Para bien o para mal, el Real Madrid no tiene demasiado tiempo para lamerse las heridas de Berlín. Hubiera sigo igual en el caso de levantar la Duodécima, el Barça aguardaría en la vuelta de la esquina, 72 horas después del bocinazo final en el Uber Arena. “Lloraremos esta noche y nos levantaremos mañana”, pronunció Chus Mateo lo que es el sentir de una plantilla enrabietada. Si hace un año la euforia de Kaunas pasó factura en la final de la ACB, el eterno rival, ahora en semifinales, se presenta como a la vez como amenaza y acicate.
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Pero también como prueba de fuego de lo que puede terminar como una temporada de éxito o provocar una crisis. Aunque de eliminar al Barça aún le restará al Madrid la final -previsiblemente contra el Unicaja, que se las ve a partir del martes contra el UCAM Murcia, y sin factor cancha-, acabar reconquistando la Liga Endesa supondría un triplete lustroso tras la Supercopa y la Copa, acompañado del ‘casi’ de la final de la Euroliga. No hacerlo, sin embargo, se uniría al dolor de la derrota contra Panathinaikos y desembocaría en medidas quizá diferentes en la configuración de una plantilla que todavía tiene a muchas de sus piezas con la incertidumbre de no haber renovado.
El Real Madrid no ha tenido un año especialmente desafortunado con las lesiones. Más allá del grave percance de Deck en Valencia, Mateo ha llegado al tramo decisivo con la plantilla completa y habiendo podido dosificar esfuerzos durante el extenuante curso -“vamos a terminar con 90 partidos. No es fácil”-. Pero resultó llamativa la “falta de energías” (“nos ha faltado algo de fuerza, algo de físico”) mostrada en las segundas partes de ambos partidos de la Final Four, donde, en total, anotó 57 puntos. Síntoma peligroso para lo que se viene, con un Barça que acude más fresco tras no haber participado en la cita de Berlín y finiquitar por la vía rápida al Tenerife el jueves en cuartos.
Y están las cuentas pendientes, especialmente las de la final de Copa, donde el equipo de Grimau estuvo más cerca del título de lo que pudiera parecer. El ambiente del WiZink el miércoles (20.30 h.), también será significativo del sentir de unos seguidores que fueron minoría en el Uber Arena. “Nos vamos a levantar de esta. Seguro que nuestra afición va a reconocer el esfuerzo”, dijo Mateo. “Tenemos que usar esto como combustible ya que tenemos otro título por delante”, recapacitó Campazzo.
Garuba y Lorenzo
Además de todo lo que va a suponer el choque deportivo contra un Barça consciente de la oportunidad de enderezar su propia temporada, está la batalla en los despachos del propio Madrid. Antes de la Final Four, varios de los que están en proceso de renovación se mostraron optimistas con su continuidad. Especialmente Edy Tavares, pero también Mario Hezonja, quien sorprendió mostrando claramente su intención de seguir e incluso bromeando con sus conversaciones con el presidente: “El señor Florentino me amenaza con que siga aquí. Ojalá…”. Ambos fueron dos de los jugadores que rindieron a un nivel más bajo ante Panathinaikos, lastrado por las faltas y el poderío de Lessort el MVP de la Final Four 2023 y precipitado el croata, quien no dudó en entonar el mea culpa después.
Es seguro que será la última lucha por la ACB de Rudy Fernández, pero tampoco se descarta que lo sea para otros dos veteranos como Sergio Rodríguez y Fabien Causeur. La continuidad de Poirier tampoco parece garantizada y vuelven a sonar los nombres de Lorenzo Brown un Usman Garuba que regresaría tras su periplo NBA y que, además, proporcinaría una plaza de cupo nacional de las que el Madrid anda necesitado.
Muchas incógnitas sin resolver. Evidentemente, todo hubiera sido más sencillo en los despachos con la Euroliga conquistada. Y menos presión en la cancha en el desafío de la Liga Endesa.