo ocho de los 26 convocados no ha pasado por alguna de las ligas alemanas. Xhaka lidera el ataque del Leverkussen, Kobel guarda la portería del Dortmund y Sommer o Breel Embolo, amigo íntimo de Akanji, pasaron por el Bayern o el Schalke. Para todos ellos, pisar el Arena de Frankfurt no es novedad.

Las nuevas generaciones se quedan en la Liga suiza o abren sus mercados a Italia, alguno a la Premier y a Francia. El germano ha dejado de ser el predilecto, aunque sigue pescando en Suiza. Esa amistad puede significar que vayan de la mano a los octavos de final.

Portugal se da un festín ante una frágil Turquía que renunció a Arda Güler

Actualizado Sábado, 22 junio 2024 - 20:24

Portugal acelera. Es el plan que está en la cabeza de Roberto Martínez desde el mismo momento en que logró la clasificación: crecer en la propia competición, cuando los caminos se empinan y «el fútbol tiene que dar soluciones». No aparecía en la lista de grandes favoritas, no se le daba a Cristiano Ronaldo un papel de estrella principal. Pero no importó. A pesar de que sufrió en el estreno, el guión está marcado y lo siguió al pie de la letra sin ni siquiera tener que pisar el acelerador.

El infierno turco en Dortmund lo apagaron los navegantes portugueses en un abrir y cerrar de ojos. Dispuestos a jugar casi de tú a tú empujados por una grada entregada, fueron cometiendo errores que les costaron muy caros. Si bien es cierto que sujetar el fútbol de Portugal es una tarea titánica, ir a buscarlos al centro del campo y dejar kilómetros a la espalda de una defensa cómica puede ser suicida.

Un minuto le costó a Rafael Leao cogerle la espalda a Çelik, asociarse con Bernardo Silva y ver cómo aparecía para rematar al segundo palo Cristiano Ronaldo. El capitán está ávido de gol para coronar su sexta Eurocopa y el partido se fue dibujando para que pudiera conseguirlo. No fue ese, pero sí otro hito.

Deshizo Roberto Martínez el experimento de colocar a Joao Cancelo en la medular. Le dejó corretear con cierta libertad, pero en la banda derecha. En Palinha como escudero de Vitinha encontró el equilibrio y Portugal fue muy sólida ante las carreras de los turcos buscando contras. El peligro, a falta de Arda Güler que no fue titular, lo generó Aktürkoglu, el extremo del Galatasaray buscando el carril que, de vez en cuando, dejaba libre Cancelo. Su primer remate fue forzado, al segundo, a centro de Kökçu no llegó por un suspiro. Quería Turquía crecer y sumar para verse en octavos, pero Portugal no estaba incómoda.

Las contras las frenaban Ruben Dias y un esplendoroso Pepe, el abuelo de la competición con las piernas rápidas para barrer rivales cuando era necesario. Los turcos corrían cuando lograban tener la pelota, que no fue mucho; Portugal la hacía correr. Especialmente por la banda izquierda, con Leao y Nuno Mendes como una sociedad letal. Por ahí llegó el gol. Lo lanzó el atacante del Milan, lo buscó hasta la línea de fondo el lateral del PSG y se lo sirvió a Bernardo Silva para que lanzara un zurdazo imparable. Sin excesivo esfuerzo, Portugal tenía el encuentro en sus manos y no tardó en agarrarlo con fuerza en la jugada más tonta de esta Eurocopa.

Error grosero

Dos jugadores de Turquía, su central Akaydin y el meta Bayindik quedarán marcados para siempre. Un robo de Cancelo, un error al buscar a Cristiano, que la quería a pie y el lateral se la puso al espacio, y la fácil recuperación de Akaydin acabó en desgracia: cesión atrás al portero sin ver que había salido y balón avanzó llorando a puerta vacía. Vibró el reloj del alemán Felix Zwayer y no hubo dudas. Discutían Ronaldo y Cancelo, se recriminaban el error los turcos. Pero el partido ya estaba inclinado sin remedio y el Muro del Westfalia, vestido de rojo, helado.

Miró Roberto Martínez al banquillo y echó mano de Neves y de la electricidad de Pedro Neto mientras la solución se la gritaban a Montella desde la grada: Arda Güler. Ya que el duelo parecía imposible, nadie en Dortmund quería quedarse sin ver al nuevo ídolo turco que, pese a la fatiga muscular, saltó al césped en el minuto 69.

Para entonces, Turquía ya había encajado un gol más. Un balón al espacio que dejaba a Cristiano mano a mano en el corazón del área contra Bayindik. Entonces apareció el otro yo del Balón de Oro, el que creado el técnico español y el que justifica que sea un futbolista omnipresente en el once de Portugal. Podía haberla empujado y haber logrado el reto de marcar en cada una de las seis Eurocopas que ha disputado. Pero no, eligió regalarle el gol a Bruno Fernandes, que asomaba solo en el punto de penalti. Un gesto, un abrazo, que cierra heridas y acalla debates. Además, tiene premio, porque convierte al astro portugués en el jugador con más asistencias, ocho, de la historia de la competición igualando al checo Poborsky.

