“Ha jugado bien, no fue un tenis excepcional, pero ha jugado bien. Hay una cosa que voy a evitar en el futuro, es tomar pastillas de melatonina y hacer una pequeña siesta justo antes de un partido, no me ha ido bien”, declaró el griego en rueda de prensa, todavía conmocionado por su derrota; 6-2, 6-1, 7-6 (7/5) en poco más de dos horas.
Por su parte, Alcaraz, número 1 del mundo, ha destacado que su partido ante Tsitsipas había sido “uno de los mejores de su carrera”. El murciano jugará este viernes las semifinales ante Novak Djokovic.
“La programación ha sido un poco difícil desde hace algunos días. He tenido sesiones de noche, no muy tarde, pero sí bastante para mí, para desajustar mi programación de sueño”, señaló Tsitsipas.
“Y el sueño es vital, esencial. La recuperación es lo más importante en la competición y cuando juegas Grand Slam”, continuó.
“No quiero quitarle nada a Carlos, es un chico que juega muy bien… Pero me enfada que la melatonina haya tenido este efecto sobre mí. ¡Seguimos hacia adelante!”, concluyó.
Una mano al muslo derecho, mal asunto. Carlos Alcaraz señalaba a la juez de silla que sentía un dolor, una molestia, un algo y en el descanso el fisioterapeuta de los Juegos de París entraba a asistirle. Con la boca tapada le explicó su problema y el sanitario le emplazó a pasar cinco minutos por los vestuarios para recibir tratamiento. Al volver, el español mostraba cierta amargura, pero podía moverse como siempre, correr como siempre, volar como siempre. ¿Qué pasó? Un gesto tonto, una incomodidad, en principio nada grave. "Siempre hay problemas, es el día a día del tenista. Es un dolor que ya vengo arrastrando y que sé cómo llevarlo. Mañana (por este martes) voy a estar a tope para el dobles con Rafa", aseguró críptico.
El problema fue que esa ligera dolencia le amargó una victoria que iba a ser dulce. En la segunda ronda del torneo olímpico superó al neerlandés Tallon Griekspoor por 6-1 y 7-6(3) en una hora y 48 minutos y ese triunfo nunca estuvo en duda, ni mucho menos, pero podía haber sido más sencillo, más rápido, más agradable.
En el primer set, con su adversario encogido y perdido en errores, Alcaraz desplegó la inmensidad de su artillería: hacía lo que quería y cómo quería. En sólo media hora resolvió el periodo, un calentamiento para él, un paseo por el campo. Pero al comenzar el segundo set, Griekspoor decidió que no se iba a marchar a casa con tan malísimas sensaciones. Tenista capaz de llevar a Alexander Zverev al quinto set en el último Roland Garros, soltó el brazo, empezó a encontrar las líneas y puso al español en aprietos. Alcaraz seguía firme con su saque, en los últimos meses su mejor golpe, pero no podía quebrar el servicio de su oponente. Ni de una manera, ni de la otra. Con Griekspoor mucho más atinado, tenía que entregarle la pista y no podía alcanzar la red.
La resolución de Alcaraz
Entonces llegó la molestia. Si a Alcaraz ya le estaba costando hallar la solución, con esa contrariedad más. Durante algunos juegos parecía más preocupado por probar su pierna que por resolver el intercambio. Y así se llegó al tie-break. Como tantas otras veces, ante la posibilidad de un partido demasiado largo e incluso una victoria, el número tres del mundo cambió el chip, se concentró, optó por su versión más agresiva y se llevó el triunfo.
Ahora el camino vuelve a estar despejado. Si sigue sano, con Novak Djokovic y Alexander Zverev como posibles rivales en la final, el horizonte está despejado. En su próximo partido de octavos, el miércoles, se medirá al ruso Roman Safiullin, el 66 del mundo, clasificado por sorpresa, que a sus 26 años sólo ha conseguido dos veces entrar al cuadro final de Roland Garros, y después en cuartos el mejor rival hipotético es el estadounidense Tommy Paul, tenista al que desarmó en el último Wimbledon. Si realmente no sufre ningún percance, el oro sigue siendo el único objetivo posible.
Cuando la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) anunció su pacto con Jannik Sinner, tres meses de suspensión por haber dado positivo por clostebol, muchos tenistas -Novak Djokovic, Alexander Zverev, Stan Wawrinka y por supuesto Nick Kyrgios- criticaron que la ausencia de verdaderas consecuencias. Más allá de un parón en su temporada, el italiano no perdía ningún título, ni tenía que devolver sus premios. Si acaso, subrayaba alguno, como el propio Zverev, ponía en juego el número uno del ranking ATP que posee desde el pasado 10 de junio.
En tres meses, Sinner se perderá el Masters 1000 de Indian Wells que acaba de empezar, el próximo Masters 1000 de Miami y el inicio de la gira europea de tierra batida, con otros dos Masters 1000, Montecarlo y Madrid, y torneos menores como el Trofeo Conde de Godó. En principio dejará escapar un saco de puntos que deberían bajarle de lo más alto de la lista mundial. Pero la calculadora insinúa que tampoco llorará esa pena: en realidad, lo lógico es que Sinner llegue como número uno a Roland Garros pese a haber cumplido con la suspensión.
Después de celebrar sus éxitos en el último US Open y el último Open de Australia, su ventaja actual es enorme, pero también hay otros factores que le dan tranquilidad. En primer lugar, para él, este inicio de primavera era la mejor época del año para dejar de jugar. Pese a que su 2024 fue para enmarcar, en abril sufrió una lesión de cadera y la gira de arcilla apenas sumó en su liderato.
Las opciones de Zverev
Si ahora mismo en su cuenta hay 11.330 puntos, cuando regrese tendrá 9.730, una cifra también exagerada. Sólo habrá perdido lo conseguido en Miami (1.000), Montecarlo (400) y Madrid (200) y regresará justo para sumar desde cero en el Masters 1000 de Roma, en su casa. Además, en Roland Garros, donde cayó en las semifinales de la última edición, tampoco tendrá la exigencia del título así que podrá volver sin apuros.
Únicamente una racha prodigiosa podría apartar a Sinner del número uno. Y sólo hay dos candidatos a la misma. Uno es Zverev, que necesitaría ganar en Indian Wells -donde debuta este viernes ante Tallon Griekspoor- o Miami para asaltar el trono en Montecarlo y Madrid, donde apenas defiende puntos.
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Y el otro es Carlos Alcaraz. Las matemáticas indican que el español puede volver a un puesto que ya ocupó durante 30 semanas entre 2022 y 2023, pero esas matemáticas le exigen ganarlo todo. En Indian Wells, donde debuta este sábado ante el vencedor del duelo entre Quentin Halys y Pablo Carreño, fue campeón hace un año y eso le complica las cosas. Debería repetir éxito, sumar uno más en Miami y luego triunfar también en Montecarlo. Con eso sumaría 2.800 nuevos puntos, alcanzaría los 9.310 y se quedaría en disposición de ser nuevamente número uno en Madrid o Barcelona.
«En cuestión de la sanción, hay poco que opinar. Juegue Jannik o no intentaré hacerlo bien en cada torneo porque el número uno es un objetivo», comentó Alcaraz ya en California, una de sus plazas favoritas. Allí, como sólo ocurre en Wimbledon, suele alquilar una casa entera para dormir acompañado de su equipo y parte de su familia y allí disfruta de los muchos campos de golf que rondan Indian Wells. Volver a la cima del tenis durante la suspensión de Sinner es muy difícil, pero sí puede acercarse.