El español Carlos Alcaraz aplacó la reacción del polaco Hubert Hurkacz, que ganó un set, y, tras vencer por 6-4, 6-7 (5) y 6-3, alcanzó la final del torneo de Rotterdam, la primera de 2025 y la primera en su carrera bajo techo, que disputará ante el australiano Alex de Miñaur.
El murciano tardó dos horas y 23 minutos en ganar por cuarta vez en otros tantos enfrentamientos al polaco, que hace tiempo cayó del ‘top ten’ de la clasificación ATP donde estuvo instalado gran parte del pasado curso.
Alcaraz apunta a un nuevo título. Tras el sinsabor del Abierto de Australia tiene de cara su decimoséptimo éxito, el primero desde que ganó en Pekín en 2024. El español reaccionó a pesar de su mal inicio. Perdió el saque y permitió que el polaco tomara ventaja (3-0 y 4-1). Pero llegó su mejoría, evidente, especialmente en el resto y tras un parcial de 5-0 se hizo con la manga y se puso por delante en el marcador.
Después ninguno fue capaz de aprovechar sus oportunidades. Resguardaron el saque y la manga llegó hasta el desempate. Alcaraz desperdició una buena oportunidad. Con 5-4 de su lado sacó para cerrar el encuentro, pero una doble falta y un error dieron la ocasión al polaco, que amarró el set e igualó el partido.
Alcaraz se levantó y aceleró. Rompió de entrada y tomó una renta de 3-0 en el parcial definitivo que ya no desperdició. Ganó. Sumó su cuarta victoria seguida en Rotterdam y disputará su primera final bajo techo.
El murciano, que previamente dejó en el camino al neerlandés Botic Van de Zandschulp, el italiano Andrea Vavassori y a su compatriota Pedro Martínez, ganó a Hurkacz, que en cuartos se deshizo del ruso Andrey Rublev.
Alcaraz jugará la final contra el australiano Alex de Miñaur, finalista el pasado año, superado por Jannik Sinner, que ganó con autoridad al italiano Mattia Bellucci por 6-1 y 6-2.
Las noches en la Philippe Chatrier tienen su propia liturgia. Pronto, antes de que los jugadores salten a calentar, se llenan las gradas superiores, las más baratas, donde se ven grupos de amigos y ganas de jarana. Justo al empezar el partido, incluso un poco después, llegan los espectadores de la zona intermedia, que han apurado los minutos fuera del recinto para acabar de cenar. Y cuando ya han pasado 15 o 20 minutos de acción, aparecen los dueños de los asientos inferiores, con sus trajes, sus vestidos coloridos y alguna copa en la mano. Es un privilegio, perderse un rato de tenis, qué más da. Este martes, cuando los palcos se llenaron, Carlos Alcaraz ya había sentenciado su duelo de cuartos de final contra Tommy Paul y estaba camino de las semifinales, donde se medirá el viernes con Lorenzo Musetti. Quienes más pagan por sus entradas desconocían que no era un día cualquiera, que era el día.
Después de dejarse un set por partido ante Fabian Marozsan, Damir Dzumhur y Ben Shelton, el vigente campeón salió a arrasar, a demoler, a demostrar. Si su máximo rival, Jannik Sinner, no da un respiro a sus adversarios en París, él tampoco. Su victoria por 6-0, 6-1 y 6-4 en sólo una hora y 34 minutos de juego es su mayor exhibición de autoridad de esta edición, quizá de su carrera aquí. Es un mensaje.
"Come on, Tommy, tie-break", le gritaron a Paul con ironía cuando estaba 5-0 abajo en el primer set y luchaba por no cerrar el parcial de vacío. El público francés, siempre tan amable. Después, ya en el tercer set, cuando vio que se quedaban sin partido en un abrir y cerrar de ojos, animó sin cesar al estadounidense, pero ya no había nada que hacer. Desde el primer juego, en blanco, Alcaraz mostró una versión superior de sí mismo. "¡Pam!", sonaban sus derechas, más desgarradoras que nunca, crueles. Alcaraz estaba concentradísimo, estaba sólido, estaba explosivo y al mismo tiempo estaba afinado con golpes complicados como el globo. Paul, quizá lastrado por algún problema físico, no sabía qué hacer.
