Después de la desaparición del kárate del programa olímpico, el español estuvo cerca de la retirada, pero siguió y este sábado buscará en Budapest su primer título mundial
El breaking será deporte olímpico en los próximos Juegos de París 2024 y en los Juegos de Los Ángeles 2028 llegará el críquet, el softbol, el flag-football, el lacrosse y el squash, pero su entrada supone la salida de otros. Los que se quedan atrás, los sacrificados. El kárate vivió la buena vida con su presencia en los Juegos de Tokio 2020, pero tras su desaparición de la carta olímpica ha regresado al amateurismo. Las becas, los patrocinadores y la repercusión se fueron tan rápido como vinieron y muchos referentes, como la española Sandra Sánchez, optaron por la retirada. Damián Quintero, no. A los 39 años y con una plata olímpica al cuello, ahí sigue: mañana (18.00 horas) buscará en Budapest su primer Mundial en su modalidad, la kata, después de ser subcampeón en las últimas tres ediciones.
- Sin los Juegos Olímpicos, sin poder ir a París 2024, ¿Qué sentido tiene seguir?
- Siento que no es el momento de dejarlo. El año pasado tuve un bajón, no lo voy a negar. Cuando desapareció la euforia de los Juegos de Tokio no quería hacer nada, ni entrenar ni nada. Había tocado el cielo… ¿Para qué hacer más? Pero decidí aprovechar la medalla. Perdí la beca ADO porque el kárate dejó de ser olímpico, pero aún tenía patrocinadores y podía permitirme ser karateca a tiempo completo. Tenía que disfrutar de ese privilegio.
- Al final, sea o no sea olímpico, la gente le reconoce igual.
- Eso es. No soy un futbolista, pero la gente me mira por la calle y les sueno. Soy una cara conocida. A veces me paran y me hablan de cuando salí en Pasapalabra, en el Hormiguero o en La Resistencia. Una medalla olímpica te cambia la vida en ese sentido. Si hubiera sido cuarto en Tokio ya estaría retirado porque ahora me costaría mucho más encontrar apoyo. Aunque también me lo he trabajado.
- En TikTok, por ejemplo sólo Ana Peleteiro le supera en seguidores entre los medallistas olímpicos.
- Es una herramienta muy potente. No quiero ser un influencer, vender mi vida, pero me gusta el cachondeo y si hay que hacer un bailecito, lo hago. Desde antes de los Juegos decidí crear una marca personal, contar con un equipo profesional y buscar más visibilidad.
- A los 39 años, ve su futuro en la farándula, como entrenador de jóvenes o como ingeniero aeronáutico, que era su trabajo antes de que el kárate fuera olímpico.
- Me parece que ninguna de las tres cosas. Después de este Mundial quiero levantar el pie del acelerador y centrarme en varios proyectos que tengo en marcha. He estudiado gestión deportiva y me gustaría estar metido en federaciones, en instituciones, en clubes para intentar despolitizar esos organismos y que realmente estén centrados en el deportista, en ayudar a quien compite. No me planteo otra cosa, aunque agradezco poder salir en la tele y agradezco a mi madre que me presionara para que estudiara Ingeniería Aeronáutica, que me sirvió de mucho.
- Así que este Mundial y no más.
- Después quiero bajar el pistón, sí, porque ya llevo muchos años en la élite. Ahora mismo paso siete u ocho horas en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid y cuando llego a casa sólo quiero descansar y charlar un rato con mi mujer. Es muy difícil hacer cualquier otra cosa. Tengo ganas de dedicar las tardes a mis proyectos, aunque el año que viene hay un Mundial por equipos en España, en Pamplona, y es posible que compita hasta entonces. Me gustaría formar parte de ese evento, será muy chulo.
- ¿Cuántas veces le han dicho los últimos días que este Mundial es su gran oportunidad?
- Todos me han dicho lo mismo, que ganar un Mundial es lo que me falta, que ahora sí, que me toca. A mí no me obsesiona. Sé que sería el broche de oro a mi carrera, pero valoro mucho haberme clasificado para mi cuarta final consecutiva. Esa racha demuestra que llevo muchos años trabajando y trabajando bien. En la final sólo quiero salir al tatami, disfrutar, dar mi mejor versión y marcharme contento conmigo mismo. Si vale el oro, oro será.
- En los pasados Juegos de Tokio y en los tres últimos Mundiales le ganó el japonés Ryo Kiyuna, que se ha retirado. ¿Le sabe mal no poder vencerle sobre el tatami?
- Echo de menos la rivalidad que tuve con él, es verdad. Durante muchos años hubo mucho pique, peleamos por casi todas las victorias en casi todas las competiciones, fue bonito. De hecho fue una competencia muy sana. Pero lo mejor de la kata es que no dependes del rival, al contrario que en el kumite, en la pelea. Puedo centrarme en mí mismo. Y además el otro finalista es el turco Ali Sofuoglu [bronce en los Juegos y en los últimos dos Mundiales] con quien también mantengo una rivalidad desde hace tiempo. Este año ya nos enfrentamos en la final de los Juegos Europeos, por ejemplo, y gané.