La carrera de Thomas Heurtel es una oda a las polémicas, un enredo permanente, el culmen de los culebrones. Siempre hay un capítulo aún más surrealista por descubrir. Cuando todo parecía enterrado en el pasado, sus disparatadas salidas tanto de Barça, primero, como de Real Madrid, después, el base francés, a sus 35 años, ha escrito otro episodio. O más bien esta vez se lo han escrito. Con todo atado para su vuelta al equipo que le dejó tirado en un aeropuerto de Estambul por estar negociando a sus espaldas con el eterno rival y con el talento de Béziers ya en la Ciudad Condal tras haber tomado una avión desde China, su fichaje ha saltado por los aires (o no) por el mismo motivo por el que parecía increíble.
Heurtel, por tanto, se encuentra en Barcelona donde, a su llegada a El Prat celebró su reincorporación a la dinámica azulgrana -al sustituto del gravemente lesionado Laprovittola, Raulzinho Neto, le rescindieron el contrato por sus problemas físicos-. “Estoy muy feliz y con muchas ganas de empezar. He hablado con todos. Con Navarro, con Mario (Bruno Fernández), Joan… He entrenado mucho en China así que el estado de forma física no va a ser un problema”, advirtió. Pero la filtración de su fichaje había levantado ampollas (cómo no) en las horas previas, lo que, según informan varios medios catalanes, ha hecho recular a la misma directiva que había decidido que era el refuerzo más adecuado. El galo cumplía los requisitos: talento, experiencia, plaza de comunitario, salario asequible…
Para entender el cisma hay que rebobinar. En junio de 2017 el Barça firmó por dos temporadas a Heurtel, cuyo gran impacto inicial se tradujo bien pronto con el MVP de la Copa de 2018, ganada por el Barça del recién aterrizado Pesic en Gran Canaria (también lo sería en la del siguiente año). En el verano de 2019, el internacional francés renovó por dos cursos más, pero todo se empezó a torcer. Hasta el punto de protagonizar uno de los episodios más sonados y polémicos de los últimos años en el baloncesto europeo. En diciembre de 2020, tras un partido en Estambul contra el Efes y descubrir que Heurtel estaba negociando su fichaje con el Real Madrid cuando todos creían que lo hacía con el Fenerbahçe para el siguiente año, el Barça le hizo quedarse en tierra y no volver a España con el resto de la plantilla de Jasikevicius.
Salida del Madrid
El galo se explicó tiempo después en L’Equipe. “Al pie del autobús me dicen: ‘Nos vamos. Te quedas. Te hemos reservado un billete de avión para mañana’. Está claro que debería haberme negado a ir a Estambul, haber puesto las cartas sobre la mesa, haber dicho con quién estábamos negociando, incluso si eso significaba correr el riesgo de que se negaran. El club siempre ha sido claro y justo conmigo. Después, el club y Sarunas Jasikevicius son dos cosas diferentes… Tras su llegada, todo cambió. Y después del incidente de Estambul, ni siquiera me hablaron. Fue muy duro para mí y para mi familia”.
El caso es que tras unos meses en el ASVEL, Heurtel acabó vistiendo de blanco. Pero su aventura en el Real Madrid también acabó de mala manera. Una noche de fiesta en Atenas a finales de marzo justo antes de un encuentro de Euroliga contra el Panathinaikos terminó con la paciencia de Pablo Laso y el club. El francés y Thompkins fueron apartados (Yabusele, que también formó parte, no) y a final de temporada salió del equipo. “Salimos y lo destruí todo”, confesó.
Desde entonces, Heurtel ha ido dando bandazos. Volvió al ASVEL, fichó por el Zenit ruso apartado de la Euroliga por la guerra con Ucrania y el pasado verano se fue a China para firmar con los Shenzen Leopards. Aterrizado en Barcelona para ponerse a las órdenes de Joan Peñarroya hasta final de curso, sólo le faltaba ya el reconocimiento médico y la firma. Pero el revuelo social parece que ha acabado por arruinar (decisión directa de Joan Laporta) su fichaje. Incluso ya se especula su incorporación al Girona o al Lleida, equipos ambos de ACB.
Este viernes, Heurtel y sus agentes comparecerán para explicar la surrealista situación y lo que ocurrirá con su futuro. Un rato antes de que el Barça, en plena crisis, dispute su partido de Euroliga en París.