Tanto tiempo después, Björn Borg (Estocolmo, 1956), un tenista que trascendió como ningún otro hasta entonces las lindes de la cancha, ofrece su propia versión de los hechos en una autobiografía coescrita con su esposa Patricia. Los hechos fueron, telegráficamente: 11 títulos del Grand Slam entre 1974 y 1981, una profunda revolución en el concepto del juego, un colosal impacto mediático y popular, una fascinante rivalidad con John McEnroe, una abrupta retirada con tan sólo 26 años y un regreso fallido y fugaz. De todo ello, y de sus efectos nocivos, da cuenta, con estilo frío, quirúrgico, en Latidos. Björn Borg. Memorias, editado en España por Alianza Editorial. Atiende a EL MUNDO en conversación telefónica desde Estocolmo.
- ¿Por qué ha decidido escribir ahora su autobiografía?
- Tuve muchas ofertas en los años noventa, de Inglaterra y Estados Unidos. Les dije que no estaba preparado. Luego las ofertas se sucedieron, pero seguía sin encontrarme listo. Aunque tenga a un gran periodista o escritor como interlocutor, si no tengo confianza con él no soy capaz de sincerarme. Mi mujer está muy vinculada al mundo universitario, es una gran lectora y escribe mucho. Una noche, cenando, le propuse la idea de escribir el libro. Se sorprendió, me pidió tiempo para pensarlo, y al día siguiente me dijo que sí. Llevamos 25 años juntos. Conoce mi vida, conoce el tenis y ha viajado conmigo alrededor del mundo. Nos llevó tres años completarlo.
- Al final de la obra, desvela que padece cáncer de próstata. ¿Cómo se ha enfrentado a ello?
- Me lo comunicaron en septiembre de 2023. Mentalmente fue durísimo. Tenía que ir a Vancouver como capìtán del equipo europeo de la Laver Cup a finales de mes. Me recomendaron que no fuera, pero acudí. Al regreso, fui al hospital en Estocolmo y me dijeron que estaba muy mal y que debía someterme a una operación en febrero. El tiempo que transcurrió hasta la operación fue terrible. No paraba de pensar. La intervención salió bien. Me someto a chequeos cada seis meses. Ahora me encuentro bien.
- Volvamos al tenis. Un campeón indestructible como era usted se tornó vulnerable sin una raqueta en la mano.
- Lo dejé a los 26 años porque no me divertía y carecía de motivación. Perdí a buena parte de mis amigos y la esencia de cuanto me rodeaba. Entré en una vida distinta, en años oscuros. Me preguntaba continuamente por qué no había seguido vinculado al tenis de otro modo en lugar de tomar decisiones estúpidas. Incluso ahora me lo sigo preguntando.
- Parece un caso elocuente de alguien devorado por su propio éxito.
- Encontrar un equilibrio en la vida resulta muy difícil. Cometí errores de manera contumaz. Cuando regresé en Montecarlo, en 1991 [perdió en dos sets ante Jordi Arrese en un acontecimiento que se tornó en decepción] no lo hice porque hubiese recuperado el deseo de competir, sino para encontrarme a mí mismo. Temía morir. Quería seguir viviendo. Tal vez si no hubiera vuelto ahora mismo no estaría hablando con usted. Parece que siempre he tenido a un ángel de la guarda a mi lado, que me ha permitido escapar de la muerte. Fueron años muy, muy oscuros, llenos de demonios.
- ¿Qué buscaba en las drogas?
- Si no eres feliz, pretendes escapar. Drogas, pastillas o demasiado alcohol para huir de la vida. Estaba completamente perdido.
- Cree que la necesidad de tener siempre una mujer a su lado tuvo que ver con la soledad que sintió en la pista.
- Necesitar siempre compañía ha sido siempre un problema para mí. Empezaba una relación sin haber concluido la anterior. Pero, paradójicamente, cuando mejor me he sentido es cuando he saltado a una pista de tenis, allá donde nadie podía perturbarme, un lugar donde ser yo, estar tranquilo, sentir armonía.
- Como explica en el libro, su generación cambió el tenis y lo convirtió en un deporte de masas.
- Creo que hicimos mucho por el tenis. Además de llevar el juego a otro nivel, éramos personalidades distintas, capaces de enriquecer la competición. Hoy es un deporte completamente distinto, la pelota se golpea mucho más fuerte, pero también cuenta con muchos atractivos. Ahora mismo la rivalidad entre Alcaraz y Sinner es increíble, procuro no perderme ninguno de sus enfrentamientos. Me encanta seguir vinculado al tenis, porque es algo que está muy cerca de mi corazón.
- ¿Qué tenía de especial su rivalidad con McEnroe en comparación con la que ha citado o con la de Nadal y Federer o el mallorquín y Djokovic?
- Cada vez que jugábamos ofrecíamos grandes partidos y disputamos finales inolvidables en Wimbledon. La gente las sigue recordando. La rivalidad es muy importante para elevar el interés por un deporte, pero no creo que fuera mejor ni peor que otras.
- Además de su familia, hay dos personas de gran peso en su vida: Lennart Bergelin y Vitas Gerulaitis.
- Fui de los primeros tenistas que viajaba con entrenador. Bergelin fue para mí como un segundo padre. Gerulaitis fue un gran amigo. Vino a visitarme varias veces a Estocolmo y trabamos una estrecha relación más allá del tenis. Era una gran persona. Todavía le echo de menos.
- Admite que la codicia por el dinero le llevó a tomar decisiones equivocadas.
- Cuando la fama irrumpe en tu vida, la gente espera mucho de ti y eso tiene un efecto perturbador. Puedo entenderlo, pero lo más importante para mí siempre ha sido mi familia.
- ¿Cuál es el principal consejo que le ha dado a su hijo Leo, que juega en el circuito profesional?
- Le gusta el tenis, trabaja duro y tiene su propio equipo. Alguna vez vamos a verle jugar, mi esposa, Patricia, y yo, y sabe que si necesita cualquier cosa puede contar conmigo.
- Al igual que Federer, usted era conflictivo en la pista en sus inicios…
- Cuando tenía 12 años, rompía raquetas, protestaba, era muy malo. Me suspendieron durante seis meses y cuando volvi ya no abría la boca porque temía que volvieran a castigarme. Así, año tras año fui aprendiendo a no mostrar mis emociones. Me llevo tiempo aprender a comportarme. Luego me bautizaron como Ice Borg.
- ¿Ha pensado en hasta dónde pudo llegar en el caso de prolongar su carrera?
- Tal vez hubiera ganado más títulos y quizás algunos majors más. Quién sabe. Cuando me retiré estaba jugando bien.








