Durante la segunda temporada de la primera etapa de Ancelotti, los jugadores de la plantilla madridista le apodaron como “Pancelotti”. Una vez ganada la Champions, se dedicó en la siguiente a sestear, a comer muy buen jamón y a engordar. Ahora, años
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Es un tema en el que nadie entra. Un tema que ha ocupado portadas de periódicos y abierto tertulias televisivas durante los casi 15 días que duró el parón de selecciones. Y es un tema del que no se puede escapar un Valencia que, además, vive una situación deportiva muy complicada. La sombra de Rafa Mir se ha instalado en un equipo ché que no levanta cabeza.
"No nos tiene por qué afectar lo extradeportivo. Hemos estado muy desacertados. Lo normal es perder con una inercia tan negativa que llevamos y tenemos que intentar que este tipo de cosas no nos afecten", expresaba el entrenador valencianista Rubén Baraja en la rueda de prensa posterior al encuentro en el Metropolitano.
Lo cierto es que los primeros 25 minutos, el Valencia no existió sobre el campo. Perdió la posesión 83% a 17% ante un Atlético de Madrid que tampoco tuvo que esforzarse para hurgar en la herida de un equipo de luto. Es el peor inicio de la historia del conjunto ché con un punto de 15 posibles.
De hecho, Samu Lino, ex valencianista y con amigos aún dentro del vestuario, esquivó la pregunta sobre las circunstancias extradeportivas del equipo ché y les deseó lo mejor a partir de esta jornada en la que se enfrentaron ante ellos.
Vive el Atlético la otra cara de la moneda. La de la inercia positiva que se disparó en aquella carrera de Correa para ganar el partido en San Mamés y que se prolonga hasta hoy con otros 50 metros a máxima velocidad de Riquelme para que Julián Álvarez hiciera su primer gol como rojiblanco.
"La manera que lo festejaron los compañeros y gritaron su gol habla de la importancia que tenia", comenzó Diego Simeone sobre el rendimiento que sabía que terminaría dando su compatriota. "No estoy dentro de Julián, pero si me pongo en su lugar que vive del gol, del entusiasmo de los goles, y apareció donde siempre aparece", añadió.
Estrenos goleadores
El protagonista compareció en el postpartido para mostrar la enorme alegría que le supuso estrenarse como rojiblanco. Un gol en 237 minutos repartidos en cinco partidos. "El gol sirve para la confianza y para el equipo. Es una alegría enorme que es lo que quería desde el primer momento", explicó el delantero argentino que vio como muchos compañeros festejaban su tanto haciendo el característico gesto de La Araña.
Otro que estaba de estreno era el inglés Connor Gallagher, un futbolista que ha caído de pie en el conjunto de Simeone. "Es trabajador, tiene calidad, llegada de segunda línea, recupera pelotas y no deja de dar el máximo a veces mejor y otras no. Ha venido con mucha ilusión y necesitamos ese tipo de futbolistas", alababa el argentino a su pupilo tras marcar el primer tanto del encuentro.
Todo marcha bien en el Atlético, que empata a todo con el Real Madrid en el podio de LaLiga EA Sports. Ahora afronta el equipo la Champions con una plantilla que, a juicio de Samu Lino, está más equilibrada que otros años. "No podemos esconder que tenemos una plantilla más completa y espero que todos nos den muchos frutos", comentaba el brasileño.
Hablamos de la competición más exigente y en la que el Atlético y los atléticos se quedaron con la sensación de que pudieron hacer más. Será otro equipo alemán el que esté en frente, aunque en esta ocasión será el Leipzig, equipo con el que perdieron en los cuartos de final de la pandemia.
Amargado en el sillón tras sacrificar la sobremesa del sábado por un Leganés-Atleti de espectáculo mustio y desenlace desagradable para mí, volví a preguntarme, como hago diez o doce veces al año, por qué demonios sigo pensando que me gusta el fútbol. Otro fin de semana amargado en el rato que debería haber dedicado a tomar pacharanes o a ver Harry Potter y el prisionero de Azkaban con los niños como si lo hiciera por ellos y no por mí. Otro rato
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Fue una de las imágenes del Metropolitano en la mágica noche ante el Inter, aunque hoy el equipo esté fuera de la Champions. Medio estadio comiéndose las uñas, los jugadores abrazados y Simeone agazapado en la entrada del túnel de vestuarios sin mirar hacia los penaltis y perdiéndose el milagro de Oblak. "Se me vino el partido del Bayer Leverkusen. Vi los dos primeros penales y los anotaron, el segundo no lo vi y lo paró Jan. Si te están marcando el camino, sigue ese camino", confesó el técnico entre risas.
