Jon Rahm mira con optimismo a los Juegos de París. El golfista español ha asegurado que el campo en el que se disputará el torneo favorece a su juego y que, “si todo transcurre con normalidad”, tendrá “opciones de ganar medalla”.
“Tuve la oportunidad de ganar allí un Open de Francia, pero un doble o triple bogey en el hoyo 12 me lo impidió. Luego, la Ryder Cup de 2018 que ganamos, aunque no jugué muy bien, me trae grandes recuerdos. Es un campo exigente, donde hay que hacerlo todo bien de tee a green, un campo que le va a mi juego, del que no te puedes esconder de ninguna manera. Si todo transcurre con normalidad, tendré opciones de ganar una medalla”, señaló en declaraciones difundidas por la Real Federación Española de Golf.
“Una pena que juguemos lejos de la Villa Olímpica y estemos un poco alejados de París. Será la cuarta semana seguida de competición para mí y es posible que no pueda hacer todo lo que me gustaría en París, disfrutar más de los Juegos en general. Pero formar parte de esa lista de deportistas españoles es impresionante para mí”, dijo.
Esa posibilidad es algo que valora más si cabe después de perderse Tokio 2020 tras dar positivo por Covid: “Fue un momento duro, muy duro, porque estaba jugando muy bien ese año. Ya di positivo con anterioridad y me tuve que retirar de un torneo, pero nadie pensaba que se pudiera repetir. No poder participar en los JJOO, cuando mi caddie ya había despegado para reunirse conmigo en Phoenix para volar luego hacia Tokio… fue duro, muy duro…”.
“Me costó mucho superarlo… Saber que tenía opciones de medalla y no poder participar… Con que sí, este año voy con motivación extra, con ganas de saber que perdí una oportunidad y siendo consciente de que quién sabe cuántas más voy a tener”, manifestó.
Para Rahm ser olímpico y representar a su país “es el honor más alto que puede tener cualquier deportista”: “Poder ser parte de ello, después de la mala suerte de Tokio me hace mucha ilusión y ojalá pueda ser parte del medallero español. He tenido la suerte de hacerlo como amateur y ojalá ahora lo haga como profesional”.
Por otro lado, el golfista afirmó que le gustaría que “hubiese una opción de competir algo por equipos, como en el tenis” y habló del otro español que también participará, David Puig: “No hemos jugado juntos muchas veces, pero tenemos trayectorias similares, primero en España, en los equipos nacionales, luego en la universidad de Arizona State en Estados Unidos. Me hace mucha ilusión que se haya clasificado y poder compartirlo con él”, aseguró Rahm.
Muy rápido para Mohamed Attaoui. Por ahora. A los 22 años y después de una fulgurante aparición en el atletismo, tiene tiempo para mejorar. El problema es que en el 800 va a tener una competencia brutal, con una de las mejores generaciones de los últimos tiempos.
Emmanuel Wanyonyi, de Kenia, es su líder y el nuevo campeón olímpico, a los pocos días de cumplir 20 años. Con 1:41.19 hizo la tercera mejor marca de todos los tiempos y se quedó a 28 centésimas del récord del mundo, en una prueba en la que hubo plusmarca de América, la del canadiense Marco Arop (1:41.20), y de Estados Unidos, a cargo de Bryce Hoppel (1:41.67). Jamás cuatro hombres habían bajado de 1.42. Moha fue el quinto (1:42.08). Es su siguiente barrera.
El español iguala el quinto puesto de Adrián Ben en Tokio, pero en pruebas muy diferentes. Ben acabó entonces en 1:45.96 en una final en la que el oro se ganó por encima de 1:45. "Me voy súper contento". Sabía Attaoui por qué lo decía. En esa coyuntura ofreció el máximo de lo que ha conseguido, metido en una criba histórica que le va a llevar a las mejores carreras en el circuito de la Diamond League y a las finales, si no se malogra. Está en buenas manos, afincado en Suiza y dirigido por Thomas Dreissigacker. Eso significa gloria y dinero.
Más piernas
"No he cometido errores, al contrario de lo que me pasó en la semifinal. Lo he dado todo y he tomado las decisiones correctas. Pero al final me han fallado un poco las piernas, a pesar de que casi he estado en mi marca personal. Corría contra grandísimos rivales. Esto me da muchos ánimos para seguir trabajando y entrenando", añadió este atleta nacido en Marruecos, pero afincado en Torrelavega desde los seis años, edad a la que llegó a España con su familia. Empezó atrás, pero en la cuerda para ahorrar metros, aunque la velocidad no le permitió realizar el 'cambio', porque el 'cambio' estaba activado desde el principio por Wanyonyi y Arop.
