Al final del partido, la derrota por 1-2 ante la Real Sociedad, la primera en Liga esta temporada en casa, fue lo de menos. Lo que más deseaban los más de 88.000 espectadores que se dieron cita en el Spotify Camp Nou era que Sergio Busquets, el capitán, recogiera el título de Liga de manos de Luis Rubiales.
El FC Barcelona celebra el título de LaLiga.LLUIS GENEAFP
Para hacerlo, tuvo que subir al palco mientras todos sus compañeros, incluidos Pedri, Araujo y Gavi, bajas en el duelo por lesión, aguardaban expectantes a que levantara el trofeo al cielo. Cuando lo hizo, lo acompañó un estallido de júbilo ahogado hace ahora casi una semana en Cornellà-El Prat.
Cuando, al fin, Busquets bajó de nuevo al césped para levantar la copa ante la afición, lo acompañó otro estallido: el de varios cañones de confetti con los colores de la senyera y los azulgrana del equipo. Acto seguido, le tocó empezar una tanda de parlamentos en la que no faltó una mención especial para los compañeros que empezaron la temporada como barcelonistas y que ya no están en el club, como Bellerin, Aubameyang, Depay o Piqué. “Primero, quiero darles las gracias a Héctor, Auba, Memphis Geri, a todos los compañeros del filial que nos han ayudado a conseguir este título y también a todo el staff que está en la sombra y que son tan importantes como nosotros”, aseguró el capitán.
“Queríamos ganar títulos y lo hemos conseguido siendo un gran equipo y sobre todo con una gran afición. Muchas gracias por el apoyo porque sin vosotros no habría sido posible. Por último, no dudéis de que esto no ha hecho más que empezar. ‘Visca el Barça y Visca Catalunya’“, apuntó para terminar un Busquets que acabaría incluso incrustado en la grada de animación, micrófono en mano, para participar en los cánticos de ánimo al club que salían de la grada.
Antes, eso sí, los jugadores saltaron al grito de “madridista el que no bote” y hubo también referencias mucho menos amables al eterno rival. Sólo después, de que un Xavi Hernández que destapó su gusto por algunas citas históricas, por definirlas así, una del propio Joan Laporta y otra de Johan Cruyff, pronunciara también su discurso.
“Buenas noches a todos. Si os acordáis, el día del Gamper pedí la unión de todo el barcelonismo. Es hora de dar las gracias. En primer lugar, al presidente. Presi, “no estamos tan mal”.También, a su junta, por el apoyo a este ‘staff’. Muchas gracias en segundo lugar a todo el ‘staff’ y a todos los jugadores, que se han dejado la piel en el campo. Y, por último, deciros que sin vosotros esto no sería lo mismo. La afición. Habéis estado espectaculares toda la temporada, Los de aquí, los de casa y los que vinisteis a acompañarnos en la rúa. Era de ‘gallina de piel’. Muchas gracias. ‘Visca el Barça y Visca Catalunya'”, apuntó un Xavi cuyo nombre fue también muy coreado por la grada.
El ‘no estamos tan mal’ de Laporta y el ‘gallina de piel’ de Cruyff en boca de Xavi no fueron, con todo, el único guiño al pasado. En la megafonía, por un momento, sonaron también los acordes del ‘Viva la vida de Coldplay’. Aquella canción que en tiempos de Pep Guardiola, ya vencedor de su quinta Premier League con el City, acompañó un 2009 que vio el primer triplete de la historia del Barça y en el que se sumarían también la Supercopa de España, la Supercopa de Europa y el Mundial de Clubes. ¿Merecerá su Barça también ser recordado con su propia banda sonora?
Los Dallas Mavericks se clasificaron este sábado para la final del Oeste de la NBA, tras eliminar en un dramático sexto partido (117-116) a los Oklahoma City Thunder, que habían quedado primeros de la conferencia durante la temporada regular.
Fue un juego de idas y venidas, en el que los Thunder, que querían llevar la eliminatoria a un séptimo juego en Oklahoma, estuvieron por delante casi todo el partido con ventajas de hasta 17 puntos.
Los Mavericks, sin embargo, con Luka Doncic iluminando el camino, nunca bajaron los brazos, incluso cuando podía parecer que estaban tocados de muerte, en un esfuerzo colectivo que tuvo recompensa en los últimos minutos.
Shai Gilgeous-Alexander dio a Oklahoma 36 puntos, Jalen Williams 22 y Chet Holmgren 21, pero los Thunder fallaron más tiros y sobre todo atraparon menos rebotes que los Mavericks (47 a 31).
