Europa League
El serbio atraviesa su mejor año como profesional siendo imprescindible para un equipo en crisis que disputa los cuartos de final de la Europa League
Las malas temporadas crean héroes inesperados. Nemanja Gudelj (Belgrado, Serbia; 1991) ha sido este año como ese compañero gris de trabajo que en la cena de empresa se desmelena y cuenta los mejores chistes. Goles lejanísimos, brega interminable y una polivalencia que ha servido para maquillar algunas grietas en la planificación. El talento elige caminos tortuosos.
Gudelj está viviendo, en un Sevilla Fútbol Club en crisis, su mejor año como profesional. Es el futbolista con más minutos de la plantilla, a mucha distancia del segundo, Yassine Bounou ‘Bono’, que además ha perdido la titularidad por el empuje de Dmitrovic. Insustituible para Julen Lopetegui,Jorge Sampaoli y, de momento, para José Luis Mendilibar; como mediocentro o como central, siempre ha cumplido. No es un virtuoso, pero sigue la partitura con soltura. Un amigo para todos.
El pivote serbio llegó a Nervión en el verano de 2019. Fue el décimo fichaje de aquel terremoto estival de Monchi que renovó el plantel y preparó al club para unos buenos años. Fue la temporada de la sexta Europa League. La del mejor Lopetegui. En aquella final continental, contra el Inter de Milán, apenas jugó unos minutos, pero su papel en las eliminatorias previas había sido excelente. Se echaba de menos en el mediocampista algo de más nervio en ataque, algo más de creatividad o, cuanto menos, de irreverencia. Parecía un futbolista encorsetado, al que el equipo se le quedaba grande.
Llegaba de rescindir con el Guangzhou FC de la Superliga china y tras haber jugado como cedido en el Sporting de Portugal. Una carrera en declive tras un prometedor inicio en el fútbol de los Países Bajos. Firmó su primer contrato profesional con el NAC Breda, luego fue traspasado al AZ Alkmaar, donde fue importante. Su fútbol atravesaba un arcoíris. En el verano de 2015 fue traspasado al Ajax de Ámsterdam, pero, tras algunas inoportunas lesiones y salirse de la mecánica de Peter Bosz, tuvo que hacer las maletas con destino a China. Un paso atrás en su, hasta ese momento, ascendente rendimiento.
Lo de su actual temporada nada tiene que ver con sus últimos años en el Ramón Sánchez-Pizjuán. Hubo una epifanía. Fue en octubre, frente al Mallorca, en Son Moix. Nemanja marcó su primer gol con la camiseta blanquirroja de su club. 120 encuentros después, domesticó un balón a treinta metros de la portería de su compatriota Predrag Rajkovic y golpeó con firmeza, confianza y precisión. El balón se coló por la escuadra rival. Cuatro jornadas más tarde, repitió derechazo en el derbi frente al Real Betis para lograr un empate en el Benito Villamarín. Frente al PSV marcó su tercero. Y frente a CA Osasuna, el cuarto de su cuenta personal. Cuatro tantos de la nada. El fútbol y su itinerario serpenteante.
Más allá de lo futbolístico, Nemanja ha vivido en esta temporada uno de los capítulos más duros de su vida. Su hermano pequeño, Dragisa Gudelj, se desplomó en mitad de un Córdoba CF-Racing de Ferrol del Grupo 1 de la Primera RFEF. Dragisa, central blanquiverde, había perdido el conocimiento. Los médicos del club lo reanimaron sobre el césped con un desfibrilador. La entidad confirmó días más tarde que, tras las pruebas médicas a las que el menor de los Gudelj había sido sometido en el Hospital Reina Sofía, el futbolista «sufrió una taquicardia ventricular que le provocó el paro cardiaco y, por tanto, la muerte súbita sufrida».
«El verdadero guerrero ya está de pie», escribió Gudelj de su hermano pasado el terrible susto; «su vida sigue latiendo gracias a la inmediata intervención de los médicos del Córdoba CF». Hubiera sido un injusto epílogo a una temporada inolvidable en lo futbolístico para Nemanja. Lo paradójico es que su buen hacer puede alejarle de Nervión. Su alta ficha y la política de contención del club sevillista, prácticamente fuera de Europa, animan al serbio a intentar el último gran contrato de su carrera. Las posturas no están cercanas y el centrocampista podría amortizar su gran estado de forma lejos de Andalucía. Antes de eso, Europa espera. En el césped de Old Trafford quedarán clavados los tacos de un futbolista exultante.