La Federación Española de Fútbol tiene tomada la decisión de que Jorge Vilda deje de director deportivo y seleccionador absoluto femenino. Pese a su comunicado calificando como «impropio e inaceptable» el comportamiento de Luis Rubiales, no hay vuelt
Hazte Premium desde 1€ el primer mes
Aprovecha esta oferta por tiempo limitado y accede a todo el contenido web
Cuando Julen Agirrezabala y Nico Williams nacieron, la gabarra llevaba 18 y 16 años sin pasear a un campeón por la ría de Bilbao. Nadie de su generación ha visto al Athletic alzar la Copa del Rey, cinco veces han llorado que se les escapó y ambos se conjuraron y fueron clave para levantarla 40 años después. Les costó 120 minutos probar de todas las formas posibles cómo batir a un combativo Mallorca que los llevó hasta una tanda de penaltis en la que no fallaron. La gabarra, por fin, volverá al agua el próximo jueves.
Fue Iker Muniain quien recorrió los escalones hasta el palco de La Cartuja para recoger de manos del Rey Felipe el título. A final de la larga fila de autoridades estaba Iribar, con lágrimas en los ojos. Como el mítico guardameta, el capitán navarro sabe lo que ha costado volver a ser campeones. "Una barbaridad, muchas derrotas, muchas lágrimas, muchos momentos amargos. Hoy saboreamos el lado bueno del fútbol. 40 años han pasado para coger la Copa y no soltarla jamás", aventuró.
Buscó Iker a otro veterano, De Marcos, para volver a levantar una Copa que llegó pronto a las manos de Ernesto Valverde. No rehuyó el protagonismo como tampoco se libró del manteo.Técnico siempre comedido, agarró el trofeo, caminó en solitario hacia la grada rojiblanca de La Cartuja y, sin dejar de sonreír dejó la Copa en el punto de penalti desde donde se acababan de proclamar campeones. No tiene comparación con ninguno, Sólo hay que ver cómo estaba el campo lo que significa para esta afición. Al final fue en los penaltis, porque también hemos sufrido", admitió el técnico, que miraba de reojo los lanzamientos pero se alegró de la parada de Agirrezabala. "Ha jugado partidos muy comprometidos antes de esta final, como contra el Atlético o el Barça", destacó Valverde.
No será la que se vio en el césped su única celebración, que tendrá que planear. "Me había negado a pensar cómo celebrarlo y ahora tendré que hacerlo. Cuando estaba en Grecia, después de una final aparecíamos en un bar perdido para comer un gyros (un sandwich con pan de pita) y beber cerveza. Algo así haremos", confesó el entrenador mientras la fiesta seguía en el césped.
Una valla cedió
Celebró el Athletic con su afición tan de cerca que una valla del fondo cedió ante la eufórica cercanía de los jugadores sin que se lamentaran daños y al unísono con su plantilla de campeones abrazada en el área entonaron el Txoria Txoi antes de que Asier Villalibre sacara su mítica trompeta y Unai Simón y Yuri se pasaran un ratito cortando la red donde acabaron los cuatro penaltis pateados por el Athletic.
No llegó a patear Nico Williams, que fue el peligro, el mejor jugador del partido, el talento al que se agarraron los rojiblancos. «No puedo esperar más a subir a la gabarra. Llevamos mucho tiempo persiguiendo esto, desde el parque hasta este estadio. El año pasado fallé dos ocasiones en las semifinales y ahora esto es un sueño. Por mi familia, mi hermano, De Marcos, estoy feliz de haberlo logrado en el club de mi vida».
Ese sueño lo cumplirá el próximo jueves y tendrá un protagonismo especial: "Siempre he sido el hermano de, pero ahora me estoy haciendo mi nombre".
Lo mismo sentía Julen Agirrezabala, otro veinteañero a quien le han contado la historia de cuando fueron los mejores. En este partido fue creciendo hasta atajar las ocasiones del Mallorca, que no fueron muchas pero algunas muy claras, y el penalti de Morlanes que hundió a los de Aguirre con una suerte que muchas veces les salió de cara. Esta vez Dominik Greif no pudo ser el héroe ni llevarse una Copa de regalo de cumpleaños que borrara tres años de calvario de lesiones.
Lo tuvo cerca el Mallorca. Aguirre reconoció más a su equipo que Valverde durante muchos minutos. La Cartuja era rojiblanca y rujía en euskera, pero sus futbolistas estuvieron atenazados por la responsabilidad en toda la primera parte. Les costaba hacer correr a los Williams, que lo peleaban con más corazón que cabeza. Iñaki contra Copete y Lato mientras Nico lograba quebrar a Gio González y Valjent pero no encontraba la portería de Greif.
