Venus Williams es un mito del tenis. 43 años, 24 participaciones en Wimbledon y 90 victorias en el torneo bien merecían la ‘wild card’ que la organización entregó a la estadounidense. Pero la leyenda no ha podido lograr su sexto título en la hierba británica ya que la ucraniana Elina Svitolina, que fue madre a finales del año pasado, ha terminado con su sueño tras batirla por 6-4 y 6-3.
La estadounidense dio la cara, sobre todo tras llevarse un buen susto en el tercer juego, cuando resbaló cerca de la red y se le torció la rodilla izquierda, en la que ya de por sí llevaba un aparatoso vendaje que ha lucido durante toda la semana previa al torneo. El grito de Venus en la cancha tras el percance fue desgarrador.
Svitolina también recibió una invitación de la organización, debido a la bajada de su ranking por la maternidad, y no la desaprovechó, derrotando a una cinco veces campeona de Wimbledon.
Venus, ovacionada ante, durante y después del partido, dijo adiós en hora y media de encuentro, pero apretando hasta el último momento, pasando del 5-1 al 6-3 definitivo.
La menor de las Williams se va con 109 partidos jugados en Wimbledon (90 victorias), cinco títulos y como una de las campeonas más importantes de la historia del torneo.
Svitolina, que tuvo un hijo con el también tenista Gael Monfils, se enfrentará en segunda ronda a la belga Elise Mertens.
El Wizink, cual arbusto frondoso, escondió los problemas. Cuatro victorias de carrerilla al calor del Palacio, dos en Euroliga ante rivales complicados como Panathinaikos y Estrella Roja y dos en Liga Endesa ante oponentes a priori 'sencillos', Girona y Manresa. Pero la vuelta a la carretera volvió a destapar las carencias. El remozado Real Madrid no se encuentra y ya va un mes de competición. Sigue sin saber lo que es ganar a domicilio.
Cada noche tuvo sus peculiaridades. El tropezón en Múnich sin Hezonja, encajando casi 100 puntos. El de Vitoria sin el sancionado Campazzo. Y esta semana, en Atenas ante un Olympiacos necesitado también y en Belgrado ante un Maccabi que resolvió en la última acción Sabon Lee y con las bajas de última hora de Ibaka y Musa (que se unían a las ya conocidas de Garuba y Andrés Feliz).
Mantiene la calma Chus Mateo. "Nuestro equipo lo intenta, pero no llegamos al objetivo, que es ganar fuera de casa". Habla de impotencia, de querer y no poder, un equipo que también perdió en La Coruña y en Bilbao e incluso en Murcia en la final de la Supercopa Endesa contra Unicaja. Demasiados borrones tan temprano.
"Tenemos que seguir luchando, es un momento en el que debemos mantenernos juntos. Tenemos que seguir peleando, juntos, creyendo. En estos dos partidos fuera de casa, creo que jugamos muy bien durante tres cuartos y medio en ambos", pronunció el técnico, dejando entrever uno de los problemas identificados. Las cuatro derrotas de Euroliga están marcadas por nefastos desenlaces. Sintomático de un equipo en busca de rumbo.
El balance de los cuatro cuartos finales fuera de casa del Madrid en Euroliga es de 108 puntos del rival por 60 del propio. Ya se hundió ante el Bayern, con un inaceptable 33-16. En las tres últimas salidas europeas el Madrid no ha sido capaz de llegar a los 80 puntos. En Vitoria, sin el Facu, encajó un 28-20. Mucho peor esta semana. 23-10 en el Pireo y 24-14 ante el Maccabi. "En los últimos cuartos debemos ser más inteligentes, creo que es cuestión de tiempo porque ahora nos sentimos un poco verdes en estas situaciones", había avisado Hezonja en la previa.
Con un balance de tres victorias y cuatro derrotas, uno de los peores arranques que se le recuerdan en Europa, el Madrid provisionalmente está incluso fuera de los puesto del Play-in (fuera de los 10 primeros). Su porcentaje de triples (34,5%) es de los más pobres y también está lejos de la cabeza en rebotes (11º, 33,4 por partido), dos síntomas de poca competitividad. Su próximo envite, la semana que viene en Milán ante un Armani que sólo ha ganado dos partidos (el último el jueves en el derbi italiano ante la Virtus) no sólo será la oportunidad de romper ese maleficio fuera del Wizink. También parece todo un examen, como el del domingo en Murcia ante el subcampeón de la ACB.
