Open de Australia
El único español que queda en Melbourne se medirá en octavos a Tommy Paul después de imponerse a Andy Murray (6-1, 6-7(7), 6-3 y 6-4)
«Ha sido duro. No recordaba que en 2019 fuera tan horroroso. Ha sido un partido difícil. Él sabe jugar muy bien con el público y con todo. Él estaba sintiendo la pelota y sabía lo que hacía. Salía de los momentos complicados con magia». A sus 35 años, hay pocas cosas que no haya vivido Roberto Bautisa en una pista de tenis. Sin embargo, lo vivido en su partido de tercera ronda del Open de Australia ante Andy Murray, al que logró derrotar finalmente ( 6-1, 6-7(7), 6-3 y 6-4 y tres horas y 29 minutos), nunca le había pasado. Después de una remontada memorable en la ronda anterior contra Thanasi Kokkinakis, Murray jugó contra el español con todo el público a su favor, buscando acaso que la épica no terminase. Pero terminó en la raqueta de Bautista, que luego ironizaba sobre la pista: «Hoy ha habido toneladas de amor por Andy. Quizá en la siguiente ronda haya un poco más hacia mí», le dijo al público de la Margaret Court.
Se despedía de la pista pensando ya en su cruce de octavos de final. Bautista, el tenista discreto, el tipo regular siempre a la sombra de otros más brillantes, llega a una segunda semana de un Grand Slam por primera vez desde Wimbledon en 2021, cuando cayó ante el canadiense Shapovalov. «Estoy feliz de estar otra vez en una segunda semana. Sé lo igualado que está todo hoy en día. Estoy con confianza y me se siento jugando bien a tenis», comentó después en la sala de prensa. Para acceder a cuartos de final se medirá con el estadounidense Tommy Paul que, cosas de la casualidad, ha vencido en sus últimos nueve partidos contra tenistas españoles, y en esa lista están Nadal y Alcaraz. A Nadal, de hecho, le ganó en el Masters 1.000 de París del año pasado, cuando hizo lo mismo con Carreño y con el propio Bautista. Sin embargo, no supone un escollo insalvable, ni mucho menos, para alguien que se siente en pista como en sus mejores tiempos.
Aquellos que remiten a un 2019 inolvidable. Inolvidable porque en abril alcanzó su mejor puesto en el ranking (9º). Inolvidable porque ese mes de julio alcanzó las semifinales de Wimbledon, donde sólo cedió ante Novak Djokovic. Inolvidable tambien, cómo no, por lo ocurrido en la final de la Copa Davis, disputada en Madrid. Número dos por detrás solamente de Nadal, tras jugar en primera ronda, el jueves de esa semana tuvo que abandonar la concentración para viajar a Castellón y estar en las últimas horas de vida de su padre. Se reincorporó a la selección de Bruguera dos días después, el sábado, y aunque no participó en las semifinales contra Gran Bretaña, sí abrió el camino al día siguiente, el domingo, en la final contra Canadá. Su victoria sobre Félix Auger-Aliassime, unida a la posterior de Nadal contra Shapovalov, suponía la última de las seis Ensaladeras levantadas por España.
En esa regularidad discreta que le define, Bautista ha llegado a un punto en que juega casi por el puro placer de hacerlo, y esa relajación le convierte, cuando coge una dinámica como la que le acompaña en Melbourne, en un jugador peligrosísimo para cualquier rival. Si sortea el escollo de Tommy Paul, se enfrentaría a otro estadounidense, pues se miden en el escalón adjunto del cuadro Ben Shelton (83 del mundo) y J.J. Wolf (67). Muy por detrás del ranking del español (24 del mundo) o del 35 de Paul.
«He acabado cansado, pero es normal. Ha sido duro y acabas un poco magullado», admitió un Bautista que no se preocupa demasiado por quién tiene delante. «Es un jugador que ha progresado mucho, es sólido y saca muy bien. Me voy a preocupar de mis cosas y de mi tenis, a jugar de tú a tú». Es quizá el mejor camino para alguien que se ha quedado como único representante español en el primer Grand Slam de la temporada. La croata Donna Vekic acabó con la última española con opciones en el cuadro, la granadina Nuria Párrizas, después de imponerse por un doble 6-2 que superó por muy poco la hora de duración. Con todos fuera de concurso, la carta de Bautista es la única que falta. Pero no es una carta cualquiera en esta dinámica.