Real Madrid 98 Maccabi 65
El Real Madrid tritura al Maccabi para resarcirse de su última derrota contra el Barça. Cinco equipos igualados en lo alto de la Euroliga
Anda la Euroliga sin dueño, plagada de legítimos y ambiciosos pretendientes. Y cada jornada es un vaivén tan impredecible como apasionante. El jueves, cayeron los tres primeros. Y este viernes no perdió opción el Real Madrid ante un viejo rival, el Maccabi, que no estaba tampoco demasiado lejos de la cima. Así que, con 17 jornadas disputadas, el ecuador, son cinco equipos igualados en el liderato, 11 victorias para Olympiacos, Baskonia, Barça, Mónaco y el propio conjunto blanco. [98-65: Narración y estadísticas]
Imposible predecir a estas alturas quien estará en Kaunas en mayo, porque a esa terna habría que añadir, claro, al Anadolu Efes, el campeón, por ejemplo. Allá, en la Final Four, donde no debería faltar un Real Madrid que, como la propia competición, es hoy por hoy un enigma difícil de descifrar. De una noche a otra, incluso de un rato del partido al otro, siguen los de Chus Mateo intentando encontrarse a sí mismos mientras poco a poco se acerca la hora de la verdad del curso. Tras caer contra Baskonia y Barça, los blancos se resarcieron a lo grande en la visita de Lorenzo Brown, quien tras su increíble y dorado Eurobasket con España está firmando una Euroliga espectacular (18,1 puntos y 6,6 asistencias por partido). Y eso que se plantaron en el día de Reyes con bajas sensibles.
Sin Deck ni Hezonja, que se sumaron a la ausencia de Rudy Fernández, aunque Mateo recuperó a Adam Hanga. Y, a pesar de eso, por méritos propios o más bien por deméritos ajenos (el Maccabi falló sus 13 primeros intentos triples), en un suspiro el Madrid se encontró triturando a un rival sin rumbo, el viendo a favor. Petr Cornelie -el mejor- y esa muñeca que es oro puro, bien acompañado por Musa y la fluidez que sólo aporta Sergio Rodríguez, destrozaron al grupo que entrena Odded Katash, aquel elegante anotador de los 90 que se tuvo que retirar prematuramente por una lesión de rodilla. Tras el tercer triple de Musa, 27 arriba. Aunque una pequeña siesta antes hizo recuperar algo de aliento a los israelíes antes del descanso (51-34).
Los tapones de Tavares
Pero era apenas un espejismo. El Maccabi, en el que volvía el díscolo Wade Baldwin, no estaba por la labor. Tavares era un muro (cinco tapones) y los triples le entraban al Madrid de manera compulsiva, como si fueran los caramelos de la cabalgata de la noche anterior. Antes de acabar el tercer acto, 16 triples ya, los blancos mandaban por 30 (78-48).
Fue un buen ejercicio para cargar las baterías de la autoestima tras las dudas que sólo cuatro días antes había esparcido por el Palacio el Barça en ACB. El Madrid, con la corriente a favor, es un ciclón. Con facilidades para correr -abran paso a Yabusele-, es un suicidio para cualquier rival. Otra cosa es en abismos igualados, donde todavía tiene que demostrar su contundencia.
El último acto simplemente no fue. Chus Mateo dio aire a un Hanga que le vendrá de perlas a poco más de un mes para la Copa. Y también al canterano Eli Ndiaye mientras los blancos perseguían récords. El de asistencias (se quedaron en 29) y el de triples (18 de 33) en un partido de Euroliga, superar los 100 puntos en una noche por tercera vez en lo que va de curso… No lo lograron porque ya no había ni rival ni competitividad suficiente. Y porque, en los próximos 10 días, aguardan otros cuatro duelos. Que la fiesta no pare.