El ex colegiado critica el protocolo antiracismo en conversación con EL MUNDO. “Está hecho por todos para que no se suspendan partidos”
«Me vas a preguntar por Eto’o, ¿no?», pregunta el ex árbitro Víctor Esquinas Torres que dirigió partidos en la Liga, la Champions o la UEFA entre 1991 y 2006, pero que se recuerda por un instante. 25 de febrero de 2006. La Romareda. El Zaragoza se enfrenta al Barcelona y la estrella del equipo visitante, Samuel Eto’o, amenaza con marcharse por los cánticos racistas que recibe. Entre el colegiado, Esquinas Torres, y el entrenador azulgrana, entonces Frank Rijkaard, le frenan, pero los insultos continúan. Continúan aquel día allí, continuaron otros días en otros estadios y así hasta el domingo en Mestalla con Vinicius de víctima. «El problema siempre reaparece y los medios de comunicación os acordáis de mí. Yo, encantado, pero… ¿Se va a resolver esta vez? No lo creo», comenta el ex árbitro, que a los 62 años sigue trabajando en Renfe como director de Recursos Humanos.
- ¿Por qué es tan difícil acabar con el racismo en los estadios?
- Porque la Ley no funciona. El protocolo que hay en España desde 2007 dice que, ante los insultos racistas, el árbitro debe pedir unos mensajes por megafonía, luego meter a los equipos al vestuario un rato y finalmente, agotadas todas las posibilidades, suspender el partido. En la práctica nunca se supera el primer paso. ¿Por qué? Porque el árbitro que lo haga será sancionado.
- Todos los estamentos parecen concienciados contra el racismo. ¿Ese árbitro no recibiría apoyo?
- Creo que no. Con el protocolo actual se jugaría la carrera. Ahora todos están haciendo declaraciones, comunicados y tuits, pero el actual protocolo lo firman la Federación, los clubes de la Liga y la AFE para que no se suspenda nunca un partido. Para que el balón siga rodando. En España sólo se ha suspendido el partido, cuando en Vallecas llamaron nazi a Zozulia, y lo suspendieron los jugadores, no el árbitro. Así estamos.
- ¿Pensó en suspender en Zaragoza en 2006 ante las protestas de Eto’o?
- Pensaba en seguir el protocolo. De hecho lo primero que le dije a Samuel es que había un protocolo nuevo, que había que darle una oportunidad. Y él me decía: ¡Qué oportunidad, si me están insultando mil tíos! Tenía razón. Los mensajes por megafonía no funcionan y es imposible identificar a 1.000 aficionados. Era mi último año como árbitro, ese día me tenía que haber ido. Si lo hubiera hecho no estaríamos como estamos.
- ¿Cómo convenció a Eto’o?
- Lo hizo Rijkaard, que era su entrenador. Le dijo que tenía que aguantar, que la Liga estaba en juego. Iban 0-0. La situación se suavizó después porque justo el Barça sacó un córner, alguien la tocó con las manos y en el penalti marcó Ronaldinho. La afición del Zaragoza bajó los ánimos. Pero bueno, los insultos a Eto’o continuaron hasta el final.
- ¿Qué le dijo la Federación sobre su gestión de ese momento?
- No gustó nada. La Federación de entonces proclamaba que en el fútbol español no había un problema de racismo. Y eso que veníamos de aquel amistoso con Inglaterra en el Bernabéu. Del día de Eto’o recuerdo que vino la figura del Zaragoza, Emerton, y me dijo que él también se marchaba del campo. Que había jugado por toda Europa y nunca había vivido lo mismo que en España. Pero nada, aquí seguimos escurriendo el bulto.
- ¿Vivió más casos de racismo además de aquel?
- Sí, varios. Y no sólo en España. Hay países que han tomado medidas y otros que tienen el mismo problema. La temporada anterior tuve que parar un partido entre el Legia de Varsovia y el Hertha de Berlín por los mismos sonidos racistas.
- Aprovechando el momento permítame preguntar por el ‘Caso Negreira’. ¿Recibió presiones de algún tipo de Negreira para beneficiar al Barcelona?
- Del caso Negreira no quiero opinar porque en aquella etapa yo ya era internacional. A mí me decía cómo iba clasificado y cómo yo ya era internacional la conversación duraba poco. No sé qué le decía a otros. Lo que puedo decir es que yo nunca fui consciente de que este señor podría estar contratado por el Barcelona
- Los árbitros de entonces cobraban mucho menos que ahora.
- No éramos profesionales y por eso estaba muy mal visto no tener un empleo bien remunerado. Sánchez Arminio [ex presidente del Comité Técnico de Árbitros], que en paz descanse, siempre hizo mucha limpia en ese sentido. Cuando un árbitro tenía problemas económicos, lo normal era que no continuase. Yo, que soy Licenciado en Derecho, ya trabajaba en Renfe, Ansuátegui Roca era médico, Fernández Marin era psicólogo y así muchos.