El esloveno Doncic fue el auténtico protagonista de los Mavericks, con un triple-doble de 29 puntos, 10 rebotes y 10 asistencias, un partido solo manchado por sus 7 pérdidas de balón, que en algún momento dieron alas a los Thunder. Por su parte, Kyrie Irving anotó 22 puntos, los mismos que Derrick Jones Jr.
Los hombres de Jason Kidd vuelven a la final del Oeste por segunda vez en tres años (en esa ocasión cayeron ante los otrora todopoderosos Golden State Warriors) y esperan rival entre Denver Nuggets y Minnesota Timberwolves, que mañana disputan su séptimo y definitivo capítulo.
Dallas da la campanada
Gran inicio de los Oklahoma City Thunder, que en un abrir y cerrar de ojos se pusieron 10 arriba en el American Airlines Center de Dallas.
Tuvo que intervenir Luka Doncic para evitar que Oklahoma City abriera una brecha mayor y redujo esa ventaja inicial a un solo punto, pero el esloveno, que lleva arrastrando molestias durante todo el 'play-off', tuvo que irse al banquillo con dolor en la rodilla.
Circunstancia que aprovecharon los Thunder, que con un gran triple de Jalen Williams sobre la bocina casi desde la mitad de la cancha dejaron un 23-30 en el luminoso del primer cuarto.
Los Thunder volvieron a tener un gran inicio de segmento ampliando a 11 su ventaja, pero perdieron el ritmo y esta vez sí que los Mavericks le dieron la vuelta al marcador por primera vez con un 42-40.
Fue efímero: el horizonte de la eliminación hizo reaccionar a los hombres de Mark Daigneault, que machacaron a triples -5 en los últimos 3 minutos del cuarto- a unos Mavericks que aflojaron y que perdieron 12 balones en el primer tiempo -5 de ellos Doncic-.
El resultado al descanso era de 48-64, con 21 puntos de Shai Gilgeous-Alexander. Para los Mavericks, Doncic llevaba 15.
Con un parcial de 13-0 en el ecuador del tercer cuarto, Dallas se puso apenas cuatro abajo (73-77) y tenía noqueados a los Thunder, sin comprender del todo bien qué les estaba sucediendo.
Los Thunder no dejaron que los Mavericks se les acercaran más, pero fue un mal cuarto para Oklahoma City, superados por una situación que no conocían: la de verse al borde del precipicio.
Al final del cuarto el resultado era de 83-90, aún con Oklahoma por encima, pero la confianza había cambiado de bando.
A 7:22 del final, cuando Daigneault pidió tiempo muerto, Kyrie Irving acababa de dejar el partido 95-97 con un triple. Después de ese tiempo muerto, Dallas empató 97-97.
Los Mavericks no se pusieron por delante hasta el 107-105 a 3:39 del final, con una canasta de Doncic.
Faltando 27 segundos y con Dallas 115-113, P.J. Washington cometió una personal que dio a Oklahoma City un tiro libre y posesión. Tiro libre de Gilgeous-Alexander y 'alley oop' de Chet Holmgren asistido por Shai. 115-116.
Con 20 segundos, los Thunder hicieron una buena defensa a Doncic, que casi perdió el balón, pero llegó a las manos de Washington que recibió una falta de Gilgeous-Alexander cuando alistaba el triple a 2.5 del final.
Con tres tiros libres, P.J. Washington anotó los dos primeros y falló el tercero con toda la intención, dejando a Oklahoma City Thunder sin tiempo material para nada.
Doncic, protagonista indiscutible
Doncic advirtió tras el partido que en la final de la Conferencia Oeste de la NBA deberán enfrentarse a un equipo "muy duro", ya sean los Denver Nuggets o los Minnesota Timberwolves.
En la final, esperan al ganador de la eliminatoria entre Nuggets y Timberwolves, ahora empatada 3-3 y cuyo finalista saldrá del séptimo y definitivo partido que se disputará este domingo en Denver.
"Claramente nos vamos a enfrentar a un equipo muy duro, ya sea Denver o Minnesotta, pero hoy, creo que hoy, tenemos que disfrutar esto", dijo Doncic en declaraciones a pie de pista a la cadena ESPN.
"Mucho respeto (por los Thunder). Tienen un equipo increíble, son muy jóvenes pero no lo parecen, parecen muy experimentados. Y evidentemente Shai (Gilgeous-Alexander) es increíble la manera en la que juega. Mucho respeto por ellos", sostuvo el esloveno.
Doncic, que jugará su segunda final de conferencia en tres años, dijo que mañana verá el partido entre Nuggets y Timberwolves.
