Se impuso por 3-6, 6-2 y 7-5, avalado por su acierto en la red y el miércoles jugará contra Van de Zanschulp o Mannarino.
Alcaraz golpea un revés ante Draper.FABRICE COFFRINIAFP
Es su séptima semana como número 1 del mundo y el de este lunes fue tan sólo su cuarto partido contemplando el universo desde lo más alto. Carlos Alcaraz, que venía de perder ante David Goffin en la primera ronda de Astana, necesitó remontar ante Jack Draper un duelo que se le puso feo debido al mal comienzo y a las nada desdeñables condiciones del rival. Venció por 3-6, 6-1 y 7-5, en dos horas y 17 minutos, no sin sudar hasta la última pelota, y buscará este miércoles los cuartos de final del ATP 500 de Basilea frente al vencedor del partido entre Botic van de Zandschulp y Adrian Mannarino.
Han sido tres las ocasiones en las que Carlos Alcaraz se despidió de entrada este curso: en Montecarlo, ante Sebastian Korda, en su primer partido de la gira de tierra, recién llegado de ganar el Masters 1000 de Miami; en Montreal, ante Tommy Paul, y en Astana, ya como número 1, en el mencionado encuentro frente a Goffin. Por momentos flotó la sensación de que podría sufrir un nuevo arranque en falso. El murciano encontró a tiempo el acierto y la templanza y recondujo la situación sin dejarse llevar por el exceso.
Mal inicio
Enfrente este martes, Jack Draper, un espigado británico de 20 años que ya tiene plaza en el torneo que reúne a los ocho mejores jóvenes de la temporada. El zurdo de Sutton, 45º, conoce bien sus armas y sabe sacar provecho de ellas. Rentabilizó un dubitativo inicio de Alcaraz, errático con la derecha, para cobrar ventaja. El español no juega con la frescura que lo hacía hasta ganar el Abierto de Estados Unidos y convertirse en el más joven tenista de la historia que alcanzó la primera plaza del ránking. Algo lógico. Tiene 19 años y todo ha sucedido muy deprisa.
Draper le rompió el saque en dos ocasiones, la segunda de ellas para certificar el set, después de que el murciano hubiera creado sendas oportunidades para reestablecer la igualdad. A Alcaraz no le salía nada. Enmendó la situación gracias a su mayor tranquilidad y a acentuar su presencia en la red, pero le costó rematar el triunfo. Dominaba 4-2 en el tercer parcial cuando vio venir de nuevo al gigante. El británico, que cedió su servicio en el undécimo juego, mantuvo la puerta abierta hasta el final. Salvó las dos primeras pelotas de partido, la segunda de ellas por la autocomplacencia del adversario, y amenazó por dos veces con llevar el desenlace al tie break. Lo evitó Alcaraz, que se fue con 30 puntos ganados en sus 39 tentativas en la cinta.
Un adjetivo se impone sobre cualquier otro a la hora de dibujar el estilo de Jannik Sinner, quien, tras ganar en dos ocasiones el Abierto de Australia, imponerse el último otoño en el Abierto de Estados Unidos y perder de modo algo traumático la final del pasado Roland Garros, se redimió ayer en Wimbledon ante Carlos Alcaraz, el mismo adversario de hace poco más de un mes, para conquistar su cuarto título del Grand Slam.
Ese adjetivo es «robótico».
"Alcaraz inventa, varía, diversifica. Sinner es más predecible, pero también cuenta con un nivel altísimo, como ha demostrado después de estar tres meses sin jugar. Exhibe estabilidad, concentración, seguridad y regularidad", dice en conversación telefónica con este periódico Juan Bautista Avendaño, ex jugador, doble campeón de la Copa Davis como integrante del equipo de capitanes de España y ahora director técnico de la Federación Madrileña de Tenis, en cuya descripción del indiscutible potencial del campeón de San Cándido también aparece la analogía con un "robot".