No en vano es la estrella y así lo viven en cada campo, donde burlan la seguridad una decena de aficionados y saltan al césped para hacerse fotos con él en cada partido.Turquía, tan alucinada como noqueada aun con Güler en el campo, sólo podía mirar.

Esta Eurocopa grita gol: récord histórico en la primera jornada, el desafío de marcarse en propia puerta y el adiós al 0-0

Actualizado Viernes, 21 junio 2024 - 22:12

Tener entrada para un partido de esta Eurocopa de Alemania ha garantizado hasta el momento haber podido gritar algún gol. Puede que no fuera de tu equipo, pero nadie se ha quedado sin ver al menos una celebración de los jugadores en el campo. La competición está dejando goles, tanto es así que en los primeros partidos de la fase de grupos ya se batió un récord. Los 12 encuentros acabaron con 34 goles, por lo que superaron en seis a los logrados en esa primera jornada en la Eurocopa de 2020, en la que se marcaron 28 y se superó la cifra máxima de 24 que se logró en 2000 en Bélgica y Países Bajos. En Francia 2016 fueron 22 y en 2012, con ocho equipos menos en Polonia y Ucrania, fueron 20.

Quizá fue una premonición que el duelo inaugural entre Alemania y Escocia acabara con un abultado marcador de 5-1, al que siguieron las goleadas de España (3-0), Suiza (1-2), Rumanía (3-0) y Turquía (3-1). Ningún encuentro de la primera jornada acabó sin goles, aunque es cierto que hubo tres partidos con resultados cortos de 1-0 (Serbia-Inglaterra, Bélgica-Eslovaquia y Austria-Francia) y cinco selecciones (Croacia, Serbia, Ucrania, Bélgica y Austria) se quedaron sin ver puerta.

Quién y cómo se han marcado los goles merece también un análisis que puede acabar estableciendo otros récords. En primer lugar, ningún jugador marcó más de un gol en su primer partido. Algunos con sólo uno inscribieron su nombre en la historia. Lo hizo el albanés Bajrami al marcar el gol más rápido a los 23 segundo de comenzado su duelo con Italia. También el turco Arda Güler, que se convirtió en el goleador más joven. Precisamente otro anotador de ese partido también fue protagonista pese a la derrota. Mikautadze, delantero del Metz francés, marcó el primer gol de su pais en una Eurocopa.

Fue uno de los pocos delanteros que vio puerta en la primera jornada, porque quienes están llamados a ser los arietes de sus equipos sólo marcaron seis de los 34 goles, lo que supone un 17,6%. Y es que muchos llegaron desde fuera del área. En concreto ocho, casi un cuarto de los goles (24,5%).

Goles que no querían marcar

También marcaron defensas, algunos en su propia portería. Este dato también lleva camino de récord. Sólo en la primera jornada se marcaron tres sin querer: Rüdiger para Escocia, Wöber para Francia y Hranac para Portugal. En el arranque de la segunda jornada serían Calafiori quien batiera a Donnarumma para España y el albanés Gjasula para Croacia. En total, cuando aún no se ha llegado al ecuador de la primera fase ya suman cinco y la cifra máxima fue de diez en todo el torneo de 2020.

En juego está también quién recoge el cetro de Patrick Schick y Cristiano Ronaldo como máximos goleadores. Los dos, con cinco goles en la anterior edición del torneo, se enfrentaron en la primera jornada sin que ninguno lograra marcar. De momento es el alemán Musiala quien se ha destacado con dos tantos.

Cinco goles es la media que vienen consiguiendo los pichichis europeos. Fueron los que lograron el serbio Milosevic y el neerlandés Patrick Kluivert en 2000, los que marcó el checo Milan Baros en Portugal en 2004 y uno más de los logrados por David Villa en Austria 2008 y dos más que Fernando Torres cuatro años después en Polonia y Ucrania.

El caso de los atacantes españoles es único en este siglo, porque fueron Bota de Oro y campeones de Europa. El resto no lo han logrado. Cristiano Ronaldo marcó tres tantos en la única Eurocopa que ganó con Portugal, en Francia 2016), y otros tres su compañero Nani, pero fue Antoine Griezmann, con seis dianas, el máximo goleador.

Por detrás, con tres goles, además de los dos portugueses, quedaron los franceses, finalistas, Payet y Giroud, Gareth Bale y Álvaro Morata. De todos ellos, sólo Cristiano Ronaldo, que además tira penaltis, Griezmann y Morata tienen posibilidad de repetir en el podio de goleadores este año.