El 800 en el que tomaba parte Attaoui confirmó la expectativa que proclamaban los ránkings. No sólo el de la temporada, sino el de siempre. De los 10 atletas más rápidos de la historia en el 800, cuatro estaban en la pista, y no por lo que hubieran hecho en el pasado, sino este mismo 2024. Eran el argelino Djamel Sedjati, el francés Gabriel Tual, Wanyonyi y el español. Ahora lo está también Arop. Los tres primeros habían conseguido correr por debajo de 1:42. El español está a a cuatro centésimas, después de su récord de España (1:42.04). Ayer era una carrera para hacerlo, pero le faltaron piernas.
La marca la batió en la reunión de la Diamond League en Mónaco, en unos meses mágicos antes de París. La primera sorpresa la dio al colgarse la plata en el Europeo de Roma, celebrados el mismo año que los Juegos por los ajustes de fechas y campeonatos que provocó la pandemia. Las referencias de los podios, por tanto, hay que tomarlas con cautela. Las marcas, en cambio, valen lo que dicen.
Yulenmis Aguilar, durante la final de jabalina.AFP
Moha pulverizaba los 1:43.65 de Saúl Ordóñez, anterior récord de España. Eso es darle un bocado a una marca, que es como ha aparecido este atleta en el atletismo español y como lo hizo en las series de París. En la semifinal en la que no supo ubicarse y fue, en su opinión uno de sus peores 800, hizo 1:43.69. La impresión, pues, es que tiene margen de mejora si consigue dominar algunos aspectos de la estrategia de carrera, con menos tráfico en el 800 que en el 1.500, pero sin tiempo y metros para corregir los errores.
Attaoui había subido al podio continental ya como sub'23, aunque inicialmente en los 1.500. La transición, incluso la compatibilidad con el 800, era más habitual en el pasado. El ejemplo es el presidente de la World Athletics, Sebastian Coe, que ha seguido las pruebas en Saint Denis. Sus 1.41.73 son todavía la sexta marca de todos los tiempos del único atleta con dos títulos olímpicos en 1.500. Coe y Steve Ovett alternaban las distancias, mientras que las generaciones posteriores se inclinaron por hacerlo en el 1.500 y el 5.000, desde Hicham El Guerrouj a Jakob Ingebrigtsen.
A Coe correspondió el honor, como anfitrión, de ver a David Rudisha bajar de 1:41 (1:40.91) en Londres, en los Juegos de los que era anfitrión. Entonces, en 2012, un récord del mundo del futuro, como lo había sido el de Coe en 1981. Hoy, un desafío para esta nueva generación del 800 de la que Attaoui forma parte.
Águeda Marqués, tras la final de los 1.500.AFP
Más lejos de esa élite está Yulenmis Aguilar, pese a concluyó sexta en la final de jabalina (62.78) y obtuvo, asimismo, diploma olímpico. Esa marca difícilmente puede llevarla a un gran podio. Había lanzado este año 63.90, pero no pudo repetirlos en París. Thierry Ndikumwenayo, por su parte, sabía que el podio de los 5.000 estaba mucho más lejos que para Attaoui o Yulemnis, pero al menos tuvo el foco de liderar la prueba hasta que sucumbió al poder de los etíopes y a un poder superior, el del noruego Jakob Ingebrigtsen, que pasó al vuelo a los atletas de la altiplanicie africana para redimirse de su derrota en el 1.500. Águeda Marqués, undécima en la de 1.500, no alcanzó el diploma, pero sí marca personal (4.00.31). Eso es competir.
La Asamblea General del Comité Paralímpico Español (CPE) ha aprobado en una reunión ordinaria en Madrid equiparar los premios por medalla que recibirán los deportistas paralímpicos españoles por subir al podio en los Juegos de París 2024 con las cuantías que percibirán sus compañeros olímpicos.
La dotación presupuestaria de las becas extraordinarias de formación y tecnificación por conseguir medallas en los Juegos Paralímpicos será financiada conjuntamente por el Consejo Superior de Deportes (CSD) y el CPE, según lo acordado en esa reunión, celebrada en la tarde de este pasado lunes y según ha informado este martes el Comité Paralímpico Español.
"El trabajo conjunto de ambas entidades ha hecho posible que, por primera vez en la historia, los medallistas olímpicos y paralímpicos españoles reciban idénticos premios por los metales que obtengan en los Juegos de París 2024", indicó el CPE.
Así, el importe de la beca extraordinaria de formación y tecnificación por conseguir una medalla de oro en prueba individual se fija en 94.000 euros, la plata en 48.000 y el bronce en 30.000.
En el caso de las modalidades de parejas o dobles (en tenis, tenis de mesa, bádminton y boccia; equipos de esgrima y tiro con arco, y embarcaciones dobles de remo) las cantidades serán de 75.000 euros por el primer puesto, 37.000 por el segundo y 25.000 por el tercero, para cada uno de los dos participantes.