Después de tantos meses entre tinieblas, Aston Martin encontró un haz de luz en Imola. En este fin de semana donde estrena su esperado paquete de actualizaciones, Fernando Alonso dio un golpe sobre la mesa y salfrá quinto en la parrilla, tres puestos por delante de Lance Stroll. Todo un éxito para la escudería de Silverstone, capaz de enderezar como por ensalmo el errático comportamiento ofrecido desde el viernes. Por esta vez, la pole de Oscar Piastri, tercera del año con 34 milésimas sobre Max Verstappen, compartió protagonismo con la poderosa irrupción de los monoplazas verdes.
En la primera carrera del Mundial del compuesto C6, el más blando de la gama Pirelli, Aston Martin hizo su magia con sendos juegos de medios. Nuevos para Alonso y usados para Stroll. El asturiano únicamente cedió ante los McLaren, Verstappen y George Russell, pero nada más cruzar la meta preguntó a qué distancia había quedado del cuarto puesto. Poco importan ahora esas cuatro décimas, porque al final del túnel ya asoma algo de esperanza.
Piastri frustró la tercera pole consecutiva de Verstappen, que aun así cuenta con opciones de una cuarta victoria en el Autodromo Enzo e Dino Ferrari. También hay motivos para la ilusión con Carlos Sainz, sexto a una milésima de Alonso y con cuatro centésimas de margen sobre Alex Albon, su compañero en Williams. El madrileño incluso estableció el mejor crono en la Q2, dejando buena muestra de quién manda ahora en ese garaje.
Accidentes de Tsunoda y Colapinto
Fue una tarde de emociones fuertes, inaugurada por el pavoroso accidente de Yuki Tsunoda en la Variante Villeneuve. Una zona de alta velocidad donde el japonés pisó el piano interior, saliendo catapultado y dando una vuelta de campana. Otro ejemplo de que si algo funciona en la actual F1 es la seguridad de los monoplazas.
Alonso aprovechó su oportunidad para cerrar una gran vuelta (1:15.695) que le garantizaba el acceso a la Q2. Casi de inmediato, Stroll también cumplió, a sólo 12 centésimas de su compañero. Esta solvencia inicial de Aston Martin no debiá tomarse a la ligera en Imola, una pista que lleva al límite a los pilotos. Sobre todo a los menos versados, como Franco Colapinto, que rozó la hierba en Tamburello antes de estamparse contra las protecciones.
Los trabajos de reparación fueron breves, pero hubo que esperar un cuarto de hora más para que se decidiera la suerte de Oliver Bearman y Gabriel Bortoleto. El novato de Haas había quedado eliminado tras marcar su crono bajo bandera roja y tras una revisión que se hizo eterna, los comisarios optaron por dejarle fuera.
Piastri, junto a Verstappen y Russell, tras su 'pole' en Imola.AFP
No había quien entendiera un espectáculo tan poco edificante. Como tampoco resultaba comprensible la decisión de Aston Martin, que asumió un riesgo altísimo en la Q2. Tras un primer intento con los blandos, se lo jugó todo con un juego nuevo de medios. Lo que parecía un plan suicida dio un resultado redondo: Alonso pasó sexto (1:15.442), con 55 milésimas de ventaja sobre Stroll.
El golpe de mano que tanto tiempo se había hecho esperar en el garaje de Andy Cowell dejó además tres víctimas por el camino. Charles Leclerc y Lewis Hamilton, undécimo y decimosegundo, nada pudieron hacer para evitar la debacle de Ferrari. Para colmo, Andrea Kimi Antonelli, el ídolo local, también quedó fuera de la mejora con su Mercedes.
"Debemos controlar la emoción"
La comprensión de la goma ultrablanda resultó misión imposible para los favoritos. Su elevadísima degradación apenas permitía completar una sola vuelta en condiciones. Sin embargo, a la hora de la verdad, sólo Alonso, Stroll y Russell apostaron por el medio.
El factor de los neumáticos tampoco debe servir de excusa en Ferrari, que jamás en su historia había dejado a sus coches fuera del top-10 a orillas del río Santerno. Nada más presentarse ante los micrófonos, Leclerc ofreció sus disculpas a los tifosi. La desolación colectiva contrastaba con el clima de euforia en el garaje de Aston Martin.
"Tenemos que disfrutar de esto, pero también hay que controlar la emoción", argumentó Cowell, que se jugaba gran parte de su futuro con este paquete de mejoras, que incluia un suelo completamente nuevo, así como variaciones en la cubierta del motor, el halo y la viga trasera. "El coche ha ido más rápido gracias a las nuevas piezas", confirmó el team principal, intentando contener la euforia. Han tenido que pasar 13 meses, desde el GP de China 2024, para que Alonso ocupe el top5 en una parrilla. Aquel séptimo puesto de Fernando en la meta debería interpretarse hoy como óptimo para Aston Martin.
Tribunales
GERMÁN GONZÁLEZ
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