Tras el adiós a la Copa, el Atlético visita Pamplona con la necesidad de ganar para seguir en la pelea por los puestos Champions. El Cholo sigue dejando abierto el debate de su porvenir: “Depende de cómo terminemos la temporada”
Simeone, durante el entrenamiento del Atlético en Majadahonda.Sergio PérezEFE
Fue otro derbi perdido en el Santiago Bernabéu, el octavo consecutivo sin ganar allí, pero la costumbre no termina de hacer callo en el Atlético de Madrid. La sensación tras la prórroga del jueves fue de escozor. Por el arbitraje y por la remontada tras una estupenda primera parte, pero también porque esa derrota tenía aroma a fin de algo. Quizá incluso de la era Simeone.
La temporada se ha quedado vacía de contenido competitivo para los rojiblancos y las palabras del Cholo nada más terminar abren más las especulaciones. “Eliminados de Europa, sin la Copa, nos queda la segunda vuelta de la Liga para lograr entrar en la Champions y alcanzar el objetivo que necesita el club. Después, veremos todo lo que nos conviene a todos”, pronunció.
El día siguiente fue también tenso en el Metropolitano. Hasta el punto de que, algo insólito, Miguel Ángel Gil Marín emitió un durísimo comunicado contra el Real Madrid, Soto Grado y todo lo sucedido. “Cualquiera que lo observe desde fuera puede ver que desde hace décadas casi siempre ocurre lo mismo. Por desgracia ya no sorprende a nadie, no es noticia. Es algo muy evidente y solo hay que recordar la historia”, escribía en la web del Atlético el consejero delegado y máximo accionista, que atizó sin rodeos al eterno rival: “El Madrid es un club con un entorno muy fuerte, con muchos intereses a su alrededor. Crean tal presión que es normal que afecte a las personas que deben tomar decisiones. Son conscientes de lo que les espera si les perjudican con algún error o incluso con algún acierto. Es habitual la campaña contra quien consideran que les perjudica”.
Tras el pequeño terremoto rojiblanco, uno más en un curso sin alegrías, vuelve la realidad. Nada menos que visita a Pamplona, “ante un rival que viene entusiasmado”. Osasuna, al contrario que el Atlético, sí estará en las semifinales de la Copa del Rey. “Con un entrenador muy regular, siempre competitivo, siempre complejo, con energía positiva”, admitió un Simeone que seguramente no podrá contar con Savic a causa de un golpe.
Pero el rival no era lo que acaparaba la atención el día antes. Este sábado, en la previa de un duelo contra el Osasuna en el que al Atlético no le queda más remedio que lamerse las heridas e intentar buscar una victoria que alivie -la Real Sociedad, tercera, está a siete puntos-, Simeone volvió a hablar de su porvenir. Son ya más de 11 años en el Atlético, un periodo en el que el club recuperó su espíritu competitivo y alcanzó cotas nunca antes vistas, tiene contrato hasta 2024, pero es consciente del desgaste. También de que su gigantesco salario obliga a todos a entenderse incluso en el adiós. “Mi contrato depende mucho de cómo terminemos la temporada”, volvió a declarar, dejando alguna consideración en el aire que alimenta, de nuevo, el debate: “Es más complejo que lo que planteas. Ya se enterarán cuando termine la temporada de lo que pasará”.
Aquella mañana en la playa de Fuentebravía, en el Puerto de Santa María, la carrera con Jaime, el pequeño de sus tres hijos, no había sido como las demás. "Joder, me ganaba con seis años. Estaba reventado", revisita Tomás Bellas (Madrid, 1987) en voz alta al instante preciso en el que todo cambia para siempre, en el que uno se da cuenta de que algo, de verdad, no va bien. Las vacaciones familiares en Cádiz el pasado mes de julio tornaron en pesadilla, en una sucesión precipitada de acontecimientos. Noches de sudoración descontrolada, "como un animal", inflamación de ganglios, tos, una visita de urgencia al hospital y un ingreso sin tiempo que perder. "A los pocos días nos confirmaron todos los presagios. Tenía un linfoma", recuerda el base, 14 temporadas en la ACB, el salto inicial del otro partido de su vida.
El 10 de mayo de 2024 Tomás, sin saberlo, se había vestido de corto por última vez. "Ganamos al Valladolid. A un entrenador que me echó de Fuenlabrada, que le tenía ganas... Bueno, no es mal colofón", saca pecho con media sonrisa melancólica. Repartió ocho asistencias, disfrutó y se despidió del Fernando Martín dándose el gusto de un baile más: la siguiente temporada seguiría en el Fuenla, uno de los clubes de su vida, al que ayudaba en su retorno a esa Liga Endesa en la que él disputó 466 partidos. "Nada mal para un tipo normal que no levanta el 1,80", reivindica una carrera que "ha sido la hostia". Ya en pasado, confirmada su retirada, pese a "estar ya sin enfermedad en el cuerpo". "Eso no quiere decir que este curado. El alta no te lo dan hasta que pasan 10 años", explica.
