Son las 10 de la mañana del lunes, quedan 102 días para la celebración de los Juegos Olímpicos de París y en la recién inaugurada Villa Olímpica los operarios ultiman detalles y trasladan el mobiliario a los apartamentos donde dormirán los deportistas. Serán entre cuatro y ochopor espacio, dos por habitación. Las camas son de cartón y espuma reciclada, siguiendo el modelo de los juegos de Tokio. El objetivo es que “duerman y coman lo mejor posible“. Un trabajador lleva ventiladores. En el recinto no habrá aire acondicionado, sino “un sistema a través de agua subterránea que hará bajar las temperaturas”, explica Laurent Michaud, director general de la mini ciudad.
Estamos en Saint Denis, uno de los barrios periféricos de París, en la llamada ‘banlieue’. El equipo organizador abre por primera vez a la prensa las puertas de esta ciudad que Emmanuel Macron inauguró hace unas semanas tras seis años de obras. Es una de las infraestructuras clave para estos juegos, que arrancan el 26 de julio. Son 52 hectáreas con 50 edificios, más de 14.000 camas, un área de restaurantes, parking de autobuses o espacio médico. Tras el evento deportivo, se convertirá en barrio y contribuirá a revitalizar Saint Denis.
Los edificios “se han construido siguiendo el modelo de las ciudades del sur de España, tratando de adaptarse a la subida de las temperaturas, con tejados ajardinados y paneles solares”, explica desde una de las azoteas Henri Specht, director del proyecto de la villa.
A 100 días del inicio de los juegos, hay algunas certidumbres y un puñado de incertidumbres. Que la villa está lista es una de las primeras. El resto de las obras van dentro del calendario, tanto las de las instalaciones fijas, que seguirán o se transformarán después de los juegos, como las temporales ubicadas en la Torre Eiffel o en la plaza de la Concordia. “Estamos listos para este último tramo, haymucha convicción y serenidad, los tiempos se están respetando”, señalaba Tony Estanguet, presidente del Comité Organizador de París 2024, en un acto para explicar cómo van los preparativos.
Ayer la llama olímpica salió de la ciudad griega de Olimpia y llegará a Marsella el 8 de mayo. “Quedan aún preparativos, pero Marsella ya es el principio de la celebración”, presume Estanguet. “Estoy seguro de que estaremos muy orgullosos de estos juegos”, dijo el presidente francés, Emmanuel Macron, el lunes en una visita a las obras del Grand Palais, donde se harán las pruebas de taekondo y esgrima. Un 53% de franceses tiene dudas sobre la organización y opina que serán un caos.
Euforia contenida
Entre los organizadores y autoridades hay euforia, aunque algo contenida. No preocupa las infraestructuras, pues el grueso está terminado, aunque aún hay 22 obrasen marcha. Inquietan tres cosas: la seguridad, si París será capaz de acoger tal flujo de gente sin que se desate el caos y el estado del agua del Sena, donde se harán algunas pruebas acuáticas.
La inseguridad es el mayor temor. Francia está en máxima alerta terrorista, se va a movilizar a todas las fuerzas del orden y a contratar seguridad privada. París nunca habrá estado tan vigilada. El momento más delicado es la ceremonia de apertura, cuando los atletas desfilen en barcos por el Sena. Los organizadores saben que si sale bien, será espectacular y el resto de problemas, de haberlos, pasará desapercibido. “Cada día cuenta y hacemos prueba de audacia. Son unos Juegos más espectaculares que los pensados inicialmente“, dice Estanguet.
Macron dijo el lunes que hay plan B si no se pueda garantizar la seguridad en el Sena. En este caso, la ceremonia se hará en la plaza de Trocadero, al lado de la Torre Eiffel, o en el estadio de Francia. “Estamos preparados para hacerlo según lo previsto”, ha insistido Macron. La villa olímpica estará cercada por una valla de seguridad de tres metros.
No tranquiliza que en las últimas semanas se hayan robado dos USB con información de los juegos a personal de la organización. “El 97% de las necesidades en términos de seguridad están cubiertas“, dice Estanguet. También inquieta el posible colapso de París, que ya a duras penas logra gestionar sus flujos y cuyos transportes están saturados. No hay aire acondicionado en el metro ni en la red de Cercanías y el propio Macron reconoció que en cuestión de accesibilidad -se celebran los Paralímpicos- París “aún no está a la altura“.
Los parisinos están alquilando sus pisos a precios disparatados para huir de la capital este verano. “Se están haciendo pruebas para ver cómo será un día típico y poder hacer frente a ello”, tranquiliza Estanguet.
En el Estadio de Francia varios obreros colocaban estos días la pista violeta donde se harán las pruebas de atletismo. “Es una creación inédita con un color que no había existido antes”, presume Alain Blondel, director adjunto de las obras. El 1 de junio estarán acabados los trabajos. “Esta pista se quedará una vez acaben los juegos“, dice. También la villa olímpica en Saint Denis, con más de 4.000 viviendas y oficinas. Todos insisten: Este evento, que se produce 100 años después de los juegos de 1924, transformará la ciudad, y dejará una herencia a los parisinos.
El legado fetiche, del que se presume con más orgullo sin saber aún si podrá producirse, es recuperar el baño en el Sena. Hace un siglo que el río no es sumergible y la calidad del agua aún no garantiza que las pruebas se puedan hacer ahí. Aún así, Macron ha dicho que va a dar ejemplo: “El Sena será uno de los mayores legados de estos juegos“.