La preocupante y prematura debilidad de Pogacar: “No está todo perdido”

La preocupante y prematura debilidad de Pogacar: "No está todo perdido"

Tour de Francia

Actualizado

El esloveno, contrariado también por la caída de su novia en el Giro femenino, admite no estar “al 100%”. Vingegaard pulverizó su récord en la subida al Marie Blanque

Pogacar, en su persecución de Vingegaard.CHRISTOPHE PETIT TESSONEFE

El chico que siempre sonríe esta vez no sonríe tanto. A Tadej Pogacar los Pirineos le retrotaen a sus pesadillas de rendición de 2022. Y a todos sorprende su rostro en la meta de Laruns, en un verano que parece otoño en el Valle de Ossan. Ni en Granon hace un año mostraba tal rictus preocupante. Quizá, también, porque justo en ese momento se enteró de que su novia, la también ciclista profesional Urska Zigart, sufrió una conmoción cerebral tras caerse en el Giro femenino. “Eso sí que son malas noticias, mucho más tristes que perder un minuto con Jonas”.

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Su mensaje, eso sí, sigue siendo voraz, pero hablan las sensaciones de otro día de derrota ante su demonio particular. Y también, sobre todo, se pronuncian contundentes los números. Mal síntoma para empezar.

Hace tres años, cuando despegaba el fenómeno esloveno hacia su primer y sorprendente Tour, cuando se subió por última vez el col de la Marie Blanque (casi ocho kilómetros al 8,5% de media con una dureza in crescendo), nadie hubo como Pogacar, 22 minutos y 24 segundos entonces. El miércoles, feroz Jonas Vingegaard aunque sólo quisiera “probar”, listo también aprovechando su zarpazo cuando más tráfico había para impedir que nadie le tomara la rueda -por allí andaban los que caían de la gran escapada del día para estorbar-, firmó más de un minuto y medio menos en el mismo tramo (20:57).

Pogacar, al llegar a la meta de Laruns.MARTIN DIVISEKEFE

«Demasiado rápido», admite Pogi. «He intentado aguantar, pero ante un ataque así, poco hay que hacer. Ha sido más fuerte, pero no todo está perdido», pronuncia, sin sonrisas, con la preocupación del que vislumbra de nuevo otra misión agotadora, otra batalla imposible. Porque aún la renta es ligera (53 segundos), pero Vingegaard, además de más fuerte, es experto en no ceder, tiene toda la sabiduría del pasado Tour, una preparación milimétrica y, de nuevo, al mejor equipo. Y aún así, la prudencia: «Conozco a Tadej, nunca se rinde, vamos a tener pelea hasta el final».

La debilidad de Pogacar pone de manifiesto lo evidente. Los riesgos en las clásicas de primavera, histórico en el Tour de Flandes, en Flecha Valona, en Amstel Gold Race, son ahora su peaje. La lesión de muñeca en la Lieja-Bastogne-Liega no le dejó preparar como debía el Tour de la reconquista. Y la férula en su brazo izquierdo es el recuerdo de aquello que es, a la vez es su hándicap y su esperanza: que el tiempo le vaya concediendo mejoras. «Ha sido un golpe fuerte, pero no es más que la primera etapa de montaña. El objetivo está claro, vamos a pelear cada día por recuperar tiempo. Esperemos tener las fuerzas que hoy ha tenido Jonas», concluye el esloveno. Y su director, Mauro Gianetti, lo corrobora: «Lo esperábamos desde Bilbao. Esto es una realidad más auténtica: Vingegaard está a tope y Tadej todavía no está al 100%. No todo está perdido».

Aspin, Tourmalet…

Los Pirineos, que este jueves tienen prolongación con meta en Cauterets, pasando antes por el Aspin y el Tourmalet, dejaron también apuntes interesantes, escenarios novedosos. Quizá haya entre los dos colosos un tercero que condicione la pelea. El mordisco de Jai Hindley, todo un ganador del Giro, le mete de lleno en una pelea que parecía destinada a no tener molestias de terceros. «Estar en la escapada no formaba parte del plan. Simplemente he improvisado», admitía el quinto australiano es vestir de amarillo, imposible borrarle la sonrisa del rostro una vez acabada la etapa.

Y el rendimiento de Carlos Rodríguez, el último en perder la rueda de Vingegaard y Pogacar en Marie Blanque, le confirma como la esperanza nacional a sus 22 años y como el líder de un Ineos en el que Egan Bernal se dejó más de tres minutos. «Me he quedado cerca de poder seguirlos, pero van a otro nivel. Los dos últimos kilómetros del Marie Blanque iba muerto, pero no hemos perdido mucho tiempo al final que era de lo que se trataba», confesó el andaluz, que tuvo un pequeño percance ya cruzada la meta, cuando se fue al suelo en su camino al autobús, molestado por unos aficionados. Es noveno en una general en la que ya apenas queda rastro de un Mikel Landa que a partir de hoy ya buscará ganar etapas, por qué no en Cauterets.

kpd