Los secretos de Wembanyama, el gigante de “mente privilegiada”: cuadros, LEGO’s y vídeos de Pete Maravich

Los secretos de Wembanyama, el gigante de "mente privilegiada": cuadros, LEGO's y vídeos de Pete Maravich

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A un tipo de 2,24 metros se le presuponen movimientos más propios de un elefante que de Fred Astaire. No es el caso de Victor Wembanyama (Le Chesnay, Francia, 2004), quien ha irrumpido en la NBA para pulverizar todos los esquemas. Un gigante de 2,44 de envergadura, cual escultura de Giacometti, que da la sensación de que alguien diseñó exclusivamente para jugar al baloncesto. Un físico jamás visto antes, pero, la diferencia, coinciden los que le conocen, está en «una mente privilegiada».

Los primeros pasos han confirmado todos los avisos, una expectación sólo comparable a la que despertó LeBron James a su llegada a la mejor liga del mundo en 2003, highlights como llamaradas saliendo de la boca de un dragón. «Es increíble, de cerca es increíble», se entusiasma Usman Garuba, que se enfrentó a él con los Warriors en pretemporada. «Todos en el equipo hemos alucinado. Para mí, tiene potencial para ser el mejor jugador de la historia. Por lo que me ha llegado y por lo que me ha dicho gente cercana a él, es un trabajador. Así que ese chaval lo tiene todo». Maneja el balón como un base, lanza en suspensión con la mecánica y el tacto de un tirador, tapona y cambia hasta los lanzamientos más abiertos, corre la cancha con una coordinación insólita. En el origen, todo esto tiene un porqué.

Pero Wemby también impacta por una madurez asombrosa para quien lidió con la presión desde los 13 años. «La primera vez que nos conocimos y le entrevisté se pasó cinco minutos hablándome de pintura, describiéndome unos cuadros que tenía en su apartamento de Lyon. No me decía están guays y ya está, me hablaba de su profundidad, de los espacios, de que le recordaban a los 90 y a las películas de Spike Lee», cuenta a EL MUNDO Yann Ohnona, el periodista de L’Equipe que ha sido la sombra de Victor durante los dos últimos años.

Ese fenómeno se plasma en el libro ‘Sólo quiero ser yo’, en el que Ohnona relata las peripecias hasta la elite de un chico que a los nueve años ya medía 1,90, el hijo de Elodie y Felix, ex jugadora y entrenadora ella, atleta de saltos él, descendiente de congoleños. El niño que jugaba de portero y practicaba judo hasta que a los siete años entró en la cantera del club de su barrio, a las afueras de París, el Entente de Chesnay Versailles. Cuando aún era sub 11, Michael Allard, uno de los técnicos del Nanterre, quedó impresionado cuando le vio en un partido. «Hay un chico tan alto que pensaba que era un entrenador asistente», le dijo a Frederic Donnadieu, ahora presidente del club, hermano del entrenador Pascal, y no tardaron en reclutar a ese gigante que ya soñaba con ser como Magic Johnson. En Nanterre fue donde se empeñaron temprano en que no sólo fuera uno más. «Fueron los primeros que vieron que no era un pívot tradicional, que tenían que sacarle de la pintura para que se desarrollara. Para que no se quedara estancado en un rol», apunta Ohnona.

Además de su familia protectora, hay otras tres personas clave en el entorno deportivo de Wembanyama. Una es Guillaume Alquier, el preparador físico con un método bastante poco ortodoxo que acaba de ser incorporado por los Spurs. Los otros son Tim Martin y Karim Boubekri, quien le enseñó a pasar con vídeos de Pete Maravich y a driblar con la explosividad de Allen Iverson y la elegancia de Bodiroga (no es raro ver ahora al francés utilizar el famoso ‘látigo’ del serbio). Wemby siempre jugó en categorías superiores a su edad y su leyenda empezó a crecer vertiginosamente. Con 15 años y nueve meses, Donnadieu le hizo debutar en Eurocup. Menos de un año después ya se había estrenado en la primera gala. También había sido captado por las categorías inferiores de Francia, con quien ya ha debutado en la absoluta. En 2019 perdió la final del Europeo sub 16 contra la España de Juan Núñez.

