Barça – Madrid, dos cuerpos parecidos en la misma final de siempre

Barça - Madrid, dos cuerpos parecidos en la misma final de siempre

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Jasikevicius y Chus Mateo, durante esta temporada.ACB Photo

Aquí tiene usted, querido lector, el regalo de cada fin de temporada en el baloncesto español; efectivamente, es el playoff final entre el Barcelona y el Real Madrid.

Para presentarlo, se nos ha ocurrido hacer una analogía con el cuerpo humano, el equipo más importante que cada uno de nosotros tenemos a nuestra disposición, y que necesita tener muy en forma al menos tres órganos, o conjunto de órganos, para afrontar los retos más exigentes.

Vayamos al más importante de todos, al centro de toma de decisiones, al cerebro de cada equipo. Desde nuestro punto de vista, Chus Mateo tiene algo más calibrado el ‘joystick’ para que sus diferentes quintetos, y sus diferentes estrategias (incluida esa zona defensiva con Tavares haciendo de muro infranqueable, que por cierto Jasikevicius también probó frente a Unicaja, con un estilo más de ajustes), puedan marcar diferencias. Por si alguien no lo recuerda, Chus probablemente se ganó la confianza de los jefes liderando al equipo en este mismo punto el año pasado, tras el impacto por la indisposición de Pablo Laso. Aquí, por tanto, otorgamos una ventaja al Real Madrid. Pero ese centro de toma de decisiones depende de la ejecución en pista, del corazón del líder capaz de llevar a término la estrategia de la pizarra. Eligiendo a Sergio Rodríguez y a Tomas Satoransky como los más en forma para realizar esa función, seguimos pensando que el cerebro del Real Madrid parte con algo de ventaja frente al del Barcelona.

Del segundo grupo de órganos depende la protección frente a los peligros. Ese Sistema Inmune que no debemos descuidar jamás. Aquí es imposible competir contra un personaje como Walter Tavares. El Madrid tiene el mejor juego interior de Europa cuando están todos bien. La defensa del Madrid es capaz de morder tanto a los exteriores, porque detrás siempre está Tavares, Poirier

La ventaja a priori del Madrid se podría ver, sin embargo, anulada por esa mezcla de la moral acumulada por Vesely, Sanli, Nnaji en los momentos duros frente a Unicaja (con Jasikevicius usando defensas de ajustes que han cambiado tendencias en los partidos), con la presión que ejercerá el Palau Blaugrana sobre todo en el primer partido. El 1-0 no podríamos darlo por definitivo para un Real Madrid que se cree capaz de todo, pero un 0-1 sí podría serlo para el sistema inmune de los azulgrana.

Y nos queda ese talento que a veces nos permite ir más allá de lo que el cerebro cree posible. Ese sistema muscular en forma, capaz de culminar contraataques imposibles, de mantener ritmos, de elevarse por encima del rival, de anotar triples por fuera del sistema. A Mirotic lo hemos visto más incómodo de lo habitual en esta última fase de la temporada. Y tampoco parecía del todo fino hace un par de partidos Nico Laprovittola. Algo mejor y más regulares en lo suyo han estado Abrines y Kuric. Incluso Kalinic, que nos ha dado la sensación de que no elegiría a Saras como su jefe ideal en una encuesta de clima laboral. Por parte del Madrid, a los exuberantes Henzonja y Musa y a los siempre fiables Hanga o Causeur, se ha añadido el empeño personal de Yabusele para purgar su locura transitoria frente a Partizán. Aquí no somos capaces de tomar partido por ninguno.

Este burdo diagnóstico médico otorgaría una pequeña ventaja a priori al cuerpo de Alto Rendimiento del Real Madrid. Sin embargo, la estadística dice que en los últimos 37 años de playoff final ACB, el campeón de la liga regular se ha llevado el trofeo en 20 ocasiones. Si sus cerebros no pueden con la incertidumbre de un pronóstico, confíen en que pase lo que pase dentro de 12 meses muy probablemente estarán viendo el mismo playoff final de la Liga ACB. Con todo lo bueno y lo malo para la salud de la competición.

kpd