"Simeone es la persona más maniática que me he encontrado". El que habla es el exfutbolista y expupilo del argentino en el Atlético de Madrid, Guilherme Siqueira. El brasileño militó temporada y media con los rojiblancos (2014/15 y la mitad de la 15/16) y no se olvida de las numerosas manías no sólo del Cholo, también del Profe Ortega. "Una vez se paró el altavoz donde suenan siempre las mismas canciones 10 minutos antes de calentar y el Profe se volvió loco: '¿Qué está pasando?', gritaba y era como si ya fuéramos perdiendo 0-1", reveló Siqueira.
El lateral izquierdo también recuerda las idas en bus desde el hotel de concentración con las mismas canciones de rock a todo trapo que no le dejaban ni oír su propia música y la respuesta que le dio su compatriota Joao Miranda cuando le preguntó a ese respecto en uno de esos viajes. "¿No te has dado cuenta? Es todo superstición, Sique".
Y es que el Atlético venía de ganar LaLiga el año anterior, la 2013/14, con aquel empate en el Camp Nou con gol de Godín por lo que el cuerpo técnico rojiblanco decidió repetir las rutinas que, creían, les hicieron campeones. "Cuando vovíamos del calentamiento, Gabi cogía un balón, se lo pasaba al Cholo y este empezaba a botarlo sin parar... todo igual, siempre lo mismo", confiesa Guilherme.
Si el deporte es un compendio de talento, trabajo y suerte, en el fútbol este último factor es el que menos se intenta dejar al azar. Son incontables los jugadores o entrenadores que tienen sus propias rutinas para concentrarse en el juego. "Al hacer siempre lo mismo, me siento más seguro. Es importante para la percepción de control. Tengo la sensación de que controlo, fortalece la autoconfianza, reduce el estrés y mantiene mi foco atencional donde yo quiero que esté", explica David Peris, presidente de la Federación de Psicología en el Deporte.
Si nos fijamos bien en cada partido podemos ver algunas de ellas. Las más habituales son, por ejemplo, jugadores que siempre pisan primero el césped con el pie derecho, los que tienen prendas fetiche o amuletos a la hora de afrontar los encuentros o los que siempre entran al campo al final de sus equipos.
Kolo Touré, en un duelo del Arsenal.
El Arsenal jugó unos minutos la ida de los octavos de Liga de Campeones en 2009 ante la Roma con nueve jugadores porque Kolo Touré, cuya obsesión era entrar el último al terreno de juego, quiso esperar a que los servicios médicos del club atendieran a su compañero William Gallas en el descanso del partido. Encima, el central marfileño fue amonestado por entrar al campo sin permiso. Afortunadamente para él, su equipo avanzó de ronda y llegó hasta semifinales donde fue apeado por el Manchester United.
"La línea es si tú controlas tus rutinas y te ayudan. Cuando tu no las controlas y son una obligación o te produce ansiedad no hacerlas es el límite", define Peris la diferencia entre rutinas y lo que podrían considerarse enfermedades mentales, como las que describe el ex futbolista de la Real Sociedad, Zuhaitz Gurrutxaga en Subcampeón, el libro que coescribe con Ander Izagirre. El jugador llegaba a disputar partidos intentando cruzar las líneas del terreno de juego con el pie derecho, algo parecido a Jack Nicholson en la película Mejor Imposible.
Pepe Reina tiene un ritual antes del inicio del partido que le lleva un minuto y consiste en saludar a sus defensas en cierto orden, tocar los dos palos de la portería y avanzar desde ella hasta el borde del área y vuelta en tramos de seis pasos. Pero si hay una manía curiosa del portero es la de llenar el depósito del coche antes de los partidos porque una vez lo había hecho y le había ido bien. "Asocias un recuerdo positivo y lo quieres recuperar, pero hay que evitar que sea una obsesión", comenta Peris.
Reina, en el enfrentamiento ante el Valencia con el Villarreal.EFE
"Las supersticiones vienen de estar mucho tiempo solo. No paras de pensar. Tienes hábitos, pelis, música, llamadas a la familia, zapatillas... Piensas: 'si la cosa va bien, hago lo mismo", revela Siqueira y confirma la teoría de Peris de que cada uno genera sus propias rutinas para sentirte "conectado al fútbol".
Es al dejar el fútbol, cuando muchos futbolistas son más conscientes de las obsesiones que tenían cuando jugaban. El toquecito en el larguero de Casillas cuando marcaba su equipo, las botas de medio número menos de Aitor Ocio por incrementar las "sensaciones" o el no disparar a puerta en el calentamiento de Hugo Sánchez para "no gastar goles". "Siempre tienen más supersticiones los futbolistas que los cuerpos técnicos", apunta Siqueira.
No es el caso de Simeone, que supera con creces a todos sus jugadores y sus manías llegan también a afectar al departamento de viajes del club, que tiene que cambiar de hotel cuando el resultado es adverso, o los horarios de desplazamientos del equipo, o los jugadores que dan la rueda de prensa. Aunque que Witsel hablara en la previa ante el Dortmund por tercera vez en Champions, no terminó igual de bien que las dos anteriores. "Lo que te ayuda hay que mantenerlo y lo que no, evitarlo", concluye Peris.