Ese día en Italia estaba enfrente Rubén Domínguez, máximo anotador de la selección. El colegial, cedido esta temporada en el Castellón, recuerda lo único que era ya el Wembanyama adolescente. “Era más niño, pero se le veía súper especial. Se veía que iba a llegar donde quisiera. Es muy distinto a cualquier jugador que haya visto. Además del tamaño, lo que más distinto le hace es la agilidad para mover ese cuerpo. Es increíble”, relata el alero, que dos años después se volvió a cruzar con Victor en el Mundial sub 19, esta vez con victoria gala en la primera fase. “Ya estaba más cambiado, había mejorado físicamente. Ya él era consicente de lo que era capaz de hacer y lo hacía. Iba duro al aro, por encima de todo el mundo. Era casi imposible pararlo”, rememora el alero andaluz, asombrado especialmente por “el timing y la coordinación que tiene para taponar”.

Wembanyama, en su debut en la NBA.CHANDAN KHANNAAFP

La historia de Wembanyama ya a esas alturas estaba dirigida hacia la NBA y sus pasos le guiaron una temporada al ASVEL y otra, la pasada, al Metropolitans 92, con el seleccionador Vicent Collet en el banquillo. Acabó el curso como MVP, máximo anotador (21,6), reboteador (10,4), taponador (3) y, por supuesto, mejor joven por tercera vez consecutiva. «Nunca he visto en mi carrera a un jugador tan especial, tan diferente. No es sólo las habilidades que tiene para el juego. Cuando llegué allí, comprobé cuánta atención y presión soportaba con sólo 19 años. Está mentalmente preparado y es muy maduro, eso me impresionó», apunta Anzejs Pasecnkis, quien compartió tres meses con Wemby el pasado curso.

El pívot ex NBA, ahora en el Zunder Palencia de ACB, se emparejó con la perla gala durante muchos entrenamientos. «Puede jugar en las cinco posiciones. En defensa es muy duro enfrentarse a él. Puedes intentar jugar abierto y lanzar de fuera, pero él, con su envergadura y movilidad, era capaz de taponar esos tiros. Puede parecer que los dos tenemos la misma estatura (el letón mide 2,16), pero no es así… Él es realmente muy muy alto. Y es listo, entiende el juego», explica, mientras intenta buscar debilidades sin éxito. «Lo único que puedes hacer es empujarle con juego físico, porque creo que todavía puede subir peso (desde que fue nombrado número 1 del draft, en junio, Wembanyama ha ganado 10 kilos) y hacerse más fuerte. Cuando pase esto, no sé cómo se va a poder jugar contra él», razona y concluye: «En ataque, realmente pienso que es indefendible».

Un “alien”

Wemby es consciente de esa aparente debilidad física -“llevo toda la vida viendo como los rivales intentan ser especialmente físicos contra mí. No es algo que me asuste”-, aunque en el plan de los Spurs de Gregg Popovich no está que gané mucho más peso, por lo que le restaría en velocidad. Como reconoce Paul George, “hace jugadas que no va a parar nadie. Va a tener a todos los entrenadores pensando que hacer con él a todas horas”. Sus primeras semanas en la NBA han resultado una especie de concurso en el que sus rivales elevaban la puja de elogios hacia la nueva estrella.

LeBron dijo que Wemby no es el típico unicornio, que Wemby “es un alien”. Sus padres hicieron un gran trabajo: es uno de los chicos de 19 años más maduros que he conocido. Entiende quién es y se siente cómodo en su piel. Sabe que hay mucha expectación en torno a él”, manifestaba Popovich estos días sobre su perla. «Lo obvio es que va a ser un buen jugador, sólo hace falta verle. La inteligencia que tiene está puesta al servicio de la forma que juega. Es impresionante a su edad cómo maneja la presión, es totalmente consciente de lo que le está pasando», apunta Ohnona, impactado por un detalle. Durante los días del draft, Wemby portaba un pesado libro entre sus manos. «Me comentó que estaba leyendo un libro de ciencia ficción traducido del chino, de 800 páginas. No es el típico chaval de 18 años. Siempre tiene algo interesante que decir. Pasa mucho tiempo jugando a los LEGO. También le encanta pintar, cualquier actividad que active sus manos y su cabeza. Eso explica su agilidad», detalla el periodista de L’Equipe.

Que, además de su personalidad (“en 20 años de carrera periodística nunca he visto nada parecido”), destaca la dimensión del jugador y lo que supone para Francia. “Se le puede comparar con Tony Parker, pero también con Zinedine Zidane o Teddy Riner, con todos los grandes deportistas de la historia del país. Tras el draft, Macron le invitó al Palacio del Elíseo, para decirle lo importante que es para Francia. Será embajador de los Juegos. Él va más allá del baloncesto”, concluye el periodista.

kpd