Jordan Díaz, campeón de Europa de triple salto en los campeonatos continentales que se están disputando en Roma, respondió en redes sociales a las acusaciones del portugués Pedro Pichardo sobre su marca de 18,18 metros con una imagen de tres personajes de animación llorando.
La respuesta de Jordan Díaz, también en redes sociales, se produjo apenas una hora después de que este miércoles Pedro Pichardo preguntase en Instagram, con ironía, “¿cómo sabemos que realmente eran 18,18?“.
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“Nunca he necesitado utilizar sustancias prohibidas para ganar, nunca he cambiado para saltar más lejos, nunca he pegado a nadie, ni he utilizado “influencias” para ganar una competición. Me gustaría que la Federación Europea, World Athletics y los jueces responsables dieran una respuesta y aclaración lo antes posible sobre qué pasó con la regla de salto cuando el atleta de España hizo esa gran marca”, declaró Pichardo.
“En una competición de este nivel no es normal hacer una gran marca con la regla electrónica apagada, el atleta salió del arenero celebrando sin darse cuenta de dónde había aterrizado porque la marca ya estaba apagada, pero parece que él ya sabía que me había adelantado incluso antes de la medición y sin que la regla electrónica estuviera encendida”, subrayó.
“Los deportistas sabemos que sin ninguna referencia es difícil saber si fue un buen salto o no, ¡¡¡pero él ya lo sabía!!! ¿Por qué se encendió en sus 17,96 metros y no en su salto más largo? Un minuto después de su gran salto se volvió a encender y casualmente yo fui el siguiente en saltar”, añadió.
Jordan Díaz, también de origen cubano y que debutaba en una gran competición internacional con España tras conseguir la nacionalidad, ganó con el tercer mejor salto de la historia, 18,18 metros, conseguida en su quinto intento, con la que superó a Pichardo, que dominaba la prueba desde el segundo salto con 18,04.
Hace poco más de tres años, el 28 de junio de 2021, este chico que sonríe con dientes de oro era una de las mayores perlas del triple mundial, un privilegiado que a los 16 años ya había saltado más de 17 metros, que había sido campeón del mundo sub-18 y sub-20. Desertó del equipo cubano que viajaba a Oslo y solicitó asilo político en España. De salto en salto, el más grande era el vital, el que le impedía acudir a los Juegos de Tokio entonces, el que le ha hecho que en todo este tiempo no haya podido ver a sus padres.
En febrero de 2022 el Gobierno español concedió a Jordan Díaz (La Habana, Cuba, 2001) la nacionalidad y el pasado mes de abril World Athletics el permiso para debutar con España. Lo hizo el domingo, clasificándose para la final del Europeo con un salto de 17,52. Este martes en Roma buscará su primera medalla, compartiendo favoritismo, rivalidad e incluso recorrido con el también cubano Pedro Pichardo (compite por Portugal). Aunque los sueños y todos los sacrificios de Jordan tienen su diana en París, "el objetivo fundamental". "Si salto 18 metros, que sea en los Juegos", expresa en EL MUNDO.
Entre la imposibilidad normativa para competir y las lesiones (tendón rotuliano), estos meses previos no han resultado sencillos.
Fue complicado mantener la cabeza bien. Ver las competiciones por televisión, saber que podía haber estado ahí. Que mi nivel era súper top, pero no podía estar. Jode mucho, pero era una consecuencia de lo que había hecho. Eso me quita un poco de culpa, por decirlo así. Son cosas que pasan en el deporte.
Todo el mundo da su medalla por segura en París.
Yo trato de quitarme toda la presión posible. Todo lo que pueda me lo quito. Los medios de comunicación suponen un plus, saber que se cuenta con una medalla mía para España. Eso es bueno. Te mete presión. Un oro en París son palabras mayores. Son unos Juegos y todos van al máximo nivel. Una plata o un bronce también sería una medalla increíble. Yo digo que voy a estar en 'octavos', entre los ocho mejores. Y ahí que salga el salto. El nivel es muy grande. Dependerá del día de cada uno, todo puede pasar.
¿Qué supondría?
Me cambia la vida. Me daría la vuelta a la vida y no tanto por el dinero. Sería por mi familia. Yo les he dicho que les voy a llevar la medalla. Eso haría que todo el sacrificio de dejar mi vida y mi familia en Cuba valiera la pena. De todas formas, hay más competiciones. Soy joven, me quedan muchas. Pero ahora sería un buen punto de inicio.