Y en los eventos en los que participen tres o más deportistas (baloncesto, fútbol-5 para ciegos, goalball, rugby, voleibol sentado, relevos de atletismo y natación, pruebas por equipos en ciclismo, boccia e hípica, y embarcación de remo de cuatro con timonel) se establecen unas becas por persona de 50.000 euros en caso de proclamarse campeones, 29.000 si son subcampeones y 18.000 para los terceros.
AYUDAS ACUMULATIVAS
Las ayudas tienen carácter acumulativo, lo que significa que por cada medalla se recibirá el importe íntegro correspondiente.
Además, los deportistas de apoyo (guías de atletismo y triatlón, pilotos de tándem, etc.) percibirán la misma cuantía que el deportista con discapacidad al que acompañan.
Este programa también prevé becas económicas de menor cuantía para el cuerpo técnico, que juega un papel importante en la preparación del medallista.
Esta equiparación entre deportistas con y sin discapacidad, largamente solicitada por el movimiento paralímpico, llega tras varios ciclos de incremento progresivo.
En Tokio 2020, los deportistas con discapacidad percibieron 70.000 euros por el oro, 35.000 por la plata y 21.000 por el bronce, mientras que en Río 2016 las cuantías fueron de 30.000, 15.000 y 9.000 euros, respectivamente.
Retrocediendo un poco más, los premios en los Juegos de Londres 2012 fueron de 10.000 euros por la medalla de oro, 5.000 por la de plata y 3.000 por la de bronce, muy similares a los de Pekín 2008.
Desde hace unos días, en los Juegos de París, Carlos Alcaraz es un poco menos Carlos Alcaraz. Normalmente alegre, disfrutón, parlanchín, en Roland Garros ahora se le nota cansado. Es un cansancio físico, claro está, por la acumulación de partidos que arrastra después de ganar Roland Garros y Wimbledon e intentar llevarse el oro olímpico en individuales y dobles, pero también es un cansancio mental. En la pista se le ve algo más tenso, quejándose del estado de la tierra batida de la Philippe Chatrier, por ejemplo, y fuera de la pista, sonríe menos y habla menos. Sigue siendo el joven amable que es, pero se le ve agotado. Cuando acabe la semana, seguro, necesitará más de tres o cuatro días de descanso en Ibiza para recuperarse.
Pero mientras tanto sabe que ya no le queda nada para alcanzar un sueño, ganar unos Juegos con 21 años. Este jueves, en cuartos de final, superó al estadounidense Tommy Paul por 6-3 y 7-6(7) y ya está en semifinales del torneo, donde este mismo viernes se medirá al canadiense Felix Auger-Aliassime, que venció al noruego Casper Ruud (6-4, 6-7 (8), 6-3).
Será una lucha que le otorgaría dos premios a cada cual más importante: en primer lugar, la opción de luchar por la victoria en los Juegos y en segundo lugar, la posibilidad de pasar un día entero sin jugar al tenis. Como la final de los Juegos sería el domingo, Alcaraz podría por fin aparcar la raqueta, pasear un rato, incluso echar una siesta. No lo hace desde hace una semana. Lo necesita, vaya si lo necesita.
En el primer set ante Paul, a Alcaraz todavía le quedaban piernas y su juego fue el de siempre. Con el saque como escudo, castigó la derecha del estadounidense, menos efectiva que su revés, y apenas sufrió para llevarse el periodo. Pero en el segundo set pudo complicarse todo. Hasta ese momento Paul había intentado imponer la estrategia que le funcionó en el primer set de los cuartos de final del último Wimbledon que enfrentaron a ambos: golpes durísimos desde el fondo, Alcaraz empotrado contra el muro, toda la pista vacía. Pero de repente el yankee comprendió que en tierra batida necesitaba otra cosa y variar, a acercarse a la red, incluso a buscar las dejadas. Y a Alcaraz se le hizo bola.
Con un 3-0 en contra de inicio y la posibilidad de un extenuante tercer set, las piernas le empezaron a pesar y sólo le quedó un camino: luchar. Ya no era juego, era pelea, era resistencia, era defensa. Con 5-3 en contra y saque para Paul, supo conseguir el break y en el tie-break, entonces sí, un momento Alcaraz. En la muerte súbita llegó a desperdiciar una bola de partido y a sufrir una bola de set en contra, pero al final, con una contradejada deliciosa, fantástica, genial, deshizo el embrollo y se llevó la victoria. Desde hace unos días, en los Juegos de París, Carlos Alcaraz es un poco menos Carlos Alcaraz, pero ya sólo le quedan dos partidos para colgarse el oro olímpico.