Shaparenko y Yaremchuk rescatan a Ucrania y ponen contra las cuerdas a Bélgica

Actualizado Viernes, 21 junio 2024 - 17:35

Shaparenko hizo volar una pelota como si con ella construyera un escudo para proteger de las bombas su casa en Velyka Novosilka, la zona cero de la guerra y arrasada por los rusos. La recogió la bota de Yaremchuk para, ante la pasividad de Skriniar y las incomprensibles dudas de Dubraka, enviarla al fondo de la red custodiada por una grada en amarillo y azul entregada. Ese gol le daba a Ucrania daba la primera victoria y la vida en un grupo muy igualdo donde Eslovaquia había salido respondona.

Los italianizados de Calzone vencieron a Bélgica y encarrilaron el partido, y parecía que los octavos, con suma facilidad. Esta vez Lunin vio desde el banquillo cómo al meta del Benfica Trubin le cercaban los eslovacos. Un disparo cruzado de Schranz y una falta directa de la lateral Hancko, en quien ha puesto sus ojos el Atlético de Madrid, avisaron a Ucrania de que tenía que espabilar. Un centro que no pudo cazar Dovbyk fue todo su peligro antes del gol de Eslovaquia. Nació de un saque de banda de Hancko buscando la carrera del veloz Haraslin en la banda izquierda que, sin pensar, la puso al segundo palo donde apareció Schranz. Calzone ya tenía la ventaja que buscaba para jugar como ante los belgas, aparado en el orden defensivo.

Ucrania o reaccionaba o preparaba las maletas. Envolverse en la bandera, tener a Shevchenko en el palco y ver cómo los estadios por los que pasa se tiñen de azul y amarillo no es suficiente. Necesitaban fútbol y goles. Apareció Mudryk, tan atolondrado como en el Chelsea, tuvo un mano a mano con Dubraka y otro Dovbyk, más fallón que en el Girona, que evitaron entre Pekarik y Skriniar. Ucrania, con el peso de la responsabilidad, crecía a trompicones y le dio para que Tymchyk estrellara un tiro cruzado en la base del poste y que Trubin atajara un disparo de Haraslin.

El paso por el vestuario espoleó a los ucranianos, que se merendaron a Eslovaquia durante muchos minutos. Pensaba Calzone en que la victoria permitía pactar el pase a octavos con Rumanía cuando Dovbyk vio escaparse a Zinchenko por la banda izquierda para asistir al punto de penalti a Shaparenko, que no tembló para igualar el marcador y acabara con las cuentas de la lechera del italiano.

Ese gol fue deshaciendo a Eslovaquia, que perdió a Hancko por lesión y se vio sometida. Y eso que Rebrov miró a su banquillo y no tembló el pulso para sentar al capitán Yarmolenko y al pichichi Dovbyk. El ex del Valencia tuvo una contra perfecta con Mudryk que acabó rozando el poste porque salvó Dubraka. La siguiente ya no pudo. Volvió a aparecer Shaparenko para hacer llover un balón que Yaremchuk convirtió en el gol de la victoria. Estalló el estadio en Dusseldorf en gritos de ¡Ucrania, Ucrania! que no sólo eran de ánimo, sino de orgullo de pertenencia.

La gran noche de Nico Williams: un audio eufórico, el trofeo para su madre y un reto para ‘padrear’ a Lamine Yamal

Actualizado Viernes, 21 junio 2024 - 13:11

"Volando bajito se vive mejor". No quiere Nico Williams despegar los pies del suelo, ni siquiera para rematar de cabeza, "que es algo que no se me da bien". Ante Italia, destrozó a Di Lorenzo, encaró sin piedad a Bastoni y se convirtió en el mejor jugador del mejor partido de España. "Puro cine Jr.", le escribía en redes sociales su hermano Iñaki.

Para saber más

Todas las miradas estaban puestas en él, hasta la de Felipe VI, que no salió del vestuario hasta saludarle. Como ya no estaba en el césped cuando acabó el partido y el cuerpo técnico hizo pasillo a los futbolistas, se llevó la ovación en el vestuario. Llegó con el trofeo de MVP en la mano, que tiene destinataria: "Eso es para mi madre, que se lo ha ganado durante muchos años". María Arthuer lleva años recibiendo alegrías de sus hijos, pero ayer Nico ante Italia, la campeona de Europa, dio un paso más. Eso es lo que le dijo su hermano Iñaki en un audio que se encontró en el móvil nada más agarrarlo en el vestuario. "Me ha dicho que he llevado el apellido de los Williams al mundo del fútbol", admitía el jugador sujetando un trofeo ligero de peso pero muy valioso.

Nico reconoció que había cuajado "el partido más completo" con la selección desde su debut en septiembre de 2022 ante Portugal, con Luis Enrique en el banquillo. Un año antes, Luis de la Fuente ya lo había enrolado en su Sub-21. "Una de mis virtudes es que conozco mucho a los jugadores y sé darles lo que necesitan", explicaba el seleccionador tras la victoria. Nadie puede negarle que así es. Les exprime y les lleva a cumplir sueños. "Me pide que encare, y eso hago. Hace unos años sólo soñaba con jugar una Eurocopa y ser el mejor jugador", confesaba Nico, que tiene un reto.

