Pablo Barrios tiene un don

Pablo Barrios tiene un don

Copa del Rey


Oviedo 0 Atlético 2

Actualizado

Otro gol del canterano sentencia al Oviedo para que el Atlético avance, sin demasiados apuros, a octavos de la Copa

Barrios, Correa y Reguilón, tras el segundo gol del Atlético.Eloy AlonsoEFE

En el escenario de viejos fantasmas, de ese Oviedo que es sinónimo de infierno en el imaginario rojiblanco, el Atlético encontró el alivio que busca con urgente necesidad. El de olvidar el último tramo de 2022, que el Mundial sea una muralla desde donde todo florezca de nuevo, aunque sea esta Copa del Rey de todas las esperanzas a la que se agarra ahora el equipo de Simeone, huérfano de Europa. En el Tartiere, en una noche alejada del drama, sin alardes pero también sin ningún apuro, sumó el tercer triunfo de carrerilla de su nueva vida para acceder a los octavos coperos. [0-2: Narración y estadísticas]

Fue un aseado ejercicio de solvencia ante un rival, el Oviedo, que bien temprano vio su ímpetu diluido. Andan los de Álvaro Cervera, cholista reconocido y orgulloso, en pleno despegue en Segunda, huyendo de los puestos de descenso con la llegada del técnico cántabro. Y la Copa, aunque apetece, está lejos de sus prioridades. Optó por un equipo menos habitual y se vio dominado por un Atlético seguro de sí mismo, sin ahorrarse nada –De Paul, Joao Félix y Savic eran las únicas bajas por molestias- aunque el domingo aguarde el Barça.

El equipo de Simeone no tardó ni cinco minutos en apagar el fuego local. Griezmann le bajó las manos al duelo y pronto conectó con Lemar y Llorente, puñales en ambos costados. Había electricidad en la ofensiva rojiblanca, que encontraba espacios y facilidades. Las llegadas locales tenían más de fe que de peligro real, aunque el central Tarín a punto estuvo de inaugurar el marcador en el Nuevo Tartiere.

Gol de Llorente

Pero fue un fugaz combinación entre Molina, Griezmann y Llorente la que adelantó al Atlético. Todo el mérito para el francés, una sutil genialidad en la que el nieto de Gento y Grosso creyó a pies juntillas para batir a Tomeu Nadal por alto, tras un remate mordido. Logrado el objetivo y con otro aviso de un Griezmann que dominaba todopoderosamente todo lo que sucedía en el Tartiere, como un elegante director de orquesta sino fuera por su colorido cabello, el Atlético inyectó sordina ya al choque hasta el descanso.

Mucho más le costó cerrar la eliminatoria. Porque el Oviedo no se veía tan lejos y con Borja Bastón, su capitán y referente, producto rojiblanco, buscó un nuevo resorte. Y porque ya Griezmann no encontraba el acompañamiento adecuado en las salidas. Parapetarse atrás se antojaba un argumento demasiado pobre y demasiado peligroso. Los cambios apenas modificaron el status quo de un duelo abocado al sprint final. Aunque iba a ser Pablo Barrios, el chico de moda, el que propinara la estocada definitiva y evitara sobresaltos.

El canterano posee el don de la oportunidad, de los que ya han derribado la puerta. Tiene talento, descaro y pegada. Una triangulación que él mismo comenzó y en la que se vieron implicados Griezmann, Reguilón y un Correa que le otorgó el pase definitivo para que Barrios batiera de zurdazo cruzado a Nadal. En la pura necesidad ha encontrado Simeone una perla.

Allí donde Hasselbaink falló un penalti que consumó el descenso a los infiernos, hace ya 23 años, cuando ni el propio Barrios había nacido, en Atlético encontró algo de paz para seguir afrontando el camino que le quedó embarrado de mala manera.

kpd