Será en otro momento cuando Jessica Bouzas alcance los cuartos de final de un Grand Slam, las semifinales o incluso la final. Lo hará, seguro. A sus 22 años tiene la fuerza, tiene las ganas, tiene el empuje, sólo le falta la experiencia. Este lunes en Wimbledon, en su debut en los octavos de final de un grande, perdió ante la rusa Liudmila Samsonova por 7-5 y 7-5 en una hora y 43 minutos de juego, pero no lo hizo por razones tenísticas. Por su velocidad y su derecha merecía otro resultado. Si cayó fue porque le pudieron los nervios.
Durante la mayor parte del encuentro, Bouzas llevó la iniciativa, marcó el ritmo de los intercambios, jugó a lo que quiso, pero en los momentos decisivos falló. Hubo errores de esos que aparecen en los desvelos de madrugada, de los que nunca se olvidan, errores que en el futuro le harán mejor tenista.
En el primer set, con 5-4 y 40-15 a favor, disfrutó de dos oportunidades para llevarse el periodo y las desaprovechó por culpa de la precipitación. En la primera lanzó una derecha con todas sus fuerzas que se fue larga y en la segunda intentó una dejada que se quedó en la red. Esas dos equivocaciones le atormentaron en los minutos siguientes y ahí el partido se le fue de las manos. A partir de ese momento, cedió dos breaks consecutivos, se enredó en dobles faltas… el cielo se oscureció.
Dentro del top-50
Pero fue capaz de levantarse, mérito suyo. En el segundo set, volvió a dominar a su adversaria y tuvo hasta seis opciones de rotura, pero nuevamente le tembló el pulso en esos instantes. Finalmente, Samsonova, la número 19 del mundo, con más experiencia que ella, se hizo con la victoria y el pase a cuartos.
Como consuelo le queda a Bouzas su salto en el ranking WTA, donde aparecerá entre las 50 mejores el próximo lunes, y el aprendizaje al que invita su tropiezo. En los próximos meses debe encontrar la regularidad en torneos menores y al siguiente grande, su terreno, podrá brillar. Será en otro momento cuando alcance los cuartos de final de un Grand Slam, las semifinales o incluso una final. Lo hará, seguro.
Corre, corre, corre. Desde que salió de la pista del Inalpi Arena de Turín, Carlos Alcaraz inició una carrera contrarreloj para meterse en la cama de su habitación del hotel Principi di Piemonte lo antes posible. La única parada obligatoria fue la bicicleta estática, donde estuvo apenas 15 minutos. Antes ventiló las entrevistas con las televisiones a toda prisa y después hizo lo mismo con las radios y la prensa escrita. En lugar de la conferencia habitual, con un protocolo fijo y todos sentados, la organización improvisó unas preguntas en zona mixta.
Al final, tras pasar por la ducha, Alcaraz salió del pabellón antes de la medianoche, cruzó la ciudad en un coche oficial en apenas 15 minutos, cenó y se echó a dormir. El objetivo era acostarse antes de que la madrugada se le echara encima. Conseguido. Este domingo (18.00 horas, Movistar), ante Jannik Sinner, en la sexta final del año entre ambos, necesitará estar lo más descansado posible para levantar su primer título de las ATP Finals.
El enésimo enfrentamiento entre ambos permite centenares de análisis distintos, factores a favor de uno y de otro, pero Alcaraz proclamó este sábado que el favorito es su rival generacional. Esta vez, que a él no le presionen. "Jannik juega mejor en pista indoor y estaremos delante de su público, así que es el favorito", aseveró el español, que pese a ello no renunció en absoluto al triunfo: "Eso no quiere decir que no pueda ganarle. Si pensara que voy a perder ni siquiera saltaría a la pista. No me jugaría el físico, no me jugaría nada. Sé de lo que soy capaz y sé que será complicado, las dos cosas. Veremos qué pasa".
ALESSANDRO DI MARCOEFE
Ambos han demostrado que el recuerdo de sus enfrentamientos pasados no les influye, aunque en los momentos tensos Sinner quizá recuerde que ya perdió cuatro veces esta temporada. No fue con intención —seguro que no lo fue—, pero este sábado Alcaraz apareció en el calentamiento de su semifinal ante Felix Auger-Aliassime con una camiseta que evocaba su épica victoria en el último Roland Garros.
El tercer español
Los precedentes son una buena herramienta para decantar la previa. Porque el español se presentará en la final con un gran hándicap: el público. Ya le ocurrió en Roma, donde venció, y esta vez será peor. Más de 15.000 italianos se entregarán a animar a Sinner mientras que por Alcaraz solo estarán sus amigos recién llegados de Murcia. "No es ningún secreto, el público juega. Jannik ha hecho mucho por Italia y es normal que se lo devuelvan. Si yo cometo un error, le ayudarán a venirse arriba. Por eso debo ponerlo todo sobre la mesa", analizó Alcaraz, que podría ser el tercer español en entrar en el palmarés de las ATP Finals.
