En junio de 2011, un chaval de la cantera del Valencia publicaba en su cuenta de, entonces, Twitter: «Portero menos goleado barrio del Cristo». Nadie imaginaba que aquel juvenil que salió de la Ciudad Deportiva de Paterna para trotar por el mundo sería un muro de LaLiga en 14 años después. No es el menos goleado —su equipo es el segundo que más encaja—, pero sí el guardameta con más paradas de las cinco grandes Ligas. A Aarón Escandell (Carcaixent, 1995) los focos le han llegado a los 30 años, cuando sus números han empezado a deslumbrar en el Oviedo, el recién ascendido al que le han marcado 14 goles, pero él ha evitado que fueran muchos más. En ocho partidos, ha parado el 74,1% de los tiros entre los tres palos que ha concedido el equipo de Paunovic, 40 de 54, y ha atajado un penalti, a Danjuma en Mestalla. Su promedio refleja que evita 5,13 goles por partido. Como carbayón, renovado hasta 2027 hace apenas unas semanas, ha encontrado su lugar en el mundo en Asturias.
Aarón se había quedado muchas veces con la miel en los labios. Empezó a dar pasos valientes cuando se marchó a Málaga, aquel equipo de Champions con Bernd Schuster en al frente. Jugaba en el filial en tercera, «pero entrenaba con Kameni y Willy Caballero, y en los partidos con el Milan o el Borussia Dortmund hacía de recogepelotas detrás de la portería», reconocía en una entrevista tras el ascenso.
Sin posibilidad de instalarse en el primer equipo, se marchó a Granada. Allí tuvo de cal y de arena. Con Rui Silva creció, tanto que Diego Martínez le dio la titularidad en la Copa del Rey de 2020… y en semifinales se la quitó. «No jugué contra el Athletic y, a cambio, me hizo debutar frente al Atlético en el Metropolitano y el Granada ganó 0-1», recordaba. En Los Cármenes debutó también en la Europa League contra el PAOK, pero la llegada de Robert Moreno le fue relegando al banquillo. Un error ante el Barça que les eliminó de la Copa pesó en su ánimo y le costó la titularidad para un técnico con el que nunca se entendió.
Un paso atrás para impulsarse… con Carrión
«Los porteros nos hacemos no solo entrenando, sino jugando, con la presión de los campos», recuerda el guardameta, que, con el descenso del equipo nazarí, decidió entonces dar un paso, esta vez hacia atrás. Se enroló en el Cartagena de Luis Carrión, en Segunda, donde fue una pieza imprescindible para un equipo que llegó a pelear por colarse en las plazas del ascenso. Eso llamó la atención de la UD Las Palmas, pero la experiencia en Canarias tampoco salió como esperaba. Solo jugó tres partidos. Fue entonces cuando apareció el Oviedo, que se había quedado a las puertas del ascenso. El primero que le empujó a firmar fue Luis Carrión, justo quien hace pocos días vuelve a ser su entrenador. No coincidieron antes porque el técnico catalán acababa de dejar el Tartiere justo para hacer el camino inverso hacia Las Palmas, aunque allí estaría poco tiempo. El relevo en el banquillo fue Javi Calleja, que le aportó toda la confianza para acabar disputando 45 partidos en los que acabó promediando casi tres paradas por partido y atajó dos de los nueve penaltis que le chutaron.
El aterrizaje en Primera no está siendo fácil para el Oviedo, que vive en la parte baja de la tabla con solo dos victorias en ocho jornadas. La estadística le deja como equipo que menos goles ha marcado, solo cuatro, y como segundo máximo goleado con 14, solo superado por los 17 que ha encajado Gazzaniga en el Girona. Eso supone que recibe una media de 1,75 tantos por partido, lo que le hunde hasta la duodécima plaza en el Trofeo Zamora.
Sin embargo, es la labor de Aarón la que hace que la cifra no sea más escandalosa por su porcentaje de paradas, que ha superado al de Courtois, Oblak o al propio Joan Garcia, antes de la lesión, en este arranque de campeonato. De hecho, está a mucha distancia de sus perseguidores en LaLiga que son Herrera (Osasuna), Agirrezabala (Valencia) y Dmitrovic (Espanyol).