De la Fuente: "No hay ninguna selección superior a nosotros"© UEFA 2024

Bautizar el nuevo estilo

Pese al descaro juvenil, no se atreve Nico a bautizar el juego de España más allá de con la palabra "verticalidad", pero promete que lo pensará: "Hemos variado un poco, no todo es jugar con posesiones muy largas, porque estamos jugadores como yo, Lamine, Ferran o Ayoze, que nos gusta encarar y driblar y está muy bien este nuevo estilo".

Se lleva muy bien con Cucurella como socio de banda -"nos entendemos a la perfección", puntualiza- para repartir ataques y repliegues. Se ampara en la veteranía de Navas pero, sobre todo, conecta de una manera generacional con Lamine Yamal, que ayer enloqueció también a Di Marco y a Pellegrini. No marcó, pese a que tuvo algún disparo endiablado y eso le hace tener que cumplir el reto que le lanzó Nico. "Le he picado con el trofeo. Ya le he dicho que tiene que aprender de su padre, que disfrute de esto y ojalá pueda conseguir uno, que se lo merece". Son los deberes de Yamal en esta Euro. Nico, ya se ha puesto al día.

¿Quién para a Nico Williams delante del Rey?: “Me piden que encare y sea yo mismo, y eso he hecho”

Actualizado Jueves, 20 junio 2024 - 23:45

¿Cómo parar un tren de alta velocidad? Con esa pregunta se fueron los italianos del AufSchalke Arena después de ver cómo Nico Williams hundía a Di Lorenzo y le hacía pensar en lo que pesan 30 años cuando un descarado jovenzuelo se empeña una y otra vez en someterte a un calvario. No había ayuda posible que consiguiera que recuperara la cintura cada vez que el extremo del Athletic le encaraba. "Es lo que me pide el míster, que encare y sea yo mismo, y eso es hecho", contó el jugador tras recibir el galardón al mejor jugador del partido (MVP), sustituyendo a Fabián, que lo fue en el debu.

"Sabíamos que iba a ser difícil porque Italia se junta bien, pero hemos tirado mucho", añadía antes de confesar que encontró un socio inesperado en Cucurella. "Me entiendo a las mil maravillas con él".

En la primera fila, disfrutando de este baño a Italia, estaba el Rey Felipe VI, que viajó a Gelserkirchen para presidir el partido y fue recibido a pie de estadio por el presidente de la RFEF, Pedro Rocha. "Este equipo puede hacer grandes cosas", contó el monarca tras pasar por el vestuario, donde confesó que había "mucha fiesta" y se transmitía un mensaje: "Hay que seguir así".

"Ha sido un partido espectacular, con dominio del campo en todos los momentos, aunque el gol no haya sido posible, porque ha sido en propia puerta. Espero que haya muchos goles más de los nuestros", resumió. "Ha sido muy agradable", resumió el propio Pedro Rocha.

La presencia de Rocha no pudo ser evitada por el Gobierno, aunque lo intentó. La UEFA ampara al presidente federativo y en Gelsenkirchen quedó claro que los intentos por restarle protagonismo han sido en balde. Ni siquiera el presidente del CSD, Rodríguez Uribes, estuvo en la primera fila de autoridades, y no fue porque no lo intentó a través de todas las vías posibles. De Vicente del Bosque, presidente de la Comisión de Supervisión, Normalización y Representación, nada se sabe.

El sentimiento de equipo

Uno que vivió con desesperación fue Spalleti. El técnico toscano se encaró con el banquillo español en una falta de Di Marco a Le Normand. "Tira para tu banquillo", le vino a gesticular De la Fuente, bien tranquilo porque su equipo bailaba a la todavía campeona de Europa. "Esto es gracias a los jugadores, que no se cansan de tener ambición. El sentimiento de equipo es la clave", dijo el seleccionador.

"Tenemos muchísimo talento, no me canso de decirlo. Yo no dormiría si fuese el míster por la cantidad de alineaciones que puede hacer", reflexionaba Morata. Ni siquiera se dio un respiro España en ataque y por eso vivió tranquilo Laporte pese a que tenía que encararse con Scamacca, un león al que convirtió en gatito.

Williams dribla a Di Lorenzo durante el partido.

Williams dribla a Di Lorenzo durante el partido.P-DE MELOAFP

Fue el central la única sorpresa del once de Luis de la Fuente, que recuperó la pareja con Le Normand porque Nacho, titular ante Croacia, arrastra molestias que le llevaron a llegar con retraso a la concentración en Essen porque se sometió a pruebas. Se lo guardó el seleccionador ante un partido exigente que acabó siendo más cómodo de lo esperado.

