LaLiga Santander
El canterano, aborrecido por la afición, y el marfileño, azotado por su estilo, reforzaron su papel de héroes contraculturales frente al Real Madrid
Nada hay más llamativo que los héroes contraculturales. El Barcelona siempre tuvo lugar para ellos en su historia. Cómo olvidar a un actor de reparto como Juliano Belletti, que vivirá por siempre en el recuerdo del gol en la final de la Champions de París frente al Arsenal (2006). El brasileño, cuando le hablan de ello, aún se echa a llorar. Y habrá también quien aún recuerde que los jugadores que rubricaron para el Barcelona de Johan Cruyff y Pep Guardiola los icónicos 5-0 al Real Madrid fueron Iván Iglesias (1994) y Jeffren Suárez (2010), felices en su papel de one hit wonder. Arturo Vidal tuvo su momento de gloria en el 5-1 frente al Madrid de Lopetegui (2018). Que Sergi Roberto y Franck Kessié fueran los goleadores del clásico que debería finiquitar la primera Liga de Xavi Hernández como entrenador tuvo mucho de justicia poética. Acostumbran a ser los proscritos los que alejan al aficionado de las mentiras de la mitología.
Tanto Sergi Roberto como Kessié son de los jugadores mejor valorados en el camerino del Barcelona, tanto por sus compañeros como por un cuerpo técnico que se niega a perderlos. El marfileño, que llegó este verano con la carta de libertad, nunca alzó la voz pese a su papel de reservista, nada que ver con el liderazgo ejercido en el Milan campeón de la Serie A. Y el canterano, uno de los últimos integrantes de la vieja guardia, ha pasado media carrera deportiva sobreviviendo en cualquier rincón del campo donde hubiera un socavón que tapar.
Kessié ha necesitado medio año para entender que las burlas hacia su juego, aparentemente torpe y contrahecho en la reserva natural del estilo, podría aún tener un reverso si no desfallecía. Y Sergi Roberto, que cumple su decimotercera temporada en el primer equipo de un club al que llegó con 14 años, ha vuelto a ganar el pulso a ese amplio sector de la afición barcelonista que tanto le aborrece, insulta o silba, por mucho que propiciara la remontada más emotiva de la historia de la entidad (la celestial puntera frente al PSG en el 6-1 de 2017).
“Es la desgracia de nuestro club”
«Aquí en Can Barça se critica a todo el mundo», murmuraba Xavi Hernández ante la prensa tras haber abrazado a sus futbolistas en el vestuario. El técnico se recreó especialmente en la figura de Sergi Roberto: «Ya no sé qué decir de él. Si estuviera en otro equipo seguro que sería de los futbolistas más valorados. Pero aquí se le critica. Esta es la desgracia de nuestro club, que no valoramos las cosas. Hizo un partido extraordinario. Siempre fue un ejemplo».
De no ser por la insistencia de Xavi, Sergi Roberto, de 31 años, hubiera tenido que hacer las maletas al finalizar la temporada pasada porque el club no quería renovarle. Le ofrecieron seguir entonces una temporada más a cambio de una radical rebaja de salario. Y este mes de marzo, viendo la directiva que Xavi insistía en seguir contando con él, el club azulgrana volvió a firmarle un contrato de renovación (1+1), con una llamativa cláusula de 400 millones.
El domingo, ejerciendo esta vez de interior ante la recaída de Pedri, Sergi Roberto obró como un ariete al aprovechar un rechace de Militao y marcar el 1-1 en la última jugada del primer tiempo (ha marcado cuatro tantos, uno más que Ansu Fati y dos más que Ferran Torres). Y ya en el segundo acto, sustituido a un cuarto de hora del final por Kessié, fue el primero que corrió desde el banquillo para abrazarse al marfileño, en quien nadie había reparado en el gol servido por Balde. Mendy ni siquiera tuvo a bien mirar a su espalda.
Kessié, antes de romper a llorar, escenificó ese saludo con el que homenajea a su padre, militar muerto cuando él tenía 11 años. Fue su primer gol en la Liga. Y quizá sea el que más recuerde cuando todo acabe.