Novak Djokovic, por los suelos. No podía más. Acababa de perder un set ante Jaume Munar, estaba mareado, extenuado y medio lesionado. Los médicos del Masters 1000 de Shanghai entraron para ayudarle. ¿Y qué pasó después? En lugar de retirarse del torneo, desenlace lógico, el serbio se levantó, venció al español por 6-3, 5-7 y 6-2 y se clasificó para cuartos de final del torneo.
Tampoco sorprendió a nadie: de la supervivencia ha hecho arte. Aquel joven que resistía las sacudidas de Roger Federer y Rafa Nadal es hoy un veterano de 38 años que pelea contra el tiempo. Aguanta, aguanta y aguanta más allá del tenis. Por eso es el favorito en China. No hay otro torneo en el mundo, quizá no lo ha habido nunca, en el que la capacidad de substituir sea tan importante. Desde que la competición empezó la semana pasada, los partidos consisten en una lucha por mantenerse en pie bajo condiciones extremas y así será difícil eliminar a Djokovic. El resto es otra cosa.
AFP
Con temperaturas siempre por encima de los 30 grados y una humedad superior al 80%, ya han sido varias las víctimas… y las que quedan. Aún restan partidos de octavos de final por disputarse y sólo siguen vivos tres tenistas del Top 10 del ranking ATP: el número cinco, Djokovic; el número siete, Álex de Miñaur; y el número nueve, Lorenzo Musetti. Se acabó. Con las ausencias desde el principio de Carlos Alcaraz y Jack Draper, el resto han caído, en su mayoría, por culpa de las condiciones meteorológicas.
El KO de Sinner
El mejor ejemplo fue la retirada de Jannik Sinner ante Tallon Griekspoor. El número dos del mundo —y vigente campeón del torneo chino— empezó a sentir calambres, intentó continuar, pero en el tercer set abandonó para evitar males mayores. Ahora está más lejos de Alcaraz en el ranking ATP —más de 1.000 puntos de desventaja—, y lo peor es que no fue por su culpa.
“Es el ambiente más difícil del tenis mundial, es peor que Estados Unidos en verano”, aseguró el francés Arthur Rinderknech, muy crítico pese a sus buenos resultados: alcanzó los octavos de final, la mejor actuación de su vida en un Masters 1000. “Sabemos que hay mucha contaminación en las grandes ciudades de China, y eso probablemente no ayuda a respirar bien. Hay una capa de nubes que lo aplasta todo, pero además, cuando sale el sol, la temperatura sube rápidamente por encima de los 30 grados. Es muy difícil jugar”, insistía Rinderknech, que subrayó los numerosos parones para que los médicos pudieran atender a jugadores como Emma Raducanu u Holger Rune, ambos mareados durante sus encuentros.
El propio Djokovic vomitó dos veces en su partido de tercera ronda ante Yannick Hanfmann: la primera, en una esquina de la pista; la segunda, en su banquillo. “La humedad que hay aquí es una locura, sinceramente. No recuerdo la última vez que jugué con una humedad como esta. Es lo que hay: es lo mismo para mí, para mi rival y para cualquier otro”, comentó el serbio, que al mismo tiempo pedía algún tipo de protección a los responsables del circuito.
Y, extrañamente, era escuchado. Según informó este martes la ATP a Reuters, “se están evaluando medidas adicionales, incluida la aplicación de una política oficial sobre el calor, en consulta con jugadores, torneos y expertos médicos”.
Como ocurre en el fútbol, el ciclismo, el atletismo o tantos otros deportes al aire libre, si los dirigentes del tenis se lo proponen, los partidos podrían cancelarse, reducirse o modificarse —añadiendo más pausas, por ejemplo— en condiciones climáticas extremas como las que se están viviendo estos días en Shanghái.Mientras tanto, eso sí, los jugadores deberán seguir resistiendo. Y en esas artes, no hay duda, Djokovic es el mejor.