Tomás repasa con EL MUNDO su batalla de los últimos meses sentado en la mesa de reuniones de su empresa familiar, en Las Rozas. La que fundó su padre hace 32 años y en la que ahora le acompañan sus cuatro hermanos. A la que volvía cada verano unas semanas para echar una mano, para hacer gala de sus estudios universitarios. Un jugador profesional. Ya le ha crecido el pelo, aunque aún le acompaña una boina, nueva seña de identidad. Llegó a perder nueve kilos. Está volviendo al deporte, al crossfit, y va tachando de su lista las cosas que apuntó que no podía dejar de hacer. Esquiar, tirarse en paracaídas, viajar con sus hijos, ver en directo un Partizán-Estrella Roja (lo hizo este mismo viernes, en Belgrado)... Porque el final era una posibilidad. "Te pones en el peor escenario, claro. Y piensas: 'Mi vida ha sido fantástica, no tengo un solo pero a los 37 años", pronuncia con crudeza.
Tomás Bellas, en su empresa familiar en Las Rozas.ANTONIO HEREDIA
El sopapo fue inesperado. "Cuando me dicen, 'tienes un linfoma', yo estaba con mi padre en la habitación del hospital. Así, de frente. Es difícil describir las sensaciones. Intentas no llorar [se emociona, "ahora me cuesta"]. Intentas hacer ver a todos que estás bien. Porque creo que yo he sufrido, pero mucho más los que están alrededor", cuenta. El 19 de agosto recibió la primera sesión de quimioterapia en el Puerta de Hierro. "Hay cuatro estadios y yo estaba en el cuarto. Fue un tratamiento súper fuerte. Una bomba para mi organismo. Mi médula no estaba preparada, tuve un problema en el pericardio porque tenía el corazón encharcado, la quimio te inmunodeprime: cogí fiebre, varias semanas ingresado...", relata un infierno físico y mental del que escapó también con velocidad, como siempre deambuló por la cancha. "Antes del segundo ciclo, a finales de septiembre, me hicieron una prueba de Pet Tac y vieron que no tenía enfermedad. Había sido efectivo. Me dieron dos más, de refuerzo. El último, a mediados de noviembre", celebra.
"Estoy convencido de que el deporte me ha ayudado muchísimo. Para coger el toro por los cuernos. Era como un partido, había un objetivo y sabía que iba a tener que esquivar balas. Gran parte es actitud. El baloncesto me ha enseñado a saber sufrir, a que no siempre hay una recompensa inmediata, a gestionar las emociones...", relata un tipo al que no le cuesta admitir que nunca tuvo "pedigrí", pese a que con 12 años ya estaba en la cantera del Real Madrid.
Tomás Bellas.ANTONIO HEREDIA
El hándicap de la altura siempre le acompañó. Fue a la vez su acicate. Como las miradas de sospecha: "Ser infravalorado forja tu carácter". "Nunca fui a una selección. Es mi espina clavada, lo reconozco. Me podían haber llamado, sin lugar a dudas. Hay gente que ha estado con mucho menos nivel que yo", se queja, consciente también de que no ayudó su forma de ser -"mi carácter. Yo no soy una ovejita a la que dirijas"-, para bien y para mal, es su otra gran seña de identidad. Ha habido pocos guerreros con más ardor en la cancha que Tomás Bellas, pesadilla para los rivales, pretoriano de los entrenadores en sus cuatro equipos ACB (Gran Canaria, Zaragoza, Fuenlabrada y Murcia), desde Pedro Martínez hasta Sito Alonso, pasando por Aíto García Reneses, Jota Cuspinera, Luis Guil... "Era una mosca cojonera. 'Joder, hoy me toca contra Bellas', decían los rivales. He tenido peleas con todos. Yo siempre fui a muerte. Hacía en la cancha lo que nadie quería hacer", admite de unas batallas que ahora son anécdotas de amistad con sus ex rivales, los que le han abrumado con mensajes de apoyo e interés.