De la ansiedad se pasó al temblor con el gol de Dani Rodríguez. «Como si jugaras en la plaza» le había dicho al gallego su mujer y por eso no dudó en rematar una pelota escupida por Prados que le ofreció Gio González para que se convirtiera en héroe. Ni Muriqi ni Larin ni Abdón. Aquel chico criado en el Deportivo que en el que llegó del Albacete en el verano de 2018 para jugar en Segunda acercaba al Mallorca a la segunda Copa. Eso pensaba en el palco bufanda al cuello, Rafa Nadal y su entrenador Carlos Moyà. Unas filas más abajo sufría Iríbar viendo a su Athletic tambalearse y a Nico, en un mano a mano escorado contra Greif, estrellar el empate en el exterior de la red antes de que le anularan un tanto por fuera de juego.
En el vestuario, Valverde les leyó todo lo que había apuntado en su libreta y hubo un despertar. Si Larin pudo hacer el segundo, nada evitó que su rival se quedara el balón y que el pequeño de los Williams se echara el escudo a la espalda. Se escapó por la banda izquierda, perdió la pelota ante Gio, peleó la recuperación con Samu Costa y asistió a Oihan Sancet para que batiera la meta mallorquinista. Este regalo le convierte en el tercer jugador más goles ofrece a sus compañeros de toda Europa.
Todo empezaba de nuevo aunque, esta vez con un Athletic que se sacudió la tensión para mandar con descaro, jugar y crear ocasiones, pero sin poder evitar la prórroga que puso nerviosos a todos. Pudo cerrar el partido otra vez Nico, pero los 40 años de sequía acabaron de penalti, un castigo que el Mallorca recuerda que ya sufrió en 1998 en su primera final en Mestalla. Al partido le puso fin el largo abrazo de Valverde y Aguirre.
Para crecer en el fútbol no es necesario echarse en brazos de grandes accionistas, locales o extranjeros. También hay quienes resisten y pelean por mantener un modelo en el que los aficionados, los socios, sigan teniendo todo el control. Y no, no son el Real Madrid, el FC Barcelona, el Athletic u Osasuna, sino clubes más modestos que ascienden desde las categorías de barro buscando plantarse en las profesionales. Puede que el camino sea más largo, pero también más satisfactorio. Unionistas de Salamanca es el ejemplo que ha llegado más alto.
Nació en 2013 tras la desaparición de la histórica Unión Deportiva Salamanca y ha ido creciendo guiado por una gestión eficiente y el apoyo de una masa social con un enorme sentimiento de pertenencia que quedó huérfana. «Es fruto de aquel trauma, de ver que nuestro equipo se liquidaba, que intentamos salvarlo, pero el dueño sólo miró por sus intereses. Entonces entendimos que un equipo no podía depender del capricho de una persona», cuenta Roberto Pescador, hoy presidente pero miembro de la directiva desde la fundación.
En ese intento de rescatar a su club optaron primero por la vía más habitual: buscar otro comprador que hiciera frente a las deudas. Contactaron con un empresario británico, directivo de la empresa del entonces presidente del Newcastle, Mike Ashley, dispuesto a invertir un millón de libras. «Pero Pepe Hidalgo ya tenía otros planes y dejó que el equipo fuera a liquidación», recuerda. Ese golpe -«unido a la rebeldía de la juventud», reconoce-, les llevó a fundar Unionistas. «Sin empezar a competir teníamos 1.000 socios. Tras el primer año superamos los 2.000. Hubo que ganarse la confianza pero los resultados se iban dando», explica Pescador. Aún recuerda los rumores a los que se enfrentaron: «Que si nos íbamos a quedar el dinero de los abonos, que si nos estábamos haciendo de oro... Esos eran los continuos comentarios al principio y los entiendo, porque la mayoría de gente se acerca al fútbol para eso».
Se disiparon conforme se iban encadenando ascensos hasta llegar a Primera RFEF, donde están consolidados, con las cuentas saneadas y siendo protagonistas en la Copa del Rey. Recibieron al Real Madrid en 2020 y en la pasada edición, eliminaron al Villarreal, y se plantaron en octavos de final ante el Barça. «Es cierto que nos hemos creado un nombre y que estos resultados llevan a mirar más allá y han dado a conocer nuestra filosofía», admite con orgullo.
Por eso no han faltado ofertas de compra. «Cada temporada hay llamadas de inversores para comprar el club. Y todos reciben la misma respuesta: no se vende. Estamos abiertos a inversiones, pero sin ceder nunca el control, que estará siempre en manos de los socios a través de una directiva a la que fiscalizan. Aquí nadie tiene acciones y todo se decide en asambleas», advierte.
Unionistas crece sin prisas, con dos millones de ingresos y un gasto de medio en la plantilla frente a gigantes como el Deportivo que superaba los cinco, pero no descartan llegar a Segunda. ¿Se puede llegar con esta estructura horizontal y democrática? «Creo que es posible. Sólo tendríamos que profesionalizar un poco más la estructura del club, pero en cuanto a decisiones, seríamos como el Athletic o el Osasuna».
