El Comité de Apelación de la RFEF ha rebajado a tres partidos la sanción de cierre parcial que Competición impuso el pasado lunes a la grada de animación del campo de Mestalla por los insultos a Vinicius Jr. en el duelo ante el Real Madrid.
El Valencia, que solicitó ayer la suspensión cautelar y presentó alegaciones tras conocer que los argumentos del comité se basaban en vídeos de redes sociales, acudirá al Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAD) para conseguir una cautelar que le permita abrir la grada el próximo domingo en el vital partido que el equipo de Rubén Baraja jugará ante el Espanyol con la permanencia en juego.
Apelación, además, ha rebajado también de 45.000 a 27.000 euros la multa que le imponía al club.
Han pasado 17 años desde que Javier Arizmendi, en el minuto 88 de un duelo empatado dos goles, batía a Casillas para que aquel Valencia de Koeman que también coqueteaba con el descenso ganara en el Bernabéu. Aquella victoria ha sido desbancada por una de mayor mérito, porque la diferencia entre los rivales es abismal y porque el testarazo de Hugo Duro en el 94 que batió al debutante Fran González permite al Valencia agarrarse a una salvación en la que ya se cree, empujado por la fe que despertado Corberán. Sólo el Barça (0-4) y el Atlético (1-1) se había llevado puntos del inexpugnable estadio madridista, lo que agranda la proeza.
El Valencia se sacudió mil demonios de un plumazo. Volvía a ganar en el Bernabéu, sumaba su primera victoria lejos de Mestalla por primera vez en un año y lo hacía sin tres de sus mejores futbolistas pero recuperando a otros tres que se antojan esenciales para el arreón final. Corberán no dudó en reconocer que su equipo rozó la perfección desde Mamardashvili, que volvió a ser un portero que da puntos con sus paradas a Mbappé y Valverde y el penalti de Vinicius, a Rafa Mir y Hugo Duro, que volvió a mostrar su olfato en el área por puro tesón.
«Había que tener personalidad y no dejarse intimidar por la atmósfera de este estadio y había que tener concentración, y solo en la jugada que han visto penalti la hemos perdido. Hemos hecho un ejercicio de resistencia y también de saber atacar. Y todo eso al máximo nivel. Ha sido un ejercicio de resistencia y fe. No lo hemos hecho todo perfecto, pero hemos encontrado a Giorgi Mamardashvili, que ha sido uno de los nombres de este partido», explicó el técnico que cogió al equipo con 12 puntos y le ha hecho sumar 22. «Detrás de eso hay mucho trabajo», puntualizó el entrenador revelación, que no abandonó su rictus serio al recordar que todavía queda camino.
Ahora bien, el equipo golpeado con los peores registros goleadores de las grandes ligas, acostumbrado a deshacerse en defensa al más mínimo golpe, se ha convertido en resiliente. «Ante el golpe como el que hemos recibido en la segunda parte [el gol de Vinicius] y en un escenario donde el Real Madrid se ha acostumbrado a remontadas heroicas, tener la fuerza para levantarnos era importantísimo. Porque si no, no se gana», resumió.
No lo vio de la misma manera Carlos Ancelotti, que no restó mérito al "gran trabajo" del Valencia ni evitó reconocer que la Liga se les complica. "Tenemos menos opciones al título. Hemos perdido la oportunidad de pelear con más contundencia", reconoció antes de poner matices a la derrota. "Las hemos tenido merecidas, pero esta no lo ha sido. No ha faltado la actitud. Hemos creado un montón de oportunidades y hemos estado cerca de marcar. Nos ha faltado un poco de efectividad y se podría hacer mejor en la recuperación del balón, a nivel defensivo. En este momento, para que nos hagan gol los equipos rivales no necesitan mucho. Uno ha sido a balón parado y luego hemos arriesgado porque el punto no servía para nada", se lamentó.
Se encontró el Real Madrid con la confianza que ha despertado la personalidad de jugadores del Valencia como Diakhaby, que marcó con un cabezazo impecable el primer gol para cerrar un círculo: hace uno año se hizo añicos la rodilla al caerle encima Tchouanémi en el partido en Mestalla. "Me lesioné contra ellos y ahora marco en el Bernabéu. Quiero disfrutar de eso", decía el central, al que no le hundió ni el gol en propia puerta que el VAR anuló.
¿Quién será el lanzador de penaltis?
Tampoco lo hizo Tárrega, convertido en uno de los cinco centrales más difíciles de driblar de las cinco grandes ligas, en la disputa con Mbappé que Cuadra Fernández vio como penalti. Ahí emergió Mamardashvili por primera vez ante Vinicius, que falló su segundo lanzamiento de la temporada. Lo hizo ante el Atlético en Champions y de nuevo ante el georgiano. Eso provocó pitos en la grada y quizá que Ancelotti designe otro lanzador. "Vamos a ver", se limitó a decir. "Ha sido una temporada complicada para los lanzadores. Falló Bellingham en Valencia, Mbappé contra Liverpool y el Atlético y Vinicius contra el Atlético y también hoy. Pero está muy focalizado en lo que hace. Le puede ir bien o mal, pero lo da todo", justificó el italiano.
Vinicius, en el lanzamiento de penalti que erró.chema moyaEFE
Mientras en el Real Madrid surgen las dudas, más aún a la espera del Arsenal, en el Valencia nadie se arruga. Empezando por el portero, que ha tenido fallos garrafales esta temporada que empieza a enmendar. "Todos tenemos días malos, pero tenía que demostrar quién soy como he hecho", advirtió el georgiano en un mensaje quizá para oídos en Anfield. Tuvo arrestos hasta para apostarse 50 euros con Vinicius. "Le pregunté si quería jugarse 50 euros y me dijo que sí. Se lo paré y gané. Me lo tenía que pagar después del partido, pero aún no me lo ha dado. No pasa nada", sonreía el guardameta.
