Los insultos a Vinicius llamándolo “mono”, antes y durante el partido celebrado en Mestalla entre el Valencia CF y el Real Madrid, han alcanzado una repercusión global más allá de los límites del fútbol español. Incluso el presidente brasileño, Lula
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El Barça es una montaña rusa de sensaciones en estos primeros meses del proyecto Joan Peñarroya, el enésimo intento de enderezar un equipo de capa caída desde hace demasiado tiempo. El domingo, en Gran Canaria, escapó de un embrollo histórico al ganar y mantener vivas sus opciones de disputar la próxima Copa. Le basta con ganar el domingo en el Palau al Bilbao para estar en un torneo al que jamás faltó.
En lo que va de curso, ha vencido un partido más de los que ha perdido (19-18). Y tan pronto parece un colectivo en descomposición que se diluye como un azucarillo en los finales de partido ajustados, como muestra un tremendo poderío. Venía de caer consecutivamente en tres duelos de ACB, pero también de ganar dos a domicilio en Euroliga, nada menos que en las canchas de París y Mónaco. Se analizan las causas de la desesperante irregularidad y, evidentemente, entre las principales, está la lesión tempranera y definitiva de Laprovittola, al que aún no se ha encontrado sustituto pese a intentos fallidos como el de Raulzinho Neto y el polémico con Heurtel, ya fichado por el Leyma Coruña. Y también se buscan culpables, rendimientos no acordes a las expectativas y los sueldos. Y, aunque no es novedad -su temporada pasada ya estuvo por debajo de lo esperado-, ahí sobresale el asunto Willy Hernangómez, algo más que un misterio sin resolver.
El madrileño llegó en el verano de 2023 como fichaje estrella, trofeo desde la NBA (en la que tampoco nunca triunfó) arrebatado al eterno rival. En él se depositaron las esperanzas de reconstrucción, pero también los ahorros. El sueldo de Willy, uno de los motivos por los que el Madrid no entró en la puja por el que fuera su canterano, es de los que obliga a sobreesfuerzo. Por encima de los dos millones de euros, está entre los 10 salarios más altos de la Euroliga. En ACB, sólo Tavares, quien roza los tres por curso (según Eurohoops) después de su renovación, está por encima del internacional español.
Willy, en acción.ACB Photo
Si la temporada pasada el flojísimo rendimiento de Willy acabó por entrar en conflicto con su entrenador, ahora el madrileño parece instalado en un conformismo preocupante. A Roger Grimau le llegó a decir: «No me comas la oreja, que te quedan dos telediarios». «Cuando pasó aquello, pensé en el club. Willy es un jugador franquicia en el que se han gastado mucho dinero. ¿Qué gano apartando a un jugador?», reveló el extécnico a RAC1. Una actitud que Pablo Laso, desde la distancia, tildó de «bastante subnormal» (después pidió perdón al que fuera su pupilo).
Con Peñarroya de momento las aguas parecen en calma en lo disciplinario. A pesar de que Hernangómez no es más que un recurso muy al fondo de su banquillo. Cada vez más, de hecho. El pasado viernes, en Mónaco, el técnico catalán ni le utilizó y eso que Vesely fue baja por lesión (prefirió a Fall y a Metu, que es un ala-pívot, en el cinco). Ayer, en Gran Canaria, con Vesely de vuelta pero sin Fall, lo mismo. Cero minutos y cara de póker con el chándal puesto en el banquillo de Gran Canaria. Y su equipo resurgiendo.
Willy apenas juega un cuarto de hora por partido de media (15:05 en ACB, 14:09 en Euroliga): es la opción 11 de la plantilla para su técnico. Pese a la poca presencia, sigue anotando con soltura, una de sus más destacadas cualidades (7,5 en ACB, 8,5 en Europa) y valorando por encima de la media. Pero, en el caso del madrileño, los números siempre dieron una imagen de él que no es la verdadera. En defensa, en intensidad y concentración, es donde se siguen encontrando tales desajustes que ya parece que son incorregibles camino de los 31 años.
Willy seguirá dejando noches de esas que hacen pensar en lo que podría llegar a ser (hace nada, en París, 23 puntos y 10 rebotes). Y, seguramente, se mantendrá al fondo del banquillo a la espera de la enésima oportunidad. Quizá (o no) acabe entrando en conflicto con Peñarroya. Y su caché, con un año más de contrato, seguirá cayendo mientras su carrera avanza con sólo la selección, allá donde Sergio Scariolo es capaz de sacar lo mejor de él (relanzar sus virtudes, esconder sus defectos), -MVP de un Eurobasket- como el gran sitio de su recreo.
De entrenamiento en entrenamiento un número uno del mundo español camino estos días entre las pistas de Roland Garros y pocos, apenas dos o tres aficionados, le paran para pedirle una foto. Muchos más le animaban, «¡Allez, allez!», pero es posible que algunos no sepan el título que ostenta actualmente. «Claro que sé quién es, es Marcel Granollers, un tenista muy educado», contesta uno de esos seguidores cuando el periodista le cuestiona si sabe quién es. Y en efecto, es Marcel Granollers, un tenista muy educado, pero también es el actual dominador del ranking ATP de dobles junto a su compañero, el argentino Horacio Zeballos.
