El jugador del Real Madrid se enfrenta a una sanción de entre 4 y 12 partidos, aunque el Comité también podría declarar que los hechos no son cometencia suya.
Fede Valverde tras el partido de la Champions del pasado miércoles frente al ChelseaJuanjo MartínEFE
La Comisión Antiviolencia se ha reunido este lunes para analizar, entre otros aspectos, la presunta agresión de Fede Valverde, jugador del Real Madrid, a Alex Baena, futbolista del Villareal, tras el partido que ambos equipos disputaron en el Santiago Bernabéu el pasado día 8 de abril.
La decisión que ha tomado Antiviolencia ha sido trasladar el caso al Comité de Competición, que se reunirá este miércoles para abrir un expediente sobre el asunto. Con esta investigación se abre la posibilidad de que al internacional uruguayo le impongan una sanción deportiva que podría oscilar entre los 4 y los 12 partidos. Sin embargo, el Comité podría alegar que este tema no está dentro de sus competencias, ya que la supuesta agresión se produce una vez concluido el partido, por lo que el caso podría quedar en nada.
La Comisión Antiviolencia ha descartado aplicar directamente la Ley del Deporte y ha preferido hacer llegar el caso a Competición. De haber usado la primera vía, las sanciones a las que se podría enfrentar Valverde serían mayores, pues para las agresiones se establece una pena mínima de entre uno y seis meses de prohibición para entrar en recintos deportivos.
Si Competición finalmente sigue adelante con el expediente, pedirá, por los cauces habituales, cuantas acciones estime necesarias para esclarecer el incidente. Se espera que la resolución se conozca en un período de un mes a partir de que se inicie el procedimiento. En contra de Valverde, aparece la denuncia que el propio Baena presentó ante la Policía Nacional en una comisaría de Castellón a la que se añadió el parte de lesiones por el traumatismo que el jugador andaluz sufrió en el pómulo izquierdo. Además, también se ha dado parte del atestado que tomó un policía pocos minutos después de producirse los hechos en el parking del Bernabéu, reconocidos por el jugador uruguayo.
Quien no ha tenido una pareja o un amante que siempre llega tarde, que te desespera en la espera. Cien veces decides irte y cien veces decides quedarte, porque crees que el final de la noche será único. Cuando no acude, lo maldices, pero sabes que volverás al mismo lugar, con la misma excitación, en la siguiente cita. Esa pareja o amante es el Madrid. Lo saben todos los que formaron la larga procesión secular al Bernabéu, esperanzados en una remontada que esta vez no se produjo, porque la cita exigía pasión, claro, pero a las mejores pasiones las acompañan las caricias, y nadie del Madrid se las ofreció a la pelota. El Arsenal lo hizo lo justo, suficiente no sólo para pasar a semifinales de la Champions, también para ganar en el Bernabéu. El Jueves Santo no va a impedir las maldiciones, aunque el fútbol tenga querencia por las estaciones de la Semana Santa: martirio y resurrección. El creyente Ancelotti tiene difícil la segunda. Ha empezado su via crucis. [Narración y estadísticas (1-2)]
El entrenador había hablado, entre medias sonrisas, de la cabeza, el corazón y los cojones. La máxima de las cuatro C la acuñó Seve Ballesteros. Ancelotti se olvidó de citar la primera: la calidad. El Madrid no la encontró en ningún momento, como si esta vuelta de cuartos fuera la metáfora y la hipérbole, ambas a la vez, de la temporada. La sobreexcitación no ayudó. De hecho, el Madrid empezó el partido por el final. Necesitaba tres goles para igualar la eliminatoria, tres goles en 90 minutos, y escogió la montonera. Está bien algo de descontrol, pero si es para descontrolar al contrario en la salida de toriles, en un arranque a fuego. Pasado ese tiempo, es necesario el juego.
El problema no es que el Madrid no lo encontrara en el Bernabéu, es que prácticamente no lo ha hecho en toda la temporada. El choque fue el collage de todos sus problemas estructurales a los que Ancelotti no ha encontrado solución desde la marcha de Kroos. La entrada de Modric, tardía, no sirve de nada porque no es el mismo Modric, y porque el croata no siente ya la jerarquía de antaño. Ceballos pasa por el centro del campo como unos padres por la habitación de un adolescente. Pone las cosas en su sitio, nada más.
Demasiados centros
Esta eliminación, esta derrota y esta impotencia va a pesar sobre la figura del italiano, cuando al via crucis le quedan dos paradas decisivas: la final de Copa y el clásico en Montjuïc, ambas ante el Barcelona, con ventaja en la Liga. Después de haber perdido ya dos este curso ante los azulgrana, el mayor aliado del Madrid es la estadística, porque es difícil perder cuatro. Ese Barça necesitaba un estímulo nuevo en el vestuario la temporada pasada y lo encontró. A Florentino Pérez le corresponde reflexionar acerca de si lo necesita el Madrid, con todo el respeto por el entrenador que más títulos ha ganado en la institución. Difícil análisis.