A ese crecimiento se suman el argentino Enzo Barrenechea o André Almeida, con galones en el control del juego, no desentonaron un esforzado Jesús Vázquez y un cumplidor Max Aarons, con apenas titularidades, y emergió Javi Guerra fajado con Modric, Valverde o Brahim. «Hemos venido a crecer, a trabajar y nos hemos llevado los tres puntos cuando aquí no puntúa casi nadie. No hay mejor escenario», recordó el centrocampista. Dijo Ancelotti que el Real Madrid mereció ganar y los números dicen que remató a puerta nueve veces. Dos lo hizo el Valencia, pero fue el equipo que quiso ganar.
El Celta se había preparado para la fiesta de su 101 aniversario y del liderato en LaLiga y la desató casi sin esfuerzo. Los festejos en Balaídos los eclipsó durante algunos minutos el gol de Diego López para el Valencia, que luego se mostró incapaz de agarrarse al resultado a favor por errores en las dos áreas. Mostró tantos agujeros en todas sus líneas que acabó castigado por Aspas, que encendió las velas que soplaron él mismo, Mingueza y Fran Beltrán.
Los gallegos saltaron erizados por los fuegos y el eco del himno de C. Tangana para el Centenario. Oliveira dos Cen Anos les atronó desde el gradas a las 19:23 cuando enfilaban el camino al césped para acosar a los valencianistas. Les arrebataron la pelota, los encerraron e intentaron probar a Mamardashvili con las amenazas de Williot Swedberg y el imprescindible Iago Aspas. Trataba el equipo de Baraja de estirarse por la derecha con las carreras de Thierry por la banda derecha. Lo que en ese momento pareció un arma ventajosa, acabó siendo una trampa mortal.
Pero antes, el Valencia había conseguido ponerse en ventaja. Llevó el balón al área y, tras mil intentos, acabó en las botas de Rafa Mir que, de espaldas, optó colocarlo de chilena en el área pequeña donde apareció para cabecearlo Diego López. El gol llegó en el minuto 14 y tardó en subir al marcador porque se quiso constatar lo que todo el estadio ya había visto, que no hubo juego peligroso del delantero murciano en su acrobacia.
Lo tenía el Valencia todo de cara y, de nuevo el lateral portugués se lanzó a pisar área y probar a Iván Villar con un derechazo más potente que colocado. Ese atrevimiento lo pagó el Valencia. Con déficit de extremos y el recién llegado Luis Rioja en el banquillo, Baraja volvió a escorar a Mir a la banda derecha, una maniobra bomba porque entre sus tareas no estaban las ayudas a Thierry.
Las costuras se vieron cuando un centro de Iago Aspas desde la orilla derecha acabó en la banda contraria reclamado por un solitario Mingueza para, de media bolea, colarla por la escuadra de Mamardahsvili. Apenas diez minutos le había costado al Celta empatar y, en poco más, le dio la vuelta al marcador. Lo quiso hacer Swedberg, a la carrera y con un doble regate en el área que Mosquera aguantó para que el sueco no pudiera ajustar su disparo. El agujero por la banda era ya muy evidente.
Pese a que Rafa Mir despejó en lugar de rematar en el área de Guaita, el Celta se aprovechó de otro robo. Conducía Mingueza desde su campo cuando vio incorporarse a la carrera a Aspas por el carril central y le asistió para marcar el segundo gol. El centro del campo valencianista fue transparente.
Al Valencia, con el marcador a favor, le habían remontado en cinco minutos con dos contras por haberse olvidado de protegerse. Meneó Baraja a sus extremos buscando cerrar vías de agua, pero el Celta tampoco era perfecto y pudo ver que su esfuerzo se quedaba en nada si Hugo Duro hubiera estado más ágil para rematar en el punto de penalti un centro de Jesús Vázquez. No sólo no marcó el empate sino que vio cómo le castigaban por unas manos en el área en el tiempo añadido. Es entonces cuando Mamardashvili, que se quedará en el Valencia una temporada más cedido por el Liverpool, se acercó a susurrarle a Aspas y el maleficio surtió efecto porque atrapó el lanzamiento, impropio de la veteranía del gallego.
Tuvo que volver a salvar el georgiano a su equipo al inicio de la segunda parte con un paradón a mano cambiada al envenenado golpeo del delantero sueco de los celtiñas. Sólo fue un aviso de que el equipo de Claudio Giráldez querían más y el tercer gol llevó con un obús de Fran Beltrán desde la medialuna del área.
Noqueado el Valencia, Baraja estrenó a Luis Rioja y Balaídos se encomendó a Borja Iglesias, que les regaló un taconazo que pretendía dejar solo a Bamba ante el meta valencianista. Con el marcador cómodo, el Celta alzó el pie y el Valencia quiso crecer a base de los chavales de Paterna. Eran los dos equipos el reflejo del potencial que tiene su cantera y las telarañas de sus cuentas, destinados a pelear por los mismos objetivos.
La mejor ocasión que tuvo el Valencia de acercarse estuvo en el balón llovido de Foulquier que Rafa Mir estrelló en el poste. El resto fue más corazón que cabeza y oportunidades y el Celta no sufrió.
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INMA LIDÓN
@inma_lidon
Actualizado Martes,
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diciembre
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