Desde que se empezó a disputar en 1970, solo Manolo Orantes (1976) y Álex Corretja (1998) se proclamaron campeones, mientras que otros —Carlos Moyà, Juan Carlos Ferrero, David Ferrer y Rafa Nadal, dos veces— se quedaron a las puertas. "En la última parte del año he trabajado muy duro y me he concentrado especialmente para llegar en forma a este torneo. Levantar el trofeo significaría mucho para mí. Estar en la misma lista que Orantes y Corretja sería genial", finalizó Alcaraz antes de despedirse con prisas.
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Sabía el español que Sinner llevaba ya horas descansando en el mismo hotel después de ganar su semifinal con la placidez con la que siempre derrota a Álex de Miñaur. Como Alcaraz, el italiano no sufrió lo más mínimo para vencer, aunque durante el partido hubo un instante que alertó a los periodistas de su país. Los aficionados apenas se dieron cuenta, pero en la tribuna de prensa hubo incluso quien se llevó las manos a la cabeza. A medio partido, Sinner se echó una toalla a la cara, como si estuviera jugando en verano a pleno sol. La calefacción del Inalpi Arena funciona bien —a veces demasiado bien—, pero la única razón por la que el número dos del mundo podía sentir tanto calor era que estuviera constipado.
"¿Yo? ¿Resfriado? No, no, solo lo hacía para refrescarme porque hay mucha humedad en el pabellón. No me he sonado la nariz ni una vez", respondió Sinner, sorprendido por la alarma encendida entre la prensa. Este domingo habrá duelo entre Sinner y Alcaraz, el sexto del año, y los dos llegan en sus mejores condiciones.
Antes de interpretar a la madre biológica de Once en la serie Stranger Things, la estadounidense Aimee Mullins revolucionó el atletismo en los Juegos Paralímpicos de Atlanta 1996 al aparecer en la pista con unas prótesis en forma de 'J' fabricadas en fibra de carbono. Eran las flex-foot cheetah, todo un invento. Su creador, el ingeniero Van Philips, también estadounidense, había descubierto años atrás que lo mejor para los corredores amputados no era imitar las piernas humanas, si no simular las patas de los guepardos y con Mullins como ejemplo cambió las reglas de la ortopedia. Desde aquel momento, los Juegos Paralímpicos viven en una fiebre tecnológica que ha llevado a avances impensables hace apenas un par de décadas.
"Contar con las mejores prótesis o las mejores sillas de ruedas es importantísimo hoy en día para los deportistas", explica Peter Franzel, responsable de Eventos de Ottobock, la empresa alemana que desde Seúl 1988 ayuda a los paralímpicos con sus aparatos. En la Villa Paralímpica de París la compañía cuenta con un taller de reparaciones con 160 empleados que antes siquiera de la ceremonia de inauguración que tendrá lugar este miércoles (20.00 horas, La 2) ya ha realizado más de 300 trabajos. Algunos son sencillos, como colocar un portabanderas en las sillas de los abanderados y las abanderadas que lo necesiten -los españoles son la judoka Marta Arce y el jugador de tenis mesa Álvaro Varela-, pero otros son más complejos.
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No en vano, algunos elementos del paralimpismo se han sofisticado hasta el extremo. En las prótesis, por ejemplo, hay una guerra entre Ottobock y la firma islandesa Ossur -la actual propietaria de las flex-foot cheetah- para ver quien las hace más ligeras y reactivas. Como ocurre en el atletismo olímpico entre Nike, Adidas, Asics, Hoka o On lo importante no es promocionar la marca, la imagen, la innovación, no tanto vender directamente más prótesis de competición que el rival. Según datos de Ottobock, su producción de prótesis deportivas no alcanza las 1.000 unidades anuales, pero fabrica unas 150.000 prótesis 'de calle' al año. El mercado protésico, según cálculos de expertos, supera los 1.000 millones de euros de valor y sigue creciendo. Luego están las sillas de ruedas.
Sillas super especializadas
En la misma carrera publicitaria, algunas marcas han pasado de hacer sillas específicas para deportes más populares como el atletismo o el baloncesto -éstas son más altas y las ruedas tienen un aro de empuje más grande- a idear sillas para todos las disciplinas posibles. Por ejemplo, con la incorporación del bádminton al programa paralímpico en Tokio 2020 aparecieron unas sillas con respaldo y ruedas traseras adicionales para que los jugadores pudieran inclinarse hacia atrás para rematar y en el rugby ya existen incluso sillas específicas de ataque y sillas específicas de defensa. Las primeras tienen alas metálicas de aluminio en la rueda delantera y las segundas cuentan con un gancho para atrapar a los oponentes.