De 38 años, después de toda una vida jugando en individuales, de ganar un torneo ATP 500 y tres ATP 250 y de alcanzar el número 19 de la lista mundial, en la pandemia decidió ya jugar solo en pareja y le va muy bien: este año han celebrado en el Masters 1000 de Roma y han sido finalistas del Masters 1000 de Indian Wells. Este miércoles debuta en Roland Garros, pero lo hará en una pista exterior, lejos de la Philippe Chatrier donde Carlos Alcaraz disputará la segunda ronda ante el holandés Jesper de Jong, un rival procedente del torneo clasificatorio (14.00 horas, Eurosport).
En atención y expectación el dobles parece el hermano pequeño del tenis. ¿Cómo lo vive?
Lo entiendo perfectamente. Lo que más satisfacción me ha dado ha sido mi carrera individual. No cambio ninguno de los títulos que logré solo por lo que he conseguido en dobles. Cuando era pequeño no soñaba con ser número uno en dobles, la verdad. Estar en esta posición es una satisfacción muy grande, es la recompensa a mucho trabajo, me siento realizado. Pero no era mi sueño, es una manera de alargar mi carrera.
¿Qué es más difícil: jugar solo o coordinarse con otro tenista?
Jugar solo, sin lugar a dudas. Ahora cuando voy a ver partidos de individuales siento una gran admiración por los tenistas, por todos, de verdad. Es muy duro estar solo en la pista y enfrentarte a todo. En el dobles, si hay buena compenetración, te sientes acompañado, apoyado, reforzado.
El dobles, además, reparte excelentes premios. Ya ha sumado más -7 millones de dólares- que en su carrera individual -6,7 millones-.
Es cierto, pero también hay menos plazas en los torneos. Un tenista en el número 80 del ranking individual se gana muy, muy bien la vida. Un tenista en el número 80 del ranking de dobles sólo cubre gastos. A mi me está compensando, está claro, porque en los grandes torneos hay muy buenos premios.
Nadal y su camino hacia el dobles
De Barcelona y criado en el Real Club de Tenis Barcelona, es decir, asiduo al Trofeo Conde de Godó con sus padres, Granollers formó parte de la generación de tenistas españoles que creció a la sombra de Rafa Nadal. De hecho, ambos solían entrenar juntos de pequeños en las instalaciones de Sarrià y fueron pareja de dobles en infantiles y cadetes hasta ganar la Davis junior de 2002. Especialista en la red, si hubiera sido británico quizá toda su vida se hubiera dedicado al dobles, pero como español, sin tradición en la especialidad, lo intentó en individuales hasta una excelente racha entre 2011 y 2013, donde se proclamó campeón en Gstaad, Valencia y Kitzbuhel. Llegó entonces al Top 20 de la ATP.
Pero aparecieron dolores y dudas, numerosas dudas, y a partir de 2014 ya no volvió a una final él solo. En 2017, cuando dejó de ser uno de los 100 mejores tenistas del mundo ya amagó con la retirada, pero no abandonó hasta 2020. Le rescató entonces el dobles que le había dado gloria en las Copa Davis de 2008, 2011 y 2019, aunque suele puntualizar que «en 2008 fui reserva y en 2011 y 2019 sólo jugué los cuartos de final».
¿Le costó renunciar a jugar solo después de tantos años?
Sí, sí, no fue fácil. Pero pasé por años complicados, no encontraba la ilusión de nuevo, y vi en el dobles una manera de seguir. Además, ya había compaginado ambos circuitos y con Horacio hubo conexión desde el primer torneo. Ahora somos los número uno del ranking, pero ya había tenido otras rachas a un nivel parecido.
¿Cómo empezó a jugar con Zeballos?
De casualidad. Yo había jugado muchos años con Marc [López, ahora parte del equipo técnico de Rafa Nadal], había cambiado varias veces de compañero y en el verano de 2019 Horacio me llamó porque su pareja se había lesionado durante la gira americana. Antes casi no nos conocíamos, sólo habíamos coincidido en el circuito, nos saludábamos y ya está. Pero empezamos a jugar juntos y todo fluyó. De hecho nos llevamos el primer torneo, el Masters 1000 de Montreal.
¿Ha jugado cinco finales de Grand Slam, dos con López y tres con Zeballos, y aún no ha levantado ningún grande. ¿Le preocupa?
No, no. No he podido conseguir un Grand Slam, pero no me obsesiona. Ojalá lo pueda hacer aquí o el mes que viene en Wimbledon. Estoy orgulloso de haber jugado cinco finales de Grand Slam, para mí es lo más importante.
Este verano, en los Juegos Olímpicos, parece que Rafa Nadal hará pareja con Carlos Alcaraz. Queda una plaza para otra pareja española. ¿Con quién le gustaría jugar?