¿El salto perfecto se le aparece en sueños?
Se sueña demasiado con el salto perfecto. Hasta durmiendo, todos los días de este mundo, se sueña con eso. Es un pedazo de sueño. Y que salga en el momento oportuno. Yo no estoy pensando en los 18 metros (su mejor marca es 17,87), pero si los salto, ojalá me salga en los Juegos. Me dicen que tengo que hacerlo antes. No, no, a mí ojalá que me salgan en los Juegos. Ahí. Y si con eso hago cuarto, será porque ha sido la competencia más fuerte de la historia del atletismo.
Sólo seis atletas en la historia han pasado de 18. ¿Ha visto en vídeo aquel de Jonathan Edwards en 1995 (18,29, récord del mundo vigente)?
Muchas veces, es una locura. Corre mucho y el primer paso es increíble. Y el último, una puta locura. La velocidad es algo muy importante y el primer apoyo, que es el más complicado. Estéticamente es... Él es el diferente en el triple. Todos somos altos, fuertes... Bueno, yo no soy fuerte. Y él es chiquitico...
Jordan Díaz, en la pista de atletismo de Moratalaz.Sergio Enriquez-Nistal
Renunció a los pasados Juegos para ser español.
Fue un proceso difícil. Tenía que hablarlo con mi familia, fue complicado y me apoyaron. Lo bueno fue que me pillo en cuarentena. Me dio mucho tiempo para pensarlo bien. Tomaría esa decisión cien veces, sin pensar. Lo tenía muy claro. Las cosas estaban difíciles en Cuba. Es la mejor decisión que he tomado en mi vida.
Desde entonces no ha visto a sus padres.
En teoría, son como ocho años sin ir al país. Ellos podrían venir a España, pero es complicado. Aparte de los Juegos, sueño con el momento de reencontrarme con mis padres.
¿Cómo recuerda su infancia en La Habana?
Estaba todo el día jugando en la calle. Al fútbol, con la pelota... Haciendo locuras, como todos los niños. Hasta que empecé en el atletismo y todos esos juegos me los tuve que ir quitando poco a poco. Fue de casualidad, no es algo que quería. Mis amigos se apuntaron a atletismo y yo también. Y cuando me quise ir, mi madre no me dejó, porque sabía que me quitaba mucho tiempo, que llegaba a casa cansado y no jodía tanto.
¿Qué haría si pudiera regresar?
Mi casa es lo que más echo de menos. Si fuese por mí, me pasaba la semana en mi casa. Y luego estaría de viaje por Cuba con mi familia.
¿Por qué es tan especial Iván Pedroso?
En mí ha cambiado absolutamente todo. Desde la mentalidad a la técnica, me lo ha cambiado todo. Es una persona que siempre está ahí, al punto, al detalle de la técnica. 'Tienes que levantar un poco el pie, tienes que acelerar...'. Me ha ayudado bastante, porque es algo que me faltaba. Y la paciencia. Él va al paso, no te apura de que ahora tienes que saltar 20 metros. Siempre despacito, primero por aquí, luego por aquí... Todo muy cuadriculado.
La velocidad es la principal evolución.
Es lo que más he trabajado con él, lo único que me faltaba. En Cuba era mucho más salto y salto. Ahora corro demasiado, parezco velocista.
¿Cómo es Jordan fuera de la pista?
Soy una persona que siempre me estoy riendo. Paso mucho tiempo jugando a la Play, con amigos. Me gusta hacer planes, ir a cenar, a tomar algo. A veces el deporte me priva un poco de eso, pero lo intento. Soy una persona alegre.
Lo de la Play es más que un hobbie.
Tengo mi canal de twitch, pero me falta organizar algunas cosas que no sé. Buscar un amigo que me lo gestione bien, por eso no hago tantos directos. Te digo, me gusta mucho ese mundillo. Cuando lo tenga bien, le daré más caña.
¿Qué le aporta España?
Las personas aquí son increíbles. Son alegres, acogedoras. Me han apoyado bastante para ser recién llegado, estoy muy contento.
¿Fue bien acogido por el resto de atletas?
Al principio hubo recelo. Pero se fue evaporando muy rápido. Creo que ya se me tiene como uno más, como si fuera de aquí.
Ana Peleteiro, que tan importante fue para ti (con ella entrena y fue crucial en su deserción) no se cansa de denunciar los insultos racistas que recibe. ¿Ha sufrido racismo en España?
