No hay peor invasión que la esperada. Ésa fue a lección que aprendió Italia en su debut en esta Eurocopa. La campeona tuvo que revolverse para domesticar a una Albania descarada que le buscó problemas hasta el último suspiro. Tuvo que tirar de oficio y de templanza para amansar la alegría feroz que desató a los 23 segundos Bajrami con un gol que enloqueció a un estadio teñido de rojo. Albania en su segunda Eurocopa deja para la historia el gol más rápido de la competición. [Narración y estadísticas (2-1)]
El puñetazo lo dio el jugador del Sassuolo aprovechando un incomprensible error en un saque de banda de Di Marco que cogió desprevenido a Bastoni. Fusiló a Donnarumma y corrió a fundirse con una grada enloquecida. 23 segundos para recordar, celebrar y después pensar que había que hacer más para enterrar a Italia.
No podían los azurri rendirse tan pronto. No lo pueden permitir. Recordaron las palabras de Spalletti: son héroes y no se les perdona un tropiezo. No todavía. No ante una selección que no pasa de aseada. Por eso fueron emergiendo uno a uno para enmendar el mal arranque y no tardaron en lograrlo. Quienes erraron se redimieron. Di Lorenzo sacó en corto un córner buscando a Pellegrini que la puso al segundo palo para la entrada letal de Bastoni. Todo empezaba de nuevo y, esta vez, ya no se querían dejar sorprender.
Costuras defensivas
Italia se arremangó y, en cinco minutos, sacó parte de su el talento para darle la vuelta. Lo hizo Nicolo Barella con un golpeo mágico desde la media luna del área. Era la duda que torturó en la últimas semanas a seleccionador y dejó claro que, sin estar en su mejor momento físico, no se entiende esta Italia sin él. Los dos goles habían enseñado las costuras defensivas de Albania, que no podía jugársela sólo a cazar una contra.
Los italianos fueron gobernando el juego con los minutos. Se agigantó el joven Calafiori iniciando y saltando líneas con descaro. Jorginho, Pellegrini, Barella y Chiesa atascaban en su cuadrado a Ramadani y Asllani y arriba Scamacca se convirtió en una fiera. Obligó a lucirse a Strakosha para desviar a la base del poste su disparo y, cuando le rodearon, se mostró generoso abriendo segundas jugadas a sus compañeros. Le costó a Albania volver a asomarse al área de Donnarumma mientras el azul que no dominaba la grada se decicaba a hacer rondos en el césped sin que Silvinho pudiera sacar a su equipo del congelador. Probó Asani, pero también a Pellegrini no alcanzó a cabecear la enésima asistencia de Scamacca.
Sin nada que perder refrescó Albania su frente de ataque tras el descanso y se encontró con una Italia resabiada, sí, pero con un marcador demasiado corto. Y entonces aparecieron las dudas. Las acrecentó Manaj tímidamente primero a Donnarumma y después burlando a Calafiori y obligando al portero a desviarla con el costado cuando la pelota lloraba hacia la portería. A falta de fútbol, el oficio tenía que ser suficiente para aguantar los tres puntos aunque, una vez más, sea aprentado los dientes.