¿Cómo llega un niño bajito de Las Rozas a la elite? "Todo es más o menos positivo en función de las expectativas que tengas. Las mías ni de lejos eran estar 14 años en la ACB, casi 500 partidos, más competición europea, haber jugado la Summer League de Las Vegas... y un denominador común: he jugado muchísimos minutos", se enorgullece de una trayectoria que empezó por su padre, entrenador en equipos femeninos, guardián de sus primeros entrenamientos en el patio de su casa. En infantil ya estaba en el Madrid, pero a los 18 jugaba en Primera Nacional en el Torrelodones, "entrenando a las nueve de la noche con abogados, dentistas, pintores...". Quería centrarse en sus estudios universitarios y en su novia. Y por eso rechazó, ahora ríe, hasta a Pablo Laso. "Me quería en Cantabria tras una pretemporada, se quedó alucinado", recuerda.
Tomás Bellas.ANTONIO HEREDIA
Pero le llamó el Cáceres de Piti Hurtado, destacó en LEB Oro, y después le surgió la oportunidad "de una vida". Saltar a la ACB con el Gran Canaria. Se acogió a aquel decreto 1006 que hizo famoso Alberto Herreros. "Con Pedro Martínez fue un máster de cinco años, diario. Con una exigencia bárbara. Pero es lo que me permitió estar tantos años en la liga". Tras seis temporadas en Las Palmas, sale a Zaragoza, la otra cara del baloncesto, "peleando por no bajar, impagos... No fue muy agradable. Remar y remar". "De ahí a Fuenlabrada. Decido acercarme a casa por el tema de la empresa, la familia...". Y después Murcia, "una segunda juventud". Tras tres cursos, repliega, otra vez el negocio familiar como prioridad, y Tomás, Paola y Jaime, claro. Pero mantiene el gusanillo del deporte de elite en su vuelta a Fuenlabrada. "Ha sido la hostia. Mi carrera ha sido la hostia", repite.
Cuando le sobrevino la enfermedad, Bellas, siempre celoso de su intimidad, no quiso hablar públicamente demasiado. Se centró en la recuperación, se fue despidiendo del baloncesto al que no sabe si volverá como entrenador o director deportivo quizá y del que, por ahora, sólo echa de menos lo bueno, "competir, el vestuario...". "Si me llega a pasar más joven, probablemente hubiera intentado volver. Pero ya no está en mis planes", dice. Ahora cuenta el proceso por primera vez. En unos días, en Gran Canaria, recibirá un homenaje durante la Copa del Rey, en el "club de su vida", en el que fue capitán. "Todo esto ha sido una lección de vida. Me ha retirado del baloncesto, pero no de la vida. Te hace cambiar las prioridades. Antes te preocupabas porque no metías dos canastas y ahora porque estás vivo".
Hace tres años, en el Kokugican Arena de Tokio, se desesperaba Enmanuel Reyes Pla. "Ha sido una injusticia. Le conecté más golpes, pero los jueces mandan". Acababa de perder una medalla en el combate de cuartos contra su compatriota Julio César la Cruz. Este mediodía, en el Centro de Exposiciones de Villepinte, el Profeta se desquitó. Un combate fiero contra el belga Victor Schelstraete para avanzar a semifinales, asegurar medalla olímpica y soñar con el oro en Roland Garros.
Hacía 24 años que el boxeo español no subía a un podio en los Juegos. Fue el último Rafa Lozano en Sidney, el mismo (seleccionador nacional) que instruye desde la esquina al cubano de La Habana, puro frenesí sobre el cuadrilátero y ante los micrófonos. "Voy a arrancar cabezas", avanzó los días previos y no dejó escapar la segunda oportunidad de su vida.
El Profeta, calzón azul, desplegó todo su repertorio, espectacular y seguro de sí mismo de principio a fin. Cuando recibió el primero golpe del belga, sonrió. Y fue dominando los tiempos, golpeando una y otra vez a su cada vez más desesperado el rival. Ganó claramente el primer round y también el segundo.
Y en el tercero bailó, esquivó y golpeó. Y lo volvió a ganar para todos los jueces. Sabiendo contemporizar e incluso celebrar antes de tiempo.
Su rival en semifinales, el próximo domingo, se sabrá esta tarde (17:54 h.). Saldrá del combate entre el kazajo Aibek Oralbay y el azerbayano (nacido en La Habana, como Reyes Pla) Loren Berto Alfonso Domínguez.
El púgil escapó de La Habana en 2016, aunque no pudo llegar a España hasta un año después, tras muchos problemas burocráticos y meses deambulando por Europa. Incluso llegó a pasar por prisión y a estar deportado.
Tras su derrota en Tokio decidió convertirse al islam, como explicaba estos días en EL MUNDO. Me convertí por mis amigos. Y por lo que pasó en Tokio. Fue la clave. "Ahora estoy con Alá. Él es que el me da el triunfo, el que siempre me está apoyando. Con Él va a salir la victoria», explicaba.
