El éxito defensivo del equipo azulgrana en el Bernabéu agita el debate sobre el estilo de juego.
«En el fútbol siempre tienes que buscar trucos del juego que desarmen al contrario. Que lo hagan salir de sus esquemas mentales y de la zona de confort. Jugar con este sentido práctico también tiene como resultado un fútbol bonito».
Los apóstoles del cruyffismo siempre trataron de ir más allá que el propio Cruyff, lo que ha enredado al Barça en duras discusiones estilísticas desde los tiempos del Dream Team. La cita, sí, corresponde a la leyenda neerlandesa. Forma parte del capítulo de la autobiografía de 2016 en la que el propio Cruyff trata de explicar las características del modelo de juego que él clavó en las meninges de los barcelonistas. Lo hizo tras una adaptación personal y posicional de los postulados previos de Rinus Michels.
Quizá pocos recuerden el día en que Cruyff ordenó a un niño de 20 años, delgaducho y lento -de piernas, no de mente- perseguir a Butragueño por todo el campo. Ocurrió en el Santiago Bernabéu la noche del 19 de octubre de 1991 (1-1). Antes de que Cruyff pudiera rectificar, Guardiola cometió la falta que acabaría propiciando la efímera gloria blanca de Robert Prosinecki.
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«Pero es que Johan podía poner a Juan Carlos o a Eusebio -uno lateral, el otro centrocampista, ambos de escasa estatura – a marcar a un rival de mayor envergadura en un córner», recuerda el ex futbolista, entrenador y analista Lluís Carreras. Formado en La Masia y educado en el cruyffismo -el técnico neerlandés le hizo debutar en la ida de la Supercopa de 1990 contra el Real Madrid en el Camp Nou (0-1)-, Carreras asume: «Muchas veces se habla del estilo y del ADN del Barça sin saber».
Y alza Carreras la voz: «Si bien el precursor del estilo fue Cruyff, yo tiro más hacia Pep Guardiola, el mejor entrenador del mundo. Fue quien llevó a la excelencia e implantó esa Biblia estilística punto por punto. Y recordaría su eliminatoria con el Manchester City en el Wanda (0-0, abril de 2022), cuando tuvo que echarse atrás porque el Atlético hizo una segunda parte espectacular. Pep dijo entonces que no supo cómo hacerlo de otra manera. Todo tiene un porqué, pero no todo tiene una solución».
35,6% de posesión
El Barcelona venció en la noche del jueves al Real Madrid (0-1) en la ida de las semifinales de la Copa del Rey. Pero el éxito, aún momentáneo, ha vuelto a agitar la disputa estética. Consiguió Xavi Hernández arrimar a sus futbolistas al triunfo después de que su equipo completara un ejercicio defensivo que admite escasas comparaciones desde que Cruyff irrumpiera en el banquillo del Barcelona. El equipo azulgrana, con Araujo, Koundé y Marcos Alonso como grandes bastiones en la retaguardia, registró un 35,6% de posesión en el Bernabéu, su porcentaje más bajo desde 2008.
«Estoy seguro de que Xavi no está contento con el partido. Para él, y con la concepción que tiene del fútbol, el cómo es casi más importante que la victoria en sí», afirma Carreras, que trata de buscar respuestas a lo visto.
«Xavi es un radical del estilo, pero ha ido acorazándose y cambiando pequeños detalles. De empezar con el 4-3-3 con dos extremos totalmente abiertos a incluir a ese cuarto centrocampista. Y eso no es renunciar al estilo, sino retocarlo. El estilo va más allá de la disposición táctica de los jugadores. Va de mentalidad. Y la diferencia con otro tipo de juego es que el protagonista de este modelo es el balón, cuando para otros es la defensa, el ataque, las porterías… La máxima número uno del ADN del Barça es: ¿Qué hacer cuando no tienes la pelota? Recuperarla lo más rápido posible. Para volverla a tener».
«Fue circunstancial»
Pero el Barça de Xavi, ya fuera por incapacidad, ya fuera por instinto de supervivencia, ya fuera porque echara en falta el faro de Pedri, se alejó del balón para dejar sin disparos al Madrid. «No recuerdo haber visto un partido tan defensivo del Barcelona, sumando a todos los entrenadores de los últimos años hasta Johan. Pero no tengo dudas de que fue circunstancial. Xavi no quiso jugar así», afirma Carreras.
Quizá pudiera echar mano Xavi Hernández de la reflexión del ex tenista Andre Agassi en Open: «Ahora que he ganado un Grand Slam, sé algo que se permite saber a pocas personas en este mundo: las victorias no nos hacen sentir tan bien como mal nos hacen sentir las derrotas. Y las buenas sensaciones no duran tanto como las malas».