Ancelotti optó por lo esperado, con Valverde en el centro del campo, aunque ello supusiera dar el lateral a Lucas Vázquez. Pese a sus lagunas defensivas, fue de los más activos en su despliegue ofensivo, aunque una vez en los tres cuartos, el Madrid abusó de los centros, frontales muchos de ellos y fáciles de defender para el Arsenal. Ni un balón comprometido tuvo que sacar Raya de la portería del Arsenal en todo el primer tiempo. Courtois, en cambio, detuvo un 'penaltito' cometido por Asencio, cantado como un gol en el coliseo blanco, a Saka, un Panenka confundido, y otro disparo cruzado de Martinelli tras una contra.
Poco más hicieron los de Arteta, a la espera de que pasaran los minutos frente a la frustración blanca. Es el equipo de la Premier menos goleado, el que mejor defiende. Se siente cómodo en esa situación. La impresión es que mostró menos de lo que tiene, porque no lo necesitó, en el aspecto ofensivo. En una de sus triangulaciones se encontraron Odegaard, Mikel Merino y Saka para elevar sobre Courtois y redimirse del penalti. El efecto psicológico, pasada la hora, lo emborronó el propio Arsenal, con un error de Saliba que ofreció el gol a Vini.
Los futbolistas del Arsenal festejan el 1-2 en el Bernabéu.EFE
Nada cambió, en realidad, porque no había ideas con que cambiarlo, mientras el Arsenal, inteligente, intentaba jugar más tiempo en campo del Madrid, alejarlo de su área y refugiarse en largas posesiones. El control que pretendía Ancelotti, sin conseguirlo pese a dar entrada a Ceballos o Modric, lo tuvo siempre Arteta, un entrenador español de nueva generación que se presenta a lo grande en el mejor escenario posible. Martinelli culminó, a la contra, lo que el juego decía. Sólo se trataba de esperar el momento.
A Arteta le aguarda el PSG de Luis Enrique. El PSG en el que ya no juega Mbappé, que llegaba después de una patada de impotencia ante el Alavés. La impotencia continuó. El francés vino para ganar Champions después de ganar todo el dinero posible. Tendrá que esperar. Se movió por todas partes, pero sin la precisión adecuada, y dejó el campo lesionado. Tampoco acometió escaladas individuales, como intentó Vinicius desde el inicio, pero siempre perdedor frente a Timber, Saliba o Declan Rice, goleador en la ida y pletórico en la vuelta. La cruz que porta Ancelotti es también su cruz.
El Gobierno británico está estudiando enviar refuerzos policiales y adoptar medidas de seguridad extra a la ciudad de Birmingham para evitar que el encuentro de la Europa League fijado para el 6 de noviembre entre el Aston Villa y el equipo israelí Maccabi no se celebre sin la presencia de los seguidores de este último. La decisión se debe a la prohibición por el Aston Villa, a instancias de la policía y las autoridades locales, de la entrada de seguidores del Maccabi en el estadio, que podría verse acompañada por el establecimiento de un cordón de las fuerzas del orden alrededor del estadio para evitar que los israelíes pudieran siquiera acercarse a éste.
La decisión del Aston Villa trata de evitar la repetición de la noche de disturbios - y su posterior politización - que se produjo el 7 de noviembre del año pasado, cuando otro encuentro de la Europa League, esta vez entre el holandés Ajax y el Maccabi convirtió a parte de Ámsterdam en un campo de batalla.
Pero ésa no es una posibilidad aceptable para el primer ministro británico, el laborista (socialdemócrata) Keir Starmer, que la ha calificado de "equivocada" y ha añadido, en un 'post' en la red social X (en la que, curiosamente, desde 2024 han sido autorizadas varias prominentes cuentas neonazis) que "no toleraremos antisemitismo en nuestras calles". Para Starmer, las fuerzas del orden deben garantizar la asistencia de todos los aficionados pacíficos, de uno u otro equipo o nacionalidad, a cualquier evento deportivo. Más dura ha sido la reacción del Gobierno israelí, cuyo ministro de Asuntos Exteriores, Gideon Saar, del partido conservador Likud, la ha calificado de "vergonzosa". La líder del Partido Conservador, Kemi Badenoch, se ha referido a la prohibición de la asistencia de hinchas israelíes de "vergüenza nacional".
Así que Londres está hablando con Birmingham, con la policía de las West Midlands, que es donde está esa ciudad, y con el Aston Villa, para tratar de crear un entorno de seguridad que evite la prohibición. La solución más obvia parece un aumento drástico de los números y medios de las fuerzas del orden en un ambiente muy caldeado en el que no solo influye la guerra de Gaza sino, también, el atentado llevado a cabo por un integrista musulmán contra una sinagoga de Manchester, en el que murieron tres personas, una de ellas el terrorista.
