Testigo directo
El país despide a su ídolo con dolor, pero lejos de la entrega que mostró Argentina con el fallecimiento de Maradona
De repente, Brasil se dio cuenta de que había sido dueño de Pelé. Si el jueves, al conocerse la muerte del legendario futbolista, el país reaccionó con cierta resignación y normalidad ante algo que se veía venir, este viernes todo fue homenaje al “10”. Mientras el presidente Jair Bolsonaro abandonaba el país y su sucesor; Luiz Inacio Lula da Silva, seguía armando el nuevo gobierno, Brasil ponía en pausa la política para volcarse al fútbol.
Así, Pelé fue futbolista, pero también cantante, artista, político, líder de los derechos civiles, hombre de negocios, abrepuertas de alcance internacional, figura inspiradora para los que no tienen esperanza. Todo dependía de quién estuviera hablando y de qué faceta del tres veces campeón mundial se estuviera mostrando.
“¡Tres veces campeón del mundo! Ningún jugador en la historia logró eso”, insistían una y otra vez en la televisión.
¿Qué sabes de Pelé?, le preguntó un reportero a una niña de diez años que visitaba el Museo del fútbol en el estadio de Pacaembú, en Sao Paulo. “Que era un rey”, fue la respuesta, mientras los empleados del museo rescataban del depósito una de las camisetas que Pelé vistió en México 70 para volver a exhibirla en un lugar preferencial.
Brasil, país de emperadores, recuperó a su rey, a “O rei”. Una vez muerto, claro.
“Brasil es así, se acuerda de sus ídolos cuando mueren”, criticó Marcio en una gasolinera mientras observaba las imágenes que, sin pausa, recordaban al ex jugador del Santos. Durante buena parte del día, la televisión brasileña volvió a ser en blanco y negro para recordar los mejores goles de Pelé, aunque del mejor de todos no haya registro fílmico.
Lejos del adiós a Maradona
Fue una especie de Pelé reversionado: goles en cámara lenta, goles desfragmentados, imágenes coloreadas y tratadas con nuevas tecnologías para hacer más “real” la experiencia. Y un orgullo siempre presente: ahora que murió, es bueno recordar que Pelé fue el brasileño más importante de la historia, el hombre que puso a Brasil en el mapa cuando el país estaba lejos de ser la potencia económica que es hoy, el hombre por el que, para muchos, ser brasileño es un orgullo.
“Fue el secretario de Estado Henry Kissinger el que le pidió que hiciera algo por el fútbol en Estados Unidos. Y entonces llegó la aventura del Cosmos”, se repitió una y otra vez. “Pelé visitó 72 países y consumió 17 pasaportes”, se escuchó también.
El velatorio del ídolo será este lunes en el estadio del Santos, el club de su vida. Allí se hará presente el flamante presidente Lula, un día después de asumir por tercera vez la jefatura del Estadio, y que ya anunció que el puerto de Santos, el principal del país, llevará el nombre de Pelé. Y todo indica que estará también, Celeste, la madre de Pelé, que a sus 100 años despedirá a su hijo.
Pese al enorme despliegue mediático, la reacción popular estuvo a años luz de lo sucedido hace algo más de dos años en Argentina, cuando murió Diego Maradona. No hubo escenas de tristeza profunda, llantos ni sensación de fin del mundo. Los brasileños son, en ese sentido, menos pasionales que los argentinos: muchos de ellos, aún hoy, siguen jugando con la idea de que Maradona está ahí, de que vuelve a cruzarse con los mortales, incluso de que ayudó a Lionel Messi a obtener el tricampeonato mundial.
En Brasil no, en Brasil hay orgullo nostálgico y medido, en parte también porque Pelé le era ajeno a la mayoría de las actuales generaciones mientras que a Maradona la mayoría de los argentinos vivos lo habían visto jugar. Maradona murió a los 60 años. Pelé, a los 82.
El brasileño tenía también costados polémicos que lo alejaban de sectores importantes de los brasileños. Desde posiciones políticas no siempre coherentes hasta el negarse a reconocer a una hija, pasando por la admisión de que no sabe en realidad cuántas veces fue padre: “Con total honestidad, he tenido unos cuantos affaires, algunos de los cuales terminaron en hijos, pero solo me enteré de la existencia de ellos más tarde”. En eso, él y Maradona se parecían bastante.
Y en el fondo, como sustrato de todo, una teoría que suele desarrollar el periodista Juca Kfouri, quizás el más lúcido de los analistas del fútbol brasileño: Brasil no es un país enloquecido por el fútbol al nivel que a veces se cree.