De su cuello siempre cuelga una medalla de oro del Sagrado Corazón de Jesús que le regalaron sus abuelos cuando nació, el 16 de septiembre de 2002 en Barcelona. En la mesilla de su habitación había fotos y autógrafos de Alberto Contador, Alejandro Valverde y Purito Rodríguez, tesoros de niñez. Juan Ayuso, el autor del renacimiento del ciclismo español, es un chaval sin adolescencia. “Nunca me he ido de fiesta con mis amigos”, afirma. Desde juvenil sólo vive para ciclismo.
”Sólo se saltaba el guion con las natillas, pero muy pocas veces. Con 15 años ya controlaba la nutrición como un profesional. Se preocupaba mucho del desayuno, leche de avena. Era muy moderno. Yo no había visto nada igual”, confiesa José Antonio Mantilla, director de Ayuso en el equipo juvenil Bathco Cycling Besaya, de la localidad cántabra Los Corrales de Buelna, con el que se proclamó doble campeón de España de contrarreloj y de ruta. Rivalizaba y superaba a Carlos Rodríguez, aunque fuera 19 meses menor. Ambos, estandartes de la nueva y talentosa generación española, han crecido retándose permanentemente. La versión hispana de Van Aert y Van der Poel. Juan se formó en la cantera alicantina; Carlos, en la academia de Alberto Contador.
”Ayuso era un portento físico, muy competitivo y adelantado a su edad. Se preocupaba por la mecánica, la fisiología, los vatios. Muy buen estudiante, era el modelo a seguir por sus compañeros. Ganaba con una facilidad asombrosa. Todos le imitaban”, dice Mantilla, un director de 63 años, que lleva más de 40 enseñando a chavales. Por su escuela han pasado, entre otros, Óscar Freire, Roberto Heras o Francisco José Ventoso.
TROTAMUNDOS
Ayuso, que ha renunciado al Mundial de Australia por cansancio, es fruto de este tiempo global. Nació en Barcelona, (este viernes cumple 20 años) pero a lo dos años después se marchó, junto a su familia, a Atlanta (EEUU), donde su padre, Javier (58 años, economista), fue trasladado por la empresa Randstad. Allí permaneció hasta 2009, cuando vino a Madrid. ”De Atlanta recuerdo poco, la casa donde vivíamos, la calle donde jugaba. Lo mejor fue aprender inglés”, dice el nuevo ídolo, que ahora vive en Andorra. Su madre, Susana, también es economista. Su hermana María (23 años) juega al baloncesto y trabaja en Londres, en la empresa JP Morgan.
Juan, desde siempre ha estado ligado al deporte. Cuestión de genética y educación. Su padre, además de experto en números, es preparador físico y codirector del equipo ciclista de Besaya. Él se encargó de moldear el perfil del nuevo campeón. Le acompañaba a las carreras, le diseñaba los entrenamientos y le llevaba a las carreras para conseguir autógrafos de Contador, Purito y Valverde. Ha seguido a su hijo en varias etapas de la última Vuelta a España. ”La gran virtud de Juan es la pasión. Se apasiona por cualquier cosa y lo da todo al 120%”, dice.
En Madrid, con siete años, sus padres le apuntaron a la escuela de fútbol de CD Canillas y algunas veces pisó el césped de las instalaciones de Valdebebas. Jugaba de lateral derecho, le gustaba el Real Madrid, pero prefería el Barça. En 2011, el clan Ayuso se mudó a Jávea. Sus padres le inscribieron en un colegio británico porque no querían que perdiese el nivel de inglés adquirido en Estados Unidos. En la ciudad alicantina compaginó el fútbol, el ciclismo y la vela, pero pronto descartó el deporte del viento y el agua. Al final, gracias a la insistencia de su amigo Mateo, se apuntó a la escuela de ciclismo de Jávea, donde impactó por su dominio de la bicicleta. Se incorporó al equipo cadete de Ginestar-ULB de Gandía y ganó la mayoría de las carreras. Entonces ya sabía que sería ciclista profesional.
El ídolo de Juan Ayuso fue Alberto Contador. Durante los veranos se ponía delante de la tele y soñaba con ganar un Tour de Francia. Él siempre se fijó en los grandes. En su habitación también había fotos de Michael Jordan y Rafa Nadal. Le gustan el fútbol y la Fórmula 1. Domina el inglés y el italiano (vivió una temporada en Bérgamo).
“Es muy competitivo, no se arruga ante nadie, como ha demostrado en esta Vuelta”, recuerda José Antonio Mantilla. “Tanto en las carreras como en los entrenamientos iba al máximo. Había que pararle. Aprendía rápidamente y sabía sufrir. En una ocasión pinchó en varias ocasiones y llegó a ceder hasta siete minutos, a pesar de ello comenzó a remontar y perdió la prueba por pocos segundos”, dice el preparador del equipo cántabro.
