Valladolid 2 Atlético 5
El Valladolid, que caía 0-3 en 37 minutos, roza el empate y acaba derrotado por el equipo de Simeone en su retorno a Zorrilla dos años después de conquistar la Liga
Lo recitó Sabina, «al lugar donde fuiste feliz no deberías tratar de volver». Hacía casi dos años que su Atlético de Madrid no visitaba Pucela, aquella Liga inovidable por tantas cosas, aquel alirón en el parking del José Zorrilla, aquel descenso del Valladolid también. Y, sin embargo, el retorno, ya con 120 años recién cumplidos, resultó de nuevo pleno. Otro triunfo, de poderío primero, de sufrimiento después; el séptimo en los últimos ocho partidos para el equipo de Simeone en busca de lo que ya sólo le resta, el subcampeonato liguero. [2-5: Narración y estadísticas]
Aunque la goleada final fue engañosa, la conclusión es evidente desde hace semanas. En 2023, no hay nadie más sólido que el Atlético en el fútbol nacional. Otros flaquean y piden la hora de la temporada; a los rojiblancos se les va a quedar cortísima. Porque, pese a todo lo bueno de ahora, el botín será nulo. Y, como el propio Luis Aragonés pronunció, «del subcampeón no se acuerda nadie». Eso, el segundo puesto del Real Madrid, es el acicate. Y en ello andan los del Cholo, subidos a la ola actual, de eficacia, buen fútbol, confianza y hasta algo de esa fortuna que tanto se echó de menos a principios de curso.
Porque Zorrilla lucía para la ocasión, con un Valladolid al que la hoguera del descenso sigue quemando. Y con ese entusiasmo de ir finiquitando ya los deberes clasificatorios partieron los de Paulo Pezzonalo, con bríos de dominio y valentía, activos y agresivos para incomodar al Atlético. Pero los rojiblancos son un camaleón que se adapta a cualquier circunstancia. Ante la presión alta de los locales, el zarpazo del pase largo. Giménez, que iba a firmar una asistencia y un gol en cuatro minutos, le sirvió en bandeja a Nahuel Molina, que definió con frialdad de genio su internada por la derecha. El 0-2 lo propició un error de Masip: el balón parado volvió a premiar al central uruguayo, una de sus especialidades.
Otra asistencia de Griezmann
Se le puso el partido cuesta abajo al Atlético en un abrir y cerrar de ojos. Ahora eran los nervios del Valladolid y espacios para disfrutar. Hongla le sacó el tercero bajo palos a Morata, que no perdonó poco después, en un tuya-mía de manual con Griezmann (su 12ª asistencia). Sólo la imprudencia de Mario Hermoso, que sacó el codo en el área ante Plata, enturbió la estupenda primera parte rojiblanca: Larin no falló el penalti.
Y eso dio mucha vida al rival. Pezzolano elevó la puja del ímpetu de su equipo tras el descanso. Primero sin peligro, pero después, especialmente tras la entrada de Escudero, con mucha dinamita e intensidad. Se lo fue creyendo mientras el Atlético no sentenciaba: un balón al palo de Joaquín, un gol anulado a Hongla… Hasta que el propio Escudero, con un magnífico cabezazo en el primer palo de un saque de esquina, puso toda la pimienta con el 2-3. Y ahí, tembló realmente el grupo del Cholo, menos seguro sin Oblak (el balón parado era un tortura para un Grbic realmente nervioso): Sergio León no empató poco después de milagro, otro balón a la madera.
En la zozobra, el partido loco y sin dueño, el Valladolid desbocado, con un Atleti ya sin dominio, lo cerró para ahorro de sofocos Joaquín en propia puerta, tras una de esas jugadas de patio de colegio de Correa. Y poco después, para redondear todo, Memphis Depay, que reaparecía tras su lesión, hizo el quinto. Pucela sigue siendo felicidad para los rojiblancos y el Valladolid un rival propicio: no le ha ganado ninguno de los últimos 14 partidos disputados.