Así fue la agonía de Pogacar en La Loze: “Tadej, hay que sufrir”

Así fue la agonía de Pogacar en La Loze: "Tadej, hay que sufrir"

Tour de Francia

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El esloveno, que nunca pensó en abandonar, tuvo problemas a la hora de digerir la comida. Marc Soler, el compañero que le salvó, relata los momentos de crisis: “Le repetía que siguiera luchando, que no se viniera abajo”

Pogacar, en la salida de Moutier.MARTIN DIVISEKEFE

El día después de la hecatombe, en el autobús del UAE Emirates reinaba una extraña calma. Bajo el sol de Moutiers, a sólo unos kilómetros de la cima de La Loze, aún en los Alpes, pululaban mecánicos, técnicos, ciclistas y miembros del equipo rumiando lo sucedido, buscando explicaciones donde quizá no las haya. «Estaba muy jodido», cuentan de Tadej, siempre el alma del grupo, el chico que anima al resto con su rap y sus bromas. «Claro que estaba muy triste ayer por la tarde. ¿Quién no lo estaría?», admite él tras la etapa, ya en Bourg en Bresse.

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Las leyendas en el ciclismo también se explican desde los grandes desastres, los que riegan de heroísmo a unos tipos que hacen del sufrimiento su forma de avanzar. La épica del perdedor. Escribió Rilke que «todo arte nace del que ha ido hasta el extremo de una experiencia, donde no se puede avanzar más». A Pogacar y su carisma siempre le acompañará La Loze como a Indurain La Plagne, y en esa imagen ya recurrente también para los que le idolatran pese a su frustración con Jonas Vingegaard también para siempre estará a su lado Marc Soler -«sin él hubiera perdido el podio, me llevó hasta el límite»-, su brazo izquierdo en la espalda del coloso caído, sus susurros de ánimo, su esfuerzo para intentar minimizar daños.

«Llevamos tantas concentraciones juntos, hemos compartido habitación…», pronuncia el catalán tras el control de firmas, un tipo entregado a la causa, que se ha ganado a los directores del UAE pese a que al principio estuviera bajo sospecha por aquellas polémicas en sus últimos tiempos en el Movistar. «Fue un mal día y ya está. Todo el mundo puede fallar, es humano. Lo que pasa es que nos tiene malacostumbrados», confiesa a EL MUNDO en la salida de la etapa.

Soler y Pogacar, en la meta de Courchevel.MARTIN DIVISEKEFE

Pogacar pasó buena noche tras una pájara que tuvo que ver con algún problema estomacal, aunque ni vomitó ni durmió mal ni evidenció ningún síntoma de enfermedad, según ha podido saber este periódico. Él mismo reconoció que siguió el plan alimenticio planteado por el nutricionista Gorka Prieto, que no dejó de comer ni de beber -error reconocido tras su otro famoso mal día, hace un año en Granon-, pero que la energía no le llegaba a sus piernas. La caída del comienzo de la etapa nunca fue utilizada como excusa, pero mucho antes de perder contacto con Vingegaard, el esloveno ya había avisado a su equipo de que algo no iba bien. «Nos dijo que no tenía buen feeling, que no hiciéramos ningún planteamiento ofensivo. Descartamos la táctica agresiva desde bien pronto, porque no tenía su día», cuenta Josean Fernández Matxin, quien también admite que ese cambio de mentalidad, unido al mazazo de la contrarreloj del martes, pudo pasar factura a Pogacar. Y que asegura que, pese al enorme dolor, a su pupilo no se le pasó en ningún momento por la cabeza la idea de abandonar.

Con sus cara pálida en la que desde hace unos días llaman la atención unos herpes en su labio, síntoma de defensas bajas (es bastante habitual en el pelotón), su pecho descubierto y su gesto sufriente, Pogacar pronunció el famoso «estoy muerto, se acabó» y se desprendió del pinganillo. En ese momento el UAE activó el plan B. Buscó reforzar su puesto de podio con Adam Yates y paró para ello a Majka, e hizo que Soler acompañara a Tadej en su calvario hacia Courchevel.

Pregunta.- Marc, ¿qué se le dice en esos momentos?

Respuesta.- Le intentas animar, es lo único que puedes hacer. Yo le decía, ‘hay que sufrir, Tadej’. Le repetía que no se viniera abajo, que había que luchar también por el segundo puesto. Que siguiera luchando, que perdiera el menor tiempo posible. No creo que yo sea un psicólogo, simplemente ayudas con lo que puedes.

Por la noche, Pogacar «estaba triste, pero sobre todo muy cansado del esfuerzo», dice Marc. «Quizá no tenía su alegría habitual, pero él nunca pierde la sonrisa ni la educación», confirma Matxin.

Tampoco había muchos ánimos en el equipo ya para pensar en objetivos de aquí a París, en esa etapa del sábado en Le Markstein que Pogi pretende como premio a sus estupendos gregarios. Si es que recupera fuerzas. El mismo Vingegaard triunfante, unos metros más allá, elogia a su rival derrotado: «Sigue siendo el mejor del mundo». «Hay que ser honestos, el objetivo es mantener el podio. Vamos a pasar el día y ya vemos», despide Matxin.

kpd