Millares de personas despiden al jugador brasileño en el estadio del Santos. Gianni Infantino, presidente de la FIFA, pide que haya un estadio en cada país que lleve su nombre
«Le voy a pedir a cada país que bautice por lo menos un estadio con el nombre de Pelé», dijo Gianni Infantino en Santos, donde entre este lunes y martes se celebra un velatorio masivo de 24 horas para despedir a la leyenda del fútbol mundial, que murió el pasado jueves a los 82 años. «Así los niños sabrán quién era. A diferencia de mi padre, y como millones de personas, yo no lo vi jugar. Pero pocas personas tuvieron su don, y ese don emociona y llega a los corazones de la gente», añadió el presidente de la FIFA, que departió largo rato con Marcia Aoki, pareja de Pelé los últimos seis años.
Cerca suyo estaba el presidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol), Alejandro Domínguez: «Cualquier cosa que hagamos en su homenaje va a ser poco en comparación con lo que él le dio al fútbol».
El coche que trasladaba el cuerpo de Pelé salió a la 1:56 de la madrugada de este lunes rumbo a Santos, ciudad a la que llegó dos horas después. En parte del trayecto se vio a gente que se despedía del ídolo ondeando banderas y camisetas. En plena madrugada ya había aficionados que hacían cola para ser de los primeros en despedirse de Pelé, alguno estaba incluso allí ya desde el domingo.
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La noche previa, en la playa de Santos se había vivido un momento especial: 80 drones dirigidos por inteligencia artificial dibujaron figuras luminosas en el cielo que recordaban hitos de la carrera de Pelé y símbolos identificados con él. La magia de los drones permitió, entre otras, ver la imagen del ídolo alzando el trofeo de campeón del mundo. La emoción se desbordó.
Santos, el principal puerto de Brasil, es una ciudad de 400.000 habitantes que, con los suburbios, llega a 1,9 millones. A menos de dos horas de distancia está Sao Paulo, la mayor aglomeración urbana de Occidente en un país de 215 millones de habitantes.
26 personas por minuto
Es verano, hay más de 30 grados y una fuerte humedad. Los molinetes de Vila Belmiro, el estadio del Santos, donde se está celebrando el velatorio, registran 26 personas por minuto. Hasta las cuatro de la tarde del lunes fueron más de 8.000 los que pasaron ante el cajón, ubicado en medio del césped bajo una carpa, para despedirse del protagonista de una de las historias más extraordinarias del fútbol.
«En nuestros corazones, él nunca va a morir», dijo sollozando Cosmo Damiao, jefe de una de las agrupaciones de aficionados del Santos. «Desde el Vaticano hasta jefes de Estado, las repercusiones fueron inmensas», apuntó Mauro Silva, aquella gran estrella del Súper Depor, hoy vicepresidente de la Federación Paulista de Fútbol.
Más de mil periodistas se acreditaron para la despedida, mientras el estadio era un incesante desfile de flores y coronas. En las tribunas se observaba una bandera que cruzaba de extremo a extremo uno de los fondos: «El único en parar una guerra».
La leyenda se refiere a una gira por África del Santos en 1970. En la escala en Nigeria se detuvo el conflicto bélico por la emancipación de la región de Biafra, aunque el antropólogo Jose Paulo Florenzano dijo en declaraciones a ESPN que todo se trata de un mito. Desde que en las vísperas de la Nochevieja se anunció la muerte del tres veces campeón mundial, Brasil se fue preparando para darle a Pelé una despedida a la altura de su historia. La primera decisión de la familia fue postergar el velatorio hasta el lunes, una vez que se superara la ceremonia de asunción, el pasado domingo, de Luiz Inácio Lula da Silva por tercera vez como presidente de Brasil.
Lula, que ayer celebró reuniones bilaterales durante todo el día, tiene previsto visitar este martes Vila Belmiro, antes de que a las diez de la mañana termine el velatorio. Una vez que esto suceda, el féretro se trasladará a lo largo de dos kilómetros por la playa santista y se detendrá ante la casa de doña Celeste, la madre de Pelé, que a sus cien años se enfrenta a lógicos problemas de movilidad.
Odair Hellmann, actual entrenador del Santos, cree que la idea de retirar la camiseta 10 no es la mejor. «Respetaré la decisión del club y de la familia, pero el número 10 hay que reverenciarlo, y nada mejor para ello que hacerlo en el campo. Siempre recordaremos a quien llevó el dorsal número 10 de Pelé».