"Al igual que Carlos, también marca una línea muy superior con respecto a todos los demás", apunta Emilio Sánchez Vicario, ex número 7 del mundo y campeón de la Copa Davis 2008 como capitán de España. Su escáner señala condicionantes geográficos. "Viene de los Alpes italianos, es casi medio alemán. Es súper metódico. Si ve que te hace daño sacando abierto en el lado de la ventaja lo va a repetir las veces que haga falta, y así puede jugar los dos o tres primeros tiros a una velocidad superior. Ha ampliado su repertorios gracias a la influencia de Carlitos; ahora cierra más jugadas en la red".
Lejos de la escuela italiana
Nacido en San Cándido, un pequeño pueblo situado en Los Dolomitas, en la frontera entre Italia y Austria, Sinner se sale del estereotipo del tenista italiano, al que se le presupone genio e improvisación. Nada que ver, por ejemplo, con Fabio Fognini, que a sus 38 años, llevó a los cinco sets a Alcaraz en primera ronda de este Wimbledon.
"No suele perder con quien no toca", comenta Tati Rascón, hoy presidente de la Federación Madrileña de Tenis y en su etapa de jugador caracterizado por su juego de saque y volea. "Es riguroso y ordenado. Mantiene un nivel alto de intensidad a lo largo de todo el año. Alcaraz tiene más altibajos, pero también transmite y divierte más".
Rigor, aplicación y método mediante, Sinner se ha convertido en el primer italiano que gana Wimbledon y ha puesto fin a una sangría de cinco derrotas consecutivas ante Alcaraz, con quien litiga por todo en una ya consolidada rivalidad.
"Perder una final del Grand Slam como la de Roland Garros, con tres puntos de partido, aunque fueran al resto y no dependiera plenamente de él, duele mucho. Las rivalidades se alimentan del equilibrio, como sucedió, yendo bastante atrás, entre Borg y McEnroe. La batalla entre ellos se va a dilatar en el tiempo", dice Sánchez Vicario.
Otra velocidad
"Ahora mismo el tenis está en manos de estos dos jugadores. Me sorprendió que Djokovic planteara tanta oposición en las semifinales de Roland Garros. Alcaraz y Sinner juegan a otra velocidad y pertenecen a otra generación", comenta Avendaño.
Son ya 13 partidos entre ambos, con cinco triunfos del italiano, que venía de perder dos veces en Roland Garros, además de en Roma, Pekín e Indian Wells. Había que retroceder a las semifinales de 2023 en la capital china para encontrar su última victoria frente a Alcaraz.
"Tras los tres match points perdidos en París, demostró fortaleza y actitud, recuperó un saque en el quinto set y peleó hasta el final. Ya entonces, dejó claro que tiene bastantes vidas", concluye Sánchez Vicario.
Poco importa que al equipo italiano, defensor del título, vaya a liderarlo Jannik Sinner, el número 1 del mundo, brillante ganador de las ATP Finals, campeón también en el Abierto de Australia y en el US Open. En segundo plano queda también Carlos Alcaraz, poseedor de cuatro grandes, entre ellos Roland Garros y Wimbledon esta misma temporada, y que hace tiempo conquistó el corazón de los aficionados. Igualmente tangencial parece, con todo el respeto para los ocho países que hasta el domingo pelearán por la Copa Davis, el puro desarrollo de una competición que, todo sea dicho, no ha acabado de afinar el tiro desde que adoptó el nuevo formato, que no logra evitar cada año sonoras renuncias, como en esta ocasión la de Alexander Zverev, segundo en el ránking.
La Davis es Nadal.
Desde que el ganador de 22 títulos del Grand Slam decidió que éste sería el último torneo de su dilatada carrera profesional buena parte del interés reside, como es lógico, en su magno protagonista. Ni siquiera importa que su presencia en la cancha no esté garantizada, pues disputó su último partido individual frente a Novak Djokovic el pasado 29 de julio, en los Juegos Olímpicos de París y dos días más tarde se despidió en dobles junto a Alcaraz, con quien comparte equipo por primera vez en esta competición, su Copa Davis, gane quien gane, tenga o no mayor cuota de influencia en el desenlace.