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Con las limitaciones que marca cada reglamento -especialmente en lo que atañe a la incorporación de electrónica o motores-, en cada edición se mejoran los sistemas para los deportistas paralímpicos, aunque quedan tareas pendientes. La impresión 3D ya ha permitido que algunos participantes se fabriquen prótesis o guantes a medida, piezas perfectamente ajustadas a sus cuerpos, pero esa tecnología todavía no se ha popularizado. Y la incorporación de la inteligencia artificial y la realidad virtual a los Juegos Paralímpicos está sólo en sus inicios.
"Es un sector en pleno desarrollo aunque sus posibilidades son muchísimas. Por ejemplo, colocando sensores a prótesis y sillas se puede optimizar mucho su ergonomía o su distribución de fuerzas", señala Gema Ruiz Díaz-Mariblanca, responsable de IA y Data de de Softtek, empresa mexicana que ya ha propuesto avances como un dispositivo para ayudar a los nadadores con discapacidad visual a seguir el carril de la forma más sencilla posible. En materia de realidad virtual el campo por descubrir es infinito -algunos paralímpicos, como el esquiador neozelandés Adam Hall lo utilizan para afinar sus sentidos en los entrenamientos- y no sólo para los deportistas. El Comité Paralímpico Internacional (CPI) presentó recientemente una aplicación por la que los aficionados podían simular momentáneamente las dificultades a las que se enfrenta un paralímpico y apreciar así el valor de sus logros.
Hace 20 años que Viran Morros tiene 20 años. Cuando debutó con España en 2004 el capitán era Talant Dujshebaev y ahora comparte vestuarios con sus hijos Álex y Dani; qué cosas. Su longevidad, referente de la defensa a los 40 años, parece una anécdota, pero si mira a su lado...
Hace 20 años que Gedeón Guardiola tiene 20 años. Como internacional emigró a Alemania y le ha dado tiempo a pasar una vida en la Bundesliga y volver; ahora alarga su carrera en el humilde Balonmano Nava. Su longevidad, referente de la defensa a los 39 años, parece una anécdota, pero si mira a su lado...
Morros y Guardiola, Guardiola y Morros. Dos cuarentones todavía forman la defensa de la España de balonmano y, pese a las muchísimas temporadas a las espaldas, pese a encontrarse ambos en el ocaso de sus carreras, nadie los sustituye. En los últimos torneos tuvieron reemplazo, Miguel Sánchez-Migallón, de 29 años, pero su lesión ha obligado al seleccionador, Jordi Ribera, a recuperar la defensa vintage, la defensa de toda la vida.
«En la defensa nos está costando el relevo generacional. Nuestra selección sigue en construcción, no estamos al 100% completos porque cuesta encontrar jóvenes para esos puestos. En ataque hemos ido sustituyendo a los referentes, pero en la defensa no lo hemos conseguido», aceptaba Jordi Ribera en conversación con EL MUNDO antes del debut de España este jueves contra Bahréin en el Preolímpico de Granollers. Venció la selección (39-27), venció en un partido plácido y todo gracias, claro, a los dos abuelos de siempre.
Un parcial inicial definitivo
En los 12 primeros minutos, el equipo del emirato chocó contra un muro frente a la portería de Rodrigo Corrales y el parcial inicial (10-2) fue definitivo. En el resto del encuentro, España disfrutó de la calma e incluso concedió descanso a los veteranos. Para estar en los Juegos Olímpicos de París, el conjunto de Ribera ya sólo debe vencer uno de los dos próximos partidos, este viernes ante Eslovenia (21.00 horas, Teledeporte) o el domingo ante Brasil (17.45 horas) y para ello Guardiola y Morros volverán a ser esenciales.
Luego ya se verá. Aunque ambos dijeron lo mismo antes de los Juegos de Tokio 2020, esta vez sí se retirarán después de los Juegos de París y habrá que asumir el vacío. La recuperación de Sánchez-Migallón será esencial para la defensa de España y necesitará ayuda. Dani Dujshebaev debe ser pieza básica atrás, pero también se le necesitará en ataque: demasiada exigencia. La esperanza ahora es Javi Rodríguez.
De 21 años, nacido en Madrid, formado en el Alcobendas y recientemente fichado por el Barça, este juves en la segunda parte ante Bahréin mostró que el relevo puede pasar por él. Sus aptitudes: dos metros de altura, buena colocación y mucha motivación. Su desafío: mantener el nivel de quienes le preceden. Como le ocurre en el Barça, donde sustituye al francés Ludovic Fàbregas, seguir la línea de Guardiola y Morros en la selección no es sencillo. Con ellos, España fue campeona del mundo y dos veces campeona de Europa. Con ellos, España vuelve a estar a un paso de ir a los Juegos Olímpicos.