Adiós a las Sociedades anónimas y un consejero de la afición
La actual Ley del Deporte aprobada en diciembre de 2022 recoge dos reclamaciones que protegen a los aficionados frente al régimen de Sociedades Anónimas Deportivas.
La primera es que ya no es obligatorio transformarse en empresa para jugar competiciones profesionales, sino que se podrá hacer bajo la forma jurídica de club deportivo.
La segunda, recogida en el artículo 71, es que en los consejos de las SAD debe haber «al menos un consejero independiente que deberá velar especialmente por los intereses de los abonados y aficionados». Especifica la ley que no debe verse «condicionado por relaciones con la sociedad o su grupo, sus accionistas significativos o sus directivos».
Una semana en el ojo del huracán, un sinfín de consultas legales y la llamada definitiva a Singapur. La detención el pasado lunes de Rafa Mir por un presunto delito de agresión sexual a dos jóvenes puso al Valencia en un brete deportivo que, siete días después y tras una hora y media de reunión con el jugador en la Ciudad Deportiva de Paterna, ha concluido con una sanción al delantero y la imposibilidad de entrenarse con el resto del equipo.
Mir estará apartado del grupo y fuera de, al menos, las dos próximas convocatorias para los partidos del Valencia ante el Atlético de Madrid en el Metropolitano el domingo y el Girona en Mestalla la próxima semana. RubénBaraja le quiere en la grada.
El club, por consejo legal, no ha entrado a valorar en ningún momento las acusaciones al futbolista, por respeto a su presunción de inocencia y porque la investigación está en curso y va virando. Por eso, se ciñe a los hechos que ocurrieron sin ningún género de dudas: Mir estuvo de fiesta a horas impropias para un deportista profesional, consumió alcohol y tuvo un comportamiento que ha causado un daño reputacional al club. Por eso no se le ha permitido reintegrarse al grupo, por saltarse el Reglamento de Régimen Interno y dentro de la horquilla de sanciones que recoge el convenio firmado con la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE).
La decisión de apartarlo del grupo se la ha transmitido el técnico, Rubén Baraja, en la reunión a la que el jugador acudió a primera hora de la mañana junto a su padre. Allí estaban también la presidenta, Layhoon Chan, y el director corporativo, Javier Solís. Minutos antes de aparecer por la Ciudad Deportiva, el futbolista lanzó un comunicado en redes sociales en el que insistía en su inocencia y su confianza en la justicia, al tiempo que pedía "sinceras y profundas disculpas" por lo ocurrido a sus compañeros, al club y al cuerpo técnico y a la afición del Valencia.
Pero sólo admitía haber "incumplido", al salir por la noche aunque fuera "en su día libre", "con el rigor de los horarios que se esperan de un profesional", dado que el inicio de la temporada, con el Valencia colista y sólo un punto, está "alejado de las expectativas".
Durante la reunión, según ha podido saber EL MUNDO, no se ha valorado la versión del jugador, que recordaba en ese comunicado que el caso "ha dado un giro importante que evidencia lo infundada que ha sido la denuncia", sino el problema que, aun respetando su presunción de inocencia en todo momento, ha generado para el club, que después del cónclave se ha expresado en otro comunicado: "El Valencia ha analizado la situación desde el punto de vista del régimen sancionador aplicable al ámbito del fútbol profesional y ha decidido acometer medidas disciplinarias. En concreto, el Club procederá a abrir un expediente a Rafa Mir al entender que su modo de proceder, en su tiempo de descanso, afecta indiscutiblemente al rendimiento profesional que se espera de él como jugador de este Club; dañando, además, la confianza que nuestra afición tiene en todos sus jugadores".
Rafa Mir la ha perdido no sólo para la grada, sino también en los despachos de un club que, pese al desgobierno que lo preside desde la llegada de Peter Lim, mantuvo durante varias temporadas un acuerdo con UN Women, la organización de las Naciones Unidas dedicada a promover la igualdad y el empoderamiento de las mujeres. Y, sobre todo, ha perdido la del entrenador.
Decepción en el vestuario
Baraja le ha hecho saber a Mir en la reunión la "decepción" que siente por el comportamiento, en el ámbito profesional, de un futbolista que ha querido fichar durante los últimos dos mercados con insistencia. Tampoco a sus compañeros les ha gustado que aumente la tensión en torno al equipo, en una delicada situación deportiva. Las llamadas entre los capitanes Gayá, Jaume y Pepelu, pese a estar con la selección, se han sucedido y el vestuario respalda la decisión del entrenador.
No tenía muchas más alternativas el Valencia. En el club son muy conscientes de que, salvo que el caso dé un giro vertiginoso en las próximas semanas, será difícil que Rafa Mir vuelva a vestir la camiseta del Valencia por las consecuencias reputacionales que tendría para la entidad. Quieren mantener la prudencia, pero la opción de compra para quedarse con la propiedad del jugador en junio se antoja complicada.