Nada más protegió el seleccionador. Apostó por Fabián, que se aprovechó de las ayudas de los centrocampistas italianos a las orillas, y se movió con tanta libertad que obligó a Donnarumma a sacar una mano decisiva para evitar el primer gol del partido. También maniobró Pedri a su antojo ante la mirada de Jorginho, otro al que la fecha de nacimiento se le notó, obligando a Calafiori a perseguirlo. Aseado estaba siendo el partido del central del Bolonia pretendido por la Juventus hasta que se convirtió en el protagonista involuntario del gol. Nunca habría imaginado sufrir tanto con esta España que, si bien huye de encasillarse en un estilo, está cada vez más claro a qué juega y la capacidad de dañar que tiene.

Susto y amarilla de Rodrigo

El único susto de la noche lo dio Rodrigo. Con una amarilla a la espalda del duelo ante Croacia, vio otra poco antes del descanso. Demasiado pronto para pensar que fue buscada porque el marcador aún marcaba el empate a cero, pero le obligará a descansar ante Albania el próximo lunes en Düsseldorf. No hay mal que por bien no venga, porque el capitán de España sufrió la entrada de Cristante en el arranque de la segunda mitad que le dañó la rodilla izquierda. Por un momento, la hinchada española enmudeció al ver cómo le hacían sobre el mismo césped pruebas en la articulación. Se alzó, correteó, se tocó pero aguantó todo el partido sin resentirse.

Scamacca, el león bajo el látigo de Spalletti: “Gracias al fútbol no me he descarriado”

Actualizado Miércoles, 19 junio 2024 - 22:39

El fútbol le ha salvado la vida a Gianluca Scamacca (Roma, 1999) y no duda en reconocerlo. En el barrio a las afueras de Roma donde nació, Fidene, no había futuro y el presente era perseguir la pelota en la calle con los amigos. "Era difícil no acabar en determinados círculos. Gracias al fútbol no me he descarriado", confiesa el máximo goleador de la Serie A que hoy pondrá en aprietos a España.

Para saber más

A sus 25 años ha trotado por media Europa para acabar encontrando su lugar en el Atalanta en una temporada en la que ha marcado 19 goles, ha sido campeón de la Europa League y se le han abierto las puertas de la selección. Pero para radiografiar a Scamacca hay que volver al extrarradio romano y al origen de la fama de pendenciero que, según el propio jugador, arrastra desde los 16 años.

"Siempre la liaba en el colegio. Un día corté la luz de todo el edificio", relata el delantero, que comenzó a enmendarse en la cantera de la Lazio para después dar el salto a la Roma, donde comenzó a moldearse como goleador y a fijarse en los movimientos de Totti cuando le tocaba ser recogepelotas en el Olímpico. Nunca pudo ni siquiera entrenar con él. Con 16 años, la Roma lo traspasó al PSV, con 270.000 euros.

"Holanda es una escuela de fútbol. Fue una decisión atrevida de la que no me arrepiento", asegura el futbolista, que tuvo como entrenador a otro mítico Ruud Van Nistelrooy. Pero aquel no era su lugar. Scamacca, sin haber cumplido la mayoría de edad, tenía tres o cuatro tatuajes y en el campo era capaz de todo, algo que chirriaba en un equipo modosito. "Si hacía un taconazo me decían si quería imitar a Ibrahimovic. Me veían raro. Y yo no entendía que para ir a tomarme un helado con ellos tuviera que decirlo diez días antes", contaba el delantero en una entrevista a su regreso al Calcio.

Fue incapaz de pasar más de dos años en Eindhoven pero su figura ya apuntaba y sí, además de por los tatuajes, se asemejaba a la del astro sueco. 1,95 de altura, buen juego aéreo, potencia en el remate y capacidad de asociarse en el área. Un tanque que complica la vida a las defensas: "La verdad es que veía sus vídeos y pensaba que sí nos parecíamos. Me gustaba su atrevimiento y yo en el campo me transformo y soy capaz de todo: de dar una carrera más que el rival o de pegarle".

Scamacca, durante el partido ante Albania.

Scamacca, durante el partido ante Albania.EFE

Eso vio el Sassuolo para llevarla de nuevo a Italia A en 2017, pero las lesiones complicaron su carrera y comenzó a trotar por el Cremonese, el Ascoli o el Génova antes de volver para despedirse con 16 goles. Fue entonces cuando la Premier, el West Ham, sacó el talonario y pagó 29 millones. Eso a pesar de un sambenito que arrastraba sin poder evitarlo.

Familia conflictiva y prejuicios

Meses antes, su abuelo fue detenido por amenazar con un cuchillo a los clientes de un bar y su padre por destrozar con una barra de hierro varios coches de directivos de la Roma en la ciudad deportiva de Trigoria. "A mí padre lo veo muy poco. Mi familia son sólo mi madre y mi hermana", tuvo que aclarar el delantero.

