A estas alturas de su carrera, el título en Bastad, que hubiera sido el número 93, es lo de menos para Rafa Nadal, que participaba en el torneo sueco (donde ganó en 2005, la última vez que jugó allí) como mera preparación para los Juegos Olímpicos de París, punto y ¿final? de su carrera y que comienzan el próximo fin de semana. De modo que la derrota en el último partido ante el portugués Nuno Borges (6-3, 6-2), resuelta en apenas una hora y media, es casi lo de menos. Lo importante es que durante esta semana se ha visto una versión del español merecedora de crédito en las pistas de Roland Garros.
Nadal venía de jugar cuatro partidos seguidos, algunos de ellos durísimos, como el disputado ante el argentino Navone el viernes en cuartos de final, un duelo resuelto en cuatro horas de partido, el segundo más largo a ese número de parciales que ha disputado el manacorí en toda su historia. Seguramente producto de ese cansancio, Nadal apenas ofreció resistencia a Borges, número 51 del mundo, que lograba así su primer título ATP.
En el primer parcial, Rafa apenas pudo ganar uno de los cuatro servicios que tuvo. Fue manteniéndose a flote porque logró romper el saque del portugués hasta en dos ocasiones. Sin embargo, terminó cediendo (6-3) en 46 minutos. En el segundo set, Nadal compitió hasta el cuarto juego. En el quinto, un break del portugués desniveló definitivamente el partido.
Rafa viajará ahora a París, donde jugará el doble junto a Alcaraz y el cuadro individual. Serán sus cuartos Juegos Olímpicos, tras los de Atenas 2004, Pekín 2008 (oro individual) y Río 2016 (bronce en dobles junto a Marc López). Sendas lesiones le apartaron de las ediciones de Londres 2012 y Tokio 2021. Será, sin duda, una de las estrellas de estos Juegos, sabiendo además que, se acabe allí o no su carrera, sí será su última cita olímpica.
“Ha sido una semana con momentos muy buenos y otros no tan buenos. Hoy no he jugado mi mejor tenis, pero todo el merecimiento para Nuno, que ha jugado muy bien”, dijo al final del partido.