"Hoy vamos a celebrar esto y mañana vamos a descansar, pero tenemos que ver el séptimo partido y estar preparados para lo que viene", afirmó.
"No tenemos nada que perder", aseguraba Gonzalo Vinuesa, medio de apertura de la selección española de rugby, ante la final del Campeonato de Europa, el segundo nivel del rugby continental tras el Seis Naciones. El rival, Georgia, partía como favorito. Campeón invicto en los siete años anteriores, vencedor ocasional de selecciones como Gales o Italia, habitual en los mundiales. Ante un equipo tan bien armado, el quince de Pablo Bouza no sólo ha aguantado en Tiflis, sino que ha dominado el partido en el primer tiempo. Con cabeza y bien plantado, ha sorprendido por su iniciativa, ha tenido más balón (58% de posesión al descanso) y ha llevado el juego a campo local aprovechado con el pie de Gonzalo López Bontempo las indisciplinas locales.
Jugar contra Georgia supone una prueba de resistencia hasta el agotamiento. Aun así, los Leones, muy exigidos -como era previsible- en las fases estáticas, también han respondido en la primera mitad en el combate en juego abierto. Han perdido, sin embargo, varios balones cuando se acercaban a la zona de marca. Con menos oval, el conjunto georgiano se ha mostrado mucho más peligroso al oler la zona caliente: dos ensayos de touche-maul y otro a la carrera, rompiendo placajes, del ala Tabusadze para firmar una remontada muy ajustada (17-16) al descanso.
El reto añadido del los choques contra los Lelos reside en que, probada la resistencia rival, meten una marcha más. Lo han demostrado al regreso del vestuario. Su melé ha empezado a arrastrar a la española, a ganar golpes de castigo, a llevarlos al saque de lateral, a montar las plataformas, a sumar ensayos. Tres en once minutos (34-16) para asegurarse la final.
La selección española ha reaccionado con casta, ha retomado la iniciativa, ha vuelto a campo rival pero, al contrario de lo habitual, ha fallado en los saques de lateral y no ha podido recortar diferencias (46-28). Este domingo, con todo, tiene el premio de una plata bien ganada, merecida, que supone un avance respecto al bronce de 2024.
Gonzalo Vinuesa distribuye el juego en la final contra GeorgiaGeorgia Rugby
El primer objetivo, el Mundial
Los leones arrancaron este campeonato venciendo en Madrid (53-24) a Países Bajos en el partido decisivo para conseguir la plaza en Australia 2027. Ese domingo exhibieron su productividad en ataque. Con un 44% de posesión de balón -según datos de Rugby Europe- metieron siete ensayos por tres de los visitantes. Esperaban un partido más igualado frente a un equipo basado en la delantera. No rehuyeron el contacto, pero lo afrontaron donde más les interesaba. El mejor ejemplo fue el maul después de touche; de esa formación arrancaron cuatro marcas. "La touche en el rugby actual es fundamental, es un punto de conquista clave para lanzar nuestro juego desde diferentes partes del campo, sin la touche no sería posible", destaca Ignacio Piñeiro, 22 años, delantero en el equipo filial del Oyonnax francés y saltador habitual con su 1'98 de estatura.
En el juego abierto, sin embargo, fueron menos al choque que el rival. Buscaron mover el oval, desbordar a unos rivales más voluminosos. "Teníamos indicaciones de tratar de jugar lo máximo posible y así lo intentamos, el ataque fue bastante fluido, yo creo que salió bien", explica Gonzalo Vinuesa. Desde su posición de medio de apertura, el jugador de Complutense Cisneros suele dirigir a la tres cuartos en la selección.
La velocidad, en el siguiente partido en Suiza, la prendió el zaguero Feta Casteglioni. Argentino de madre española, afincado en nuestro país desde 2013 y con una década en la selección. No ha sido un fijo en las convocatorias, él mismo lo señala, pero ha estado disponible hasta en los peores momentos. Sus carreras sorteando rivales despertaron aquel día al equipo. A España le bastaba la victoria ante un conjunto a priori muy inferior. Pero el quince de Bouza se mostró incómodo, errático, en ocasiones incluso inseguro.
España gana una touce en el partido contra Países BajosVíctor LerenaEfe
Casteglioni lo atribuye a la resaca mental del triunfo anterior. "Éramos superiores, te vas relajando o no estás del todo enfocado, esas pequeñas cosas te llevan al nerviosismo, fue una mezcla de todo". En la segunda mitad en Suiza, la selección atravesó por un momento delicado, con 13-28 en el marcador y obligada a defender sobre su línea de marca. Resistió, retomó la iniciativa y acabó ganando con claridad (13-43) pero sin brillantez. Aun deslucida, esa segunda victoria consecutiva devolverá, 28 años después, a los Leones a un mundial. "Fue como resumir todo y decir que por lo menos valió la pena estar luchándola tanto", expresa, en términos personales, el zaguero del Recoletas Burgos Caja Rural.
