Cartas deportivas
Opinión
Con su impactante victoria en Indian Wells, ya lo tenemos de nuevo encaramado al número 1 del ranking, superando a Novak Djokovic, y dejando de lado ese par de lesiones seguidas que nos hicieron dudar estas semanas.
En España, lógicamente, es complicado que estas cosas nos sorprendan. Pero ya solía decir un ex socio y experto profesor de este deporte que “el tenis no lo podemos enseñar: los chavales lo aprenden”. El Tío Toni siempre fue consciente de ello: “aquí el especial era mi sobrino, no yo”.
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La idea lírica de Foster Wallace sobre los elegidos -“unos pocos capaces de hacer con sus cuerpos cosas que los demás sólo podemos soñar”-, nos la concretó un director de cantera en datos: “Los que dan el salto tienen alguna variable muy por encima del rango que les corresponde. Unos es la velocidad; otros la fuerza; otros algún concepto técnico…”
¿En qué podría diferenciarse un siguiente número uno del tenis? ¿Es posible tener una combinación más letal de drive liftado en mano zurda que la de Rafa Nadal para arrasar en tierra? ¿Se puede tener una conexión ojo-pelota más sobrehumana que la de Roger Federer? ¿Se puede golpear con más limpieza el revés a dos manos de lo que lo hace Novak Djokovic?
Es evidente que Carlitos tiene mucho de todo eso. Y que nos asombran sus ‘dejadas’, tan estéticas y efectivas. Y que el equipo que hace con Juan Carlos Ferrero -y más ahora cuando la ATP ha decidido permitir una comunicación en pista-, es una combinación jugador-entrenador difícilmente mejorable.
Pero de forma puramente intuitiva notamos un rasgo adicional en su puesta en escena ¿No les llama muchísimo la atención esa sonrisa de oreja a oreja, tan natural, tan contagiosa, tan poco habitual en el deporte del ¡silencio, por favor!? ¿Y si fuera esa impactante y contagiosa sonrisa lo verdaderamente diferencial de Carlos Alcaraz para llegar y mantenerse en el número uno de su deporte?
Con una raqueta en la mano, Carlitos parece estar siempre disfrutando mucho más que sus rivales en la pista. Eso no hay entrenador que lo prepare.