Cinco goles en su primer mes en auguraban que había encontrado su lugar en el mundo en Londres, pero todo cambió por una lesión. "En la Premier, si no estás al 100%, te barren". De allí se trajo un enorme león tatuado en la espalda y un convencimiento: "Nunca subestimes el poder que tienes dentro".

Ese poder le llevó a Bérgamo el pasado verano. Gasperini iba a ser su domador y el Atalanta el equipo que le catapultara. 12 goles en la Serie A, seis en la Europa League, y el título, y otro más en la Copa. Son 19 en total y siete asistencias, números que no pasaron desapercibidos para Spalletti, que también ha tenido que amansar a la fiera.

En marzo lo dejó fuera de la convocatoria para los amistosos ante Venezuela y Ecuador. La razón es que en la anterior concentración se había quedado jugando a videojuegos hasta la madrugada.

"Nadie sale lo que hago en la habitación, pero hay prejuicios hacia mí desde que tenía 16 años", contestó airado el jugador, pero el aviso surtió efecto y Scamacca apretó para estar en Alemania: de sus 19 goles que le convierten en el máximo goleador azurro, diez lo consiguió desde marzo. Imposible que Spalletti, necesitado de acierto, le dejase de vacaciones, pero no lo tiene ganado.

Le da una de cal y otra de arena. "Me gustan las mechas con las que ha venido", dijo el primer día de concentración para rebajar la tensión. Después volvió a repartir elogios y avisos. "Veo crecimiento y tiene un poco de todo: tamaño, velocidad, técnica y goles. También un poco de pereza", advirtió el convencido de que, si agita el látigo, Scamacca despertará para ser letal.

Modric empieza a echar cuentas: Croacia se deshace ante Albania y pone un pie fuera de la Eurocopa

Actualizado Miércoles, 19 junio 2024 - 17:44

No era una frase hecha la de Sylvinho alertando de que su Albania pelearía por cada punto en esta Eurocopa. Es su descaro lo que está poniendo picante a esta competición que acostumbra a guardar alguna sorpresa. Desnudó a Italia a los 23 segundos y noqueó a Croacia en el añadido final después de una remontada liderada por Budimir que parecía inapelable. La cenicienta de un grupo con dos campeonas del mundo y una semifinalista ha salido respondona y obliga a echar cuentas a los croatas. En la última jornada, frente a Italia, si no ganan y España se descuida en sus deberes, pueden verse con los dos pies fuera de la Eurocopa.

Habían escuchado el avisoq ue lanzaron los albaneses en su estreno con Italia, pero no lo interiorizaron y a los once minutos ya deambula por el campo con el marcador en contra y sin encontrar su fútbol. No le coge la medida el equipo de Dalic a esta competición en la que está sufriendo mucho más de lo que esperado.

Ramadani, cómodo ante Modric, Brozovic y Kovacic sesteando bajo el sol de Hamburgo, vio escaparse a Asani en la banda y le buscó para que fabricara la jugada del primer gol. El ya jugador de Las Palmas, como si en las botas tematizadas con la imagen de Mario Bros tuviera un guante, le regaló un centro al punto de penalti a Laçi para que, de cabeza, batiera a Livakovic. Otra vez estaban por delante antes del cuarto de hora. Otra oportunidad para, esta vez sí, atar la victoria.

Con Croacia sin desperezarse a la le bastó con ordenarse y buscar la espalda de la defensa croata con contras que no podían frenar. De una pérdida de Modric pudo nacer el segundo gol en un remate a bocajarro de Asllani que atrapó Livakovic. Había optado Zlatko Dali por colocar a Perisic de carrilero zurdo y Albania se encontró con un filón que a punto estuvo de aprovechar Rey Manaj con otro testarazo a las manos del meta del Fenerbahçe.

El despertador de Budimir

Necesitaba reaccionar con urgencia Croacia y fue el osasunista Budimir quien hizo sonar el despertador. Recuperó en el centro del campo y asistió a Kramaric para igualar el marcador. Era el minuto 73 y tardaron sólo tres más en ponerse por de delante. Otra vez el goleador rojillo peleó un balón hasta la línea de fondo para dejárselo en el punto de penalti a Sucic, con la fortuna de que Gjasula lo tocó y acabó en el fondo de la portería.

Lo más difícil, salir del sopor, lo habían hecho. Ahora debían tirar de oficio para agarrarse al resultado y no echar una moneda al aire ante Italia en la última jornada. Pero Sylvinho pensó lo mismo. Había apuntalado a su equipo para aguantar el punto de brío que habían exhibido los croatas y se quedaba sin armas. Hasta que apareció Hoxha para estirar al equipo y volver a llevarlo al área croata. Nadie se rinde en Albania. Es una sensación que no conocen aún.