La selección mantiene, además, otras tres opciones de medalla en París. Ayoub Ghadfa, José Quiles y Rafa Lozano Jr. Ganaron sus combates de octavos y están a una victoria del podio. El hijo del Balita se enfrentará el viernes (16.50) al dominicano Yunior Alcántara. Y el peso pesado, tras acabar con Kunkabayeb, también mañana viernes (22.24 h.) al armenio Chaloyan. El sábado (15.30 h.), será el turno de Quiles, contra el uzbeko Khalokov.
Chus Mateo y la Federación Española (FEB) lo tienen claro: quieren ver de nuevo a Tyson Pérez, uno de los pívots nacionales más dominantes, con la camiseta de la selección. Y, pese a que el del Unicaja hace tiempo que busca el permiso para jugar con su país natal, la República Dominicana -«estoy esperando a que la FIBA se pronuncie sobre la carta que le hemos enviado y luego ya decidiremos», contaba el miércoles en una entrevista en Diario Sur- , su nombre aparecerá en la primera lista del nuevo seleccionador dentro de unos días para los partidos de clasificación para el Mundial contra Dinamarca en Copenhague y Georgia en Tenerife, a finales de mes.
Tyson debutó en noviembre de 2020 con España, el país al que llegó con ocho años para reunirse en el pueblo gallego de Sada con su madre Ramona y con sus hermanas. Ocurrió en la Fonteta, ante Israel: su primera acción, como una promesa, fue un impresionante alley-oop. El ala-pívot, entonces en el Andorra, ahora puntal del flamante Unicaja con el que renovó hasta 2029, había nacido en Santo Domingo, donde jugó al béisbol como casi todo el mundo allí. Pero el cambio de aires le trajo a su vida un deporte para el que estaba predestinado, aunque no supiera nada de él hasta los 15 años.
Con la selección se vistió tres veces más. En esa misma Ventana ante Rumanía y, dos años y medio después, en otra clasificatoria para el Mundial, contra Italia e Islandia. Fue de nuevo convocado hace un año, pero una microrrotura de fibras le obligó a abandonar la concentración. Y hasta hoy. Porque Tyson, que fue tutelado por Pepe Laso en su adolescencia como jugador en Casvi y Canoe, no regresó. Su condición de nacionalizado (no logró el pasaporte español hasta pasados los 16 años, cuando ni imaginaba ser profesional) le impediría coincidir en un gran torneo con, por ejemplo, Lorenzo Brown. Y eso le hizo pensarse las cosas.
Tyson, en un partido reciente con Unicaja.MARIANO POZO / ACB PHOTO
Hasta el punto de que en los últimos meses, junto a su agente (Igor Crespo), comenzó un papeleo 'improbable' ante la FIBA: intentar obtener el permiso para jugar con su país natal, la República Dominicana. Un caso para el que no hay muchos precedentes y sí muchos otros que naufragaron, sin ir muy lejos, Klay Thompson con Bahamas. Según ha podido saber EL MUNDO, la Federación Española nunca estuvo por la labor de facilitar el cambio de selección para Tyson. Su postura es firme en este aspecto, pese a las palabras de Sergio Scariolo este verano, cuando, una vez conocida la ausencia de Lorenzo, no se contó con el jugador de Unicaja para el Eurobasket. «Nos ha pedido que se le conceda la posibilidad de que FIBA recapacite y cambie de parecer, que eso le pueda permitir jugar con República Dominicana porque lo ve como una vía más fácil de competir en los grandes campeonatos del verano. Se lo hemos concedido porque siempre ha sido un jugador comprometido y no había motivo para no acceder a esa petición», explicó.
En los planes de Chus Mateo está, sí o sí, Tyson Pérez. El nuevo seleccionador le considera uno de los mejores pívots nacionales y no tiene ninguna duda con él. Estará en su primera lista, que se hará pública en unos 10 días. Y espera que su respuesta sea positiva. El entorno del jugador, contactado por este periódico, no aclaró, sin embargo, las intenciones de Tyson.
En esa lista que perfila Mateo -y en la que no podrá contar con jugadores NBA, NCAA ni Euroliga, aunque podría haber alguna excepción con Izan Almansa (Real Madrid) o Isaac Nogués (Valencia)-, Tyson sería uno de los referentes. Especialmente en la pintura, donde compartiría presencia con Fran Guerra o Great Osobor. Entre los exteriores, el seleccionador está encontrando un enorme paso adelante en el gran comienzo de temporada de jugadores como Jaime Fernández, Francis Alonso o Pep Busquets.