Benítez apena a Mestalla y empuja al Celta a los cuartos de la Copa

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El Celta enmudeció Mestalla con tres goles que le colocan en los cuartos de final de la Copa del Rey. Salió Rafa Benítez victorioso por haber encontrado la fórmula para convertir en muy vulgar al equipo de Rubén Baraja. El mejor capitán en el tormenta que es el club valencianista eligió intentar avanzar en la competición por la vía más difícil, la que se podía romper sin acabar de comprender el porqué había sido un equipo tan ramplón. [Narración y estadísticas]

El vetusto estadio de la Avenida de Suecia adora la Copa y se volcó para ser un factor desequilibrante de un duelo que se preveía igualado y se resquebrajó en cinco minutos. El Celta, como si Benítez hubiera dado precisas instrucciones de cómo asaltar este campo, lo tuvo más fácil de lo que esperaba. No le pesaron las innegociables rotaciones como al Valencia, que dudó y padeció hasta verse atascado y eliminado.

Baraja apostó aún más fuerte que su maestro y se reservó a Gayà o Mosquera, confiando el ataque al joven Alberto Marí como compañía de Hugo Duro y reservándole la creación a Javi Guerra. Enseguida quedó claro que no tiene el Valencia un engranaje tan perfecto como para que el movimiento de tantas fichas no tenga consecuencias.

Un cabezazo de Paulista a la salida del primer córner y una media chilena de Duro quisieron intimidar a los gallegos que, con el fuerte viento de poniente a favor, golpearon primero, y por dos veces. Una racha hizo a Jaume medir mal en el despeje de un saque de esquina y la pelota se la ofreció Kevin a Luca De la Torre para que, con un taconazo de espaldas, les pusiera en ventaja.

Sin tiempo de reacción llegó el segundo mazazo de pena máxima. De Burgos no dudó, ni el Var avisó, y señaló los once metros por el derribo de Diego López a Miguel Domínguez . Douvikas, que se bebe esta Copa a tragos largos, sumó su quinto tanto, que no sería el último de la noche, y dio a los gallegos un colchón en 17 minutos que tenían que manejar. Para eso les había preparado Benítez, que en sus dos visitas al que fue su estadio ha conseguido que apenas le creen peligro.

La segunda unidad del Celta, plagada de canteranos, no sólo le estaba resultando suficiente sino que tenía una lucidez que hacía sufrir a un Valencia incómodo, revolviéndose incapaz de controlar el juego. No maniataba a su rival, que creaba peligro con suma facilidad, ni podía lanzar contras, frenadas por sus propios errores o por el fuerte viento. Salvó Jaume con el pie un disparo cruzado de Douvikas justo antes de que el Valencia recibiera una vida extra.

Douvikas remata entre Yarek y Jesús Vázquez.M. BRUQUEEFE

Carlos Domínguez hizo una zamorana en el área que, si bien el colegiado no vio, el Var le avisó de que había despejado el balón con el codo de manera descarada. Pepelu, impasible, apretó el marcador en el minuto 29 y quiso tocar arrebato para lograr el empate antes del descanso. No lo consiguió. De manera alocada y nunca con ventaja llegaba al área de Iván Villar, donde el Celta se defendía con uñas y dientes mientras soltaba a Domínguez para incomodar a Jesús Vázquez y Douvikas se convertía en un perpetuo dolor de cabeza para Yarek. Dos ocasiones cerraron el primer tiempo: la valencianista la sacó Starfelt con el cuello bajo palos; la celtiña fue una falta en la frontal que estrellaron en la barrera.

Necesitaba el Valencia acelerarse tras el descanso, y poner en problemas a un Celta que tampoco cumplió el guión. Lejos de encerrarse, sólo se mantuvo ordenado. El peligro apenas le llegó con un tiro lejano de Jesús Vázquez a la grada, un testarazo mal dirigido de Hugo Duro y una carrera de Gayà para poner un centro a Yaremchuk que apuró a Iván Villar.

No había nadie que visualizara la remontada, pero Douvikas la enterró con el tercer tanto en el minuto 80. El Celta se planta en cuartos desde Mestalla, como en la temporada 16/17 cuando llegó a semifinales. El sueño de Vigo sigue vivo.

kpd