Por eso Hoxha, que juega en el Dinamo de Zagreb y sabe leer bien la mente de los croatas, se lanzó a intentar hacerles más daño. No importaba que el tiempo ya corriera en su contra porque no estaban dando muestras de ninguna seguridad. Aceleró, esperó a que apareciera por la orilla el carrilero Mihaj y asistiera a Gjasula para, esta vez sí, marcar en la portería de Livakovic. Con el empate a dos, Albania suma oxígeno, vida para intentar colarse al menos como tercera en los octavos de final con un fútbol sin miedo.

Es esa la sensación instalada ahora en el vestuario de Croacia, que no para de echar cuentas a ver qué resultado del España-Italia le daña menos para llegar con alguna opción a la última jornada. No tiene gasolina ni ideas el equipo de Modric, el reflejo de que esta generación de croatas que lleva entre las mejores del continente desde 2018, está encarando su final.

El ‘portugués’ Roberto Martínez y su “generación superlativa”: fados, sorpresas tácticas y amansar a Cristiano

Actualizado Lunes, 17 junio 2024 - 21:22

«Tienes que perder para luego ganar/ Y aun sin ver, creer». Son estos versos y la voz de la fadista Mariza lo que ha inspirado a Roberto Martínez (Balaguer, 1973) para meterse a todo Portugal en el bolsillo. En apenas un año y medio, el primer entrenador de habla no portuguesa que dirige a la selección lusa se ha ganado al país y a los jugadores. De Cristiano Ronaldo al jovencísimo Joao Neves, a quienes ha traído a Alemania como única selección invicta en la clasificación, con diez victorias, 39 goles a favor y sólo dos en contra. «Hay que soñar muy alto. Vamos a crear recuerdos», se impone como reto el español.

La mirada está en volver a ganar un título que los lusos ya levantaron en 2016 antes del adiós de una «generación superlativa». El técnico español se perdía por los pasillos de la Casa dos Atletas de Federación Portuguesa los primeros meses, pero su plan estaba claro: se lanzó a conocer la estructura futbolística de un país de sólo 10 millones de habitantes, pero productor de tanto talento que tiene a 71 futbolistas en equipos Champions.

En su primera lista apuntó 200 jugadores, que después recortó a 90 y luego a 52 que monitorizó para hacer más fácil la criba de 20 y tres porteros que necesitaba para esta Eurocopa. El idioma del fútbol lo dominaba después de una larga experiencia en la Premier y con Bélgica. Pero sentía que necesitaba más. «Me gusta empaparme de la cultura y la forma de vida del país», confiesa siempre. Por eso se trasladó con su familia a Lisboa y comenzó clases de portugués, una lengua que se esforzó en dominar. La primera sonrisa de complacencia se la sacó a su afición entonando La Portuguesa, el himno nacional, en su primer partido en el banquillo.

Después ha sido capaz hasta de participar en la gala de los Premios de la Música Portuguesa, precisamente junto a Mariza, y de ser actor principal en el vídeo promocional de selección para la Euro. Roberto Martínez es una estrella que, además, ha conseguido la mejor versión de un equipo resquebrajado tras el Mundial.

«Trabajo, respecto y honestidad» es lo que pide y lo que se ha ganado de unos futbolistas a los que empezó por curar. «Cuando un entrenador no controla las emociones, no puede controlar el juego ni dar soluciones tácticas», advierte el catalán.

Su Portugal tiene un repertorio que explota las capacidades no sólo de Cristiano Ronaldo, reconvertido a sus 39 años en delantero y domesticado en trato, sino de toda la pléyade de estrellas que concentra y a las que convenció con charlas uno a uno por todo el mundo. «Portugal tiene la misma exigencia que un club grande y le va bien tener jugadores tan exigidos, por ejemplo, en la Premier», admite el seleccionador pensando especialmente en dos de sus líderes, Bruno Fernández y Bernardo Silva. Pero quiere más.

Cristiano Ronaldo y Pepe, durante un entrenamiento.

Cristiano Ronaldo y Pepe, durante un entrenamiento.M. A. LOPESEFE

A ellos encomienda el juego, en el que tendrá papel Joao Neves a sus 19 años e incluso Joao Félix, de quien espera su mejor versión. «Ellos nos van a abrir espacios y las estructuras defensivas que casi todos los rivales proponen en el fútbol moderno», reflexiona.

Cristiano, sin privilegios

A Cristiano y a Pepe, los dos 'cuarentones, les da el mando en el vestuario. «Tienen una experiencia y una forma de trabajar contagiosa». A Ronaldo incluso lo ha amansado e integrado en grupo, restándole poder para vivir al margen y rodeado de su corte, pero dándole los galones que le motivan. Incluso le ha inventado un papel distinto en el once titular que ya tramó con él en Riad su primera visita hace meses. «Llegamos al último tercio del campo con facilidad y tener tres puntas de lanza es nuestra idea. Cristiano es un jugador que queremos en el área por su potencia, su disparo e incluso su juego aéreo», advierte.

