El murciano, que hoy se enfrenta a Berrettini, conquista a la prensa y al público con su espontaneidad y su sonrisa.
Always like never before («Siempre como nunca antes»…) Carlos Alcaraz aparece encaramado en los carteles de Wimbledon 2023 codeándose directamente con su idolatrado Roger Federer y con el legendario Björn Borg. El All England Club ha hecho ya su apuesta por el futuro y ha tendido la alfombra verde al español, jaleado por el público en la pista central y celebrado por la BBC como «la nueva estrella que el tenis necesitaba».
The Daily Telegraph le saludaba en titulares como el futuro «King Carlos», presto a heredar la corona de los «tres grandes» (Roger, Rafa y Novak). The Guardian ahonda en los secretos de su «star power» y en su condición de «wunderkind» (niño prodigio) a los 20 años. The Daily Mail lo considera ya como el «ace» más rentable del tenis, con sus lucrativos contratos con Luis Vuitton, Clavin Klein, BMW, Nike y Rolex.
Su rival de este lunes en cuarta ronda, Matteo Berrettini, finalista en el 2021, se ha sumado al coro de admiradores y ha reconocido abiertamente: «Jugué contra Carlos hace dos años y ya entonces me dije: ‘Este chico es algo especial’». El número 3 mundial, Daniil Medvedev, vaticinó tras verle ganar la final de Queen’s: «De la manera en que juega en todas las superficies, Carlos ganará hasta cinco Wimbledon».
«Sé de lo que soy capaz»
El sábado ante Nicolás Jarry, el español mostró, sin embargo, sus problemas para ajustarse a la pista central, en la que solo ha disputado hasta la fecha tres partidos. Los apuros ante el gigante chileno no parecen haber hecho mella en la confianza del murciano, que sigue sin quitarse su gorro «amuleto» y repitiendo invariablemente ante la prensa el «mantra» desde el primera día: «Quiero jugar la final y mejor si es contra Novak (Djokovic)».
Su manera de decirlo, con total desparpajo después de casi cuatro horas de batalla, no suena a sed de venganza o desquite personal, por el «pinchazo» en la semifinal de Roland Garros. Lo suelta de la manera más natural, con total confianza tras su octava victoria consecutiva en hierba: «No estoy sorprendido de estar en esta posición porque conozco mis habilidades. Sé de lo que soy capaz y he trabajado duro para estar aquí».
Es lo que tiene Alcaraz, que sabe desarmar a los medios y al público con su espontaneidad y su sonrisa al final de los partidos. «Me considero un tipo con suerte: allá donde voy, la gente me apoya», dijo en su triunfal estreno en la pista 1 ante Jeremy Chardy. «Esta es la pista más bella en la que nunca he jugado», se desmarcó tras la peleada victoria en cuatro sets frente a Jarry en la central, rendida a sus pies ante la «semana grande».
Tiene el respaldo del público
Tras la derrota de Andy Murray -y de todos los británicos y británicas en la competición individual-, Alcaraz confía en sacar todo el partido posible del «factor público» de aquí a la hipotética final: «Probablemente, soy el tipo que la gente espera que haga un buen torneo, y que gane si es posible. Intentaré sacar ventaja de esto. El amor de público puede ayudar a recuperarte en los momentos duros, e intentaré que algo así ocurra».
Su resbalón en el tercer set frente a Jarry resucitó el miedo a la lesión en el muslo derecho que sufrió en la final de Queen’s. Alcaraz asegura llegar a la cuarta ronda de Wimbledon (donde cayó eliminado el año pasado frente a Jannik Sinner) en buenas condiciones físicas y mentales.
Pese a las dificultades ocasionales para desplegar su juego, el «número uno» asegura que sus sensaciones en la pista central mejoran con cada partido y que está dispuesto a introducir los ajustes necesarios («Navratilova dice que tengo que subir más») ante un consumado especialista en hierba como Berrettini, considerado por el propio Djokovic como uno de los grandes favoritos al título.