La despedida de Nadal ha otorgado un punto de extraordinario simbolismo a esta edición del torneo, una carga de emotividad que trasciende cualquier otra perspectiva. Roger Federer precipitó su marcha, casi sin previo aviso, en la Laver Cup el 24 de septiembre de 2022, después de 14 meses sin poder jugar por sus recurrentes problemas en la rodilla derecha. Lo hizo recién cumplidos los 41 años. Su némesis, su cordial e implacable adversario, lo hace con 38, con sólo 19 partidos disputados en el curso que fenece, siete de ellos derrotas.
A diferencia del suizo, Nadal ha podido elegir un torneo oficial, también por equipos. No anda lejos Djokovic, quien quedará como el último integrante en activo de la santísima trinidad de este deporte, de sucumbir a las garras del tiempo. A sus 37 años, el balcánico, el más laureado de las tres mayúsculas figuras que han liderado el tenis desde hace más de tres lustros, aún quiere concederse un último recorrido, medir sus fuerzas frente al azote de la nueva generación. Ausente por decisión propia en el reciente torneo de maestros, buscará prolongar su suerte en el Abierto de Australia, donde cuenta con 10 títulos.
Empujado por el destino
Hay algo de destino irremediable en el momento y el lugar elegidos por Nadal. Como reconocía su tío Toni, quien le entrenó desde la infancia hasta 2017, quien aquilató su juego y su carácter, en una entrevista con este periódico, el zurdo confiaba en que una vez más podría darse una nueva oportunidad, como había hecho a lo largo de una trayectoria sembrada de espinas, con momentos que hicieron pensar en que ya no habría vuelta atrás. Su paciencia, su coraje y su determinación le empujaron a seguir intentándolo, con éxitos tan cercanos como el título del Abierto de Australia de 2022, tras levantar dos sets adversos ante Daniil Medvedev, y el de Roland Garros meses después, imponiéndose a Casper Ruud. Pero el tiempo y el desgaste de tantas batallas libradas le acabaron conduciendo a tomar la dolorosa decisión de dejar de ejercer el oficio que ha desempeñado con una pasión inquebrantable.
Ya en 2023 tan sólo pudo disputar cuatro partidos. Fue entonces cuando, consciente de las perennes dificultades, anunció que esta temporada podría ser la última. Seguramente quiso imaginarla de otro modo, aún con combustible para desenvolverse en los grandes escenarios, con Roland Garros, donde sentó cátedra durante 14 años, como la tierra prometida para dejar su aliento postrero. Llegó a París, tras poder rodarse a duras penas en el Conde de Godó y el Masters de Madrid, pero el azar se le tornó esquivo con una primera ronda frente a Zverev. La Caja Mágica le había dispensado la única despedida oficial hasta esa fecha, una vez que anunció que ya no volvería a jugar en la capital. París le dijo adiós en un improvisado homenaje, en el que llegó a dejar la puerta abierta a un eventual regreso.
Nadal y Alcaraz, en la rueda de prensa del lunes.EFE
Volvió a Francia para darse el gusto de disputar sus últimos Juegos Olímpicos. Oro individual en Pekín 2008 y en dobles, en Río 2016, al lado de Marc López, hoy miembro de su equipo, se quedó lejos de optar a las medallas. Se marcha en el torneo que le vio nacer, donde empezó a plasmar todo el catálogo de virtudes que le distinguen. Ningún jugador en activo puede presumir de los registros de Nadal en la Copa Davis. Cinco Ensaladeras, la primera en 2004, con 18 años, la última hasta la fecha en 2019, aún en plena ebullición. 29 victorias en los 30 individuales disputados. Ocho en sus 12 presencias en dobles.
Mientras algunos grandes jugadores se vieron sepultados por la presión de un torneo que entraña un plus de responsabilidad colectiva, él fue de los que supo rentabilizar ese compromiso para alcanzar su máxima expresión, sean cuales fueren las circunstancias. Quién sabe si el destino, a menudo caprichoso, no le habrá reservado un final competitivo acorde a los méritos contraídos.
Grupo Rojo
JAVIER MARTÍNEZ
@JavierMartnez5
Actualizado Lunes,
13
noviembre
2023
-
17:43Ver 12 comentariosEl bicampeón del torneo, autor de 16 'aces', hace prevalecer...