Athenea del Castillo: “¿Lo de Athenea del Caudillo? Me da risa, ¿qué vas a hacer?”

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«Soy feliz». Así explica Athenea del Castillo (Solares, 2000) la razón de su sonrisa permanente aunque en el vestuario del Real Madrid la llamen «vinagre» o «gruñilda» por insoportable cuando no gana. Con trabajo mental, ha aprendido a domar ese gen competitivo y a «sumar» desde el once o agitando los partidos desde el banquillo. Eso es lo que espera hacer ante Alemania en la final de la Nations League ahora que ha convencido a Sonia Bermúdez.

¿Cómo fue verse fuera de la primera convocatoria?
Creo que es cuestión de gestión. Si no estás trabajada mentalmente puedes verlo de otra manera, pero soy futbolista profesional y trabajo también los momentos difíciles. Me preparo… Y aquí estoy.
¿Y qué sintió cuando la llamaron a mitad de convocatoria?
Era mi cumpleaños. Entrar por la lesión de Salma, con la que me llevo muy bien, fue duro. Pero me llamaron y me puse en modo trabajo.
Ha cambiado su rol tanto en la selección como en el Real Madrid. ¿Cómo lleva ser la revulsivo?
Es verdad que puedo agitar partidos, lo que es importante para cualquier entrenador. Siempre miramos a las once que salen de inicio, pero para mí son igual de importantes los cinco cambios y quienes no participan. Como cualquier jugadora, quiero disputar los 90 minutos. Pero hay que gestionarlo y aprender.
¿Cómo encaja eso con su carácter ganador?
Gestionándolo. Si me lo hubieras preguntado hace cinco años te diría: ‘Quiero jugar siempre’. Ahora entiendo mejor los contextos, los momentos de forma, los planes del entrenador… Igual quiere una primera parte más de control y una segunda más vertical. Antes odiaba no jugar. Lo he trabajado con mi psicóloga, porque esto no es darle a un botón. Han tenido que pasar años y muchos enfados. Ahora, a la niña de 19 años le hubiese ahorrado un montón. He aprendido algo que no tenía.
¿Cuándo descubrió que necesitaba ayuda de una psicóloga?
Empecé a trabajar con ella cuando fiché por el Real Madrid y empecé a venir más a la selección. Ahí la exigencia era distinta: competir cada tres días, ganar, jugar bien y mantener un nivel alto. Mentalmente no estaba preparada. Si perdía el domingo, me podía tirar dos o tres días vinagre. Arrastraba el enfado y llegaba mal al partido del miércoles. Ahí entendí que necesitaba ayuda.
¿El carácter le lastraba?
No tanto en el juego, pero no distinguía entre la futbolista y la persona: si acababa enfadada un domingo, me lo llevaba a casa, y también al entrenamiento. Era gruñilda, incapaz de pasar página. Pero en fútbol compites constantemente y tienes que cambiar el chip.
Ahora que es capitana del Real Madrid y ya veterana en la selección, ¿advierte de esto a las jóvenes?
Sí. Siempre les digo a las niñas que soy gruñilda, pero también que es bueno sacar el gen competitivo.
¿Le impidió disfrutar?
Sí, hubo momentos en que mi gen competitivo me lo impedía. Me ponía demasiada presión. Eso lo vas metiendo en la mochila y te hace no disfrutar de tu trabajo. Hoy disfruto y aprendo cada día.
Ha cogido el dorsal 7 del Real Madrid, ¿pesa?
No. Es el número más importante de la historia del Real Madrid.
¿A qué 7 ha visto jugar?
A Cristiano. Recuerdo algo de Raúl, pero a Cristiano. Siempre ha sido mi ídolo. Mi número favorito es el 10, en la selección lo llevé cuando no estaba Jenni, pero, igual que en el Barça es más especial, porque lo llevó Messi, ahora Lamine…, en el Real Madrid es el 7. Y, en cuanto vi esa oportunidad, no la podía dejar escapar. Era mi sueño: jugar en el Madrid y llevar el 7 de Cristiano y Raúl es lo más.

Venimos de un clásico con tensión y una goleada 4-0. ¿Cómo se gestiona esa rivalidad en la selección?
Aquí todas tenemos el mismo objetivo: ganar la Nations League. Lo que pasa en el Clásico se habla, pero sin darle mucha importancia. Me conocen, y saben que necesito un tiempo para según qué cosas.
Nunca jugaría en el Barça ni en el Atleti. ¿Se ve fuera de España?
Tengo contrato hasta 2028 y mi sueño es ganar un título con el Real Madrid. Mi foco está ahí. Pero el fútbol inglés me encanta.
¿Hay antimadridismo en el fútbol femenino?
Sí, creo que lo hay. Pero me centro en lo que depende de mí, del club y de mis compañeras para acercarnos al Barça y a los títulos.
¿Da ‘envidia’ el modelo del Barça?
No diría envidia; es un espejo en el que mirarnos. Pero en el Real Madrid lo tenemos todo.
Falta jugar en el Bernabéu…
Nosotras siempre decimos que el Bernabéu para cuándo, pero es cierto que también tenemos que dar. Aún no llenamos el Di Stéfano.
¿Ha podido conocer ya a Xabi?
A él no, espero saludarlo y hacerme una foto en el cóctel de Navidad.
Hay runrún en torno a su figura…
El Madrid implica exigencia: ganar y ganar bien. Forma parte del club.
¿Ve mucho fútbol masculino?
Sí, me encanta todo el fútbol.
¿Le sorprendió el cambio de seleccionadora?
Sí, como a todos. Pero me centro en rendir para estar en las listas, sea quien sea la seleccionadora.
¿Conocía a Sonia Bermúdez?
No. Me pareció cercana y, por haber sido futbolista, nos entiende bien.
¿Les sirve lo que pasó en la Euro para preparar la final con Alemania?
La realidad es que a 90 minutos no hemos ganado Alemania. Es verdad que tenemos ese partido reciente, pero es un equipo muy competitivo, con grandes jugadoras. Nos sirve, pero nosotras hemos cambiado.
¿Alguna vez ha pensado que debería haberse mordido la lengua?
No. Siempre que sea con respeto, digo lo que pienso. No dejo de ser natural.
¿Qué aprendió de la polémica de aquella foto con su novio en Cuelgamuros?
Nosotros le dimos naturalidad, porque no se hizo con ningún fin político. No tenía ninguna intención. Fue una foto que se subió y ya está.
¿Revisa más lo que publica?
Un poco más, quizá. Soy poco activa en redes, pero a veces sí que pienso: ¿para qué vas a subir esto, para que se hable más de la cuenta?
¿Y lo de Athenea del Caudillo?
Me da risa, en realidad, porque ¿qué vas a hacer? Mejor no darle importancia. Soy bastante pasota en ese sentido. Solo me importan las críticas o los comentarios que me hagan mejor jugadora y persona.
¿Las trenzas son sus ‘pinturas de guerra’ para los partidos?
Me quedan bien (risas). Me las hago solo para los partidos. Me cuesta una media hora, sola ante el espejo. Me hago siete trenzas, mi número de la suerte, y es mi rutina para concentrarme.

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