DIMITAR DILKOFFAFP
El año pasado en Wimbledon asustó al español con sus muchos recursos y su potente saque -le ganó el primer set-. Esta vez entró despistado a la pista y se lo llevó por delante un huracán. Punto a punto, juego a juego, el estadounidense fue perdiendo la esperanza y a partir de la hora ya sólo jugaba por la honra. Pese a ello, al contrario de lo ocurrido en partidos anteriores, Alcaraz supo asegurar su victoria lo más rápido posible y no sumó más minutos de esfuerzo. El español nunca vio peligrar su saque -de hecho nunca afrontó una bola de break-, pero en el último set le costó romper al estadounidense. Al final lo hizo. No era un día cualquiera, era el día.
Con más apoyo que antes
En su calentamiento horas antes en la pista 2 del recinto de Bois de Boulogne ya se observaba que algo había cambiado. En la primera semana del torneo, Alcaraz únicamente estaba acompañado por su equipo, por su padre Carlos y su tío abuelo Tomás. Antes de cada encuentro, el público francés abarrotaba las gradas de la pequeña pista para animarle, pero si el tenista escuchaba que alguien le llamaba Charly se giraba a mirar quién era. Este martes ya era distinto.
"Hoy me siento más lejos de vosotros, que somos más", anunciaba su padre a los periodistas españoles desplazados a París, con quienes suele charlar. Junto a él, esta vez, varios familiares y amigos de Alcaraz de El Palmar que ya sabían de la importancia del partido ante Paul y los siguientes. "Siempre digo que este torneo es especial para mí y es muy importante volver a semifinales por tercer año consecutivo", proclamó el número dos del mundo después del encuentro.
Ahora, habrá dos días de descanso en los que la compañía le ayudará a despejar la mente, las semifinales y una muy posible final contra Sinner. El italiano juega este miércoles sus cuartos de final contra Aleksandr Bublik (sobre las 16.00 horas, Eurosport y Max) y si gana se medirá al vencedor del duelo entre Novak Djokovic y Alexander Zverev (20.15 horas), aunque su favoritismo en esos duelos es incontestable. Sólo Alcaraz amenaza a Sinner, sólo Sinner amenaza a Alcaraz.
Quedan peligros, pero el Masters 1000 de Roma empieza a preparar una final entre Carlos Alcaraz y Jannik Sinner el próximo domingo, la primera entre ambos sobre tierra batida desde que eran unos críos. Si el italiano -que este jueves se enfrentará en cuartos de final a Casper Ruud- ha regresado de su sanción en excelente estado de forma, el español está también preparado. Este miércoles se aseguró su pase a semifinales al vencer a Jack Draper por 6-4 y 6-4 en una hora y 37 minutos en un encuentro incómodo por varios motivos.
En primer lugar por el viento de tormenta que azotó el Campo Centrale del Foro Itálico desde el calentamiento. Y en segundo por la estrategia de su adversario, siempre molesta, monótona e incluso aburrida.
Pese a su juventud, Alcaraz conoce las amenazas que el circuito le guarda; adversarios que le pueden acabar de estropear un mal día. Todos tienen el mismo perfil y Jack Draper es paradigma. Un saque de los que conceden pocas oportunidades, golpes potentes desde el fondo de la pista y, en este caso un cambio de mano, pues es zurdo. En los enfrentamientos anteriores, como en las semifinales del último Masters 1000 de Indian Wells, el británico ya le había amargado obligándole a jugar siempre de revés, todo el rato de revés, y por eso Alcaraz salió a la pista con toda la seriedad del mundo.
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"¡Va, anímate!", le pedía su entrenador, Juan Carlos Ferrero, en el primer set, pero en realidad no estaba apagado: estaba concentrado.
La pelea en el segundo set
Necesitaba estudiar las condiciones, el viento y la imposibilidad de dominar con su derecha. El margen era estrecho, dibujaba un plan. Con los primeros errores -incluida una doble falta- concedió un break y se descubrió por debajo en el marcador (2-4), pero a partir de ahí todo cambió. En cuanto Draper empezó a fallar sus primeros servicios, Alcaraz entró en la pista y la hizo suya. A base de piernas desmontó el tenis de su rival y luego pudo gustarse, bailando sobre el vendaval, aprovechando el aire para sus dejadas.
Con tres roturas consecutivas del servicio del británico, no sólo giró el primer set (6-4), también arrancó el segundo set con ventaja. Pero entonces le tocó tirar de oficio. El orgullo de Draper le devolvió el break y a partir de entonces padecía en cada servicio. Un dato: en ese periodo, el británico realizó 22 saques y el español, 51. Hubo que resistir, resistir y resistir -incluso salvar tres bolas de rotura- hasta que con 4-4 se abalanzó sobre Draper y se hizo con el triunfo.
JAVIER MARTÍNEZ
E. Especial
@JavierMartnez5
Nueva York
Actualizado Domingo,
10
septiembre
2023
-
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