El último partido de la fase previa, contra Georgia en Madrid, sólo decidía los cruces de semifinales pero se presentaba como una buena oportunidad para la celebración con los aficionados. No hubo motivo, España tampoco jugó bien. Plantó cara a un rival superior hasta el minuto 25 (13-15) y, a partir de ahí, se difuminó. 14-37 al descanso y 32-62 al final. Mal en la disciplina, mala defensa -diez ensayos encajados-, malas sensaciones.
Pese a lo anterior los Leones no sólo anotaron esos 32 puntos, sino que se enfrentaron en el cuerpo a cuerpo a una delantera que podría estar al nivel de algún equipo del Seis Naciones. De los cuatro ensayos españoles, tres partieron del saque de lateral y en dos de ellos se alcanzó la línea percutiendo centímetro a centímetro. Aspectos en los que, afirma Ignacio Piñeiro, el paquete español está progresando. "Destacaría la agresividad en los puntos de encuentro, tanto en la melé, como en el maul y el pick and go; son las fases donde poco a poco nos estamos encontrado más cómodos".
El mejor partido, la semifinal en Portugal
Este domingo, en un choque de mayor intensidad, el marcador y sobre todo las sensaciones han sido distintas. Aun así, la diferencia de nivel entre ambas escuadras no la marca sólo el desafío físico. Para Casteglioni radica en que, a diferencia de los españoles, casi todos los georgianos forman parte del entorno muy profesionalizado de las dos primeras categorías francesas. "Juegan partidos durísimos todos los fines de semana y eso se nota mucho . Salvo algunos como Niniashvili, que es un crack, los demás en destrezas o en ciertas cosas no son muy superiores a nosotros, pero la intensidad marca una diferencia".
"Hicimos una autocrítica muy dura tras el primer partido contra Georgia", ha reconocido el seleccionador Pablo Bouza. La "agresividad" que citaba Piñeiro salió a relucir en la semifinal. A domicilio y contra Portugal, un equipo que ha destacado desde el mundial disputado en 2023. La selección española no le dio tregua. Tuvo más iniciativa y posesión (58%), se impuso en las fases estáticas, ganó la línea de ventaja 105 veces -el doble que el rival-, hizo retroceder a la defensa y exhibió una continuidad en el juego (127 rucks por 80 de los locales) plasmada en dos ensayos en los que, entre cargas, limpieza en el suelo y pases, intervino la mayoría de los Leones. España encontró, además, otro asidero en el pie de Gonzalo López Bontempo: 27 puntos, sin apenas fallos, en los tiros a palos, algunos desde el centro del campo.
Rugby EspañaJavier IzquierdoReal Federación Española de Rugby
"Hubo mucha cabeza, el análisis previo de los entrenadores creo que fue muy bueno", recuerda Casteglioni. Apunta que, aun con algunos fallos españoles en el placaje, la peligrosísima tres cuartos portuguesa no desequilibró. "Creo que pudimos controlar en gran parte del partido a los backs de ellos, que son muy habilidosos". El zaguero califica de "impresionante" la actuación de los delanteros españoles. Lo corrobora Vinuesa. "Pasamos por arriba a los a los delanteros portugueses y eso te da mucha facilidad. Cuanto más dominen los delanteros, más cómodo estoy yo para jugar y sobre todo más espacios hay por todos lados".
"Creo que tenemos equipo para ganar el oro", había asegurado otro de los jugadores españoles, Mario Pichardie, hace unas semanas en EL MUNDO, en una afirmación que retrata sobre todo la ambición del grupo. La clasificación para el Mundial y el desafío, este domingo, a Georgia en muchos minutos de la final resitúan a España en el escaparate.
El próximo paso será progresar contra los conjuntos de un nivel parejo. "A Portugal, seguir ganándole; a Georgia, acercarnos lo más posible; a los de parecido nivel, Uruguay, Rumanía, ir ganándoles estos dos o tres años; y Estados Unidos nos ha ganado las últimas dos veces, pero creo que estamos ahí". Casteglioni completa esa ruta con las vibraciones positivas del equipo. "Bouza hace mucho foco en que los vínculos entre nosotros sean muy buenos, eso te hace sentir parte de algo y esa pertenencia te hace dar más siempre".