“I love smash! [¡Me encanta rematar!]”, firmaba Tomas Machac en la cámara después de su victoria y no hacía falta subrayarlo, ya había quedado claro. En los cuartos de final del Masters 1000 de Shanghai el checo remató, remató, remató y después remató para desesperar a Carlos Alcaraz y dejarle fuera del torneo. La buena racha del español, por los aires.
Ante la potencia de Machac, a Alcaraz le faltaron respuestas y su derrota en dos sets, por 7-6(4) y 7-5, fue justa. Aunque no fue el peor de sus tropiezos. Quedarán los Masters 1000 como una asignatura pendiente del español -este año sólo ha jugado unas semifinales, en Indian Wells- y se perderá la oportunidad de volverle a ver ante Jannik Sinner, pero cualquier análisis será indulgente con su actuación ante Machac.
Al contrario de lo que ocurrió unas semanas atrás en su enfrentamiento en la Copa Davis, este vez Alcaraz puso más tenis, más calma e incluso más coraje, pero el juego de Machac siempre le perjudica. El checo de 23 años, tenista irregular, número 33 del mundo, se entrega siempre a los golpes, a reventar la bola con la mayor violencia posible, y ante él no hay ritmo posible. Si está acertado, exige defensa y a veces ni con esas.
Este jueves en China, Alcaraz jugó mejor, fue mejor, pero nunca llegó a desvestir a su adversario. Si acaso puede hacerse un reproche: su debilidad en los momentos decisivos. Los datos a veces son tramposos, pero otras veces no. El actual número tres del mundo necesitó hasta ocho bolas de break para convertir una mientras a su rival le bastaron cuatro para conseguir dos roturas.
Esa desigualdad fue crucial, como lo fue el tie-break del primer set. Alcaraz había dominado todo el periodo y había obligado a Machac a resistir, pero en la muerte súbita concedió varios errores. El checo, en cambio, entregado al saque y volea (o mejor dicho saque y remate), disfrutó de ese desenlace y se plantó en el segundo set con la confianza de quien se ve ganador. Alcaraz necesitaba de sus fallos para encarar la remontada y esos finalmente no llegaron.