CONTRATO LARGO
La capacidad de recuperación que atesora es lo que tiene encandilado a Josean Fernández Matxin, que le fichó para el UAE en 2020 y lo traspasó al Colpack-Ballan, equipo con el que conquistó el Giro sub’23, convirtiéndose en el ganador más joven de esta prueba. ”Juan tiene los genes ganadores, solo piensa en vencer. Si hace cuarto está contento pero nunca sale para hacer cuarto”, recalca. Al talento no se le puede poner freno y por eso, en el UAE se saltaron todos los protocolos y decidieron adelantar el debut de Ayuso en la Vuelta, previsto para el 2023. Acierto pleno. Con sólo un año en el World Tour ha peleado por el podio de la Vuelta batiendo récord de precocidad del ciclismo moderno.
Al chaval no le asusta que sobre su espalda caiga el peso del renacimiento del ciclismo español, pero huye de las urgencias. “Estoy muy satisfecho con lo logrado en la Vuelta. Es normal que todos nos miren a Carlos Rodríguez y a mí pero pido un poquito de paciencia, vamos a esperar uno o dos años”, ha advertido. Es tan bueno, que la dirección del UAE le ha renovado el contrato hasta 2028, ningún corredor cuenta con un acuerdo tan largo en el tiempo.
“Juan es un como un purasangre al que ya no puedes frenar cuando va lanzado. Antes había que pararle porque estaba ansioso por entrenarse y correr. Siempre te daba más de lo que le pides. Atesora unas cualidades fantásticas. Otros a su edad presentan una progresión negativa, pero él cada año va a más. Una de sus grandes virtudes es que se recupera del esfuerzo muy rápidamente. Juan tiene una genética privilegiada, pero eso no basta. A esos genes hay que estimularlos y él lo sabe como hacerlo con ejercicio y hábitos positivos. Sabe apretar la tecla justa”, explica Íñigo San Millán, fisiólogo, entrenador de Ayuso, técnico del UAE y profesor en la Universidad de Colorado.
Iñigo controla diariamente la preparación de Ayuso e intercambia datos con el nutricionista Gorka Prieto, otra pieza clave en la formación del joven corredor, que desde hace varias temporadas planifica minuciosamente la demanda energética necesaria para las carreras y entrenamientos.
“Juan tiene una formación y preparación como nunca he visto en un ciclista. Sabe de nutrición, biomecánica, fisiología, glucógeno, lactato, vatios, pulsaciones… Rompe moldes con los ciclistas de antaño, a los que no les interesaba este tipo de temas. También rompe con el concepto romántico del ciclismo, que se guiaba más por intuición que por datos. Ahora todo está más planificado y medido. En ese sentido, Ayuso es una máquina perfecta: cumple con todo a rajatabla. Es muy metódico, con una disciplina espectacular. Te pregunta todo y se interesa por las causas y las consecuencias. Hasta el año pasado era un poco obsesivo. Me llamaba permanentemente para preguntar cualquier cosa, incluso cuando le señalabas jornadas descanso. Recuerdo cuando le conocí, era en tiempo de pandemia y tuvimos contacto por ‘zoom’, fueron dos horas y media de conversación con él y su padre, quedé agotado por la intensidad de temas y preguntas que formulaban. Ahora, tras un año en la élite, está más sosegado, tranquilo, maduro, confiado, reposado. Parece un tío de 30 años’‘, añade San Millán, que también intercambia información constante con el psicólogo Pablo Enríquez, otro colaborador fundamental en la evolución de Ayuso.
San Millán asegura, en conversación telefónica desde su residencia en EEUU, que no está acostumbrado a trabajar con gente tan precoz que rinde al más alto nivel. Tiene claro que estos chavales privilegiados llegarán lejos en el aspecto físico, pero alberga dudas en el aspecto psicológico: ”Desde muy pronto sufren una gran presión y se podrían cansar, por eso es fundamental contar con un ‘mental coach’, que les ayude con técnicas de relajación y mentalización”.
”Es muy sencillo, sin egos. No se cree nada. Los pocos roces que tiene con los rivales carecen de mala intención. Se ha saltado todos los protocolos. Ha pasado directamente del colegio a la universidad. Cuando era juvenil ganaba con ocho minutos de ventaja, no necesitaba un equipo para competir y ganar. Ahora ha aprendido a manejarse en grupo. Ha madurado pero no ha perdido la chispa. Siempre se le ve muy seguro, peleando por lo máximo. No se acojona por nada, como si estuviera en una prueba de juveniles”.
Ayuso, una máquina perfecta con cara de niño.