Por el momento, el Aston Vila no reservará entradas para que el Maccabi las distribuya entre sus seguidores y no permitirá la venta de tickets online en Israel, mientras que la policía patrullará los alrededores del estadio y las estaciones de autobuses y trenes el día 6 en busca de aficionados del equipo israelí.
La razón de la controversia es que la policía de los West Midlands insiste en que no cuenta con los efectivos ni los medios para garantizar la paz en el encuentro, en especial frente a grupos coordinados por WhatsApp y otras plataformas sociales, como fue el caso de los hinchas del Maccabi el año pasado. A ella se suma el Grupo Consultivo para la Seguridad de Birmingham (SAG, según sus siglas en inglés), un órgano formado por la policía, el ayuntamiento, los bomberos y el servicio de ambulancias de la ciudad, además del propio Aston Villa, que ha recomendado que los seguidores del Maccabi no asistan al encuentro. Basándose en esas dos recomendaciones, la directiva del club ha decidido que los israelíes no estén presentes en el Aston Vila Park el 6 de noviembre.
Toda la polémica procede de lo que sucedió el 7 de noviembre de 2024, cuando el partido de la Europa League entre el Ajax holandés y el Maccabi israelí acabó desatando una oleada de disturbios, peleas y actos vandálicos. Los aficionados del equipo israelí arrancaron banderas palestinas y una parte de ellos se negó a guardar un minuto de silencio en honor a los más de 200 muertos de la DANA de Valencia. En respuesta, los hinchas holandeses se dedicaron a una salvaje 'caza' al aficionado de Israel. La oleada de violencia se saldó con 62 detenidos, de los cuales cuatro fueron condenados a penas de cárcel.
No carbura el nuevo Real Madrid. No se encuentra a sí mismo; sin la fluidez y la concentración suficiente para competir. El comienzo de temporada está siendo un camino de obstáculos para Chus Mateo, las mismas derrotas (4) que victorias y sin saber lo que es imponerse a un rival a domicilio. Si el jueves en el Wizink ante el Partizan hubo algún brote verde, en Miribilla, vuelta a las andadas.
Perdió el Real Madrid, como en la jornada inaugural en Coruña ante el recién ascendido Leyma. Como en Múnich en Euroliga. Lastrado por su espantosa primera mitad, 12 abajo al descanso ante un Surne Bilbao crecido. Reaccionó en la segunda parte y por momentos pareció que iba a lograr evitar el tropiezo. "Ha habido momentos en que nos sacaban del campo", confesó Jaume Ponsarnau de un vendaval liderado por Gaby Deck, 23 puntos tras el descanso.
Pero el Madrid no logró culminar la remontada y el acto final fue una pesadilla. Los hombres de negro se vinieron arriba con un juego coral y entusiasta en el que destacó Kristian Kullamae (18 puntos), pero también Marvin Jones en la pintura (ante un otra vez flojísimo Tavares) y el ímpetu de Thijs de Ridder, un joven belga más que interesante.
A falta de 3:30 vencían los de Ponsarnau por siete y aunque Campazzo y Deck intentaron el imposible, no hubo manera. "Hay que aprender", protestó Chus Mateo, que no pudo contar ni con Andrés Feliz ni con Usman Garuba, dos de los nuevos.
Empieza a notarse el nerviosismo en un equipo que ha visto cómo por primera vez en siete años se le escapaba la Supercopa y que, con tres jornadas de Liga Endesa disputadas, tiene más derrotas que victorias. En el descanso, el siempre sincero Mario Hezonja pronunció una crítica contra su entrenador en los micrófonos de Movistar. "En defensa hemos empezado bien, pero luego... jugamos muchos, se nos cambia el ritmo y es muy difícil para la gente nueva, para que aprendan y cojamos química", dijo. "Vamos a tener que sudar muchísimo esta temporada para ganar algo si no lo hacemos bien ahora", se sinceró el croata.
En rueda de prensa, Mateo, calmado y analítico, quitó hierro al asunto, aunque con un mensaje para su alero. "Lo que tratamos siempre es de estar juntos y entiendo que es en un momento determinado de frustración. Las cosas que tengamos que hablar, las hablamos nosotros. No nos gusta airear si es una critica a nadie", admitió.
A los blancos les aguarda una semana complicada, con doble cita en Euroliga. El martes visita el Buesa Arena ante un Baskonia de Pablo Laso también con muchas dudas en este inicio de curso. Y el jueves recibe nada menos que al campeón de Europa, el Panathinaikos, en la reedición de la última final de Berlín. Cierra el domingo recibiendo al Basquet Girona en el WiZink.