Racismo no hay en España, hay racistas. Yo no he sufrido ningún tema de racismo gracias a Dios. España no es un país racista. Es asqueroso y está bien que Vinicius o Ana luchen por lo que están luchando. Yo no he vivido nada y no puedo generalizar. Insisto, España no es un país racista. Hay racistas como lo puede haber en Italia o en Alemania o en otros países europeos.
¿Tiene pensado cómo celebraría una medalla olímpica?
No sé. Lo que me de. He pensado en la medalla, pero no en el después. Me pongo en la Gran Vía con la ropa de competición y doy tres volteretas. Qué se yo.
«La única especialidad del atletismo que incorpora el valor subjetivo de la opinión de un juez sobre la técnica sigue siendo la marcha», cuenta el olímpico Diego García Carrera, empeñado en impulsar una especialidad tan ninguneada y puesta en duda, refugio permanente y manido de los empeñados en desconfiar, en la polémica del 'ese va corriendo'. Y qué mejor que la tecnología. Y qué mejor que la prueba impulsada por el marchador madrileño, sexto en Tokio 2020, en el corazón de su ciudad. En el Gran Premio Internacional Madrid Marcha Silbo Telecom, que este domingo cumplirá su cuarta edición, no sólo estarán los mejores del mundo; también el chip que pretende cambiarlo todo.
El Race Walking Electronic Control System, o VAR de la marcha, es un producto de laboratorio. Un pequeño aparato que pesa menos de 15 gramos, se ata a los cordones de la zapatilla y detecta lo que el ojo humano no puede: si un atleta pierde el contacto con el suelo en su pisada y, por tanto, debe recibir un aviso del juez. «Una tecnología objetiva que no dependa del criterio de los jueces. Un sistema más equitativo para los marchadores», apunta su ideólogo, Javier Rosell, investigador de Ingeniería Biomecánica y profesor del Departamento de Ingeniería Electrónica de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC).
0,002 segundos
No es el primer intento de Rosell, aunque sí parece el definitivo. Este domingo en Madrid, al fin, podrá ser testado «en paralelo con las decisiones de los jueces oficiales». Hace ya una década estuvieron aplicando el uso de una plantilla inteligente que detectaba si la marcha de algún participante era irregular. Pero el proyecto se vio interrumpido por la pandemia y por la complejidad logística de introducir plantillas en las zapatillas de los marchadores.
El RWECS no tiene ese problema y por eso esperan que World Athletics acabe por introducirlo. Para eso, el Gran Premio de Madrid, prueba de categoría World Race Walking Tour, será clave. «Después se hará un informe anónimo para no influir en futuras participaciones de marchadores en otras competiciones», dice Rosell, cuyo aparato está basado en una serie de sensores que están en disposición de ofrecer un número que indica el tiempo de pérdida de contacto de los dos pies, que normalmente va de 0,002 a 0,004 segundos, imperceptibles para el ojo humano. «El sistema detecta cuándo la punta del pie deja de tocar el suelo y cuándo el talón impacta con el suelo, lo que llamamos 'tiempo en el aire de cada pie'. A partir de ahí, detectamos la pérdida de contacto con el suelo», explica el investigador.
El Race Walking Electronic Control System.
Precisamente por esos controvertidos 'vuelos' que, entre otras cosas, han puesto a la tradicional marcha en entredicho. «En la marcha nos pueden descalificar por no extender la pierna que avanza (al contacto con el suelo debe estar extendida 180°) o por perder contacto con los dos pies del suelo a simple vista. Ahí es donde nos puede ayudar este sistema, que es necesario para detectar a los que pretenden engañar», asegura José Antonio Quintana, gurú nacional de la especialidad.
Porque hay un instante, aproximadamente 45 milésimas de segundo (a un ritmo de competición), en el que ninguno de los dos pies del marchador tiene contacto con el suelo. García Carrera no sólo elogia esta llegada del VAR a su deporte para resolver dudas, también augura cambios radicales si la Federación Internacional accede en un futuro a adaptar su reglamento: «Los marchadores vamos a ser juzgados de forma mucho más estricta, con lo que nos vamos a tener que apretar el cinturón, incluso plantearnos tener que competir un poco más despacio para hacer la técnica 100% perfecta. Estamos a favor», asegura a EL MUNDO. «Nos va a permitir a los deportistas estar tranquilos porque estamos compitiendo en un deporte justo. No te vas a llevar la frustración de que te ha ganado alguien de quien tienes dudas. Y a nivel general, para eliminar la crítica número uno que tiene nuestra especialidad: que no se pueda determinar al 100% el criterio de los jueces. Todo son beneficios», se felicita.