Me gustaría jugar los Juegos, sea con quien sea. Rafa y Carlos van a jugar juntos y, en la otra pareja, veremos qué pasa con los restantes, qué opina el capitán [David Ferrer]. Después de Roland Garros se acabará de concretar. Creo que mi experiencia en dobles podría servir porque los Juegos Olímpicos son raros. Hay pocas parejas del mismo país en el circuito o, por lo tanto, no hay muchos especialistas. Vaya que vaya, España tendrá opciones, seguro.
Carlos Alcaraz seguirá siendo número dos del ranking ATP y jugará su segunda final consecutiva en Indian Wells. No es un asunto menor teniendo en cuenta que en frente tenía a un jugador que no había perdido un solo partido en 2024. El español supo aguantar en un choque más táctico que brillante para superar a Jannik Sinner en tres sets (1-6, 6-3, 6-2) y defender su corona en el desierto californiano.
El reto se antojaba mayúsculo: derrotar al hombre del momento en el circuito profesional de tenis, un Sinner que no había perdido en 16 encuentros consecutivos y que se había hecho con el Open de Australia y el de Rotterdam antes de plantarse en las semifinales de Indian Wells. Ya lo había dicho el mismo Alcaraz en la previa del encuentro. "Es el mejor jugador del mundo en este momento, sin ninguna duda. Disfruto mucho viéndole jugar, así que va a ser un partido bastante complicado. Será un enorme reto para mí".
Los dos últimos choques, de hecho, habían caído del lado del italiano, tanto las semifinales de Beijing como las de Miami, en un encuentro que se resolvió en tres mangas. Pero Alcaraz llegaba en pleno ascenso de juego y sensaciones, destrozando a Auger Aliassime y a Zverev en su ruta hacia la reválida del título. En semifinales fue un ejercicio más de cabeza y compostura que de tenis brillante. Lo ha dicho Rafael Nadal en varias ocasiones: hay que saber ganar incluso cuando no tienes el día.
No lo tuvo Alcaraz pese a la victoria, con interrupción de juego incluida por segunda ronda consecutiva.Esta vez no fue una invasión de abejas sino la lluvia. Son pocos los días de precipitaciones al año en esta parte del desierto californiano, con más 300 días secos, pero el de El Palmar parece estar atrayendo una suerte peculiar en esta edición del torneo.
Al contrario que el día de las abejas, el parón no le sentó bien al murciano. Salió frío a la pista tras la larga interrupción, y con dos errores no forzados y una doble falta, empezó a dejar el set visto para sentencia para el italiano. Intentó reaccionar pasando al ataque, pero su rival no se dejó intimidar. En el intercambio de golpes, el transalpino fue mejor. No solo golpea con furia con la derecha y el revés desde el fondo de la pista. Se defiende mejor que nunca.
Sinner aprovechó el segundo punto de break del que dispuso y se enfundó la primera manga en un abrir y cerrar de ojos, con un 71% de primeros servicios dentro y 12 errores no forzados del español. Un pequeño abismo en pista entre los dos en 36 minutos.
Juan Carlos Ferrero, el entrenador del murciano, le pedía calma y paciencia para que volviera al partido. "Punto a punto, no pensamos mas allá", le instruía desde la grada. Y su pupilo pareció entender el concepto. Se serenó y empezó a reencontrarse con un mejor nivel de tenis. Subió el porcentaje de primeros y al resto esperó su momento para forzar sus primeras bolas de break. Convirtió la primera para soñar con una terca manga y salir del agujero en el que se había metido. Por el camino, ambos dejaron uno de esos puntos en la red que ponen en pie a la grada. Sonreían los dos con el intercambio de genialidades.
Alcaraz logró emparejar el choque no sin sufrir por el camino. Arrancarle un set a Sinner hoy en día no es tarea sencilla. El italiano dispuso de puntos de ruptura en el séptimo y el noveno juego para recuperar la igualdad en la manga, pero acabó cediendo ante dos puntos de puro talento del español (6-3).
En el set definitivo se espesó el partido. Ninguno de los dos lograba ganar con facilidad su saque, midiendo con mimo cada punto para no cometer un error. Sinner se empezó a echar mano a la parte trasera de su pierna derecha, como si algo no anduviera bien, y acabó rodando por el suelo para defender el dramático desenlace del punto de ruptura que le daba ventaja al español en el tercer juego de la manga.
A partir de ahí, todo fluyó a favor de Alcaraz. A Sinner le cambió el gesto y su tenis se hundió, con dos breaks abajo y la inequívoca sensación de oportunidad perdida tras haber dominado con claridad el encuentro al principio. Sinner tendrá que conformarse con una racha sobresaliente de victorias para comenzar la temporada y su primer Grand Slam por el camino.
A Alcaraz le espera el ganador del choque entre Tommy Paul y Daniil Medvedev por el título, el ruso al que arrasó en la final del año pasado.