«Un agente me pide el 5% de comisión, ChatGPT sólo me cobra 15 libras por su suscripción premium». La osadía de Demetri Mitchell, un modesto defensa de la League One (la Tercera División inglesa), ha puesto en alerta al sector de representantes de futbolistas. Muchos despachos, sobre todo de agentes de segundo nivel, han comenzado a inquietarse por la entrada de la IA en el fructífero negocio de las comisiones por traspasos, una actividad que ha generado imperios como los de Gestifute (empresa controlada por Jorge Mendes), CAA Stellar (Jonathan Barnett) o One Sarl (heredera de Mino Raiola).
Mitchell ha sido el pionero en negociar un traspaso usando un modelo de Inteligencia Artificial, diseñado para reconocer determinados patrones y tomar decisiones sin la intervención humana. Ha sido el primero en cerrar, sin la ayuda de un intermediario, un acuerdo con el Leyton Orient, un meritorio club de Londres. Mitchell tiene 28 años y procede de la cantera del Manchester United.
Son los nuevos tiempos que obligan al reciclaje profesional en todos los ámbitos. Óscar Cordón, catedrático de IA en la universidad de Granada, apunta que lo ocurrido en el fútbol inglés abre una senda, pero que esta se debe afrontar con prudencia. «Hay muchas actividades, como la de inversores en Bolsa, que ya no son necesarias, porque con un cruce de datos puedes obtener información sobre finanzas. La negociación sin representantes en el fútbol se va extender, sin duda, pero no es la panacea. La IA es un modelo de lenguaje que predice movimientos, pero eso no significa que sea preciso con la realidad. La máquina provoca lo que llamamos ‘alucinaciones’, que son errores de fondo. Hay que tener mucho cuidado con su uso, ya sabemos que hay chicos que lo utilizan para sus relaciones personales y algunos han terminado en suicidio. Ese mundo de interacción hay que cogerlo con pinzas».
Complemento perfecto
El uso de la IA crecerá en el campo de la representación y en otros sectores, dice Cordón: «La Inteligencia Artificial puede recomendar contrataciones y también qué futbolista puede ser el complemento perfecto para un equipo desde el punto de vista deportivo y económico».
El profesor de la universidad de Granada también advierte de que el uso de estos novedosos modelos puede mejorar el trabajo diario de los intermediarios.
Daniel Lorenzo, agente español, incide en que en agencias como la suya ya se debate sobre cómo la Inteligencia Artificial puede influir en la actividad cotidiana: «En la actualidad, la IA es un modelo avanzado del Big Data, que proporciona muchos datos y disminuye los márgenes de error. Todas esas herramientas hay que aprovecharlas. Hay que subirse a ese barco, pero con precaución. Estamos en los primeros pasos».
«Algunos futbolistas ya han acudido a ellas para negociar su futuro, eso nos afecta, hablamos de ello, pero no hay que perder la perspectiva. Ahora recuerdo lo que sucedió con el ebook, cuando se decía que iba a terminar con la venta de libros. La IA acierta, pero también falla mucho, por eso, en todas las actividades el factor humano es fundamental», recalca Lorenzo.
Este intermediario asegura que ya hay equipos de fútbol diseñados con Inteligencia Artificial, pero que eso no garantiza el éxito: «La IA vaticina lo que va a pasar en función de lo que ya ha pasado. Al futbolista le dice qué virtudes atesora y lo que debe mejorar, pero no explica, por ejemplo, cómo debe congeniar con su entrenador ni cómo va responder en el campo cuando tenga un problema sentimental o familiar. La IA no analiza emociones y el fútbol, precisamente, tiene un componente emocional muy intenso, por eso no todo se puede predecir».
Categorías inferiores
Unos déficits que no amedrentaron a Demetri Mitchell, encantado con su nuevo asesor. «Empecé a utilizar ChatGPT y le pregunté cómo debía negociar el contrato y qué tenía que responder. Le dije lo que ganaba en la última temporada, que me tendría que mudar a Londres, cuál era el coste de la vida allí, que mi mujer y mi hijo se venían conmigo. Sabía que podría negociar por encima de lo que me habían ofrecido», comentó el defensa del Leyton Orient en el podcast From My Left.
Demetri Mitchell, con el Leyton Orient.AFP
La iniciativa abierta por Mitchell afectará a corto plazo a las agencias que cuentan en su cartera con futbolistas alejados de la élite y especializadas en categorías inferiores. Los jugadores de rango superior seguirán confiando en los intermediarios poderosos, capaces de influir en la configuración directa de las plantillas. «Hay muchos directores técnicos que firman contratos en función de su amistad con el representante. Las cuadras siempre han existido y existirán», dice un técnico que prefiere permanecer en el anonimato.
Las labores del director deportivo y del ojeador también están afectadas por una nueva tecnología que es capaz de estudiar las características de los futbolistas que necesita una determinada plantilla. Pep Guardiola, desde que entrenaba al Barcelona, utiliza sistemas de datos y estadísticas sobre pases, lanzamientos y velocidad para mejorar el rendimiento del grupo.
«La IA puede hacer una lista de jugadores que por edad, salario o modo de jugar se acomoden a un club, puede crear un equipo, pero no puede adelantar, por ejemplo, que un central, en un momento determinado, pueda jugar de lateral y a partir de esa modificación rendir como nunca ¿Cuándo hay un fracaso, a quién se le pide responsabilidad? A la IA, no», recalca Lorenzo.
Datos fríos
Joyce Moreno, representante y ex defensa del Real Madrid, señala en la misma dirección: «La llegada de IA preocupa en nuestro sector. Ya estamos debatiendo sobre cómo nos puede afectar. En los últimos años han aparecido varias plataformas que ha mejorado las labores de los scouts relacionadas con el valor y las características de los jugadores. Esto hay que entenderlo como un plus para nuestro trabajo».
«Te tienes que adaptar y renovar, pero a mí no me gustan los datos fríos sobre el equipo por el que puedas fichar o sobre el rendimiento específico de un jugador, porque a la hora de negociar también hay que atender a otras variables, como la educación, la familia, el entorno y el ambiente del futbolista. En todas las negociaciones hay intangibles que la IA no aprecia», incide Joyce Moreno.
Guillermo Ricardo Simari, informático y director del Laboratorio de Investigación y Desarrollo de Inteligencia Artificial en la Universidad Nacional del Sur de Buenos Aires, alerta sobre el mal uso de estas herramientas. «Sistemas como LLMS, ChapGPT o Gemini son realmente poco fiables, porque muestran lo que lo que los diseñadores llaman alucinaciones. Al no tener noción de lo que es la verdad (en la jerga de la IA se llama ground truth) ponen lo que les parece que queda bien en el texto que se está generando. No son sistemas inteligentes, sólo completan textos glorificados», explica el especialista argentino.
Simari dice que esos modelos nunca sustituirán a los profesionales, como representantes o directores deportivos, pero que sí servirán como apoyo para mejorar una actividad que ya se domina: «Si el ‘scout’ humano lo usa con prudencia puede ser útil. Son completadores de textos sofisticados».
Herramientas novedosas que han llegado para quedarse en el complejo mundo del fútbol. Jugadores, técnicos y agentes se preparan para ello.