Una de las ediciones anteriores del GP de Madrid de marcha.
«El sistema RWECS, que ya ha sido testado en entornos controlados como competiciones en pista o eventos amateur, necesitaba dar el salto a una competición real con atletas profesionales. Sin embargo, no está exento de complejidad, porque hablamos de un circuito urbano de 1.000 metros, con gran afluencia de público, múltiples interferencias tecnológicas y un número elevado de participantes», añade.
El VAR de la marcha estará el domingo en la Gran Vía en los pies de los mejores del mundo: Perseus Karlström, Yang Jiayu, Antigoni Ntrismpioti, Evan Dunfee, Francesco Fortunato, Caio Bonfim, Alegna González, Raquel González Campos, Paul McGrath, Marc Tur...
La pista cubierta, un estuche, acoge un atletismo de transición, de paso con un calendario breve y necesariamente intenso. Un atletismo no en miniatura, pero concentrado en un programa reducido con pruebas en todas las disciplinas que se amontonan sin estorbarse. Un atletismo de mediano voltaje en un escenario recogido, accesible, íntimo, con todas las actuaciones al alcance del ojo y casi de la mano, del espectador in situ. Es un atletismo bonito, dinámico, bullente, de vistosos contrastes instantáneos. Un ensayo a cielo cerrado, pero a puertas abiertas, del gran atletismo en los grandes estadios de las grandes competiciones en las grandes fechas.
Tiene tradición y prestigio. Alicientes de peso para que, acompañados de otros importantes, unos cuantos máximos nombres pisen el terreno. No han abundado, pero no han faltado en este Mundial de Nankín. Hemos visto, por ejemplo, a Armand Duplantis (pértiga), Jakob Ingebrigtsen (1.500 y 3.000), Grant Holloway (60 vallas), Miltiadis Tentoglou (longitud), Yaroslava Mahuchikh (altura), Gudaf Tsegay (1.500) y Devynne Charlton (60 vallas).
Todos, menos Tentoglou, quizás debilitado por una gripe que le impidió su participación en el Europeo, y Mahuchikh, afectada por unas inopinadas molestias en la rodilla, obtuvieron el oro prometido, pero nunca reservado. Ingebrigtsen consiguió su perseguido doblete, una hazaña que sólo había logrado antes Haile Gebrselassie. El noruego se apresta a enfrentarse a una temporada al aire libre con el Mundial de Tokio en el aún lejano horizonte de septiembre y, antes o durante, el ambicioso objetivo de batir el récord mundial de los 1.500 en poder desde 1998 de Hicham el Guerrouj. Lo tiene a tiro. Pero eso no significa que acierte con la bala. En cualquier caso, ese duelo en el tiempo y la distancia supone uno de los mayores atractivos del curso.
En la última jornada mundialista, España se revistió de bronce por partida doble con Fátima Diame en el salto de longitud y Elvin Josué Canales en los 800 metros. Bañarse en oro sigue siendo en extremo difícil para todo el mundo. Incluso, en un momento dado, a tenor de las diferentes circunstancias y los neutrales caprichos de un azar que no se casa con nadie, para los dominadores de su disciplina. Esto es deporte y la incertidumbre forma parte de la gracia y el interés de la competición. A menudo, con el mismo peso que el oro en el cronómetro, pero no el mismo brillo en la pantalla, la plata y el bronce se quedan a un centímetro o una centésima del color, el olor y el sabor inseparables del triunfo absoluto:
En la longitud, un imperceptible centímetro separó el oro de la plata. Y otro igual de escueto la plata del bronce. Mattia Furlani (Italia) saltó 8,30. Wayne Pinnock (Jamaica), 8,29. Y Liam Adcock (Australia), 8,28. Una centésima medió, en los 60 vallas, entre el oro y la plata. Y otra entre la plata y el bronce. Devynne Chambers (Bahamas) corrió en 7.72. Ditaji Kambundji (Suiza), en 7.73. Y Ackera Nugent (Jamaica), en 7.74. Más aún, la cuarta y quinta clasificadas también realizaron 7.74.
Fin del invierno en el atletismo con tejado. Queda inaugurada la primavera.