El Barcelona toma la Liga ante un frustrado Real Madrid en un final de drama y éxtasis

El Barcelona toma la Liga ante un frustrado Real Madrid en un final de drama y éxtasis

LaLiga Santander


Barcelona 2 Real Madrid 1

Actualizado

Un gol de Kessié en el minuto 91, después de un tanto anulado a Marco Asensio tras intervención del VAR, aclara el título para los azulgrana. El equipo de Xavi aventaja ya en 12 puntos al de Ancelotti

Kessié celebra el gol del triunfo del Barcelona.Joan MateuAP

El Barcelona tomó la Liga en el momento que más lo necesitaba. Cuando más se duda de las prácticas de sus dirigentes, pero con un gran equipo que ha hecho del sufrimiento su seña de identidad. Frente a un Real Madrid bloqueado primero, y frustrado después por un gol anulado a Marco Asensio antes del tanto definitivo de Kessié, el grupo de Xavi Hernández alcanzó un triunfo en el añadido que va mucho más allá de la metadona. Los blancos quedan ya a 12 puntos con 12 jornadas por disputarse. Una vida.

La ventolera del caso Negreira se llevó por delante la ceniza de los manteles y los arrumacos del palco. Laporta no quiso invitar a comer a Florentino, y Florentino creyó que no debía dar de comer a Laporta. Y la escenificación de esa ruptura institucional, a la espera de saber cuánto tiene de real y cuánto de teatral con tantos intereses compartidos, no sirvió para que en el Camp Nou lo que quemara fuera el incienso.

No creyó el Barcelona oportuno que sus hinchas levantaran cartulinas para dibujar un mosaico antes del inicio del partido, práctica habitual en las últimas tres décadas ante las visitas del Real Madrid. Incluso la parafernalia y las tradiciones pierden el sentido cuando los eslóganes tienen mejor aceptación que las explicaciones. Ahí quedó el Motomami de Rosalía impreso en las camisetas azulgrana, estandarte de la lucha contra la reputación del club.

Las paradas de Courtois

Lo que no podía seguir perdiendo el Barcelona era el balón, refugio últimamente descuidado por el equipo. Aun sin Pedri, al que sus músculos le mantienen atado a la camilla, y pese a enfrentarse los azulgrana a históricos especialistas del péndulo como Modric o Kroos, el equipo de Xavi nada tuvo que ver con el grupo ultradefensivo de la ida de Copa. Busquets y De Jong intentaron mantener la cordura mientras Sergi Roberto y Gavi se implicaban en la presión avanzada. Y el Real Madrid, quizá por lo temprano de su gol inaugural, creyó que podría vivir en paz en las manos de Courtois. Por mucho que el belga sea un portero extraordinario, capaz de sacar goles a Lewandowski, Raphinha y Christensen, el plan blanco no fue el adecuado.

Camavinga parecía correr más que nadie, aunque sin compañeros que dieran un sentido real a sus esfuerzos. Una de las pocas veces en que el centrocampista francés no se sintió un incomprendido fue en la acción del 0-1. Camavinga no solo tomo el área azulgrana, sino que negó todo pecado de juventud y supo esperar hasta corromper todo el entramado defensivo azulgrana. Su pase atrás desubicó a Araujo, que ya no pudo seguir a Vinicius, mucho más feliz con Busquets como compañero de baile. Y el brasileño, que ya no tuvo que preocuparse por encarar a su némesis, pudo centrar con la placidez de quien sopla pompas de jabón. La explotó Araujo con poco tino, apesadumbrado al ver cómo la pelota le golpeaba y dejaba a Ter Stegen sin respuesta.

El Real Madrid, que había comenzado el partido de lo más animado con un tímido intento de Benzema al amanecer, retrocedió. Y no reparó en una grieta que se iba abriendo a la espalda de Nacho en el carril izquierdo, vía que el Barcelona se dispuso a explotar alimentando una y otra vez a Raphinha. Ancelotti no supo cómo cortar aquello a tiempo, y pudo costarle caro. Nacho, de hecho, suspiró cuando el árbitro De Burgos Bengoetxea evitó castigarle por un manotazo en la línea de fondo a Raphinha. Fue un alivio para Nacho, que ya arrastraba una tarjeta amarilla y que no obtuvo el relevo por parte de Mendy hasta la hora de partido.

Sergi Roberto, tan amado, tan odiado

El Barcelona, por entonces, aún estaba agarrado al subidón propiciado por el empate en la última jugada del primer tiempo. Fue esta vez Araujo quien se atrevió a tomar esa misma orilla donde al Madrid le faltaban tablones. Y tras la intervención de De Jong y Raphinha en la montonera creada en el área blanca, a Sergi Roberto se le abrió esa pasarela que tantas veces le ha conectado con el cielo. Caído Courtois y con tiempo para pensar, Sergi Roberto, tan amado, tan odiado, pensó, alojó y celebró.

Vinicius se desconectó de la noche demasiado rápido. Ceballos asomó tarde. Y Ancelotti no pudo sacar rédito de ubicar a Rodrygo entre líneas, por poco preciso que estuviera Busquets. Aun así, el Madrid bien pudo haberse llevado el clásico de no haber advertido el VAR un fuera de juego de Asensio, algo avanzado a Koundé. Al menos, eso fue lo que desvelaron esas líneas con las que ahora se construye la realidad del fútbol.

El Barcelona ya pudo abalanzarse hacia la tierra prometida señalada por Kessié. Quizá todo tipo de placer sea sólo un sustituto, que insistía Burroughs. La Liga calma el dolor.

kpd