El arma que pretende explotar en esta Eurocopa, donde se encontrará con la República Checa, Georgia y Turquía, es una desconcertante flexibilidad táctica. Nadie sabe cómo jugará Portugal. «Queremos provocar la duda en los rivales», confiesa. «Puede hacerlo porque los jugadores han sido muy receptivos a esa conversación táctica. Han visto que les da un plus a su competitividad. Además, él es capaz de ver claras las soluciones que aparecen durante un partido», comenta el entorno del técnico.

En la clasificación ha tenido pocos partidos complicados y sabe que ahora es el momento «de crecer». El único entrenador español junto a De la Fuente no quiere pensar más allá. Aunque en su contrato marque que las semifinales son el objetivo, no parece posible que Portugal le abra la puerta a quien que se ha anudado su bandera al cuello.

El misterio de Bélgica: deshecha por Eslovaquia con De Bruyne desconcertado y Lukaku fallón

Actualizado Lunes, 17 junio 2024 - 20:45

Qué le ocurre a Bélgica en las grandes citas es un misterio que bien merecería la atención de Hergé como guión de una de las aventuras de Tintín. Una selección que aún tiene a De Bruyne y a Lukaku y a la que asoman con descaro Doku, Bakayoko y Openda no puede hacer una clasificación brillante y esperanzadora y arrancar una fase final en modo depresión. Eslovaquia le sacó los colores en un partido en que la portería se le hizo diminuta a Lukaku y que el VAR remató con alguna jugada polémica. Con Rumanía vapuleando a Ucrania, el grupo se aprieta y los belgas se descuelgan.

Se pellizcaban los belgas en la grada preguntándose cómo era posible que en un pispás se hubieran visto con el marcador en contra cuando habían arrancado el encuentro volcados en el área eslovaca del Frankfurt Arena. Pero fueron los hombres Francesco Calzona quienes gobernaron el partido y lo llevaron a sus zona de confort. Contuvieron la primera escapada de Doku que, empujado por la enfurecida a la hinchada de los Diablos Rojos, se asociado con De Bruyne para inventar una jugada que acabó con un disparo a bocajarro de Lukaku salvado con Dubravka. Fue la primera y le siguió otra cuando un mal control en carrera del gigante belga habilitó a Trossard para volver a probar al meta del Newcastle. Parecía cuestión de tiempo que Bélgica afinara, pero antes se equivocó groseramente y lo pagó.

En el pico del área pequeña, Doku quiso jugar la pelota y Kucka apareció para robársela. Su disparo lo desvió Casteels (a Courtois lo dejó Tedesco en casa frente a la tele), sin poder evitar que apareciera Schranz para abatir su portería. Con Eslovaquia en ventaja, a Bélgica el partido se le atragantó.

Gol de Schranz.

Gol de Schranz.T. HADEBEAP

No encontraba a De Bruyne para girar el juego y romper una estructura defensiva fortalecida por el resultado. Dos veces probó Trossard sin demasiada fe, una atajada por un esforzado Schranz y otra enviada a la grada tras un error en el inicio de juego de Dubravka. No encontraban cómo salir del aturdimiento ante un rival que tenía el plan clarísimo: impedir que hilvanaran y encontraran de manera cómoda la endiablada velocidad de sus extremos. Eso llevaba a Bélgica a la precipitación, con un cabezazo tímido de Onana en el área antes de que Casteels mantuviera la distancia con una mano salvadora a un disparo de Haraslin. Estaban incómodos, pero el resultado abierto. Tanto que Lukaku tuvo el empate en un mano a mano con el meta eslovaco al filo del descanso.

No le quedaba más remedio a Domenico Tedesco que revolucionar su once. Cambió de banda a Doku buscando la debilidad de Pekarik visto que no podía con Hancko en el flanco derecho. En lo que tardó en ajustarse Eslovaquia se fabricó Lukaku un disparo cruzado que salvó el portero del Newcastle, héroe aunque el MVP fuera Lobotka por la manera en que se merendó a Mangala y Onana cuando buscaban a De Bruyne.

El capitán fue apareciendo al tiempo que su fuerza de agotaba, pero resultó suficiente para encerrar a los correosos eslovacos. En un córner, Onana apareció para tocar en el segundo palo y que emergiera otra vez Lukaku para empujarla al fondo de la red. El VAR cazó que lo hizo en fuera de juego y volvió a oscurecerle la luminosa tarde de Frankfurt. No sería la única vez.

Reestructuró Tedesco todo su ataque, con todo lo que tenía a mano, Lukébakio, Openda y Bakayoko, para seguir estrellándose contra un muro. Incapaz de jugar, colgó balones. Uno lo sacó Hancko bajo palos, el otro, en el minuto 80, el VAR porque vio mano de Openda antes de iniciar la carrera y asistir a Lukaku. Otra vez, Bélgica a contrapié.