“No es normal que solo hayamos ganado una Copa África, en 1976. Nuestro trabajo es cambiar eso”. Tiene claro el seleccionador de Marruecos, Walid Regragui, cuál es el objetivo con el que parte su equipo en la competición que acaba de arrancar. Pero su ambición va mucho más allá. Los Leones del Atlas trazaron hace unos años una estrategia de crecimiento y modernización hasta 2030 que está dando frutos deportivos. Si en Qatar 2022 hicieron historia para el fútbol africano alcanzando, por primera vez, las semifinales de un Mundial, ahora quieren levantar un título. El único que tienen es, como recordaba Regragui, la Copa África que ganaron hace 49 años en un formato de liguilla. En 2026 no solo son anfitriones, sino también los favoritos.
Marruecos empezó a acaparar miradas el 6 de diciembre de 2022, cuando en octavos de final eliminó a la España de Luis Enrique. Había creado problemas a Croacia, Bélgica y Canadá, pero frente a la selección española se le vio como enemigo. Más aún cuando en cuartos de final frenó también Portugal y a Cristiano Ronaldo. Solo Francia los frenó en semifinales y Croacia, de nuevo, le impidió subir al podio.
Ese equipo revelación no nació de la casualidad. Marruecos casi dos décadas empeñado en impulsar su fútbol. La primera receta fue captar todo el talento joven que, con raíces marroquíes, estaba repartido por Europa para ofrecerles vestir su camiseta. Muchos de ellos ya habían debutado con las categorías inferiores de sus países de nacimiento, pero los captadores diseminados por toda Europa y los argumentos de Regragui, acabaron convenciéndolos. Solo se les escapó el futbolista llamado a marcar la próxima era: Lamine Yamal.
De los 26 convocados para este campeonato, menos de la mitad, 12, nacieron en el reino alauita. Cinco tienen pasaporte español desde los consagrados Achraf Hakimi, el capitán, o Brahim Díaz, hasta el portero Munir El Kajoui y los delanteros Ilias Akhomach e Ismael Saibari. En Francia nacieron el defensa Romain Saiss, el centrocampista del Bayer Eliesse Ben Seghir y el de la Roma Neil El Aynaoui. En Países Bajos pescó a tres de sus mejores futbolistas: Noussair Mazraoui, el bético Sofyan Amrabat y Hakim Ziyech, ausente en este campeonato por lesión. De Bélgica llegaron Bilal El Khannous y Chemsdine Talbi y nacionalidad canadiense tiene el portero sevillista Yassine Bounou.
Para convencerles, necesitaban apelar al corazón… pero también ofrecer proyecto. “Sabía de dónde venía el mal de nuestro equipo. Había que cambiar la mentalidad. Hemos tenido jugadores en equipos muy importantes, pero era hora de mirar a los ojos a los grandes, sin miedo. Esa es la chispa que prendimos”, confesaba Regragui. En 2009 se fundó la Academia de Fútbol Mohammed VI en Rabat, unas instalaciones de alto rendimiento de 2,5 kilómetros cuadrados donde formar, en deporte y estudio, talento local y que ofrece las mejores condiciones para la selección masculina, y también para la femenina, cuya dirección se le encomendó a Jorge Vilda. El técnico español llevó a las leonas a la final de la Copa África Femenina el pasado verano, pero Nigeria acabó proclamándose campeona (2-3).
El crecimiento de la competición nacional, la Botola, también se ha fomentado para que las promesas no tengan que emigrar a otros campeonatos al inicio de sus carreras, porque la mirada está puesta en la organización del Mundial 2030, que compartirá con España y Portugal. Eso ha provocado que se hayan invertido más de 1.800 millones de euros en centros de alto rendimiento, más de 100 campos homologados por la FIFA por todo el país, y se hayan modernizado hasta nueve estadios, en lugares como Rabat, Tánger, Fez, Agadir o Marrakech. La joya es el Estadio Hassan II que se está construyendo en Casablanca, con capacidad para 115.000 espectadores y que peleará por acoger la final del Mundial dentro de cinco años.
Brahim celebra el gol que marcó en el partido inaugural.
No había prisa con los éxitos deportivos, pero han llegado. La selección absoluta ha hecho una clasificación para el Mundial de Estados Unidos, México y Canadá, el cuarto consecutivo que disputarán, tan cómoda como brillante. No solo acabó invicta, sino que Níger fue el único rival capaz de marcarle un gol. A esta Copa África se clasificó con la misma contundencia: sin perder y con otro solo gol en contra, esta vez marcado por Gabón.
Sin embargo, los resultados de la inversión en la base llegan con mucha fuerza. En 2023, Marruecos fue campeón de la Copa de África Sub-23, subcampeón en la categoría Sub-17 y cuartos en el Mundial. En 2024, en los Juegos de París, se colgaron la medalla de bronce y hace apenas unos meses, en Chile, hicieron historia al proclamarse campeones del Mundo Sub-20. Ganaron a España y Brasil en la fase de grupos y fueron deshaciéndose de Corea, Estados Unidos y Francia, por penaltis, en los cruces hasta llegar a la final con Argentina, a la que vencieron 0-2.
El reto ahora es levantar esta Copa África y mirar de nuevo a un escaparate Mundial en el que, en la fase inicial, tendrá a Brasil, Haití y Escocia.






